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domingo, 17 de noviembre de 2019

Crisis Regional. Reapareció la miopía política… @dealgunamanra...

Crisis Regional. Reapareció la miopía política…

Sin eufemismos, Susana Malcorra. Dibujo: Pablo Temes.

Ni Mauricio Macri ni Alberto Fernández estuvieron a la altura del desafío que planteó el violento quiebre institucional en Bolivia.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 17/11/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


En la transición institucional de la nada por la que atraviesa la Argentina, la agenda política ha estado en esta última semana dominada por la convulsionada realidad que se vive en Bolivia y en Chile.

En esa “discusión” ha emergido –una vez más– la miopía de gran parte de la dirigencia política vernácula para analizar los hechos en la totalidad de su verdadera dimensión.

A Mauricio Macri le faltó jerarquía de estadista para manejar el quiebre institucional sucedido en Bolivia. Debió haber sido el primero en ofrecerle asilo político a Evo Morales.

Habría sido un gesto de extraordinario valor que, superando el abismo ideológico que los separa, hubiese dado asilo político al depuesto presidente cuya vida corría peligro.

El tortuoso vuelo que llevó a Morales desde La Paz a la ciudad de México da la idea exacta de lo mucho que se habría simplificado su salida del país, donde su seguridad y su libertad corrían serios riesgos.

El argumento usado por el Presidente de que no le otorgó el asilo a causa de la transición, es absolutamente falaz. Lo que estaba en juego era la vida de Morales. La ex canciller Susana Malcorra, no se anduvo con vueltas y definió la situación con rigor adamantino: en Bolivia hubo un golpe de Estado, sentenció.

Alberto Fernández actuó como si hubiera sido el presidente en funciones. Fue él quien habló con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y con el del Paraguay, Mario Abdo Benítez, para negociar con el primero el asilo político al presidente derrocado y con el segundo, el permiso para reabastecimiento del avión de la Fuerza Aérea mexicana que lo transportó.

Pero, junto con la condena al golpe de Estado, Fernández debió haber hecho mención no solo al fraude electoral denunciado por la OEA en el comicio del 20 de octubre sino – y principalmente– al desconocimiento por parte de Morales del plebiscito de febrero de 2016, por el que la mayoría de ciudadanía boliviana rechazó la posibilidad de que se presentase a un cuarto mandato. ¿Puede ignorar tamaña irregularidad institucional que, en los hechos, implicó desconocer nada menos que la expresión de la voluntad popular?

Que lo haya sido ignorado por Cristina Kirchner, que condenó con un tuit la autoproclamación de Jeanine Añez, no sorprende. Ella ha hecho del relativismo moral un dogma. Pero del presidente electo se esperaba una visión más abarcadora y ajustada a la realidad de los hechos.

La conversación sobre el tema entre Macri y Fernández es otra oportunidad perdida por la dirigencia argentina para demostrar capacidad para acordar políticas de Estado, lo que habría prestigiado a nuestro país.

Transición. Alberto Fernández ha decidido llevar adelante la transición con una centralidad absoluta, lo que desconcierta a muchos de quienes trabajan a su lado, a los que les cuesta adaptarse al desorden reinante en las oficinas de Puerto Madero en las que atiende.

Los que dicen conocer su pensamiento sostienen que actúa así para preservarse de las presiones y las disputas entre los distintos sectores internos del Frente de Todos.

Por eso hay tantas versiones sobre la conformación del futuro gabinete. Muchos de los nombres mencionados no tienen aún ningún guiño por parte de Alberto Fernández.

Ante la incertidumbre, no faltan quienes hacen circular supuestos favoritos para posicionarlos en el escenario de los posibles nominados.

Lo que sí se sabe es la lista de los que están vetados por CFK, que hasta hoy integran: Mirta Tundis, Florencio Randazzo, Martín Redrado, Juan Manuel Abal Medina y Diego Bossio.

En ese tira y afloje por espacios de poder, La Cámpora busca un lugar donde refugiarse. Las magras performances electorales de sus dirigentes en municipios bonaerenses clave –Florencia Saintout en La Plata y Fernanda Raverta en Mar del Plata, donde cerró su campaña el FdT– complicaron a la agrupación insignia del kirchnerismo duro.

Hasta el momento el único nombre seguro es el de Eduardo “Wado” de Pedro, quien desplazó a Andrés Larroque de su posición de liderazgo.

De esos posibles “refugios”, hay que prestarle atención a la presidencia de la Cámara de Diputados bonaerense y al Banco Provincia.

Mientras tanto, Axel Kicillof ha decidido bajar precipitadamente su perfil. Aún resuena en los oídos de los líderes peronistas del Conurbano el horrible discurso que recién electo pronunció la noche de la victoria.

Definiciones. Las definiciones comenzarán a producirse una vez que CFK regrese de su viaje a La Habana, tras visitar a su hija Florencia, cuyo cuadro psiquiátrico es delicado.

El presidente electo dialogará con su vice sobre medidas de gobierno y nombramientos. Sergio Massa también aspira a tener voz en la selección de candidatos a ocupar cargos. Va a ser un presidente de la Cámara de Diputados con alto perfil. A no olvidarlo.

El nombre de Roberto Lavagna estuvo en estos días en circulación, potenciado por la larga charla que mantuvo hace un par de semanas en su casa del barrio de Saavedra con AF. “Roberto no le sugirió ningún nombre a Alberto; lo que él ofreció fueron propuestas”, señala con énfasis alguien de su cercanía extrema. Se sabe que el ex candidato presidencial sigue con preocupación y críticas el devenir de esta transición desvaída.   

La interna a futuro en Cambiemos va a ser dura. Alfredo Cornejo viene repitiendo sistemáticamente que se acabó la conducción unipersonal. Todo deberá consensuarse, algo que no ocurrió en estos cuatro años de gobierno.

Cambiemos. Macri estuvo el martes reunido con Emilio Monzó. El encuentro, que se realizó a pedido del Presidente, fue decididamente malo. El futuro del actual presidente de la Cámara de Diputados es, por ahora, una incógnita.

El Presidente va a vivir en una casa en Olivos. Su desembarco bonaerense no ha sido visto con buenos ojos por la gente de María Eugenia Vidal, quien vive ahora un período de desangelamiento. “Antes la querían todos; ahora, parece que no la quiere nadie”, reflexiona con amargura alguien de su entorno.

El lugar elegido por Macri para su nueva residencia no es casual. Gobierna en ese distrito su primo Jorge, quien está decidido a tallar fuerte en la interna partidaria en pos de una ambición: la gobernación de la Provincia. El Presidente –que no le va en saga– también tiene la suya: reconquistar el poder dentro de cuatro años.

“Una esperanza reaviva otra esperanza; una ambición, otra ambición” (Lucio Séneca).