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sábado, 13 de febrero de 2016

Cinismo simpático… @dealgunamaenra

Cinismo simpático…

Buenas Ondas. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

La reunión de Macri con el sindicalismo está sobrevaluada. Paritarias al sol del nuevo poder.

Para una gran mayoría de argentinos, lo obvio se vuelve extraordinario. De repente. Convierte episodios comunes, casi rutinarios como dormir o comer, en portentos de la naturaleza,en fenómenos inéditos. Con esa felicidad inesperada hay que interpretar el “diálogo” que propicia el Gobierno, la “búsqueda de consensos”, un “sistema estadístico” o la osadía de Mauricio Macri por incluir en su repertorio la palabra “inflación”. Puede continuar la lista de obviedades sobre las que se habla y consume, aunque escaso sentido tiene enumerar acontecimientos normales, inevitables, a menos que se los compare con las forzadas rarezas de la última década kirchnerista. Con un rezago terco que la memoria no olvida.

Ese estado de ánimo único también rodeó, claro, el último encuentro entre dirigentes sindicales de la CGT & Cía. y el Presidente, uno entusiasmado en testimoniar en una placa su voluntad de conciliación mientras gana tiempo para la situación de crisis, los otros inquietos para no hundirse con la economía en picada y, de paso, recuperar fondos (o bonos) que el Estado retiene de las organizaciones gremiales. De ahí que, al salir del cónclave, cualquiera de los invitados podía utilizar una frase de simpático cinismo que circula en los ambientes políticos: “Quiero que le vaya bien a Macri, porque de ese modo nos irá bien a todos”. Así también pasa el tiempo.

El estandarte de ese pregón le cabe a Hugo Moyano, a quien le cuesta ocultar su espíritu colaboracionista (el mismo de los otros contertulios sindicales), rasgo que habrá de transformarlo en un criticado Augusto Vandor para la escuelita primaria de los cámporas, quienes recuerdan con desdén a ese líder asesinado por las formaciones especiales antes de los 70. Ignorando tal vez que, al revés de Moyano, Vandor vivía en una pieza con otros dos compañeros cuando ya era clave en el gremio metalúrgico, y cuando viajaba a Madrid el equipaje a veces era un paquete de ropa envuelto en papel de diario y atado con piolines. Mucho más manifiesta es la inclinación de Moyano por Macri que la de Vandor por Onganía y Lanusse, hasta lo confesó antes de entrar al decir “ni a Menem le hicimos un paro cuando empezó su gobierno”, como si fuera una actitud histórica de su conducta. Pareció olvidarse en esa reseña de que a su amigo Néstor Kirchner sí le organizó huelgas apenas empezó la administración debido a que el santacruceño no cumplió algunas promesas tangibles que les había comprometido a contribuyentes de su campaña, como Moyano. No le cedió a Moyano la Secretaría de Transporte, y ocupó el cargo con alguien de su confianza (Ricardo Jaime), y hasta empresas cercanas al sindicalista se quedaron sin subsidios. Una traición, empezaron los paros y Kirchner no aguantó un round: le entregó a Moyano el segundo de la Secretaría, y desde entonces se hicieron compinches públicos hasta aquella agitada discusión telefónica –de la cual Cristina y su hijo parecen no olvidarse más–, unas horas antes de la muerte del ex mandatario.

De la media docena de gremialistas convocados a la Casa Rosada, para Macri hoy Moyano es la pieza central. Lo cultivó en la Ciudad con generosidad en los contratos y lo exhibió, apenas elegido, al invitarlo a una reunión. Fue el camionero, como si fuera del Pro, a un festejo sólo con su comité gremial, en abierto desprecio al resto del sindicalismo. Para él, esa preferencia es una sociedad compatible, semejante, a la que tuvo con los Kirchner. Ese idilio –hasta matizado por el disgusto común que exhiben contra Marcelo Tinelli para que éste no vaya a la AFA– tropezó con el desenfado característico de Moyano, quien reiteró la misma pretensión de cargos en Transporte como en tiempos de Kirchner (y con el mismo especialista en el rubro, Guillermo López del Punta), amén de otras prioridades. 

Fracaso en apariencia y con malestar: lo indigna ver a un ciclista como Guillermo Dietrich al frente del Ministerio, un bípedo contra las cuatro ruedas. Tampoco prosperó en impedir que Jorge Triaca llegara a Trabajo, aunque antes bloqueó la designación de un cordobés (Lawson) ahora reciclado en un organismo público. Si hasta amagó con descortesías al defender los discos de vinilo sobre la música digital, la única forma de entender la huelga de su sindicato porque el Banco Central amagó no transportar papeles contables y hacer circular la información por internet. No llegó a mayores su disidencia, ciertas convenciones económicas se mantienen. Triaca lo fue a visitar a uno de los departamentos de Moyano en Barracas –igual que Julio De Vido en otros tiempos– y él mismo se reunió en presunto secreto con Macri en Olivos. No había sorpresas imaginables para la cumbre de anteayer, el guión había sido sellado.

Más o menos convenido, la paritaria a iniciarse será parcial –como ya ocurrió con otros gremios el año pasado–, no durará más de cinco meses, podría bordear menos de 30% de aumento, y se rectificará luego según los índices del costo de vida. Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del impuesto a las ganancias, ya que a sus trabajadores –y a los de otros sindicatos– les proporcionará un adicional de 2 o 3%. Esa corrección poco le vale al gremio de Antonio Caló, el de Cristina, uno de los que curiosamente percibe ingresos más bajos. También obtendrá Moyano satisfacción con el salario familiar, cuestión que lo obsesiona desde la muerte de uno de sus hijos y que repite emocionadamente cada vez que le toca mencionarlo.

Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del Impuesto a las Ganancias

Ahora vendrán debates técnicos sobre este proceso y, especialmente, sobre la devolución a los gremios de fondos pendientes de las obras sociales. Fue Armando Cavalieri quien expuso sobre el tema, quejoso por el dinero que les arrebata el Estado y debido a que deben socorrer cada vez más adherentes a sus sistemas de salud sin el apropiado sustento económico. Hasta Macri parecía enternecido, y –no olvidarlo– parece que evitó convocar a quien le había entregado la responsabilidad de la devolución a las obras sociales: José Luis Lingeri (Aguas y Cloro).


No invitaron a otros, la lista la hizo Moyano. Se olvidó de los decisivos gremios de la Energía, hoy quizás los más afectados por un eventual desempleo y, adrede seguramente, borró a la CTA para darle una golosina a Caló. El resto de los presentes asentía. Ansiosos por las migajas y felices de pertenecer, se hacen cargo de un viejo dicho futbolístico protagonizado por un negro defensor oriental que, desafiando a la multitud que bramaba en el Maracaná por el triunfo de Brasil, en el Mundial del 50 que consagró a Uruguay, les dijo a sus compañeros mientras llevaba tranquilo la pelota bajo su brazo: “Los de afuera son de palo”.


martes, 27 de noviembre de 2012

El relato irreal… De Alguna Manera...


El relato irreal…
Desde la casamata.... Hugo Moyano. Dibujo: Pablo Temes.

La huelga general, el juez Griesa y las restricciones económicas imponen la agenda.

Como no podía ser de otra manera, la realidad se abre paso por sobre el relato del Gobierno de manera inexorable. El paro organizado por la CGT Azopardo y la fracción de la CTA que encabeza Pablo Micheli y el duro fallo del juez de Nueva York, Thomas Griesa, fueron esta semana los hechos que, con su impronta, han impactado sobre el complejo presente que afronta la Argentina. El fallo de Griesa es desmesurado. El caso es así: en 2005 la Argentina solucionó la mayor parte de su deuda con los bonistas privados a través de un acuerdo que totalizó 57.267 millones de dólares. El grupo que quedó afuera de ese arreglo, porque no lo aceptó, representa un monto que alcanza la cifra de 6.514 millones de dólares. Por otra parte, y a los fines de clausurar este complicado proceso, el Congreso sancionó una ley por la cual se cerró cualquier posibilidad de reabrir una negociación con aquellos bonistas que no entraron en el canje. 

En disconformidad con esta circunstancia, los “fondos buitre”, que compraron gran parte de esos bonos a precio vil, han venido litigando contra esa decisión. Uno de esos juicios se lleva a cabo en Nueva York, el lugar que se fijó como sede judicial. En ese marco, y tras un procedimiento complejo que incluyó a la Corte de Apelaciones del distrito, Griesa dictaminó que la Argentina debe pagarle a esos “fondos buitre” la totalidad de la deuda que reclaman, los 6.514 millones de dólares. Esto es una desmesura. En su sentencia, el juez señala que está dispuesto a embargar los pagos correspondientes a los bonistas que entraron en el canje. Por ello la Reserva Federal se ha expresado contraria a este fallo, ya que entiende que termina afectando derechos de terceros.

Las expresiones “tribuneras” de hace unos días de la Presidenta, diciendo que nunca les pagarían a los fondos buitre, repetidas luego por el Jefe de Gabinete y el ministro de Economía, constituyeron un grave error estratégico porque implican el no cumplimiento de un fallo. Y esto fue lo que enfureció al magistrado. El extracto del diálogo final entre el abogado del estudio que defiende los intereses de la Argentina y el magistrado lo muestran a éste enojado con las declaraciones de la Presidenta en la que aseguraba que nunca les pagaría a los “fondos buitre”. Otra vez aparecen aquí los problemas que tiene Fernández de Kirchner para distinguir los matices de la realidad. El Gobierno se ha acostumbrado a tomar como habitual el no cumplimiento de aquellos fallos judiciales que le disgustan: ahí están los casos de la no reposición en el cargo del ex procurador de Santa Cruz, del no pago de las sentencias a favor de la recomposición de haberes de los jubilados, por citar algunos. Pero el mundo es otra cosa. En buena parte de ese mundo, los fallos de la Justicia se cumplen. Respecto de los EE.UU., la Presidenta debería abrevar en algunos casos de su historia judicial para comprender el peso institucional que tienen allí los jueces. 

Enojarse con un juez es un camino que no conduce a nada. Es lo que ha pasado aquí. El no cumplimiento de una sentencia es un acto de desacato. Algunos indicios señalan que la Presidenta no esperaba este fallo. Ello es producto de las gruesas falencias informativas que complican la gestión del Gobierno. Si alguien se hubiera tomado el trabajo de hablar con el abogado de la Argentina, habría tenido un anticipo de lo que vendría. Como consecuencia de todo este embrollo, el Gobierno está en una situación muy delicada; si cumple con el fallo del juez Griesa, incumple la ley sancionada por el Congreso; y si no lo hace, incumple con el fallo del juez de la jurisdicción en la que se dirime el caso. Y ello podría llevar al país a entrar en un “default técnico”, constituyendo esto un escenario de pesadilla.

En medio de esta encrucijada, el Gobierno se topó esta semana con una huelga. Que el primer paro general contra el kirchnerismo lo haya tenido como uno de sus principales impulsores a Hugo Moyano es una paradoja impactante. No fue sólo el piquete –metodología siempre criticable– el que detuvo muchas de las actividades en los principales centros del país. La inadecuación del mínimo no imponible complica la vida de muchos trabajadores, sobre cuyos bolsillos la inflación está teniendo un impacto negativo de una magnitud como no se había sentido hasta ahora. Por eso que inmediatamente después del Aló Presidenta en el que se anunció que el medio aguinaldo de diciembre no tributaría impuestos, Fernández de Kirchner se reunió en la Casa Rosada con la conducción de la CGT Balcarce, a la que le confirmó que el año próximo se subiría el mínimo no imponible, aunque sin precisar el momento a partir del cual se concretaría tal promesa y advirtiendo que las cuentas fiscales están en un delicado equilibrio, ya que el superávit es cosa del pasado con pocas posibilidades de recuperarse en el futuro.

Los líderes sindicales –a los que el fallo de Griesa ha preocupado mucho– se fueron con angustia porque entendieron el metamensaje: las paritarias del año que viene serán muy difíciles, y eso caerá mal en las bases a las que no les está resultando fácil contener. De hecho, si bien el paro del martes no tuvo mayor impacto sobre los gremios industriales (UOM y Smata), en otros como comercio y transporte, ligados a la CGT oficial, hubo apoyos a la medida de Moyano que dejaron mal paradas a sus conducciones. Lo del senador Aníbal Fernández con su infeliz alusión en forma despectiva a la figura de Augusto Timoteo Vandor –víctima de la violencia política– para descalificar a Moyano, lo terminó complicando a Caló cuya agrupación lleva precisamente el nombre del líder sindical asesinado en su despacho en 1969.

En tanto –y como respuesta a las alternativas de la hora– la Presidenta lo mandó al ministro de Planificación, Julio de Vido, a hablar de la re-reelección. Nadie sabe de quién fue la idea, aprobada por Fernández de Kirchner, de ponerlo a De Vido, funcionario que es la imagen de los cortes de luz y de la tragedia de Once, a hablar de la re-re el mismo día que se anunciaba un aumento de las tarifas de gas y electricidad. ¿Serán los que le dicen que no hay inflación? ¿Serán los que le dicen que con el fallo de Griesa no irá a pasar nada? ¿Serán los que le dicen que después del 7D se acabarán los problemas en la Argentina?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

DESDE LA CASAMATA... Hugo Moyano DIBUJO: PABLO TEMES.


© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 24 de Noviembre de 2012.