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sábado, 19 de agosto de 2023

Jorge Omar Carrascosa. El Gran Capitán... @dealgunamaneraok...

 Jorge Carrascosa, el capitán que no aceptó jugar el Mundial 78: “Renuncié a la Selección para tener la conciencia tranquila”

Gloria del mítico Huracán campeón en 1973.      

El Lobo participó de Alemania 1974 y hubiera lucido la cinta en 1978, pero le pidió a Menotti no ser incluido en la lista para la Copa del Mundo en la que Argentina se consagró frente a Holanda. Sus recuerdos del Huracán campeón y las razones de su retiro anticipado del fútbol: “Me fui con dignidad”

© Escrito por Luca Gatti el martes 15/08/2023 y publicado por el Periódico Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Jorge Omar Carrascosa, que hoy cumple 75 años, renunció a la selección argentina el 13 de enero de 1978. La forma de comunicarlo fue pedirle al entrenador César Luis Menotti que no lo incluyera en la prelista de jugadores que iban a viajar a Mar del Plata para comenzar la preparación de cara a la Copa del Mundo 78. “No va más César…”, le dijo el defensor al técnico rosarino, con quien mantenía una relación muy estrecha. Hasta el día de su renuncia, el Lobo Carrascosa era el máximo referente y el capitán del elenco argentino desde que disputó su único Mundial, el de Alemania 74.

“Renuncié para tener la conciencia tranquila. Me fui cansando de un montón de cosas que desvirtuaban la esencia del fútbol, dentro y fuera del campo de juego. Ocurrieron muchas cosas dentro de mí que hicieron que renuncie. Lo volvería a hacer porque no me arrepiento de haber renunciado a la selección argentina”, reveló en un mano a mano con Infobae el zaguero, quien hizo de su silencio por décadas una marca registrada. 

Carrascosa jugó en el seleccionado en 29 oportunidades y llegó a convertir un gol, pese a lo cual se retiró el año en que Argentina iba a conquistar su primera estrella.

“Me pueden cuestionar que renuncié a la Selección nacional, pero no pueden hablar de mi carrera futbolística porque ya tenía años en eso. Me pueden llevar en andas como ocurrió, ya que se gana, se empata o se pierde, pero lo más importante es jugar con dignidad. Todo tiene un costo en la vida. Yo tomé esa decisión sabiendo lo que me iba a costar, pero consciente de lo que hacía”, reflexiona en un bar de Adrogué, donde vive desde aquella época. 

Carrascosa, el día que Argentina y Escocia jugaron un amistoso en La Bombonera en junio de 1977.  

Fue un símbolo del fútbol argentino. Querido por sus compañeros, respetado por sus rivales, el Lobo Carrascosa caminó los campos de juego defendiendo valores y principios que jamás abandonó. Más allá del éxito o el fracaso deportivo, privilegió otras actitudes. Sus comienzos fueron en 1967 como lateral izquierdo, fuerte y aguerrido, en Banfield, luego se consagró campeón con Rosario Central en 1971 y con Huracán en el gran equipo de 1973. Carrascosa fue protagonista fundamental de un cambio en la selección nacional cuando se inició la era del Flaco Menotti. En ese marco, se transformó en el capitán del equipo desde el inicio del ciclo en 1974 hasta enero de 1978, cuando dio un paso al costado.

Cuando Carrascosa decidió no disputar el Mundial 78, la Argentina transitaba los primeros años de la dictadura militar. Sin embargo, aclara que: “Específicamente no influyó para nada de la manera que uno puede imaginarse. Te hablo de lo deportivo. Para un acontecimiento de esa naturaleza hay que estar física, mental y espiritualmente preparado, estar 10 puntos. Y yo relativizo todo”, subrayó.

- ¿Siempre estuvo alejado del mundo del fútbol desde que se retiró?

- Sí, porque tomé la decisión de alejarme relativamente joven, con apenas 31 años. Hoy, mañana o pasado debía abandonar de una u otra manera el fútbol. Desde que me alejé, me preparé para tener la agencia de seguros de autos y también estuve desempeñándome en una empresa que no estaba relacionada con este deporte.

- ¿Qué lo llevó a alejarse totalmente del fútbol?

- Tiene que ver con que siempre me manejé buscando el gran viaje interior a nivel de conciencia, con lo que pensaba y con lo que sentía. En mi vida, siempre busco tener un aprendizaje permanente y en ese andar saqué también mis conclusiones. Yo viví cosas que me superaban y eso me llevó a alejarme un poco del fútbol. Aun así, me siento íntimamente ligado a este deporte.

- ¿Cuáles fueron esas conclusiones?

- Por supuesto no voy a desconocer la importancia del fútbol, pero hay también un montón de concesiones y de cosas que relativizan lo que es la esencia del deporte. El fútbol no deja de ser un negocio muy importante, bastante salvaje, y como todo tengo el modo de pensar en la actividad y en la profesión. No es fácil, pero trato de hacer lo que siento para estar tranquilo con mi conciencia.

- Fue integrante del Huracán del 73 que marcó una historia en el fútbol argentino. ¿Qué le quedó de aquella época?  
- Se cumplen 50 años en este 2023. Es terrible. Estoy negado a la tecnología, pero hay un grupo de WhastApp que somos campeones que estamos comunicados siempre. Hay gente amiga que me manda mensajes en determinados aniversarios y conservo recuerdos en mi altillo.

- ¿Cómo cuáles?

- Un poster de cuando fui elegido el jugador más correcto del año ‘73 jugando para el Globo. Esos recuerdos me levantan un poco el ego, ¿no? Tuve la suerte de caer en un gran equipo que quedó grabado en la memoria de todos. Salir campeón en Huracán no es una cosa menor. También, tuve la suerte de haber jugado los 32 partidos de aquel torneo. En 1973 llegué al Globo y me quedé siete años. Era un club de características muy especiales.

- ¿Qué tenía de especial?

- Huracán está muy identificado con Parque Patricios, un barrio popular y con características muy familiares. En esa época se vivía un ambiente de bohemia, de amistad, tanto con la gente como con los dirigentes. Y a partir de una gran campaña se forjó un clima muy bueno entre todos los que conformábamos aquel grupo. Mucho tuvo que ver el cuerpo técnico y le mando un abrazo a Menotti que fue el artífice de aplicar la filosofía al fútbol, muy bien definida por cierto. Además, había jugadores que pudieron plasmar esa idea para llevarla a la práctica. Más allá de todo, no hay que ganar siempre. Se gana, se empata o se pierde, pero lo más importante es jugar con dignidad.

- ¿Aquel equipo que integró fue el mejor de tu carrera?

- Sí, fue el equipo que plasmó y quedó grabado a la vista de todos. Yo venía de Rosario Central, que habíamos sido subcampeones del 70 y campeones en 1971, y enfrentábamos a rivales muy fuertes. Ese equipo sorprendió a todos con futbolistas excepcionales y era obra pura y exclusivamente de César Menotti. No es fácil manejar un grupo heterogéneo, con distintos niveles educacionales, con diferentes orígenes, consensuarlo, plantearle un ideal e intentar lograrlo a través de los resultados.

- Con el paso del tiempo, ¿observó algún plantel similar al de Huracán del 73?

- De esa característica no, porque cada jugador es una personalidad distinta. Juega mucho lo humano, con quién estuviste y estás. Hubo grandes equipos y tuve la suerte de integrar éste que es inolvidable.

 

El notable Huracán de 1973, Carrascosa es el primero de los parados, con su característico bigote.  
 

-Pero fue su paso por Central lo que le valió tener una oportunidad en la selección argentina. Lo convocó Juan José Pizutti en 1971, y llegó a disputar el Mundial 74, el único de su vida.

- En 1970, estaba Enrique Omar Sívori como técnico de Central y teníamos un gran equipo, pero Sívori se fue al Mundial de Suiza como periodista. Entonces, llegó Ángel Labruna y fuimos campeones al año siguiente. Ya en esa época me habían convocado para el seleccionado. Ese año arribé a Rosario y producto de mi buen desempeño me citó Pizutti para la Argentina.

- ¿Es cierto que lo quiso River antes de su llegada al Canalla?

- Yo arranqué en las Divisiones Inferiores de Banfield en 1967 y me quedé dos años. En enero de 1970 me vino a buscar River. También Racing, pero me venden a Central que me marcó para toda la vida. Tuve tres años muy buenos en todo sentido, porque siempre miro la parte humana también. La gente que conocí fue maravillosa y lo recuerdo con mucho afecto. Como dice la canción de Fito Páez, “Rosario siempre estuvo cerca. Recuerdos que no voy a borrar, personas que no voy a olvidar”. En mi vida, siempre priva lo humano y eso se refleja dentro de la cancha.

- ¿Qué le dejó el Mundial Alemania 74?

- Fue una experiencia muy grande en mi carrera. Arrancamos una gira previa por distintos países, donde fuimos a Italia, España, Inglaterra, Francia y Holanda (hoy, Países Bajos). Ahí saqué mis conclusiones. Lo que es una convivencia de dos meses en un grupo, en un equipo y tomar ciertas responsabilidades, y toda la riqueza que te da el conocimiento de otras culturas. Todo eso te va enriqueciendo.

- ¿Por qué no le fue bien al seleccionado argentino en Alemania?

- En 1974 la Selección no tenía la organización que llegaría después con Menotti. La Copa de Alemania fue la experiencia final para iniciar un proceso de cambio. Se hacían cosas improvisadas, a último momento, y por eso la cosa no funcionó. Había jugadores de excelentísimo nivel, incomparables de alguna manera, pero ocurre que no teníamos competencia.

 

Jorge Carrascosa, a la izquierda, y René Houseman, a la derecha, en uno de los encuentros de los campeones del 73

 

- ¿Qué cambió con la llegada de Menotti?

- Tuvimos actividad permanente para formalizar un grupo. No basta con designar a 30 jugadores para formar un equipo. A partir del 74 al tener un grupo unido y con salidas al exterior se trató de fortalecer un equipo que sabía muy bien cuál era su objetivo y de qué manera se lograba; eso fue muy importante. Una cosa son grandes futbolistas y otra muy distinta es formar un grupo y cumplir un objetivo, con qué medio y manera se lo logra todo, ¿no?

- Entonces, ¿esa fue la diferencia entre Pizutti y Menotti?

- No comparo, pero lo de César fue un trabajo bárbaro, con un calendario internacional y permanente para conocer a sus futbolistas. De Menotti tengo los mejores recuerdos y trato siempre de comunicarme con él. Es un amigo y compartimos cosas únicas e inolvidables. Mi admiración y respeto permanente hacia César. Recuerdo que fuimos un año antes del Mundial 78 a Europa para competir con selecciones de ese continente, y de esta manera aprovechamos a probar uno y otro equipo para afilar una idea de juego. Si tenés un calendario internacional de Mundial a Mundial es vital aprovecharlo para la preparación.

- En esa gira por Europa, se enfrentaron a la URSS en Kiev, Ucrania. ¿Se acuerda de aquel partido?

- Sí, lo tengo presente más ahora por lo que está pasando con la guerra en Ucrania. Aquel encuentro fue el 20 de febrero de 1976, fechas inolvidables para nosotros. Estuvimos en Ucrania, Polonia, Hungría y en Rusia. Fijate como son las cosas que hoy dos de esos países están en Guerra y nos lleva a reflexiones muy profundas.

- ¿Cómo cuáles?

- Es increíble este sacudón a la humanidad por el mal sueño que tuvimos, producto primero de la pandemia y luego por el conflicto bélico. Esto muestra lo limitados, frágiles y vulnerables que somos. Siempre fui un tipo con muchos ideales desde muy joven, pero la realidad es que no vamos por buen camino. Al contrario, y eso implica una responsabilidad muy grande de todos y en cualquier lugar. No puedo entender cómo llegamos a tener otro conflicto bélico.

Como capitán argentino, Jorge Carrascosa con los presentes para entregar a los rivales de un amistoso jugado en Buenos Aires


-Me fui cansando de todo un poco, de un montón de cosas que desvirtuaban la esencia del fútbol, dentro y fuera del campo de juego. Ocurrieron muchas cosas dentro de mí que hicieron que renuncie al seleccionado. No estaba en condiciones de organizarse el primer Mundial en la Argentina y no era una cosa menor. Era una gran responsabilidad para todos y yo hice lo que sentía en ese momento. Y lo volvería hacer porque no me arrepiento de haber renunciado a la selección argentina.

- ¿Pero por qué lo hizo?

-Renuncié para tener la conciencia tranquila. En otras circunstancias similares que atravesó nuestro país tampoco hubiera jugado y hubiera renunciado. Hice lo que sentía, pero aporté desde mi lugar y con limitaciones el granito de arena también para ser campeones. Fui el capitán antes del Mundial y fue lo más importante de mi carrera.

- ¿Cómo fue el proceso para tomar esa decisión?

-No estaba en condiciones de aportarle al grupo lo que necesitaba. Ya había vivido la experiencia del Mundial 74, que no es un tema menor desde mi óptica, mi visión, experiencia y aprendizaje; y vi cosas que no me gustaron. Bah, que no me gustan en general que pasen en un deporte. Para un evento mundial de semejante trascendencia, uno debe estar física, mental y espiritualmente preparado, tenés que estar 10 puntos sino que vaya otro que esté mejor que vos... Ninguno es tan importante como todos juntos para el grupo, y no me sentía a pleno para disputar el Mundial. Si podés aportarle algo desde tu lugar que le haga bien al plantel es lo mejor que te puede pasar porque es un deporte y un juego en equipo.

- En su momento se habló de una pelea que tuvo con el entrenador por cuestiones políticas. ¿Cuánto hay de cierto?

- Para nada, soy amigo de César que fue quien nos abrió la mente y nos tiró un montón de cosas a la cancha muy importantes, más allá del triunfo o la derrota. Además, compartí con él cosas únicas e inolvidables. Es decir, el fútbol es un grupo de gente de distintos niveles, heterogénea y de diferentes edades, con un éxito en lo deportivo que te lleva por otros lados. No me peleé con Menotti.

- ¿Su experiencia en el Mundial 74 no había sido positiva?

- Fue una experiencia. La vida es un aprendizaje permanente y somos todos aficionados. Vi y veo un montón de cosas en los Mundiales que no me gustan. Hay cosas que viví durante Alemania 74 que me hicieron mal y no me gustaron para nada. Todo lo que hay detrás de una Copa del mundo y sus manejos. El año pasado se estaba jugando el Mundial y el mundo estaba en guerra. Pónganse en el lugar del otro. Estás viendo por televisión que un misil mata a un soldado que podría ser tu hijo, tu padre, tu tío en Ucrania, mientras rodaba la pelotita en Qatar. Por eso estamos viviendo de esta manera…

-Siempre hay sucesos políticos en una Copa del Mundo. En el 78 estaba la dictadura militar en Argentina, en 1982 la Guerra de Malvinas…

- No, no, hablo en general y es un fracaso de la humanidad. Años de humanidad y no se resolvió lo esencial de la vida. Rusia y Ucrania están en guerra, y en Qatar se llevaba la gran fiesta del deporte. Son temas muy complicados. Es el gran misterio del hombre. Siempre pasaron cosas en el mundo.

- Jugó con Diego Maradona en el seleccionado y fue el capitán en el día de su debut. ¿Qué recuerda de aquel partido?

- Sí, fue en el 5 a 1 a Hungría en la cancha de Boca. Es algo que ahora se viraliza por las redes, pero en esa época fuimos unos privilegiados de observarlo en vivo y en directo. Tenía un talento innato, pero entiendo que Menotti no lo haya incluido en la lista definitiva de 22.

- ¿Por qué?

- La decisión que tomó Menotti de dejarlo afuera de la convocatoria por ser un primer Mundial en Argentina con un montón de jugadores en su máximo nivel y en el puesto en el que se destacaba Diego con 16 años, con el miedo escénico de tomar semejante responsabilidad y con un seleccionado que venía trabajando hacía cuatro años para lograr un rendimiento como equipo, más allá de las individualidades. Hasta te diría que pudo haber sido malo para él. Porque si el seleccionado no ganaba el Mundial, Diego fracasaba en el intento. No hay que desmerecer a los jugadores que tenía Argentina con todas las opciones que había. Es como que en nuestro trabajo nos reemplacen por un chico de 12 años, tenés que pensarlo bien. Se estaba jugando un primer Mundial en Argentina, ¿viste? No era un tema menor.

- ¿Hubieras jugado el Mundial 82?

- Durante la Guerra de Malvinas no hubiera jugado un Mundial. Es más, Argentina no debió haber participado de España 82. No se puede participar de un evento deportivo cuando hay compatriotas que están luchando en plena guerra. Ahora pasa igual. Está bien castigada Rusia para que no fuera a Qatar. Para cualquier objetivo en tu vida tenés que estar lo mejor posible; es una cosa lógica y coherente. En plena guerra en Malvinas, como argentino, de ninguna manera iba a ir al Mundial.

- Tuvo la oportunidad de jugar en contra de Pelé en un amistoso Huracán-Santos. Algunos lo ponen por encima de Maradona. ¿En qué lugar lo ubica al brasileño?

- Yo vi nacer a Maradona, tuve la oportunidad de jugar en contra de Pelé en un amistoso Huracán-Santos y lo vi a Cruyff en el Mundial del 74. Ellos fueron los mejores futbolistas que vi.

Miguel Ángel Brindisi y Jorge Carrascosa, integrantes de Huracán campeón de 1973, en una cena de gala. 

- ¿Se arrepiente de haber concluido su carrera tan joven, a los 31 años? 
- No, para nada. Tuve todas las posibilidades y gente que me tuvo en cuenta para seguir trabajando dentro del fútbol, como ayudante de campo, como entrenador en Divisiones Inferiores o captador de talento, pero hice lo que realmente sentía y tengo la conciencia tranquila. Puedo dormir de noche sin tener algún tipo de preocupación. Todo tiene un costo en la vida y yo tomé esa decisión sabiendo lo que me iba a costar, pero consciente de lo que hacía. Yo me retiré a los 31 recién cumplidos, cuando me quedaban dos o más años de contrato. Estaba cansado y dije basta. Me fui bien, como siempre lo quise: con dignidad. El fútbol es limitado, y la vida es mucho más larga.

- ¿Qué puso en la balanza para tomar esa decisión?    
- Fue un cúmulo de cosas. No me hacía ninguna gracia concentrarme seis meses. Además, la presión del periodismo, la necesidad de obtener un resultado hacen que un jugador pueda sentirse mal. Porque se pierde un partido y surgen un montón de críticas. Hasta se piden cambios sin pensar cómo se destruye a otro ser humano. El barrio, los amigos, la familia, las concentraciones largas, etcétera. Todo tiene un costo en la vida y cuando elegís algo, dejas de lado otras cosas. Yo le doy mucha importancia al barrio, a mi familia, a los amigos. Como el tema musical “Corazón al Sur “, de Eladia Vázquez, que dice “la geografía de mi barrio llegó a mí”. Yo siempre viví en Abrogué y sufrí las ausencias cuando tuve que dedicarme al fútbol: concentraciones, viajes y todo lo que implica estar lejos de los tuyos. Por este motivo, yo tomé una decisión y me alejé de la pelota. Ante la exigencia de algo, hay que elegir hacia dónde vas o cómo te sentís y de qué manera eso que sentís influye en algo fundamental, que es un equipo. Primero está el hombre y la profesión en todas las actividades.  

- ¿Qué sintió como ex jugador al observar a la selección argentina consagrarse en Qatar 2022?     
- Vi con mucha tranquilidad a la Selección junto a mi señora que se ponía bastante nerviosa. La vida es un aprendizaje e hice un camino desde adentro del fútbol y del deporte en sí. Tengo una visión más generalizada sobre lo que es el fútbol. Lo que se ponía de manifiesto es que ninguno es tan importante como todos juntos y eso es muy importante para llevar a cabo un plantel. Se notaba que había una solidez en un grupo humano en ese nivel y en esa competencia, muy unido y compenetrado por la misma causa. No conozco a ningún jugador en particular y tampoco al entrenador, pero se manifestaba como un grupo que tenía en claro a dónde y cómo iba para adelante, de qué manera tenía que hacer las cosas y eso es muy importante.   

- Como ex integraste de la Selección, ¿lo llamaron alguna vez para invitarlo a ver un Mundial?    
- No, para nada, tampoco sé si hubiera ido. No me duele. Siempre fui coherente con lo que pienso y siento, y con la toma de decisiones.


    

domingo, 25 de marzo de 2018

“El Loco de la gente”… @dealgunamanera...

“El Loco de la gente”…


Se abren las puertas del cielo y Masantonio recibe a René. En la tierra lo despide Miguel, que lo acompañó hasta el final como ese gran capitán que tuvo Huracán en el ‘73.

Elegiste hasta el día, René: “22”. Justo vos que fuiste el loco de la gente, de La Banda que te vio nacer, en el Bajo Belgrano crecer y en La Quema brillar.

Nadie faltó a tu despedida. Fue en nuestra casa,  debajo de esas tribunas en la que hiciste abrazar y gritar a miles de quemeros.

Al principio, la hinchada se juntó afuera, con camisetas de distintas épocas, pero todas con el 7 en la espalda. La gente, poco a poco, se arrimó a la puerta principal y espero la apertura.

Vos adentro, bajo la custodia del Teniente Coronel Tomás Ducó y la compañía de tus seres queridos, recibiste a todos los que te querían dar el último saludo. Hasta te vestiste de gala con tus dos casacas, las que siempre supiste defender y amar, uniendo las instituciones de Huracán y Excursionistas, que más allá de la diferencia en los colores, ambos supieron entender tu amor compartido.

Todos te vieron, te acariciaron y hasta pudieron darte un beso. En el cierre, esta mañana saliste por la puerta grande del Palacio bajo el grito de “dale campeón”.

Si bien el mundo del fútbol te lloró, nosotros, los que te conocemos, sabemos que te mandaste otra de las tuyas escapándote en un globo blanco de fuego hacia arriba, donde te espera Ringo para alentar juntos a nuestro equipo como lo hiciste siempre desde la popular.

Hasta pronto, René. Te vamos a extrañar. Pero ante todas las alegrías que nos diste, jamás te vamos a olvidar.

Marcelo Adrián Salvio
Gerente de Comunicación del Club Atlético Huracán


“René está presente en cada gambeta”…


César Luis Menotti fue el técnico que marcó a René Orlando Houseman para toda la carrera. Juntos llevaron al Club Atlético Huracán a la consagración en el Campeonato Metropolitano 1973. Cinco años después, “El Flaco” y “El Loco” dejaron bien alta la bandera de la Selección Argentina al cosechar el primer Campeonato del Mundo.

El entrenador se expresó tras hacerse eco del fallecimiento del wing derecho: “Es la vida, venía mal. Nos tenía acostumbrados a estas amenazas en los últimos tiempos, pero siempre salía ileso. Esta vez no pudo”.

“Este tipo de futbolistas, estas personas, que se ligan el cariño de la gente, no se van nunca. Siempre andan por ahí en algún potrero, en algún lugar de la Argentina o ahí en su barrio. Lo tomo como que está presente en cada pase, en cada túnel y cada gambeta. Está su vida ahí”, aseguró el DT en diálogo con Radio Cooperativa.

Además, Menotti recordó las habilidades que tenía El Loco: “Era impresionante. Un futbolista que nacía de la nada. Nunca razonó, era todo fruto de la inspiración. Elegía sin ninguna ayuda lo que era mejor para él, para el equipo, para la belleza y la eficacia”.

César Luis Menotti


#HistoriaQuemera Quién fue (y será) René Houseman…



No hay palabras. Nunca las hubo, hoy menos. Jamás se hallaron aquellas que pudieran describir con completa certeza su figura; en este funesto 22 de marzo, no existen las que describen el dolor de su partida. El corazón de René Orlando Houseman dejó de latir, y el vacío parece entronizarse en el corazón del Globo. No hay palabras…

Una lágrima de tamaño oceánico cae de las mejores páginas de Huracán. Confluye con miles otras de hinchas que sienten la mismísima partida de un familiar cercano. La noticia se disparse, «se nos fue René», y se va el aliento. Se puede escuchar por dentro el estruendo de un silencio que amenaza con ser eterno, y una ráfaga de viento desolado después. Todo es nada, y nada hay, sólo un abismo en el sentir y la caricia envenenada del anonadamiento. «Es imposible». Pero sí, es… Y no hay palabras.

En este otoño, que por estas horas se asemeja más a un invierno polar, las estadísticas resultan demasiado frías. Ellas cuentan que partió la magia de uno de los mejores elencos balompédicos de la historia, el goleador «albiceleste» del Mundial 74, un campeón abanderado del triunfado en 1978, el séptimo artillero de la Selección en esa competencia, el sexto de La Quema y séptimo con más presencias, propio al que más veces citó el combinado nacional. Pero no, Houseman fue mucho más.

Fue fútbol, barrio, villa y potrero. Fue un «Loco». A veces metía golazos y ni siquiera los gritaba. Era capaz de amagar hasta tres o más veces al mismo rival, sin parar hasta verlo encerrado en un chaleco de fuerza. Contagiaba su locura a la hinchada Quemera, y desde las graderías bajaba el «Olé, olé, ¿cómo lo paran a René?». O a los patrios que lo gritaban: «el Loco es lo más grande del fútbol nacional». Fue pícaro y atorrante. Estandarte de indisciplina, no se llevaba bien con el profesionalismo. En las concentraciones, cuando no se escapaba de éstas, compartía habitación con Carrascosa, hombre tranquilo y correcto por demás. Ni eso funcionaba: dormía poco y escuchaba la radio al máximo volumen. Eso sí, en cancha, se amagaba hasta a los pozos… Es que René, como profesional, era un profesional de su propio encanto. Uno que lo hubiera hecho ad honorem, sólo por sincero placer de «ser». Todo eso fue. «Es». Es y será, así el destino haya puesto fecha y clavado flecha.

Nació en La Banda, Santiago del Estero, el 19 de julio de 1953. Dejó a muy temprana edad esos pagos, que de tanto embarrarlo en sus zanjas lo bautizaron «Chancho», para mudarse a la gran ciudad. Su rutina de niñez empezaba a las 6:00hs., cuando se despertaba para patear su pelota con ambas piernas contra un paredón. Lo hacía por afición, sin pensar en el futuro. Curiosamente, en su primer club de barrio, «Los Intocables», fue marcador de punta. Tiempo más tarde quiso probar suerte en Excursionistas, dueño de la mitad de su amorío, aunque dirigentes le cerraron las puertas debido a su origen humilde y su físico no muy prometedor. Por eso fue Defensores la antesala de su gloria: su aporte de 16 goles en 36 partidos fundamentaron un inmediato ascenso y desnudaron sus condiciones fuera de lo común, por lo que se transformó en pretensión de muchos, aunque Huracán terminó ostentando, por pedido exclusivo del «Flaco» Menotti, la joya de la Villa del Bajo Belgrano.

Arribó al Globo en el verano de 1973 y tras su aparición comenzó el pasmo: por su apellido de origen alemán, esperaban a un rubio corpulento, más se sorprendieron al ver que «Hueso», lejos de aquel estereotipo, era delgado, medía 1,65 m y dejaba a la vista sus piernas chuecas y poco fibrosas con las medias arremangadas hasta los botines. Finalizado su primer amistoso, Menotti dejó garantías sin errores: «Ese flaquito desgarbado que ustedes vieron hoy, va a ser figura del fútbol argentino»; y el 4 de marzo, en su debut, Houseman fue una de las claves del 6-1 a favor.

Su trama en el Parque fue tan feliz como sus primeros pasos, y sus pasos, en definitiva, fueron los de un rey hacia el trono y del trono al pueblo. El mejor coronado del «Campeón del Siglo» en 1973 fue, a la vez, bandera de toda historia de la década del 70’ digna de ser contada. Con Huracán alcanzó una preciada estrella, el pase a las semifinales de la Libertadores de 1974, dos subcampeonatos, un tercer puesto y memorables actuaciones en torneos amistosos internacionales.

Como jugador no era tal, sino una maravilla. Pertenecía a la estirpe de Best y Johnstone, conocido como el «Garrincha Blanco». Muchos eruditos de tribuna más voces entendidas del ambiente aseguran que fue el más talentoso en su puesto y desafían a todos con las comparaciones. Y resulta esencia que los cotejos no son infundados. Existen reales parámetros, ya que el «Loco» se dio un gusto que muy pocos hombres del fútbol: enfrentó a Maradona, Pelé, Cruyff y Beckenbauer. Era imprevisible. Veloz, astuto, imaginativo. Pícaro, ingenioso, hábil con las dos piernas. Preciso con sus pases, guapo, goleador. Talento, brillo, desequilibrio y equilibrio a la vez. Dueño de un amague extraordinariamente beatífico y propio de él, y sólo de él, poseía un cambio de velocidad descollante y parecía quebrarse al gambetear. Enganchaba con el tobillo, casi con el taco. Deslumbraba tanto que más de una vez fue dueño de aplausos de la tribuna del rival, algo impensado en un fútbol tan vehemente.

En paralelo, su paso por la Selección fue grandílocuo. Debutó en 1973 y al año fue al Mundial 1974. En él, fascinó a la entera Tierra: fue el mejor y más goleador de Argentina con tres tantos (dos emblemáticos). Luego campeonó en el 78. En aquél marcó una vez y es, junto a otros, el séptimo máximo artillero argentino en Mundiales.

Tras esto, obtuvo una repercusión global como nunca antes. Hasta «Don Ramón», aquel gruñón entrañable de «El Chavo del 8», lo elogió. Y no fue el único. «Ringo» Bonavena, Rey de Golpes, una vez lo sorprendió: «¿Cómo andás, Loco? ¿Sabés que hasta Frank Sinatra me preguntó por vos?». Más allá, el desquiciado de la redonda nunca olvidó sus raíces ni perdió su brújula que siempre señalaba al barrio. Se autodenominaba «villero» con franco orgullo y no abandonó aquellas calles de tierra que hoy se encuentran asfaltadas. Podría haber tenido todo lo material, pero no le interesó; sus sentimientos pasaban por el fútbol y su gente. Tampoco era afín a la fama ni guardaba enigmas secretos en torno al «¿Qué dirán?». Sencillamente, fue dotado por una compleja humildad. Jamás pudo acudir al abandono de su libre espíritu de rebeldía: muchas veces, había que ir a buscarlo a la villa, su amado mundo, al ausentarse a entrenamientos y concentraciones por ir a jugar un picado.

Lamentablemente, tenía otros dos vicios mucho más insanos: cigarrillos y alcohol. Llegó al extremo de fumar en los entretiempos o jugar borracho, tras sinfines de duchas y litros de café, y así mutilar una y un millón de veces a las defensas rivales y salir ovacionado por ganadores propios y perdedores ajenos, que mucho más ganaban al ver a ese ajeno tan propio de admiración. La escena, sea cual sea su estado, era invariable: una locura del Rey de la Gambeta. No obstante, y pese a que «gambeteaba hasta las patadas», a veces no salía en pie: a menudo se hacía el lesionado para darle lugar a algún compañero. En ese ayer, quien no jugaba, no cobraba.

En suma, vivió 277 encuentros y marcó 109 goles en Huracán (1973-1980, 1981 y 1983). Se embanderó argentino 55 veces, siendo el Quemero más citado por la Selección con una notable observación: de los primeros en la lista de presencias, sólo él y Messi litigaron todos sus juegos con Argentina enrolados en un mismo club. Además, vistió de «Dragón» (1971-1972 y 1982), River (1981), Colo-Colo (Chile, 1982), AmaZulu (Sudáfrica, 1983) e Independiente (1984) hasta retiro en Excursionistas (1985).

En su cultura, libros y canciones se escribieron, y fue declarado «Personalidad Destacada del Deporte»… Pero no basta. Nada basta… Porque no hay palabras.

No hay palabras.

Nunca las hubo.

Las habrá…

Las habrá siempre para recordarlo. Siempre para homenajearlo. Por más que no basten para vestirlo, siempre tiene que haber palabras sobre Houseman. Siempre que haya sobre Huracán, tiene que haber sobre René Orlando Houseman. Porque, sin dudas, «H»ouseman y «H»uracán se escriben con la misma «H». Y su historia, ni aun en estos días con el ánimo tan hastiado, deja de comenzar con la misma letra. Seguramente, en un plano desconocido, Newbery lo invita al aerostato «El Huracán» para hacer su última ascensión, esa que lo lleve al encuentro con Masantonio, Stábile, Bonavena y tantos más.

Pero su fin no llegó. Ni llegará nunca. Será un eterno habitante de la memoria más meliflua; un eterno responsable de que, aún hoy, todo hincha de Huracán quiera la «7»; eterno responsable de que hasta algunos Quemeritos nazcan con su nombre.

Siempre habrá palabras, nunca exactas, pero sí fieles al intento de honrarlo como merece. Siempre habrá Houseman en la historia de Huracán. Siempre.

Hasta siempre, René.

Gonzalo Hernán Minici


“Cuando el talento no reconoce de fronteras ni de tiempos”…


La familia quemera despidió al Loco Houseman. Entre lágrimas, dolor y nostalgia se fue René. Nosotros hoy tenemos el privilegio de compartir y ser parte del sentimiento de esta familia, más no sea por un instante.

Los contemporáneos de René crecimos admirando su talento, como tantos otros que marcaron a fuego la impronta de un modo de sentir el fútbol. Desde aquel Huracán conducido por el Flaco Menotti, que terminó marcando un antes y un después del fútbol, ese Huracán era la mezcla ideal que todo equipo desea tener: un conductor, que no sólo se atrevía a soñar, sino que tenía la valentía de salir a atrapar sus sueños y hacerlos realidad. Una mezcla de talento, de personalidad y coraje. Por donde se lo mire, era un equipo que causaba admiración. Entre paredes, gambetas y sueños, hacía que los 90 minutos fueran muy poco.

Si bien es injusto no nombrar al Inglés o a Miguel, el Loco era el Loco. Con ese arrebato de barrio y locura, hacía que todos quieran imitar los indescifrables amagues y fintas, que hacían realmente que los marcadores quedarán mareados. Después, su talento se desparramó a la Selección Nacional, y el Loco sacó pasaporte a la inmortalidad.

Ya sentíamos todos los que amamos al fútbol que René ya no era sólo de Huracán: el Loco era de todos. Como aquellos pensadores cuyos razonamientos trascienden los tiempos, o los grandes escritores cuya escritura traspasa la frontera de las eras, el Loco tuvo esa magia y poder de los Elegidos. A fuerza de fintas de amagues y engaños, se fue quedando para siempre en  el corazón del hincha.

Con tiempo ya fuera del futbol, en muchas oportunidades lo crucé, cada vez que enfrentaba a Huracán, y siempre me dignaba con su saludo y con su abrazo, viniendo al vestuario. Un día lo crucé en Brasil, durante el Mundial 2014, y fui testigo de la admiración de la gente no sólo de nuestro País, sino del mundo. El Loco fue amado y reconocido en todos lados.

La última vez que lo vi fue después del partido de River. Afuera del vestuario me dio un abrazo y me dijo “qué bien juega Pussetto…”.

Hoy ya El Loco no está entre nosotros. Se nos escapó y nos tiró una gambeta. No veo la hora que llegue el viernes para que el Ducó estalle en un grito, en aplausos y en lágrimas. Él, como poeta omnipotente, seguirá viviendo para siempre en el corazón de la gente, en cada evocación, en cada grito, en cada “ole”, incólume, absoluto.

Como duende sagrado seguirá viviendo en su legado. Con el poder supremo de los elegidos, que a fuerza de coraje, habilidad, talento y humildad conquistó la admiración y el respeto de la pelota.
Gracias Loco por hacernos vivir el futbol de pié, al borde de la emoción y la pasión absoluta. A veces hay cosas que brillan tanto, que nos enceguecen, pero después de un tiempo, no pueden sostenerse.

Hay otras que brillan de un modo tan particular, que lo que parece imperceptible, con el paso del tiempo, hace que su luz brille eternamente, y perduren para siempre.

Gracias Huracán por haberme abierto las puertas de su casa y permitirme palpar de cerca estas historias y estos hombres. Mi admiración y mi respeto a René, que seguirá presente en el recuerdo y en la nostalgia. Un abrazo solidario a la familia. El Loco se fue con una mueca de sonrisa, y así quisiera recordarlo por siempre.

Gustavo Julio Alfaro


“Generaste siempre mi admiración”…


Donde estés en este momento…

Has hecho felices a millones de personas, René. A los hinchas de Huracán, desde ya, y a los que tuvimos la suerte de jugar con vos, de verte esa maravillosa gambeta.

Siempre me gustó decirte que eras “el Chaplin” del fútbol.

Te vamos a extrañar, pero como dijo “el Flaco” Menotti, hay gente que no se va, que sigue grabada en la memoria y en corazón del hincha del fútbol.

Gracias por todo lo que hacías que generaba mi admiración, ya sea desde niño yendo con mi viejo a la cancha, como en el momento en que fui tu compañero en mis primeros años en el plantel profesional de Huracán.

Claudio Morresi


La Selección Argentina homenajeó a René Houseman…

Seleccionado de Fútbol Argentino. Fotografía: Diario Clarín

El seleccionado argentino de fútbol disputó esta tarde un amistoso internacional frente a Italia en Manchester. En la previa al encuentro, los equipos realizaron un minuto de silencio por el fallecimiento de René Houseman, integrante del plantel campeón del Mundial Argentina 1978.

Los futbolistas de la Argentina se colocaron un brazalete celeste y blanco en homenaje al Loco y, además, la Asociación del Fútbol Argentino decidió que ningún jugador utilice la camiseta número 7.

© Publicado el viernes 23/03/2018 por el Departamento de Prensa del Club Atlético Huracán de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.