Hilario Bacca nació el 27 de febrero de 1978 en la ESMA. Facebook
Hilario Bacca o Federico Cagnola Pereyra nació en la ESMA. Se siente
“perseguido” por H.I.J.O.S. y no respetado por Abuelas. Por qué dice que
no aparecen todos los nietos.
Hilario Bacca nació el 27
de febrero de 1978 en la ESMA y a sus 37 años está inmerso en una
batalla judicial por conservar su nombre. Para Abuelas de Plaza de Mayo él
es Federico Cagnola Pereyra, el nieto recuperado número 95, hijo de
Liliana Carmen y Eduardo. No obstante, él se crió con Cristina Mariñelarena y
José Ernesto Bacca, de quienes afirma ser “su hijo del corazón”.
Desde los 4 años
que el matrimonio le contó que no era su hijo biológico. Alrededor de los
11, cuando en la escuela empezó a estudiar la historia argentina, comenzó a
sospechar cuál podría ser su origen por su año de nacimiento. “Mis padres me
proponían acercarnos a alguna entidad para saber sobre mi origen. Siempre fue
mi decisión no hacerlo”, explicó en diálogo con Perfil.com. En 1997
se fue a estudiar a Buenos Aires donde recibió los primeros llamados de la
asociación H.I.J.O.S.: “Allí empezó el martirio de mi vida”, cuenta.
En el 2008, tras
la “persecución” que él dice haber sufrido por parte de la agrupación H.I.J.O.S
y “allanamientos en su propia casa”, se le realizó un estudio de ADN compulsivo
que terminó revelando su verdadera identidad. En 2013, el Tribunal Oral Federal
Nº 4 porteño condenó a seis años de prisión a Mariñelarena y Bacca, sus
'apropiadores'. La misma pena recibió su entregadora Inés Graciela Lugones,
viuda de Guillermo Minicucci, el jefe del centro clandestino El
Vesubio. En ese momento, también se solicitó su inscripción a un
juzgado civil de Federico Cagnola Pereyra. “Lo que yo pido es
incorporarle a mi vida esta historia, sumarle a Hilario Bacca todo lo
necesario, pero sin hacerlo desaparecer. Quieren matar subjetivamente a alguien
que ya existe, que está acá”, lamenta.
Este mes, la
Cámara de Casación dio lugar al pedido de la querella y fiscalía para que se
resuelva el cambio de identidad en el fuero penal y no en el civil, como se
había dictado en la primera sentencia. “Yo quedo directamente perjudicado
puesto que demandan al TOF4 que ellos mismos tienen que hacer mi cambio de
identidad. Me impiden a mí que pueda reclamar mis propios derechos, que pueda
ser parte. Me inhabilitan a tener el derecho de plantear mi posición. Lo
que hace Casación es imponerme una mordaza legal”, denuncia.
“Pido que alguien
se ponga en mis zapatos. Entiendo que pueda ser una causa de estado y de orden
social y público, la obligatoriedad del encuentro por la verdad, pero eso ya
pasó. A esta altura de mi vida en democracia me quieren hacer
desaparecer como Hilario Bacca y quieren hacer nacer un Cagnola Pereyra que
para mí no existe, es terrible”, relata sobre el proceso judicial. “La
fiscalía y Abuelas consideran que cada vez que soy nombrado como Hilario Bacca
se sigue cometiendo un delito por ser una partida de nacimiento apócrifa. El
planteo que yo le hice a los jueces del TOF4 es que me siento en una
persecución y con el mismo tipo de procedimientos que vivieron Liliana y
Eduardo (sus padres biológicos) en la época de la dictadura”, agrega. “Estamos
preparando el recurso para ver si nos admiten el caso en la Corte Suprema”,
adelantó sobre sus intenciones de llegar hasta el máximo tribunal de ser
necesario.
Luego que la
Defensoría se negó a ofrecerle un abogado, el TOF4 enviará un oficio al
Colegio de Abogados: “Yo vengo negándome a pagar a un abogado para que me
defienda en esta causa donde el mayor responsable es el Estado, donde no
puede ser que sea una víctima para el tribunal, un número para las Abuelas, un
trofeo de guerra para el pueblo y que no tenga un derecho mío que sea válido,
porque vale más el derecho de cualquiera que el mío”. Y precisa: “No hay nadie
en el Estado que me defienda”.
Relación con la familia biológica
Conoció a sus
abuelas biológicas el 8 de septiembre de 2008 en la audiencia en la que se
informó de su verdadera identidad. Eran la titular de Abuelas de Plaza de
Mayo Filial La Plata, Jorgelina "Coqui" Azzarri de Pereyra,
por parte materna y Nilda Cagnola, por el lado de su padre. “Cuando
yo los conocí en 2008 les doy lugar por un pedido de mi mamá y mi papá. Si
hubiera sido por mí no les hubiera dado bola. Armamos un vínculo al principio
sano y de bastante cariño. Coqui me hablaba de defender a Liliana pero
yo alegaba que no era necesario atacar a mis padres en el proceso de defensa de
su hija. Tuve muchas peleas con ella. Hay una posición facilista de levantar el
dedo y acusar al otro”, detalla.
El contacto con su
abuela biológica materna se rompió tras el juicio debido al testimonio que
ofreció durante el proceso judicial. Hace un año volvieron a reencontrarse pero
la titular de la filial de Abuelas en la Plata falleció el 30 de septiembre
pasado sin haber conseguido restablecer el vínculo con su nieto: “En una de las
últimas charlas le dije que no la juzgaba, le aclaré que no estaba enojado con
ella pero cada cual hace lo que hace y eso tiene consecuencias y que yo
no la elegía para mi vida”, explica.
Según Hilario, la
forma de ser fue la razón principal por la que no consiguió conectar del todo
con su abuela biológica materna: “Fui al velorio por una cuestión de educación,
pero me incomodó la situación porque me sentí observado. Lo único que me paré
un momento delante del cajón a mirarla y sentí que no me quedó nada pendiente
con ella y que la vida no nos permitió conocernos porque siempre hubo tanta
porquería en el medio, tantos rencores, ella tratando de convencerme que mis
viejos habían hecho las cosas mal y ella siempre conectada con la tragedia y yo
en una posición distinta que tiene que ver más con mi profesión por ser
acompañante terapéutico, de tratar de sumar y conectarme con lo lindo. Le
decía 'contame qué música escuchaba, no cuántas horas estuvo torturada',
devolveme una imagen de vida aunque esté muerta'”.
Y contrapone esa
reacción con la de su abuela paterna biológica Nilda: “Ella nos invita a
almorzar a mí y a mi mamá todos los meses, aunque por la distancia sólo fui una
vez. Eduardo continua siendo un desaparecido (no hallaron el cuerpo) pero
ella explica que tuvo dos opciones; se volvía loca para que apareciera y
descuidaba a su otro hijo Daniel o se dedicaba ser una madraza con él. Una
abuela se conectó con la muerte y con la pérdida (descuidando a sus
otros hijos, Alejandra y Marcelo) y la otra se dedicó a conectarse con
lo que tenía y hasta logró un duelo simbólico sin cuerpo”.
“Toda mi familia
biológica paterna en ningún momento hubo una cuestión maliciosa para con mis
padres, todo lo contrario, mi tío Daniel agradeció la educación que recibí y la
persona en la que me habían convertido. Sin apuntar los cañones
directamente a mis viejos cosa completamente distinta al discurso de Coqui,
pero bueno a mí me parece que hay tantos remordimientos y tantas cuestiones
internas donde es mucho más fácil poner el odio en otro lugar, depositarlo en
otros lados”.
El caso de Hilario
Bacca puede sentar un importante precedente y alentar a otros que quizás se
encuentran en una situación similar. “Si quieren que aparezcan los 400
nietos que faltan que se les garanticen unos derechos. Los que aparecen
muchos son los que les tocaron historias menos
bonitas, yo estoy
convencido de que hay 200 Hilarios por ahí. Que aman a sus papás. Para saber de
su identidad tienen que estar dispuestos a que sus padres vayan presos y a que
ellos de un día para el otro dejen de ser quienes son, y si están casados y
tienen hijos lo que implica a nivel trámite y a nivel subjetivo, del ser”,
consigna.
Trató de hacer
entender a la entidad de Abuelas esa idea al trabajar durante un tiempo en la
filial de Mar del Plata: “Les dije que dejen que uno se busque, que
se encuentre y ahí se va armando y sumando lo que se puede, no
somos nenes de 5 años, somos todos cuarentones”. En ese sentido,
resume: “Hay un descuido muy grande. Hay un abandono a nivel psicológico
de lo que le pasa a uno, pero hay una demanda muy fuerte, social porque todos
vienen a decirte cómo tienes que vivir”.
© Escrito por Bárbara Defoix el viernes 20/11/2015 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.