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lunes, 24 de septiembre de 2012

Mitomanías... De Alguna Manera...


Mitomanías...


Los problemas con la verdad son sólo cuestiones personales cuando el sujeto de esos episodios responde nada más que ante sí mismo. Mitómanos patológicos o cínicos seriales sólo afectan con esos rasgos a ellos y a sus círculos íntimos. Pero cuando esa mitomanía se perpetra desde altas funciones de gobierno, la situación deviene gravísima. Una cosa es la mentira o la media verdad invocada por los gobiernos por realpolitik, en defensa de coyunturas puntuales. Otra es cuando es pura exaltación de la propia farsa del funcionario, que inventa para protegerse o elogiarse.

Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, el caso de Juan Manuel Abal Medina (h.) es notable. Insiste en no decir la verdad, pero pretende zafar de las consecuencias. Es imposible, en la era de internet, no dejar huellas. El, que tiene 44 años, no puede ignorarlo.

El año pasado escribí (“¿Un bebé montonero?”, Perfil, 11 de diciembre de 2011) que “El 3 de septiembre de 2006, Juan Manuel Abal Medina le dijo a Laura Di Marco, de La Nación, que ‘de bebé, mi tío me llevaba a las reuniones sin que se enterara mi viejo’. El hoy jefe de Gabinete de la presidenta Cristina Kirchner nació el 5 de mayo de 1968. Su tío, Fernando Luis Abal Medina, murió el 7 de septiembre de 1970 en la localidad bonaerense de William Morris, en un enfrentamiento con fuerzas policiales en pleno régimen militar. Fernando Abal había nacido en 1947, o sea que muere a la temprana edad de 23 años. ¿Cómo y para qué un guerrillero de 22 años llevaba a reuniones de revolucionarios a un bebé de dos años? ¿Le daba la mamadera? ¿Le cambiaba los pañales, que entonces eran de tela? En ese reportaje de hace cinco años, Juan Manuel Abal Medina (h.) profesaba palabras que hoy lo explican casi todo: ‘Cuando uno critica la anécdota, está equivocado. (…). En los procesos históricos siempre se mezcla lo viejo y lo nuevo, pero lo esencial es lo que prima”. El jefe de Gabinete nunca rectificó esta infantil invención, pero vuelve a incurrir ahora en un síntoma preocupante: dice que no dijo lo que dijo. La mañana del viernes posterior a las manifestaciones en varias ciudades argentinas, proclamó a través del interlocutor radiofónico del Gobierno que los participantes fueron “gente (a la que) le importa más lo que ocurre en Miami que lo que ocurre en San Juan”.

Pocos días después reiteró el procedimiento, esta vez en relación con su padre homónimo, viejo militante del nacionalismo católico de ultraderecha, de participación activa en el peronismo entre 1972 y 1974 que en 1976, tras la llegada al poder de las FF. AA, se refugió en la embajada mexicana en la Argentina hasta 1982. Radicado en ese país desde ese año, con el regreso argentino a la democracia en 1983, Abal Medina decidió afincarse en México, muy cerca del poder. Nunca desmintió haber trabajado para el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), repartición estatal “cuyo propósito es generar inteligencia estratégica, táctica y operativa que permita preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, dar sustento a la gobernabilidad y fortalecer al Estado de derecho”. En el Cisen, un organismo consagrado a “alertar y proponer medidas de prevención, disuasión, contención y neutralización de riesgos y amenazas que pretendan vulnerar el territorio, la soberanía, el orden constitucional, las libertades e instituciones democráticas de los mexicanos, así como el desarrollo económico, social y político del país”, Abal Medina habría permanecido de 1988 a 1994, a órdenes del secretario de Gobernación (Interior) del presidente Carlos Salinas de Gortari, Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los barones del entonces todopoderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El 15 de junio pasado, a pocas horas de que la sede central de Repsol YPF en Buenos Aires fuese tomada por el Gobierno, Abal Medina padre atendió telefónicamente desde su casa del Distrito Federal a Roberto Caballero, que lo llamaba desde Radio Nacional. Si bien advirtió no ser asesor ni abogado de Carlos Slim, de inmediato se sinceró: “Somos amigos y tenemos una relación cercana. (…) Ha hecho una enorme fortuna con su trabajo y el trabajo de sus hijos, todos ellos muy idóneos para los grandes negocios internacionales”. Explicó los negocios de Slim con las privatizaciones: “Creó uno de los grupos que se presentaron a la licitación cuando se decidió la privatización del sistema telefónico mexicano, en 1990. Ganó esa licitación y a partir de allí inició una enorme expansión. Con la liquidez que dan los negocios telefónicos más su capacidad financiera, hizo que el grupo se expandiera enormemente. Ahí comenzó a ser considerado el segundo o tercer CEO del mundo, como propietario de paquetes importantes y conocidos de acciones de empresas que cotizan en Bolsa. Es de una enorme fortuna, es un gran inversor y ha manifestado una clara confianza en la economía argentina, no de hoy, sino desde hace tiempo. Tuvo una relación muy cercana con el ex presidente Néstor Kirchner, y a posteriori con Cristina. Carlos (sic) no hace malos negocios”.

El hijo de Abal Medina consideró oportuno esta semana “aclarar” las cosas, pero las oscureció. Para él, hay “un espacio mediático tan sesgado que ya no se conforma con el viejo ‘saquemos de contexto’, sino que directamente inventan, e inventan lo peor que se les pueda ocurrir”. Acusó a los medios por informar que su padre asesoraba al multimillonario mexicano Carlos Slim. “[Pueden] repetirlo y repetirlo en esa cadena ilegal del odio y de la bronca y querer que nosotros nos sintamos avergonzados”, se ofuscó.

Similar pirueta protagonizó Axel Kicillof, viceministro de Economía que a los 41 años se ufanó de poder fundir a Techint si quisiera, pero luego dijo que tergiversaron sus dichos. Kicillof había sostenido que el Gobierno podría bajar el precio de la chapa y “fundir a Techint”, pero aclaró luego que no lo iba a hacer. Ahora enmienda aquella bravuconada: “Inventan las frases textuales, las rebotan, las rebotan, las rebotan en sus noticieros, en su cadena nacional paralela, blue, se ocupan de potenciarlo, reproducirlo”.

Lo notable de Abal Medina (h.) y Kicillof es que no parecen tener conciencia de que todo lo que dicen o escriben queda registrado, no es impune. Teóricamente jóvenes, su anacronismo radica en que desafían la moderna ley de gravedad en la red: todo lo dicho permanece. Es grave que como prominentes jerarcas del Gobierno no parezcan advertir la diferencia entre verdad y mentira. Es un pésimo presagio.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.


sábado, 21 de julio de 2012

Mitomanías... De Alguna Manera...

Mitomanías...

Pinocchio.

Una parte fundamental de lo que se enuncia hoy desde el poder en la Argentina es producto de que el Gobierno apela a la mentira más descarada para amasar y preservar su hegemonía. Tamaño apego a la falsedad suele desembocar en alucinaciones, como resultado de las cuales los pregoneros de la patraña son, a la vez, primeros voceros de esas no-verdades. El 7 de junio, por ejemplo, el diario gubernamental Tiempo Argentino aseguró que el multibillonario Carlos Slim “compró, invirtió, y se arriesgó” al quedarse con el 8,4% de las acciones que tenía en YPF el grupo Eskenazi, del que era prestamista. Como los Eskenazi no pudieron pagar, las acciones se las quedó su acreedor Slim.

Ese ingreso de Slim, definido por el diario oficial como “el hombre más rico del mundo”, lleva al redactor a concluir que “ningún hombre de negocios invertiría su plata allí donde puede perderla”. Slim no es cualquiera, comenta: “Es el más rico del mundo, es decir, traducido al lenguaje del poder y del dinero, el más capaz entre los suyos”. O sea, llegó a superbillonario por mera primacía evolutiva. Conclusión ultraliberal: los más ricos son los más capaces, deduce el arrobado articulista. Slim no compró nada, al contrario; sólo monetizó la deuda impaga de los Eskenazi.

Para el poder seductor y su mentira alucinatoria, Slim es bueno porque el papá del jefe de Gabinete se declara amigo del poderoso híper-rico mexicano. Entrevistado por el mismo diario oficial, Juan Manuel Abal Medina padre es presentado como el secretario general del Movimiento Nacional Justicialista que “comandó el Operativo Retorno que trajo a Perón a la Argentina, después de 18 años de proscripción y exilio, haciendo equilibrio (sic) entre las organizaciones armadas y el sindicalismo ortodoxo”. Transpiración amorosa: “Su solo nombre exuda peronismo y militancia”. Pero el peronismo que Abal Medina padre exudaba en 1972 no tenía más de dos años de historia. Abogado y ex alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires, JMAM fue un falangista de extrema derecha durante toda la década del 60. Desde ese nacionalismo ultramontano, tras fundar en el Nacional Buenos Aires la agrupación Tradición, junto a quienes serían animadores decisivos de la revista nazi Cabildo, a Abal Medina lo revolcó la historia. Su hermano Fernando Luis dirigió el secuestro y asesinato de Pedro E. Aramburu en 1970 y murió en un enfrentamiento con la policía bonaerense en 1971. Su hermano mayor fue ladero de Marcelo Sánchez Sorondo y secretario de redacción de su periódico Azul y Blanco. De ese nacionalismo falangista que veneraba a Mussolini y Franco a la secretaría general del movimiento no pasaron más de tres años. Perón, con más de una década en la España franquista, mete a Sánchez Sorondo en el frente electoral de 1973. Viejos admiradores del pensamiento corporativo, ambos creían en sinarquías y conspiraciones. Perón lo hizo candidato a senador nacional en marzo de 1973, pero al mes siguiente perdió en la Capital a manos del radical Fernando de la Rúa.

Dice hoy Abal Medina padre que con Slim “somos amigos y tenemos una relación cercana”. Lo pinta como creador de “uno de los grupos que se presentan a la licitación cuando se decide la privatización del sistema telefónico mexicano, en 1990. Gana esa licitación y a partir de allí inicia una enorme expansión”. Léase: Slim es un privatizador bueno, que se quedó con la telefonía estatal mexicana cuando los neoliberales la privatizaron, exactamente al mismo tiempo que Carlos Menem privatizaba Entel y ponía al frente del desguace a María Julia Alsogaray. Slim “es de una enorme fortuna, es un gran inversor y ha manifestado una clara confianza en la economía argentina, no de hoy, sino desde hace tiempo”, dice. Agrega sin eufemismos: “Carlos no hace malos negocios”. ¡Qué va a hacer malos negocios! Epifanía de admirado asombro del diario oficial: “De repente el hombre más rico del mundo decide invertir en la Argentina”. ¡Qué bueno que es Carlos Slim, alguien que sabe hacer negocios y “de repente” descubre su amor por el modelo argentino!

Empapado en sus propias fantasmagorías, el gacetillero oficial quiere saber qué opina Abal Medina padre sobre el Grupo Clarín. Aunque ha vivido la mitad de su vida fuera de la Argentina y durante los 29 años de estado de derecho ha preferido el Distrito Federal, Abal padre no se priva de dar lecciones a los argentinos. Como en su recalcitrante era de Azul y Blanco, cuando admiraba a la Guardia Restauradora Nacionalista, se despacha sin pudores: “Argentina tiene un problema serio con la presencia del grupo mafioso Clarín, problema viejo, desde que se creó, en la segunda mitad de los 40. Un grupo de extorsionadores, que en su nueva edición maneja este pobre hombre de Magnetto, con periodistas venales a su servicio. ¿Cuándo los argentinos haremos algo para sacarnos este problema de encima?”. ¿“Haremos”? Desde 1983, cuando el país recuperó la democracia, prefirió quedarse como operador de la inteligencia interior en México antes que venir a hacer política a su país. Insta a “sacarnos este problema de encima”. ¿Cómo sería?

¿Bombardear Clarín? ¿Liquidar a sus redactores “venales”? Cristina Kirchner es “una gran compañera, una gran presidenta, con el mejor nivel intelectual que hemos tenido, admirable en muchos sentidos, un lujo para la Argentina”. Finalmente, el amigo de Slim no oculta su orgullo por la prole, Juan Manuel hijo incluido, a quien ve “muy bien”. Confiesa que la actuación de sus hijos, en especial la de Juan Manuel, “no lo voy a negar, me provoca orgullo”. Juan Manuel hijo ha contado que iba a las reuniones de los Montoneros, llevado por su tío Fernando, cuando era tan sólo un bebé de dos años. El 3 de septiembre de 2006 dijo a La Nación que “de bebé, mi tío me llevaba a las reuniones, sin que se enterara mi viejo”. Actual jefe de Gabinete de Cristina, Abal hijo nació el 5 de mayo de 1968. Su tío Fernando murió el 7 de septiembre de 1970 en William Morris, a los 23 años. Había nacido en 1947. ¿El guerrillero llevaba a reuniones revolucionarias al sobrino de dos años? Pueril falsedad. La mentira, moneda legítima en la Argentina, es el núcleo del relato, el nombre de una impostura.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 14 de Julio de 2012.