PISA en español...
El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la
OCDE (PISA, por sus siglas en inglés), tiene por objeto evaluar hasta qué punto
los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos
de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la
sociedad del saber. PISA saca a relucir aquellos países que han alcanzado un
buen rendimiento y, al mismo tiempo, un reparto equitativo de oportunidades de
aprendizaje, ayudando así a establecer metas ambiciosas para otros países. PISA
en español...
Las pruebas de PISA son aplicadas cada tres años. Examinan el
rendimiento de alumnos de 15 años en áreas temáticas clave y estudian
igualmente una gama amplia de resultados educativos, entre los que se encuentran:
la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que éstos tienen sobre
sí mismos y sus estrategias de aprendizaje. Cada una de las tres evaluaciones
pasadas de PISA se centró en un área temática concreta: la lectura (en 2000),
las matemáticas (en 2003) y las ciencias (en 2006); siendo la resolución de
problemas un área temática especial en PISA 2003. El programa está llevando a
cabo una segunda fase de evaluaciones en el 2009 (lectura), 2012 (matemáticas)
y 2015 (ciencias).
La participación en PISA ha sido extensa. Hasta la fecha,
participan todos los países miembros, así como varios países asociados. Los
estudiantes son seleccionados a partir de una muestra aleatoria de escuelas
públicas y privadas. Son elegidos en función de su edad (entre 15 años y tres
meses y 16 años y dos meses al principio de la evaluación) y no del grado
escolar en el que se encuentran. Más de un millón de alumnos han sido
evaluados hasta ahora. Además de las pruebas en papel y lápiz que miden la
competencia en lectura, matemáticas y ciencias, los estudiantes han llenado
cuestionarios sobre ellos mismos, mientras que sus directores lo han hecho
sobre sus escuelas.
Una vez completada la primera fase de nueve años, PISA
continuará el seguimiento del rendimiento de los alumnos en tres áreas
temáticas principales, pero también buscará profundizar su introspección sobre
las evaluaciones venideras. Hará esto mediante el desarrollo de mejores formas
de seguimiento del progreso de los alumnos, haciendo posibles comparaciones más
precisas entre el rendimiento y la instrucción, y haciendo uso de evaluaciones
informatizadas. Estas innovaciones serán exploradas inicialmente como
componentes suplementarios y opcionales de PISA, pero que serán integradas al
núcleo del programa en aquellos casos en que se considere apropiado.
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PISA in Focus:
N°1: ¿La
asistencia a educación infantil se traduce en mejores resultados en el
aprendizaje escolar?
N°11: ¿Cómo
se están adaptando los sistemas escolares al creciente número de estudiantes
inmigrantes?
© Fuente: PISA en español
Prueba PISA: es la hora de comprender lo que nos pasa.
Análisis de los datos y una reflexión en torno a
los malos resultados de los alumnos argentinos en comprensión de textos.
Revisando las numerosas cifras que entrega el
informe PISA 2012 no deja de llamar la atención un dato que obliga a la
reflexión. Si bien en matemática estamos estancados en los últimos 12 años
(desde que se toma esta prueba), y en ciencias mejoramos un poco, la comprensión
lectora de los pibes de 15 años descendió significativamente.
No sólo eso. Entre los países que están por
debajo del promedio de la OCDE, Argentina es el único que cayó, y mucho, en los
índices de lectura desde el año 2000. Los demás países de la región –todos
menos nosotros– mejoraron. Se puede inferir que algo hicieron por revertir los
malos resultados.
Las cifras duelen. Hoy el 53,5% de los alumnos
argentinos (más de la mitad) está por debajo de lo que los especialistas de la
OCDE identifican como el “nivel 2”: no pueden reconocer la idea principal de un
texto, ni realizar inferencias sencillas, ni hacer comparación o contrastes. En
criollo: no entienden lo que leen. En 2000 este grupo era del 43,9%.
Descendimos 10 por ciento.
Y hay datos más alarmantes aún, siempre en
lectura. El 8,1% de los chicos argentinos están por debajo del nivel “1B”, lo
que implica que no alcanzan los niveles mínimos en comprensión lectora. O en
otras palabras, no tienen la mínima noción del significado del texto con el que
se enfrentan. En la ciudad de Buenos Aires el resultado da aún peor: el 9,3% de
los chicos porteños –casi uno de cada diez alumnos– está por debajo de 1B.
Seamos claros. Los ejercicios de lectura no
presentaban mayores dificultades para un pibe de 15 años. Eran piezas de textos
y diversas preguntas que apuntaban a reconocer el grado de comprensión y, a
partir de ahí, la competencia con que el alumno se puede desempeñar en la vida
cotidiana. OCDE hace especial énfasis en las capacidades y habilidades de los
jóvenes para integrarse en el mercado laboral.
Los alumnos debían, por ejemplo, distinguir un
hecho de una opinión, o diferenciar los géneros de ficción de los textos que se
refieren a la realidad, así como interpretar los propósitos de diferentes tipos
de mensajes. También te nían que ser capaces de comparar diferentes puntos de
vista sobre un mismo tema.
Nuestro 53,5% por debajo del nivel 2 nos aleja
cada vez más del promedio OCDE (cerca del 18%). Y abre preocupantes
interrogantes acerca del futuro de la generación que hoy asiste a la escuela
media. Todo esto, con una inversión en educación equivalente al 6,5% del PBI:
el mayor de la región.
Por supuesto que no hay soluciones mágicas ni
rápidas. Nadie sensato puede pretender alcanzar los niveles de Shanghai, de
Singapur o de Corea en el corto plazo. Pero pareciera que, tras una década de
vernos involucrados en debates apasionados, cargados de datos “reales” que en
realidad son ficción y opiniones disfrazadas de hechos, los argentinos –y especialmente
los más jóvenes– elegimos “no comprender” lo que nos está pasando.
© Escrito por Ricardo Braginski el jueves 05/12/2013 y publicado por el
Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.