Todos somos octubre…
Mauricio cumple... años. Dibujo:
Pablo Temes
Macri consulta a
economistas, Lavagna dice poco, Massa hace equilibrio y CFK se calla: cada
gesto se mide en votos.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Nos está costando bajar la inflación” (sic), dijo Mauricio Macri en el reportaje que le hizo Alejandro Rozitchner con motivo de su cumpleaños. Se ve que el Presidente vivió el arribo a sus 60 años con la necesidad de compartir una visión algo más crítica de su gestión y más humana de su persona. En verdad, lo que él debería haber explicado es por qué su gestión va a terminar con índices récord de inflación como no se daban desde la crisis de 2001-2002.
“Nos está costando bajar la inflación” (sic), dijo Mauricio Macri en el reportaje que le hizo Alejandro Rozitchner con motivo de su cumpleaños. Se ve que el Presidente vivió el arribo a sus 60 años con la necesidad de compartir una visión algo más crítica de su gestión y más humana de su persona. En verdad, lo que él debería haber explicado es por qué su gestión va a terminar con índices récord de inflación como no se daban desde la crisis de 2001-2002.
Esa idea, la de
entrevista con tufillo a campaña, tiene aire de los engendros electorales
salidos de la “usina” de ideas que fogonea Jaime Duran Barba. Como ya se sabe,
la idea del consultor estrella de Cambiemos es hacer una campaña corta en la
que se hable poco de economía. Eso sí que es toda una quimera. Sobre todo
cuando el Presidente dedica el mayor tiempo de su gestión al tema económico. De
ahí las reuniones que tuvo con un grupo de economistas.
Hubo al menos dos de esos encuentros. Uno fue en
diciembre pasado con Miguel Angel Broda quien, hay que recordar, ha sido muy
crítico del manejo económico del Gobierno. La otra tuvo lugar en estos días.
Para ser más precisos, a principios de la semana que pasó. Esta última fue
ampliada a otros economistas –entre ellos Miguel Kiguel y Pablo Guidotti– y
contó con la participación del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
En términos generales,
se habló de dos temas: por un lado se hizo un análisis de la coyuntura, con la
atención de Macri puesta en comprender cómo vienen variables claves como la
inflación, el crecimiento, el tipo de cambio y el programa con el Fondo
Monetario Internacional, especialmente la parte fiscal. Los otros temas fueron
las reformas a largo plazo que hagan posible el crecimiento y la consolidación
de la economía.
Planes y errores. De especial atención fueron la búsqueda
de propuestas tendientes a crear un mercado laboral más moderno, más flexible y
más adecuado a la realidad del siglo XXI, y el cómo y qué hacer para controlar
el gasto público. Allí la preocupación y el desafío es mejorar los gastos
en seguridad social y en asistencia social sin descuidar a los más vulnerables.
Broda es quien ha trabajado en un programa integral.
Es evidente, pues, que
el Presidente –a quien en las reuniones se lo vio tranquilo y de buen
semblante– está a la búsqueda de un plan económico. Es un reconocimiento
implícito de que durante su gobierno no lo ha habido, y que todas han sido
medidas implementadas a la manera de parches. Un error garrafal.
Este veranito que está viviendo la economía argentina no
le es propio, sino que es impulsado por los mercados internacionales que, ante
la estabilidad de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sin miras
de aumentar en el corto plazo, que fue el escenario cruel de abril del año
pasado, sumó la aplicación del impuesto a la renta financiera.
A estas variables
favorables se les contraponen voces de alarma que previenen sobre el peligroso
rearme de una operatoria de carry trade que estuvo en la base de la eclosión
cambiaria, y que asoló la economía vernácula el año pasado. “Otra vez la
‘bicicleta financiera en acción”, alerta un economista de consulta del
oficialismo.
Como decíamos, quienes han visto a Macri en estos últimos
días lo encontraron distendido y de buen ánimo. No es ese precisamente el ánimo
que merodea por los despachos de muchos otros funcionarios. Ahí campea el
miedo. La causa: las encuestas.
El escenario de un final
cabeza a cabeza es inamovible sea cual fuere la encuesta. Macri está convencido
de que gana. Si así fuere, la suya será una victoria pírrica. Nada muy distinto
de lo que le ocurriría a Cristina Fernández de Kirchner si ella se alzara con
el triunfo.
Quien finalmente reapareció fue Roberto Lavagna. En la
entrevista que le concedió a Charlie Fernández habló poco, pero lo que dijo fue
mucho. A buen entendedor, pocas palabras. Lavagna no quiere internas; Lavagna
no se conforma con el peronismo; Lavagna quiere una alternativa superadora en
la que su autoridad sea indiscutible. Lavagna no la quiere compartir con nadie.
Todo esto muestra a un hombre activo que, más allá de las especulaciones,
piensa seriamente en su candidatura con tonos y tiempos siempre mesurados. “Mi
decisión será a mitad de año”, dijo. No es una fecha casual. Es cuando se
cierran listas.
Centralidad. Lavagna estuvo en el centro de todas las conversaciones del lanzamiento de
Alternativa Federal en Mar del Plata. Al margen de la centralidad del ex
ministro de Economía, ocurrieron allí dos hechos de significación política para
la interna del peronismo: uno fue la presencia de los gobernadores del PJ,
circunstancia que produjo disgusto dentro del kirchnerismo; el otro, la tajante
afirmación que hizo Miguel Ángel Pichetto:
“Si acá viene Cristina, yo me voy”.
A pesar de que algunos se quisieron hacer los
desentendidos, todos entendieron que el destinatario de esta advertencia era
Sergio Massa, que viene coqueteando con ambigüedad a la hora de responder si se
asociaría con CFK en un emprendimiento electoral.
El entorno político de la ex presidenta se muestra
inquieto –crecientemente inquieto– ante la irrupción de Lavagna. El motivo es
simple: le quita a CFK cualquier posibilidad de crecimiento. Y ese es su gran
problema. Por eso la hoy senadora bajó la orden de trabajar por la unidad del
peronismo en todas las provincias. Que ella hable de unidad es un verdadero
oxímoron político: si hay algo que ella representa a la perfección es lo
opuesto.