sábado, 11 de octubre de 2014

El Huracán del Tiki-Tiki... De Alguna Manera...


El Huracán del Tiki-Tiki...


En Argentina los torneos de fútbol van mutando. En 2009, las ediciones se llamaban Torneo Apertura y Torneo Clausura, con la particularidad de que el Clausura correspondía al primer semestre del año y el Apertura al segundo. Curiosidades del fútbol argentino. Más allá de eso, en el Clausura 2009, apareció un equipo que propuso jugar a otra cosa: el Huracán dirigido técnicamente por Ángel Cappa, un discípulo de César Luis Menotti.

La década de los 90 estuvo signada por un buen nivel de fútbol en la Argentina, producto en relación directa de la economía del país que proponía que 1 peso argentino era igual a 1 dólar americano, algo que después se supo mentira y terminó en el escándalo de 2001. Más allá de eso, la posibilidad de tener una paridad peso/dólar, daba la posibilidad de que jugadores de la talla de Maradona jugasen en la liga local. Y eso aparejaba buen fútbol. En esa década, el dominio absoluto fue de River Plate, ganador de 7 títulos locales, y 2 títulos internacionales. La premisa de aquel River era jugar bien.

Pero hacia finales de los 90 el dominio cambió de mando y pasó al eterno rival: Boca Juniors. La propuesta del Xeneize era diametralmente opuesta a la de River, con la salvedad de que fue más efectiva: entre 1998 y 2009 Boca ganó 7 títulos locales y 11 títulos internacionales. Ese mal juego de Boca dio a pensar en que la especulación era más importante que el juego y, sobre todo, más efectiva. Los equipos se reforzaban en defensa, en mediocampistas aguerridos y delanteros toscos, porque parecía ser la fórmula. El Huracán de Cappa propuso cambiar esto de raíz, casi sin proponérselo.

Ángel Cappa decidió apostar por un fútbol diferente. Aquel Huracán no ganó, pero será siempre recordado”

El Huracán de Cappa jugaba distinto. La prensa deportiva comenzó a hablar entonces de algo que quedó impuesto en el imaginario popular que fue el “Tiki-Tiki”. Un juego que presupone un ida y vuelta con toques cortos y rápidos, con relevamientos constantes. El equipo de Cappa se parecía, por primera vez en muchos años, a un equipo. Fue un faro; algo a lo que aferrarse para pensar que el fútbol argentino podía ser mejor. Que se podía triunfar jugando bien, algo que se había echado por tierra.

Aquel equipo contaba en sus filas con jugadores de la talla de Mario Bolatti, Matías Defederico, Patricio Toranzo y Javier Pastore, entre otros, con la particularidad de que pudo haber sido el momento más alto de todos ellos en forma individual y de Huracán en forma colectiva. La posibilidad de conseguir su segundo título de primera división hacía que sus hinchas se ilusionasen hasta niveles impensados. Pero algo pasó.


En la penúltima fecha Huracán goleó 3 a 0 a Arsenal de Sarandí y Velez Sársfield (su escolta y próximo rival) empató como visitante 1 a 1 con Lanús. El panorama para la fecha 19 encontraba a Huracán primero con 38 puntos y a Velez Sársfield segundo con 37. Debían enfrentarse en Liniers, en la cancha de Velez Sársfield. Los visitantes serían campeones después de 36 años con sólo empatar, pero el partido estuvo plagado de irregularidades.

De movida, en el primer tiempo, Gabriel Brazenas, el árbitro del partido, anuló un gol de Huracán de Eduardo Domínguez por presunta posición adelantada, que nunca existió. 

Pocos minutos después, el propio árbitro cobró un penal a favor de Velez Sársfield que Hernán Rodrigo López, uno de los delanteros del local, malogró ante una gran atajada de Gastón Monzón. El partido fue parejo e incluso Velez Sársfield jugó mejor, pero el empate no se quebraba y el 0 a 0 hacía que Huracán se preparase para gritar campeón. Pero sobre el final del partido, cuando faltaban 7 minutos para el fin, una jugada que se sospechaba intrascendente, hizo que la pelota cayese al corazón del área de Huracán. 

Ante la salida de Monzón, Gastón Larrivey –delantero de Velez y exjugador de Huracán- se estiró con las dos piernas hacia adelante e impactó contra el arquero del visitante. A los ojos de todo el estadio y de la prensa, lo de Larrivey fue una falta. No tuvo intención de jugar la pelota sino de golpear al arquero. Pero Brazenas, nuevamente, confió en su instinto y dejó seguir la jugada. Con el arquero tirado en el suelo, revolcado de dolor, Maximiliano Morález puso el 1 a 0 que consagró campeón a Velez Sársfield, que sepultó una de las últimas ideas de buen fútbol nacidas en el país.

Los medios hablaron de Huracán como Campeón moral. Ángel Cappa fue contundente: “El réferi le regaló el partido a Velez”. Durante el partido la bronca del técnico visitante fue más fuerte: “¡¿Ahora esconden las pelotas, cagones de mierda?!”, protestó en referencia a que los alcanzapelotas del local demoraban cada vez que la pelota salía del terreno de juego.

Lo cierto –y complejo, turbio y extraño- es que Gabriel Brazenas no dirigió nunca más en el fútbol argentino. El campeonato 2009 estuvo –está- teñido de sospechas extrafutbolísticas y lo que pudo haber sido un campeonato memorable para un equipo basado en el trabajo y esfuerzo colectivo no fue más que una –otra más- página oscura en la historia del fútbol argentino. Quedaron y quedarán las suspicacias en torno al resultado final, a los fallos del réferi y, sobre todo, la idea de no saber aún qué conviene más: jugar bien o ganar.


© Escrito por Ignacio Merlo el Jueves 15//05/2014 y publicado por Kaiser Magazine de la Ciudad de Valladolid, España. http://www.kaisermagazine.com



Entre CFK y la KGB… De Alguna Manera...


Entre CFK y la KGB…

 Le petit Martin Sabbatella. Foto: Dibujo: Pablo Temes

Medios y Denuncias. Cristina parece haber recurrido a Sabbatella para unir a Lázaro Báez y Vladimir Putin. Un nuevo avance contra el periodismo.

Sorpresivamente, Cristina le ordenó a Martín Sabbatella dinamitar al Grupo Clarín. De esa manera, la Presidenta violó el mandato constitucional que le prohíbe a la Afsca aceptar injerencias del Gobierno para discriminar a algún medio. La movida fue de tanta premeditación y alevosía, que Sabbatella no les avisó ni siquiera a sus compañeros kirchneristas del organismo. Se movió en la clandestinidad para engañar a los directores por la oposición y malversar la orden del día. El dictamen de “adecuación forzosa fue leído sólo por dos personas antes de ser difundido: Cristina y Sabbatella.

Este intento de aplicación autoritaria y punitiva de la Ley de Medios fue parte de un operativo más complejo cuyo objetivo es el de siempre: censurar las voces críticas. El mensaje es que Cristina y sus camporistas aún conservan una gran capacidad de daño para domesticar a periodistas díscolos como Marcelo Longobardi, mediciones de audiencias golpistas como las de Ibope y cadenas norteamericanas de noticias destituyentes que serán combatidas de la mano de un adalid de la libertad de prensa llamado Vladimir Putin.

En el pase entre Marcelo Longobardi y Jorge Lanata en radio Mitre, el jueves, llegamos a la conclusión de que “algo” había enloquecido de ira a la Presidenta, más allá de su histórico intento de controlar a los medios y de que nadie la controle a ella. Esta vez el manotazo de ahogado tiene mayor envergadura. No parece responder al fastidio permanente que Cristina siente cuando el periodismo habla de inseguridad, inflación y recesión.

Coincidimos en que las fuertes versiones que habían corrido la semana pasada tenían más verosimilitud de lo que creíamos. Decía así: los buitres están extorsionando a Cristina porque descubrieron un par de cuentas bancarias no declaradas en Estados Unidos a nombre del matrimonio Kirchner. Y tenía una explicación: estaban siguiendo la ruta del dinero de Lázaro Báez y se encontaron con esta información altamente explosiva. Para poner las cosas en su justo término y ser absolutamente responsables, hay que decir que hasta ahora no hay una sola prueba de esto. Nadie lo puede confirmar ni mostrar algún papel que lo pruebe. Pero hay indicios, cabos sueltos. Lanata dijo que eso explicaría la insólita afirmación que hizo la Presidenta cuando planteó que la podrían querer meter presa en Nueva York. Ella aclaró que, aun así, iba a viajar cuando fuera necesario. 

¿Presa Cristina en Nueva York? ¿Bajo qué acusación? Hasta en su entorno llamó la atención que denunciara un magnicidio que viene del Norte y que criticara a Barack Obama por la forma de eliminar a Osama bin Laden. ¿Cuál fue el hilo conductor de toda esa movida? ¿Qué quiere evitar que se publique en Argentina con el renovado ataque al periodismo? Está claro que cada vez que Lanata y Nicolás Wiñazki destaparon alguna olla de Lázaro, la cima del poder entró en pánico. Con aquel comunicado incomprensible de Oscar Parrilli sobre las 13 horas que Cristina pasó misteriosamente en las islas Seychelles y con la molestia de Cristina sobre los periodistas que “hacen cuadritos” en referencia a las infografías que Daniel Santoro había publicado para explicar cuentas y empresas fantasma de Lázaro Báez y sus muchachos. Uno de ellos, Federico Elaskar, el ex dueño de La Rosadita, nada menos, no pudo ocultar entre sus giros uno a una fábrica de explosivos en Irán. Lo único que falta es que Luis D’Elía tenga un local partidario en Puerto Madero.

Son varios los elementos que se deben sumar en este análisis. No hay un solo habitante de Barrio Parque que recuerde algo similar al ataque “quirúrgicamente violento y militar” que sufrió Marcelo Longobardi. Fue el mismo día del anuncio de Sabbatella. El día siguiente a la entrega de un premio al mejor comunicador y a enterarse de que, nuevamente, había superado el récord histórico de audiencia con el 50,3% del share. Esa mañana tuvo una reunión con uno de los principales líderes empresarios del país, que le comentó que “nunca hubo una corrupción tan extendida y sistemática en la obra pública: está tabulada en el 15%”. Longobardi recibió dos infrecuentes llamados de su chofer porque le habían chocado suavemente su vehículo, casi como una forma de obligar al conductor a que se bajara. El mismo reveló que varias veces Apple le informó que alguien estaba intentando geolocalizar su teléfono. Finalmente, en una calle angosta llena de cámaras de video, policías y seguridad privada, y a metros de ingresar a la casa de Jorge Fontevecchia, fue reducido “con la habilidad de un marine”, le robaron su reloj y huyeron en dos segundos.

Por suerte, todavía las coincidencias entre Cristina y Putin se mantienen en el plano teórico. Ambos aplicaron el mismo mecanismo para cooptar medios obsecuentes: entregarles miles de dólares para obra pública a sus dueños. Los patrones de Argentina y Rusia están convencidos de que la información “es un arma terrible que permite manipular la conciencia social con los monopolios de la verdad”. Putin es acusado, por varias entidades humanitarias y de defensa de la libertad de prensa, de garantizar impunidad a los que cometieron los asesinatos de 28 periodistas en los últimos 14 años. No hay antecedentes de un promedio de dos crímenes de periodistas por año.

Anna Politkovskaya fue envenenada, le hicieron un simulacro de fusilamiento y finalmente acribillada en el ascensor de su edificio, en Moscú. Había denunciado la violación de los derechos humanos de las tropas rusas en Chechenia. Putin, el nuevo amigo que Cristina aplaude eufórica por teleconferencia, fue un feroz integrante de la KGB que manejó la temible policía política en Alemania Oriental y que es el frío ejecutor de un ultranacionalismo imperial, autocrático y despótico. El mismo autoriza al Parlamento a censurar y bloquear sitios web que el gobierno ruso crea que atentan contra la verdad o lo que esta versión con corbata de los zares cree que es la verdad. Se silencian aquellas voces críticas que se levantan contra el maltrato con que el régimen somete a los homosexuales.

Persecusión igualitaria para todos, diría Cristina. Esa es la verdadera Rusia que según la Presidenta debemos conocer los argentinos. ¿Cuál será la verdadera Argentina que debemos conocer los argentinos? ¿La que informará el Indek de los rating televisivos donde todos miran a Víctor Hugo y nadie a Lanata? ¿Cómo se dirá trucho en ruso?

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 11/10/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.