“Todos se quieren ir a la mierda”...
Franco Busso. Imagen: Cecilia Salas
Dejó su triste trabajo de oficina, se
compró una camioneta y se va hasta Alaska. “Ahora soy dueño de mi tiempo”,
dice.
La fantasía de abandonar
la realidad es una idea recurrente para muchos de los jóvenes estresados de
clase media, sobre todo para los que ya terminaron la secundaria, pero no
pueden aceptar que la vida se basa en trabajo, facultad y (lo que sobre de)
ocio. ¿Cuántos de los que están leyendo esta nota alguna vez planearon largar
la carrera y poner un bar en Brasil? Probablemente igual de elevado sea el
número de los que idearon en al aire un recorrido nómade por algún país del
Oriente o intentar suerte con alguna destreza artística en Europa, todo bien
lejos del “confort” que brinda armar una vida en la ciudad local. También la
mayoría de esos casos de “sueños de la clase media” quedan en la misma nada al
abrir los ojos y encontrarse (una vez más) con el monitor de la computadora, en
alguna oficina del microcentro donde se realiza un laburo pobremente
remunerado.
Franco Busso tenía ese
problema cada vez que abría los ojos: su realidad lo deprimía. Las 9 horas que
pasaba encerrado en las inmediaciones de la importante consultora para la que
liquidaba las cobranzas lo tenían de lunes a viernes sentado en un escritorio y
con el nudo de la corbata ajustado. Al salir no era libre: tenía que ir a la
facultad, donde realizaba la carrera de Licenciatura en Comercialización
(vulgarmente denominado “Marketing”) para pasar otras 4 horas escuchando a
algún profesor hablar de macroeconomía o de fórmulas financieras. Un buen día
del año pasado se cansó y, a raíz de esa crisis, ideó Rutas Salvajes, un viaje
con pocos recursos, lejos del personaje de “turista” y cerca del “aventurero”.
El plan de vida que tiene ahora es recorrer América a bordo de una combi “pan
lactal”, con Tierra del Fuego como punto de partida y Alaska como meta final,
sin ningún límite de tiempo. Cualquier parecido con la película Into the Wild
es pura consecuencia.
“Exploté”, es el verbo
que elige este joven de 24 años para simplificar al NO el motivo de su peculiar
viaje. “Entre laburo, facultad y novia me la pasaba todo el día ocupado, no
daba más. Me pregunté qué estaba haciendo y ahí apareció en mi cabeza la idea
de un viaje que había colgado.” Ese “viaje colgado” surgió hace 3 años, cuando
Busso se encontraba en Estados Unidos realizando una temporada de work and travel
y decidió regresar a Buenos Aires en auto, junto a otros argentinos. “Al final
se fueron bajando todos y yo me quedé con las ganas, la idea era recorrer todo
América de arriba para abajo.”
El proyecto ahora es en
solitario: la primera semana de septiembre, Busso saldrá de Buenos Aires hasta
Tierra del Fuego, para luego ir subiendo por la Cordillera de los Andes hasta
Alaska; en el medio, lo esperan casi 15 mil kilómetros, distancia que recorrerá
a bordo de una camioneta Volkswagen (sí, la famosa “hippy van” o “pan lactal”)
fabricada en los ‘80 y refaccionada por él y un amigo para incluir cocina y
cama desmontable. “Primero pensé en comprar una Chevy van, pero después
apareció ésta, que era más barata y todo terreno. Además de la ropa y los
documentos, me llevo una computadora, una cámara y un celular (para tuitear).
Ni loco me llevó un GPS, me voy de acá porque estoy harto de que me digan qué
hacer, sería el colmo subirme a una camioneta para que una gallega me grite
para dónde doblar.”
“Ahora yo soy dueño de mi
tiempo, antes no era así. Estoy seguro de que a Alaska llego, no tengo idea
cuándo. Hace unas semanas me tuve que ir hasta Luján y fui con la combi para
probarla: tardé 4 horas por los desperfectos técnicos. Saqué el cálculo y si
hago el mismo ritmo en el viaje, voy a tardar unos 25 años”, explica Busso
entre risas. “Yo pensaba que estaba loco al encarar un proyecto así, pero
cuando fui al taller donde me vendieron la camioneta, el dueño del lugar,
especialista en estos vehículos, me dijo que es una moda: todos se quieren ir a
la mierda.”
La travesía de Franco
Busso se puede seguir online por medio de: Rutas Salvajes
©
Escrito por Facundo Enrique Soler y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires el jueves 23 de Agosto de 2012.
Las fotos:
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