El
opresor aglutinante...
Dos
caras, una moneda. Víctor Hugo, TN y Tucumán. Foto: Cedoc
De cómo
el kirchnerismo convirtió al Grupo Clarín en el ‘significante’ de muchas de sus
críticas y cambió su influencia. La interpretación de
Víctor Hugo Morales acusando a Clarín de ser el autor intelectual de las
marchas en Tucumán revela tanto una herramienta que le fue muy útil durante
doce años al kirchnerismo como, en su efervescencia, que tanto Víctor Hugo
Morales como Elisa Carrió, cada uno en su dirección, por exageración, no pocas
veces consiguen el efecto opuesto al buscado.
* * *
Después del
resentimiento que dejó en la mayoría de la sociedad el colapso de 2002, la
identidad política del kirchnerismo se construyó en torno a un antagonismo con
un “otro” que permitiera generar un vínculo por compartir la condición de
oprimido. Néstor Kirchner corporizó ese “otro” siniestro y maléfico en
los enemigos externos encarnados en el FMI como significante de los acreedores
internacionales en su conjunto, los fondos de inversión, los bancos y las
compañías extranjeras que se habían apropiado de las empresas públicas
argentinas canjeando bonos de la anterior refinanciación de deuda externa a
comienzos de los años 90.
Cuando se resolvió el
problema de la deuda con sus dos reestructuraciones, y también se disciplinó a
todos los representantes de las empresas de servicios públicos que habían sido
privatizadas congelando sus tarifas, y también se habían estatizado las
empresas de jubilación privada, y hasta la propia Repsol aceptó entregar casi
gratis parte de las acciones de YPF a argentinos, pasando además el
gerenciamiento a sus manos, sumado a la cancelación anticipada de la deuda con
el simbolizante FMI, para el kirchnerismo fue preciso crear otro cuco. Ese cuco
fue Clarín, que, como el FMI en los primeros años, vertebró y es el significante
de múltiples actores, en su caso: el periodismo crítico, los jueces
independientes, el gran empresariado y hasta “la pata local” de los fondos
buitre.
Una vez logrado
identificar ante la sociedad el papel de villano siniestro de ese “otro”, todos
los ataques de ese “otro” no sólo no producen daño sino, como si se tratara de
un agujero al que cuanto más se saca más se agranda, estos ataques benefician
al agredido. Cuanto más feroces sean su crítica y su arremetida, más claramente
confirman su intencionalidad malévola, vacunándolo frente a futuras críticas.
Cuando se decía que
nadie resistía cuatro tapas de Clarín en contra, era otra
época. Pero con la microsegmentación actual, sería equivalente a decir que
nadie aguanta cuatro días de campaña negativa de la propaladora de Clarín a
pleno con el diario, TN, Canal 13 y radio Mitre. Pero a pesar de que Clarín
tiene más poder de fuego hoy que hace diez o veinte años, su poder de daño se
redujo notablemente.
El último ejemplo
fueron las relativas consecuencias electorales que tuvo la gravísima acusación
de Lanata sobre Aníbal Fernández. En un país normal, donde los candidatos
renuncian hasta porque se les descubre que les mintieron a sus parejas, que el
principal canal de televisión acuse de asesino al jefe de Gabinete y candidato
al segundo mayor puesto electivo de gobierno del país, no sólo lo hubiera hecho
perder la elección, sino también tener que renunciar a su candidatura. Aquí
perdió apenas algunos puntos, que igual no le impidieron ganar la elección.
Si el condenado por el
triple crimen hubiera realizado la misma acusación ante un juez en lugar de un
programa de televisión del Grupo Clarín, y la noticia hubiera llegado a la
opinión pública simultáneamente por todos los medios de comunicación a través
de la vía judicial, probablemente habría producido un efecto en la sociedad más
contundente, porque ni Lanata, ni Carrió, ni Clarín son percibidos hoy como
imparciales. Un buen ejemplo de cuando Marshall Mcluhan, el primer gran
especialista en medios masivos de comunicación, ya decía en los años 60, y se
lo entiende simplificadamente, “el medio es el mensaje”.
Consciente o
inconsciente, en algún momento el kichnerismo descubrió que Clarín le resultaba
un cuco electoralmente rentable, que no le venía mal tenerlo de continuo
contendiente, y comenzó a provocar a su audiencia cebando el odio neogorila
para dejarlos en ridículo por sus propios excesos, como le sucedió a Carrió,
que a lo largo de los años pasó de ser la candidata más votada de la oposición
a perder nueve de cada diez votos que tuvo. Tanto funcionó la resurrección del
término “gorila” por parte del kirchnerismo que hoy hay hasta gorilas
peronistas.
Quizá Néstor Kirchner
quiso realmente destruir a Clarín y fracasó en su tarea. Y no sea el
kirchnerismo tan sofisticado como para haber creado a un “otro” ideal,
aprovechando su enorme y continua visibilidad, como es la mayor corporación de
medios del país, con el único fin de mantenerlo siempre en su posición
dominante para usarlo como “opresor aglutinante”, engrandeciendo al
Gobierno en una lucha ficticia. Pero aun si hubiera sucedido que buscando ese
camino a las Indias el Gobierno encontró América, sorprende que el kirchnerismo
no haya aplicado, al comenzar su enfrentamiento, la Ley de Defensa de la Competencia,
obligando a deshacer la fusión de Multicanal de Clarín con Cablevisión de David
Martínez en lugar de pasarse tantos años primero en el Congreso y después en
los tribunales con la Ley de Medios.
Es más, hay quienes
fundadamente piensan que David Martínez compró Telecom para que en el próximo
gobierno, ya con el triple play vigente, haya una fusión entre Telecom y
Cablevisión y el Grupo Clarín pase a cocontrolar también Telecom.
Hace tres domingos en
Río Gallegos, tras votar, la Presidenta se quejó de Clarín por un dato
equivocado sobre el nacimiento de su futura nieta y dijo que era el “diario de
Yrigoyen al revés¨. Pero quizá crear un “diario de Yrigoyen al revés” pueda ser
la más genial invención política, una construcción mucho más rentable y eficaz que
un verdadero “diario de Yrigoyen a favor”, como lo demostró el propio Yrigoyen,
y el kirchnerismo con sus intrascendentes diarios militantes.
Tras las PASO, el
programa de la Televisión Pública 6,7,8 se reía de que Clarín sostenía que
Máximo Kirchner había perdido la elección en Santa Cruz con el 44% de los votos
a pesar de haber sido el candidato más votado, remarcando que la suma de todos
los demás candidatos aliados en una coalición opositora lo había superado. Y al
mismo tiempo Clarín calificaba de gran triunfo el de Eugenia Vidal por ser la
candidata más votada en la provincia de Buenos Aires, con el 30% de los votos,
a pesar y sin mencionar que la suma de los candidatos del Frente para la
Victoria en la provincia la había superado por un tercio más de votos. La
repetición en esa posición desequilibrada no le hace ganar votos a la oposición
entre quienes ya son antikirchneristas, porque sería como pescar en su propio
estanque, pero le hace ganar votos al kirchnerismo entre los independientes y
moderados que terminan, como en la fábula del pastor y el lobo, descreyendo de
todo lo que diga el mensajero.
Con la llegada de
Scioli o de Macri, el gran cambio no va a ser el económico porque ya ambos
fueron explicitando que confluirán al centro, lo mismo que hubieran intentado
hacer Cristina Kirchner y Kicillof en 2014 tras el arreglo con el Club de París
si el fallo de los holdouts hubiese sido favorable a Argentina, como ellos
esperaban. El giro al centro no es ideológico, es práctico, es el único posible
y hasta lo habría implementado la propia Cristina Kirchner si hubiera sido
re-reelecta para 2015-2019.
El gran cambio será
que tanto Scioli como Macri abandonarán la práctica del “aglutinante opresor” y
el relato pasará a una fase positivista. Los grandes medios dejarán de ser el
“diario de Yrigoyen al revés” para pasar a serlo al derecho. En distintas
proporciones, más Scioli que Macri, pasarían a utilizar el soft power que, como
Obama ya demostró con la ejecución de Bin Laden, sólo es parcialmente soft. Por
ejemplo, quienes conocen en privado a Scioli sostienen que en la intimidad no
es menos autoritario que Cristina Kirchner.
Dejar de fomentar que
se edite un “diario de Yrigoyen al revés” cambiará por completo la política,
haciendo más compleja la conformación de las identidades políticas, que ya no
se verán contenidas dentro de los límites de K y anti K, lo que ayudará a que
nuestra mirada de la política sea un poco más elevada.
Parte de este texto
integró la conferencia brindada por Fontevecchia el lunes en el Círculo
Político Argentino y el martes en la Asociación Cristiana de Dirigentes de
Empresas.
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© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado
29/08/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
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