sábado, 19 de julio de 2014

AMIA. José Alberto Pérez, de profesión espía... De Alguna Manera...


A 20 años del atentado a la AMIA, habla el espía infiltrado por la Federal...


José Alberto Pérez contó su ingreso al área de inteligencia de PFA y las tareas que realizaba.

A 20 años del atentado a la AMIA, un testimonio surge para aportar algo de claridad a un caso que sigue sin responsables, culpables ni condenas: el de José Alberto Pérez, agente de inteligencia de la Policía Federal Argentina, que se infiltró en la comunidad judía entre 1986 y 2000.


El testigo, que cambió su nombre a Iossi Pérez, tenía como misión evitar el "Plan Andinia", un viejo mito antisemita que hablaba de una supuesta operación israelí para conquistar la Patagonia. Y reveló al fiscal Alberto Nisman, a cargo de la Unidad Especial AMIA, que la PFA tenía planos del edificio de la institución judía antes del atentado, un dato que reforzaría la teoría de la "conexión local".

Pérez asegura haber mantenido reuniones con Nilda Garré cuando ocupaba el Ministerio de Seguridad, y dice que su testimonio no fue elevado a la Justicia. Ahora, en una entrevista con Gabriel Levinas de Plazademayo.com contó toda su historia. 

"Me llamo José Alberto Pérez. Nací en Flores en 1960. Fui a un colegio estatal, hice la secundaria en un industrial. Soy técnico en Óptica. Entre los años '78 y '80 quise entrar en la Fuerza Aérea, pero para eso debía viajar a Córdoba, y no lo quise hacer. Mi cuñado es de la Policía, y él me metió ahí", asegura el testigo en el video. 

Tras el ingreso a Inteligencia, cuenta el espía, "(le) hicieron hacer monografías sobre los grupos terroristas de Medio Oriente que tenían vínculos con los grupos argentinos". "Me pidieron que hiciera una monografía sobre sionismo. Funcionábamos en el edificio de Moreno y San José. En ese edificio de nueve pisos, el 90% del personal revista en Inteligencia, ahora se llama GEOF", detalló.

La versión de Pérez surgió en 2008 cuando Levinas editó su libro La ley bajo los escombros. Pero el testimonio completo en video aparece pocos días antes del vigésimo aniversario del atentado, que dejó 85 muertos.

"El Ministerio del Interior tenía conocimiento de las infiltraciones. Dentro del edificio de Moreno funcionan diversos departamentos. El mío respondía directamente al comisario general, que se encuentra con el jefe de Policía e informa sobre el funcionamiento de los distintos departamentos", siguió el ex policía. "Los informes de mi infiltración iban a mi superintendente, que los podía elevar al jefe de la Policía, que podía a su vez informarlo al ministro del Interior. En aquel momento pensé que era el único infiltrado en la comunidad judía. Pero cuando me indican que me desinfiltre, tuve la noción de que había más gente. Yo creo que aún hoy tienen informantes dentro", explicó el agente de inteligencia.

Para infiltrarse, Iossi estudió tres años de hebreo y asistió a cursos fingiendo ser un judío que pretendía regresar a Israel para recuperar sus orígenes. Su contacto en la Policía Federal era Laura, otra espía de 40 años que estaba encubierta como periodista. Según su testimonio, se encontraban en bares y se enamoró de ella.

Pérez tomó cursos de contra propaganda antisemita, cursos de seguridad con expertos israelíes y organizó actividades culturales comunitarias. Así conoció Alicia Letziki, con quien se casó en 1993. En 1992 llegó a secretario de actas de la Organización Sionista Argentina y responsable de seguridad, que también ejerció en la AMIA, cuando el edificio estaba en la calle Ayacucho. El espía contó a la Justicia que tuvo acceso a los planos de la AMIA en 1992 y 1993, por refacciones, y les remitió copias a sus superiores.

Ausencia 

En los recordatorios de la comunidad judía realizados hoy ni el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, ni la presidenta Cristina Fernández de Kirchnerasistieron al acto en memoria de las víctimas. Durante el acto de la mutual judía, el periodista Alfredo Leuco volvió a cuestionar al canciller Héctor Timerman por el pacto de entendimiento con Irán, que calificó como un "crimen de lesa impunidad".​

© Publicado el Viernes 18/07/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires.


jueves, 17 de julio de 2014

Jorge Carrascosa, el hombre que renunció a ser el Gran Capitán... De Alguna Manera...


Carrascosa, el hombre que renunció a ser el Gran Capitán...


Jorge Carrascosa era el líder elegido por César Menotti para el Mundial de 1978. Pero el defensor, figura de Rosario Central y de Huracán, desistió de integrar el equipo nacional. Estaba harto del ambiente del fútbol.

La Selección, en la antesala del Mundial 78, con Carrascosa como capitán.

Ese día fue un dolor a la distancia. Un golpe de Estado que se hizo golpe en el alma. En la oscuridad que nacía, había un espacio para un retazo de magia: René Houseman ya había mostrado, en el Huracán de 1973, que tenía todo para convertirse en un paradigma del wing derecho. Explosión, habilidad pura, fantasía y, sobre todo, esa audacia que le había valido el apodo de Loco. En aquel 24 de marzo de 1976, mientras la última dictadura daba su primer paso y deshacía sin vueltas las instituciones nacionales, en el estadio Slaski, de Chorzow, la Selección que dirigía César Menotti enfrentaba a Polonia, en el marco de una gira preparatoria para el Mundial de 1978. Houseman, entonces, le dio el triunfo a la Argentina del fútbol con un gol y detalles de su osadía. Todo para el aplauso de esos polacos asombrados ante el talento. Argentina venció 2-1 (el primer gol fue de Scotta) al equipo polaco que, en el Mundial anterior, había realizado su mejor campaña de la historia al terminar tercero (tras vencer al defensor del título, Brasil). La victoria argentina, además, había dejado un dato para enmarcar: en ese estadio inaugurado en 1953, Polonia nunca había perdido.

Aquella gira también fue una suerte de hito. Como siempre en ese tiempo, el capitán había sido Jorge Carrascosa, el lateral izquierdo que se divertía en las prácticas del Huracán de 1973 viendo y celebrando la magia de su admirado Loco René. Pero, a esa altura, al Lobo -ese apodo que no lo definía- ya no lo divertía casi nada dentro del ambiente del fútbol. Estaba harto. No quería saber nada de arreglos, de árbitros que cobraban penales a cambio de dinero, de la creciente industria del doping, de una violencia que ya parecía cotidiana... Para colmo, debía escuchar una barbaridad nacida de la ignorancia: que jugaba en la Selección porque era amigo de Menotti.


De aquellos desencantos había nacido una decisión. En esos días ya daba vueltas por su cabeza la idea de decir basta al fútbol. Incluso, no era una novedad para el entrenador. Los dos solían hablar en la intimidad del plantel. Allí, Carrascosa le sugería su deseo de abandonar la Selección; Menotti le pedía que revisara una idea que mucho se parecía a una cuestión juzgada.

La llegada de los militares al poder también generó inquietud en Carrascosa, siempre respetado por sus compañeros, siempre visto como un referente por su generosidad y por su coherencia. "Uno siempre estaba pendiente de que a la familia no le pasara nada. El único contacto que yo tenía era telefónico, pero el deseo de todos era regresar lo más rápido posible para estar con los suyos... Al peronismo le quedaba poco tiempo para terminar su gobierno, pero igualmente uno percibía que se venía gestando algo así...", contó Carrascosa en una entrevista concedida al diario Página/12.


De todos modos, no fue una sino varias razones las que impulsaron la negativa de Jorge Carrascosa a participar del Mundial de 1978. Aquel fue el "no" más comentado de la historia del fútbol argentino. El hombre que dejó recuerdos de los imborrables en Banfield, Rosario Central y Huracán fue, entonces, el eje y la víctima de mil conjeturas incomprobables, de suposiciones verosímiles y de las otras, de mentiras intencionadas... Se dijo de todo con relación a su "no": que tenía miedo, que estaba en contra de la Dictadura, que era comunista y por eso boicoteaba el Mundial, que era un vendepatria... Nada de eso. "El Mundo del fútbol, en el que yo estaba, no era el mejor de los mundos. Me empecé a sentir mal cuando vi el tema de los incentivos, la droga. ¿Te parece lindo saber que vas a salir campeón porque el árbitro te va a dar un penal?", expresó alguna vez.

La raíz profunda del "no" tenía un antecedente más lejano. El 23 de junio de 1974, en el Mundial de Alemania Federal, Argentina necesitaba dos cosas para clasificarse a la segunda ronda: vencer a la débil formación de Haití y que la Polonia de Grzegorz Lato y Kazimierz Deyna venciera a Italia, entonces subcampeón mundial. Lo primero se parecía mucho a un trámite simple. Lo otro -con Polonia ya clasificada a la siguiente ronda-, casi todo lo contrario. Entonces, en esa Selección en la que jugaba Carrascosa (con un curioso número 7 en la espalda) se adoptó una decisión: incentivar al plantel polaco para que "fuera para adelante" contra Italia. 

Argentina, previsiblemente, goleó 4-1 a los caribeños y Polonia venció 2-1 a los vestidos de azul. Así, por el patio de atrás y a oscuras, la Selección albiceleste accedió a la siguiente ronda. A Carrascosa le costó digerir aquella decisión colectiva de incentivar. Le dolió. Pensaba: "Mirá si alguien va a jugar mejor porque le den más plata... Uno juega por la gloria..." 
Luego crecieron las dudas y la incertidumbre. Carrascosa se cuestionaba esa maquinaria creciente que impulsaba al fútbol como negocio y se devoraba su condición deportiva y lúdica. Hablaba frecuentemente con Menotti. Pero el entrenador le insistía con que continuara, con que era importante para el grupo, con que era un espejo para todos, con que lo necesitaba... Aguantó. Toleró. Mientras, masticaba la bronca por tantas preguntas razonables sin respuesta.

Un día antes de dar la lista, Menotti ya sabía de la negativa. Pero lo llamó. Y el lateral izquierdo, el capitán, dijo lo que le salió de adentro: "No va más, César..." Un día después, se dieron a conocer los 22 nombres para el Mundial de Argentina. Y no estaba Carrascosa. A esa altura, ya se había recluido en Mar del Plata. Hizo silencio, escuchó su voz interior. Se sintió conforme con su decisión.

Después, ya en el Mundial, fue sólo una vez a la cancha: en la derrota 1-0 frente a Italia, en la primera ronda. Y, cuando después del 3-1 ante Holanda, Daniel Passarella levantó la Copa en su condición de capitán, a Carrascosa no lo habitó ninguna contradicción. Esa escena no lo hizo arrepentir. Nada lo hizo arrepentir. Lo explicó, ya más tarde, ante la consulta de los periodistas Fabián Casas y Gonzalo Aziz, en la revista Mística: "No es necesaria una dictadura militar para dejar el fútbol. Hay muchas cosas que pasan en este sistema de vida que te hacen dejar, perder las ilusiones. 

Si yo hubiera tenido que jugar el Mundial de España mientras estábamos en guerra con Inglaterra, también habría renunciado. ¿Va a estar un vecino, un amigo en guerra y yo voy a estar jugando un Mundial? Cuando un pibe te pide algo para comer se acabaron los planes. ¿Vos podés comer un sandwich de jamón crudo cuando hay un nene pidiéndote comida? Y el mundo del fútbol, donde yo estaba, no era el mejor de los mundos. Yo me empecé a sentir mal en el medio. Cuando vi el tema del incentivo, de la droga. ¿Te parece lindo saber que vas a salir campeón porque el árbitro te va a dar un penal? ¿Podés festejar algo que ganaste con arreglo? Si un tipo, en cambio, te gana con talento, hay que aceptarlo. Pero, ¿por qué hay que ganar siempre? Sucede que uno está en una sociedad donde uno vale por lo que gana y no por lo que realmente es. Y fuera del fútbol, la cosa es igual, superficial..." El hombre que no quiso ser el Gran Capitán volvía a ofrecer su mirada irreprochable.

© Escrito por Waldemar Iglesias el Martes 16/07/2014 y publicado por Planeta Redondo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 15 de julio de 2014

Con el Ártico no se juega... De Alguna Manera...

Socio N°: 2210
 

Hola Luis,

Más de 440 mil personas en todo el mundo ya pidieron a la marca de juguetes LEGO que rompa su relación comercial con Shell, la gigante que quiere perforar el Ártico en busca de petróleo. Pero esta empresa aún no escuchó nuestro reclamo. En tres días vamos a llamar la atención de LEGO de una manera que no esperan y necesitamos 1 millón de voces de nuestro lado.

¡Luis, ayudanos a llegar a ese número antes del viernes! Sumate YA para pedirle a LEGO que rompa su relación con Shell. Hacé click aquí

LEGO quizá no es consciente de cuánto está ayudando a Shell con esta sociedad. Al dejar que la petrolera imprima su logo en los juguetes que usan chicos en todo el mundo está limpiando la imagen de una compañía que pone en riesgo el hogar de los osos polares. 

Sabemos que LEGO se preocupa por su reputación, por eso necesitamos ser claros en nuestro mensaje: no queremos que sus juguetes auspicien a una empresa que planea destruir el Ártico.

El presidente de LEGO nos respondió días atrás que la empresa está “decidida a dejar un impacto positivo en la sociedad y el planeta que heredarán nuestros hijos”. Pero continúa su sociedad con Shell y se niega a reunirse con nosotros. Somos cientos de miles de personas en todo el mundo las que les pedimos una actitud ética hacia el planeta y coherente con sus propios valores. Ayudanos a aumentar nuestra presión. 

Sumate ahora para que el viernes seamos un millón de personas las que reclamemos a LEGO. Hacé click aquí.

LEGO dice que no conversará con nosotros porque primero tenemos que hablar con Shell. Esta empresa ya invirtió US$ 6.000 millones para explorar el Ártico estadounidense, sin lograrlo aún y nosotros denunciamos sus planes desde hace años. Hoy es momento de exponer su doble juego, aliándose con la mega petrolera estatal rusa, Gazprom, para perforar territorio ártico, y con LEGO, la marca más querida por nuestros hijos, para distraer la atención y dar una imagen positiva.


Demos juntos este paso crucial, 

Mauro.


PS: No recibimos dinero ni presiones de gobiernos o empresas. Trabajamos gracias al aporte de personas interesadas en la defensa el medioambiente como vos. Asociá un amigo a Greenpeace. Hacé click aquí.

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lunes, 14 de julio de 2014

Brasil, Argentina te dice qué se siente... De Alguna Manera...

Brasil, Argentina te dice qué se siente...


La voluntad política de forzar lazos en Latinoamérica no alcanza a salvar lo que el deporte separa. Los "irmãos" quedarán en la historia como los Judas del subcampeón.

Argentina perdió la Final, esa misma a la que no llegaba desde hacía 24 años. Y repitió la historia, como hace 24 años: logró un subcampeonato, sin la cuota de suerte que necesitan los campeones, con un efímero error en defensa que fue su verdugo, y con un árbitro que nos recuerda al nefasto Codesal. Pero llegó, se lleva el trofeo al mejor jugador de la Copa, y una medalla que no está tan buena, pero es una medalla.
Argentina puede decir qué se siente, Brasil. Terminado el partido,la hinchada se quedó en las calles argentinas y en Copacabana, llorando y cantando por los jugadores que quebraron la maldición de los cuartos de final y que hoy reciben una ovación en el Maracaná. No levantaron la Copa, pero la vieron cerca. Acaso mucho más cerca que la verdeamarelha que los llevó a la histórica humillación del 1-7.
En su magra campaña mundialista, Brasil tuvo cuatro victorias: Croacia, 3-1; Camerún (4-1) y Colombia (2-1) y Chile (1-1, y penales). Con México empató. El fin llegó con los de Löw y el Mineirazo. Los de Scolari padecieron la mayor goleada de su historia. Incluso peor que el 6-0 con el que cayeron ante Uruguay. Fue en Chile; no eran ni locales.
Por el contrario, previo a la final, Argentina ganó todos sus encuentros: Bosnia, 2-1; Irán, 1-0; Nigeria, 3-2; Suiza, 1-0; Bélgica, 1-0. Con Holanda, definió un 4-2 en penales.
Ya fuera de la Copa, el temor se volvió celeste y blanco. El apoyo de los irmãos fue para Bélgica, primero, y Holanda, después. Lejos de los intentos de regionalización comercial y política, y la insistencia de los líderes latinoamericanos en hablar de la Patria Grande, el brasileño medio mutó en un mezquino mercenario. Deleznó a su Selección, tildó al DT de “viejo imbécil”, secó sus lágrimas por Neymar y lo aplastó luego de que confesara que prefería una Argentina campeona. Hizo filas en las tiendas comerciales para conseguir camisetas alemanas y modificó su bandera, que tomó los colores germanos. Y ahora, en un resentido “fan fest”, no celebra la victoria germana, sino la derrota argentina.
Como él, los medios, que llamaban a sus lectores a apoyar a Alemania y, por estas horas, preguntan a Argentina qué se sienteLa Final se siente, Brasil. Y, aun en la derrota, Argentina te lo dice.
© Escrito por Ursula Ures Poreda el Domingo 13/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.