Era obvio…
“Detrás de la polémica
alrededor de lo autodenominado periodismo militante y las críticas a las formas
de periodismo profesional e inquisidor de los gobiernos, se esconde muy
solapadamente la crítica al sistema mismo de división de poderes”.
(Diario PERFIL, bastante
antes del fracaso del 7D).
* * *
No creo que la reforma
judicial que lanzó la Presidenta sea una venganza por el amparo que le impidió
al Gobierno festejar el 7D, ahora ratificado por la decisión de la misma Cámara
Civil y Comercial Federal de declarar inconstitucionales los dos artículos de
la Ley de Medios cuestionados por Clarín.
Creo que, aunque el
kirchnerismo hubiese tenido su 7D, igualmente habría lanzado esta reforma
judicial porque resulta coherente con su cosmovisión y su filosofía. En esta
columna, desde hace más de tres años y en forma reiterada, se ha venido
sosteniendo que no podrían ir contra el periodismo sin finalmente ir contra la
Justicia porque, más allá de cuestiones tácticas o ejecutivas, la matriz que
cuestiona al periodismo es idénticamente aplicable a la Justicia.
Muy simplificadamente: si
no existe la objetividad y todo es subjetivo para el periodista, también lo es
para el juez. Si todo razonamiento no puede ser sino intencional, tampoco
podrían –todos– los juicios de los magistrados ser objetivos. Y si no existe
una verdad y todo es relativo, no debemos guiarnos por el criterio de verdadero
o falso, ni siquiera por el de correcto e incorrecto, sino por el criterio de
bueno o malo. Sin importarnos si lo que sería bueno es mentiroso, falso o
incorrecto. Entonces, la epistemología tiene fundamentos tan débiles como la
metafísica.
Para ellos, los jueces
(como los periodistas y, antes de su descrédito, los economistas) son unos
chantas que se arrogan hablar desde la posesión de la verdad, como dueños del
discurso de la ciencia, pero tienen credenciales falsas. Son brujos que
disfrazan el carácter religioso de lo que prescriben bajo una toga académica
hecha para impresionar y disfrazar su desnudez argumentativa apelando a mitos
como el del equilibrio de la balanza ciega.
Si su autoridad es un
fraude, entonces no pueden tener autarquía o protecciones especiales y deben
disciplinarse al único poder legítimo, que es el de la política. La
superioridad de la política sobre todos los otros campos le confiere supremacía
a quien conduce el Estado, el órgano político por excelencia. Si la política es
todo, todo es poder.
Esta visión de gobierno
igual a Estado sin división de poderes ni fiscales de esa división de poderes,
como sería la prensa, es explícita y hasta se podría decir que es coherente en
los países cuyo sistema político es de partido único. En China, en Cuba, en la
ex Unión Soviética existen tribunales que fallan todos los días en pleitos
entre particulares sin tener libertad para fallar contra el Estado con independencia.
Pero el sistema de partido único ya no es una característica casi exclusiva de
países donde gobierna un Partido Comunista, con las derivaciones que haya
tenido, sino que es un fenómeno cada vez más creciente en países capitalistas.
En una entrevista
publicada en la última edición de la revista Ñ, el filósofo Slavoj Zizek lo
explica claramente: “Sólo Europa y un poco Estados Unidos se encuentran en
crisis; América latina está progresando rápidamente; Africa subsahariana está
progresando; Malasia, Polonia, China, Singapur, Taiwán, tienen un progreso
explosivo. En todo el planeta, al capitalismo le está yendo mejor que nunca.
¿Pero qué es lo que está en crisis? El matrimonio interno entre el capitalismo
y la democracia se está desintegrando. Lo que está apareciendo hoy es una gran
nueva forma de capitalismo, pero que ya no necesita de la democracia en el
sentido europeo. En China, los viejos comunistas totalitarios hoy parecen ser
los mejores administradores del nuevo capitalismo. Si entráramos en un mundo
que deje de ser ideológicamente europeo, entonces quizá tendríamos una sociedad
mucho más autoritaria”.
Re-re. La reforma
judicial que lanzó la Presidenta castiga a la oposición y beneficia al partido
oficial, que –al igual que todos– siempre considerará justa una injusticia
favorable. Como no promovería un cambio así quien se viera fuera del Gobierno,
la idea de que el kirchnerismo aspira a perpetuarse indefinidamente en el poder
constituyendo una especie de sistema político de partido único parecería ser
consistente con su búsqueda de reforma judicial.
Pero existen otros
escenarios. Por ejemplo, que el kirchnerismo instale el tema por diferentes
razones, aun sabiendo que aunque su reforma judicial sea aprobada por el
Congreso nunca entrará en vigencia porque la Corte Suprema la declarará
inconstitucional y, hasta que llegue a esa instancia, jueces y cámaras también
la frenarán (ver página 2 de esta edición).
Y, como en el caso de la
Ley de Medios, más que a su total aplicación y vigencia, que el kirchnerismo
apueste a construir una épica de la lucha que –al mismo tiempo de mantener
motivada a la tropa en el presente– sirva para justificar un eventual fracaso
del modelo en el futuro y crear un mito que aumente las posibilidades de volver
al gobierno si algún día tuviera que dejarlo.
“La función de una idea
es sostener. No se trata de que se realice la idea. Lo importante primero es su
existencia”, escribió Alain Badiou sobre otro tema.
Ahora, que haya sido
obvio que un ataque al periodismo fuera la vanguardia de un ataque al sistema
de división de poderes, y coherente con que finalmente desemboque en un ataque
a la Justicia, no quita que los fundamentos filosóficos en los que el
kirchnerismo apoya su consistencia sean falsos en el mismo sentido epistemológico
que pretenden refutar.
Si todo es relativo,
también debería ser relativo que todo es relativo.
El kirchnerismo se
disfraza de posmoderno para derribar las certezas y las grandes verdades del
modernismo, pero su pensamiento dogmático y asertivo es más antiguo que el que
viene a combatir bajo la excusa de acusarlo de anacrónico. Lo contrario al
pensamiento débil del filósofo italiano Gianni Vattimo, referente del
posmodernismo, a quien la Presidenta recibió esta semana.
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Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 13/04/2013 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.