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sábado, 23 de marzo de 2024

Monseñor Miguel Esteban Hesayne. No se puede ser Cristiano y Neoliberal... dealgunamaneraok...

Monseñor Miguel Esteban Hesayne...

La Iglesia Católica Argentina tuvo en las oscuras épocas del Proceso de Reorganización Nacional una actitud pasiva y cómplice al no transparentar lo que ocurría realmente entre los años 1976 y 1983, dicho sea de paso en otras instancias también mantuvo esas actitudes. Los dirigentes eclesiásticos de aquellos tiempos eran Raúl Primatesta, Adolfo Tortolo, Juan Carlos, Antonio Plaza, entre tantos.

Hubo poca excepciones, entre ellos, Vicente  Saspe en Santa Fe, Enrique Angeleli en La Rioja, Jorge Novak en Quilmes, Estéban Hesayne en Viedma, Jaime de Nevares en Neuquén, y e muchos sacerdotes y hermanas que en silencio trabajaron en pos de esclarecer y dar luz a los atropellos inhumanos de quienes "gobernaron" la República Argentina en aquel período aciago.

© El 16 de diciembre de 2021, el Diario El Tiempo de la Ciudad de Azul, Provincia de Buenos Aires, en nuestra República Argentina, publicaba el siguiente artículo, destacando los hechos más trascendentes de su historia.

Miguel Esteban Hesayne nació el 26 de diciembre de 1922. Sus padres fueron Elías Hesayne, natural del Líbano, y Josefa Mármol, de Argentina. Tuvo tres hermanos: Alcira Victoria (1911), Nazira (1913) y Graciano Raúl (1925). El 12 de diciembre de 1948, en el Seminario San José de La Plata, fue ordenado sacerdote por el arzobispo de La Plata, Tomás Juan Carlos Solari. Ejerció como profesor en la cátedra de humanidades, castellano, historia de la literatura española y argentina e historia universal y latín en el Seminario de Azul y más tarde también se desempeñó como Rector. Fue destinado como cura párroco en varias parroquias de la provincia de Buenos Aires: Tapalqué, 25 de Mayo, General Lamadrid y Las Flores.

Luego fue designado por quince años como capellán auxiliar no militar en el Regimiento de Azul y en la Base Naval Azopardo de la Armada Argentina. El Instituto Cristífero tuvo sus inicios en 1954 en la ciudad bonaerense de 25 de Mayo por iniciativa de la joven Beatriz Abadía y del padre Hesayne que se desempeñaba como vicario de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. El 16 de diciembre de 1957 este Instituto, con la previa autorización de la Curia Romana, recibió de parte del obispo de Azul, monseñor Manuel Marengo, la aprobación de los primeros Estatutos y el 22 de junio de 1964 se erigió en Pía Unión Cristífera.

En 1960 ejerció temporalmente el rectorado del Seminario Diocesano. Desde aquél mismo año, fue asesor diocesano de Pastoral Rural. Hesayne fue uno de los adherentes por la diócesis de Azul al manifiesto de los Dieciocho Obispos del Tercer Mundo, publicado el 15 de agosto de 1967.
El 5 de abril de 1975, fue elegido Obispo de la Diócesis de Viedma, provincia de Río Negro, por el papa Pablo VI. Y recibió la plenitud del sacerdocio en el Orden Episcopal el 4 de junio en la Catedral de Azul por Manuel Marengo, obispo de Azul (co-consagrantes Eduardo Francisco Pironio, obispo de Mar del Plata y Miguel Ángel Alemán, obispo de Río Gallegos). Se instaló en la Diócesis de Viedma el 8 de julio del mismo año.


Tuvo un rol episcopal intenso durante el régimen dictatorial del autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" que gobernó entre 1976-1983, siendo uno de los pocos miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica de Argentina en criticar abiertamente sus abusos y crímenes sobre los Derechos Humanos.
Tras enviar varias cartas privadas a los responsables de las Juntas Militares -al general Jorge Rafael Videla, al general Albano Harguindeguy, al general Roberto Viola- y no obtener una respuesta acorde al tema de la violencia, de las torturas, a las graves violaciones a los derechos humanos, a las desapariciones, decidió hacerlas abiertas y públicas antes de recibir varias amenazas concretas de muerte: en 1976, luego del asesinato del obispo Angelelli; en 1981, en ocasión de acompañar al Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, fundador del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) en una recorrida por la diócesis. En el año 1979 con Miembros de varios Institutos Seculares fundó la Junta Nacional de Institutos Seculares (JISA). Fue durante varios años Asesor y luego Delegado Episcopal de esta Junta Nacional. Participó de los Congresos Mundiales de Institutos Seculares realizados en Roma en los años 1980 y 1984 y en Brasil en 1996. De los Latinoamericanos realizados en Buenos Aires en 1978, en Colombia en 1982, en Chile en1986 y en México en 1990.


Durante su gestión episcopal en Viedma (1975-1995) convocó el primer Sínodo pastoral diocesano (1983-1984), recibió la visita apostólica del Papa Juan Pablo II en abril de 1987, y propició la creación de los obispados de Alto Valle y Bariloche. Fue obispo de Viedma por 20 años, hasta el 28 de junio de 1995. Luego de su retiro, volvió a radicarse en Azul, en la sede del Instituto Secular Cristífero, desde donde continuó con su labor pastoral, centrado en la formación integral del laicado.


Fue asesor de la Obra Kolping Argentina (así llamada en referencia a Adolfo Kolping) por varios años.
Entre 1995 y 1997 fue invitado por sacerdotes de Alemania a dar varios cursos en Europa sobre Comunidades Eclesiales de Base (CEB). Junto al obispo metodista Aldo Etchegoyen fue miembro fundador de la "Asociación Jaime de Nevares", destinada a la formación sociopolítica del laico a nivel nacional.
También fue titular de la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, y en 2001 recibió el Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Desde su retiro fue autor de varios libros: "Una voz del Sur" (1995), "Cartas por la vida" (1996), "Hambre de dignidad: apuntes para una sociedad basada en la Justicia hecha en el amor" (2005), "Jesucristo, Vida para el Pueblo: apuntes para ser Iglesia de Jesús en la vida ciudadana" (2006), "Desde los pobres a todos: apuntes para celebrar la vida" (2007) y "Perfil cristiano" (2012). Asimismo, redactó diversos artículos periodísticos para distintos medios, siendo, por su parte, colaborador de diario "El Tiempo", con la publicación de las homilías dominicales. En 2004, recibió el premio "Azucena Villaflor", como reconocimiento a su incansable lucha en defensa de los Derechos Humanos. Fue miembro emérito de la "Comisión Provincial por la Memoria" con sede en La Plata. En el año 2007, fue declarado Ciudadano Ilustre de Azul, por parte del Concejo Deliberante del Partido de Azul.

Miguel Esteban Hesayne falleció el 1 de diciembre de 2019, a los 96 años de edad, en Azul. Fue velado en el Instituto Cristífero y, posteriormente, en la Iglesia Catedral, templo en el que sus restos fueron depositados en el "Mausoleo de los Obispos".
No se puede ser Cristiano y Neoliberal…      

Porque un cristiano es discípulo de Jesús, cuyo mandamiento fontal de toda su doctrina es el amor solidario. Y expresado en sentencia lapidaria por la boca del mismo Maestro: “la felicidad está más en dar que en recibir” (Hechos 20,35).

Porque el perfil cristiano se define por la participación equitativa. No hay vida cristiana sin comunidad de bienes y personas. La Iglesia es comunión de personas, cuyo signo es la convivencia fraterna, demostrada en el paradigma de la comunidad cristiana de los orígenes cristianos donde se revela textualmente: “repartían el dinero según las necesidades de cada uno” (Hech 2, 45). No se puede ser cristiano y neoliberal, porque el neoliberalismo sigue siendo en la historia real el capitalismo a secas. La doctrina neoliberal, y su práctica lo demuestra con las consecuencias más dramáticas, se sitúa en las antípodas del Evangelio del Señor Jesús. Por una parte, Jesucristo fue en su vida histórica el Hombre en el que se encarnó Dios para señalar la conducta de todo Hombre que viene a este mundo. Por eso, hubo escrito-res sagrados que enseñaron la bella utopía de que la tarea cristiana es adquirir las “costumbres de Dios”. No hicieron nada más que fundarse en las palabras que leemos en el Evangelio de Mateo 5,48: “sean tan buenos como lo es el Padre Celestial” o en estas otras de san Juan (15,12) “Amense unos a otros como yo los he amado”. Y comenta el apóstol en su 1ª carta: “En esto hemos conocido el amor: en que él entregó su vida por nosotros. Por eso, también, nosotros debemos dar la vida. Si alguien vive en la abundancia y viendo a su hermano en la necesidad le cierra su corazón, ¿Cómo permanecerá en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos sola-mente con la lengua y de palabra sino con obras y de verdad” (3,16-18). El cristiano es el imitador de Jesucristo. Y Jesucristo es el hombre para los demás... La personalidad cristiana consiste en un darse y el Espíritu que la anima es el que impulsa a formar, de toda la humanidad, una comunidad fraterna, justa y solidaria, con igualdad de posibilidades para todos. Es la nueva civilización del Amor, es la alternativa de una convivencia ciudadana desde los valores de Jesucristo el Señor de la Historia. El ser cristiano consiste en dejarse animar por el Espíritu del Resucitado que recrea el mundo de los hombres en un mundo nuevo habitable para la familia de los hijos de Dios. Por lo contrario, el neoliberal, orientado básicamente en la mentalidad capitalista cuya dinámica interna lleva a la acumulación de bienes, se nutre en su actividad económica del: -espíritu de lucro, es decir, deseo de obtener ganancias indefinidamente crecientes; -espíritu de competencia, exacerbado por un fuerte individualismo. Esto provoca la rivalidad o lucha entre los individuos para conseguir mayores ganancias posibles y hace tender siempre hacia el monopolio, que representa el máximo de libertad propia y el máximo de limitación ajena; -espíritu de racionalización, es decir, apreciar todas las cosas basándose en cálculos efectuados en términos de rendimientos y costes. El espíritu del neoliberalismo es diametralmente opuesto al Espíritu de los cristianos: -porque en el país donde se implanta, engendra muerte marginando fríamente a la mayoría sobrante, creando la clase de los excluidos; -porque deshumaniza la técnica y vacía de contenido humano los progresos económicos, que en el proyecto cristiano deben servir para una equitativa distribución; -porque altera y corrompe la libertad y la democracia ya que no las acompaña de los valores de la justicia, la verdad y el amor solidario; -porque su dogmatismo e inflexibilidad en la imposición de la ley de mercado, niega e impide toda posibilidad de alternativa y deja de existir de hecho una convivencia comunitaria a causa de la absolutez de los intereses privados de una minoría todopoderosa; -porque -de hecho- se violan elementales derechos humanos exigidos para lograr la dignidad humana tanto personal como comunitaria. En fin, no se puede ser cristiano y neoliberal porque la fe cristiana promueve la cultura de la vida y la ideología neoliberal, en su realización histórica, es la antesala de la muerte para la mayoría excluida. Es decir, el cristiano se define por la construcción de la Paz que Jesucristo conquistó con su muerte y resurrección y la da a todo hombre y mujer de buena voluntad. Miguel Esteban Hesayne, Obispo Emérito de la Ciudad de Viedma, Provincia de Río Negro, República Argentina.


miércoles, 26 de diciembre de 2012

La Iglesia, Videla, la guerrilla y el poder...De Alguna Manera


La Iglesia, Videla, la guerrilla y el poder redentor de la sangre...


Los obispos rechazaron las declaraciones periodísticas que hizo el ex dictador Jorge Rafael Videla para mi libro Disposición Final sobre su “muy buena” relación con la cúpula de la Iglesia Católica durante los cinco años de su gobierno, entre 1976 y 1981. “La Iglesia no nos lastimaba”, “le sobraba comprensión”, “se manejaba con prudencia: decía lo que tenía que decir sin crearnos situaciones insostenibles”, dijo Videla, quien consideró que lideró “una guerra justa en los términos de Santo Tomás” contra las guerrillas. “Creo que Dios nunca me soltó la mano. Me ha tocado transitar un tramo muy sinuoso, muy abrupto, del camino, pero estas sinuosidades me están perfeccionando a los ojos de Dios, con vistas a mi salvación eterna”, sostuvo el ex dictador, que en la prisión reza el Rosario todos los días a las 19 y los domingos, asiste a misa y comulga.

Como periodista, coincido con los obispos en la necesidad de buscar la verdad. Mi impresión es que Videla representa a un sector de la Iglesia Católica, a una vertiente conservadora, integrista, y que sigue convencido de que su misión como católico y militar ha sido restaurar aquel antiguo concepto de la “nación católica”, agredida primero por el liberalismo y luego por los diversos socialismos. De allí, su amistad con monseñor Adolfo Tortolo, que era el titular del Episcopado, arzobispo de Paraná y vicario general castrense. Tortolo, pero no sólo él, fue un decidido impulsor del golpe. A los dos meses, Tortolo fue reemplazado al frente de la Iglesia por el cardenal Raúl Primatesta y eso moderó aquel respaldo activo, aunque el apoyo continuó, en especial hacia Videla y otros generales que eran considerados “palomas” frente a los “halcones”, pero no sólo por la Iglesia sino también por el radicalismo, el sindicalismo y hasta el Partido Comunista.

Creo que, a esta altura del partido, aquel apoyo está en la historia, es decir no se puede ahora negar o disimular. Pero, ¿a qué se debió? Opino quela Iglesia llegó al golpe en medio de una fuerte crisis interna, con su jerarquía de sacerdotes y obispos dividida en por lo menos tres sectores: conservadores, moderados y progresistas. En ese contexto, el discurso de Videla y de los militares como defensores de los valores “occidentales y cristianos” y del patrimonio espiritual condensado en la fórmula “Dios, Patria y Familia” resultaba muy atractivo para la mayoría de los obispos y unificaba a los sectores conservadores con los moderados frente a los progresistas.

A la hora de responder a los pedidos de ayuda de las víctimas de la dictadura pesaron más en el Episcopado los cálculos políticos, como la conveniencia de no aparecer debilitando a un gobierno en plena lucha contra las guerrillas, que la preocupación genuina por los derechos humanos de los detenidos desaparecidos, católicos en su gran mayoría.

Por otro lado, los sacerdotes y obispos progresistas habían ayudado a engrosar las filas de las guerrillas, en especial de Montoneros. La jerarquía católica estuvo en ambos lados del mostrador de la violencia política de los Setenta; el discurso del poder redentor de la sangre de Cristo sirvió para justificar tanto a militares como a guerrilleros. Claro que la violencia de las guerrillas no se puede equiparar al terrorismo de Estado; no hubo dos demonios. Pero la historia no es un menú del que podamos elegir solo los hechos que más nos interesan o satisfacen.

Videla es el producto de una manera de entender y vivir el catolicismo; muchos militares, y también muchos guerrilleros, murieron y mataron creyendo que lo hacían por Cristo. ¿No será hora de que la Iglesia nos diga unas palabras claras, cristalinas, sobre todo esto? A partir de ahí, podría exigir a todos sus hijos gestos concretos para reparar a tantas víctimas.

© Fuente: Revista Vida Nueva. Escrito por Ceferino Reato y publicado por el Diario Perfil el jueves 13 de diciembre de 2012.