domingo, 7 de julio de 2013

Reportaje a Juan José Campanella... De Alguna Manera...


“Hacer ‘Metegol’ fue como filmar diez películas”...

DIFERENCIAS. “En cuanto al proceso creativo, Metegol se desarrolló exactamente al revés de lo que es una película. Empezás por el montaje y terminás por la filmación”.

Sumergido en la próxima presentación de Metegol, la película de animación a la que dedicó cinco años de su vida, trabaja ya en su nuevo proyecto: dirigir teatro, con Luis Brandoni y Eduardo Blanco como actores, y se prepara para iniciar los estudios de Ciencia Política, “porque dirijo cine hasta las 5 de la tarde, pero soy ciudadano las 24 horas”.

Faltan pocos días para el lanzamiento de Metegol. La nueva creación de Juan José Campanella, como se sabe, es una película de animación en la que este hombre particularmente exitoso ha comenzado a incursionar hace ya varios años. No podemos olvidar, en la etapa inicial, una visita que efectuamos dos o tres años atrás a su estudio, ubicado cerca del estadio de River Plate y donde observamos con fascinación una multitud de pantallas en las que iban registrándose distintos movimientos de los personajes para culminar en una gran imagen en la que se plasmaba el paso final.

—Más que una película, yo diría que es una etapa de mi vida –bromea Campanella–; es como armar un rompecabezas sin ningún tipo de orden. Una película, por ejemplo, es algo mucho más ordenado. Aquí, en la animación, tenés una pieza por un lado, otra por otro y recién empezás a ver la figura cuando ya tenés 200 piezas metidas. El proceso es muy caótico, y hay que encontrar un orden en ese caos.
 
—Quizás por eso encontramos allí un salto muy grande entre “El secreto de sus ojos” y “Metegol”.
—Bueno, es un triple salto mortal. Es otro mundo, otro estilo que puede ser para el mismo público pero que abarca otra parte de su sensibilidad y, por añadidura, incluye ahora a los chicos. Además, es un proceso creativo totalmente distinto. Yo diría que son otros músculos. Imposible comparar estas dos etapas... En cuanto al proceso creativo, Metegol se desarrollo exactamente al revés de lo que es una película. Empezás por el montaje y terminás por la filmación. Te explico: en una película uno arma a partir del material ya filmado y con lo que brindaron los actores. Aquí se arma antes. Se arma en la imaginación y luego vamos llenando. Todo el tiempo me acordaba mucho de Beethoven componiendo ya sordo... sin poder escuchar lo que estaba componiendo. Y la verdad es que no me explico cómo una película de animación puede ser la primera película de alguien. Hay que haber pasado por muchas cosas e imaginarse cómo será el resultado final. Esa es una gran diferencia, y en cuanto a la película, en lo emocional te diría que va para arriba y no hacia abajo como El secreto de sus ojos.
 
—Por ejemplo, en “El secreto de sus ojos” das una pista a través de esa mano que abre una cortinita que descubre el galpón donde está un hombre preso a perpetuidad... No sé si en la animación hay puertas semejantes.
—Sí, hay. El armado de la película, de la historia, es el mismo. La cuestión es cómo se hace. En cuanto a cómo la escribís, te digo que es un cuento en el que los personajes, más allá de que sean dibujados, son también seres humanos con sus ambiciones, sus deseos, sus emociones, sus motores emocionales, sus debilidades y fortalezas. Así es que la historia que se cuenta se arma en la tapa del guión. Y la tapa del guión es igual en las dos.
 
—Qué trayectoria la tuya, Campanella... –reflexionamos. Mientras, este ganador del Oscar recuerda su primera película:
—La filmé en Estados Unidos y en España se llamó El niño que gritó “puta”, se ríe a carcajadas. Sí, sí –enfatiza–, tal cual: The boy who cried “bitch”. Era un juego de palabras sobre El niño que gritó “lobo”. Aquí no se estrenó. Es una película muy dura, muy trágica, en la que el protagonista es un chico de 12 años, psicópata. Luego filmé otra película en los Estados Unidos, basada en un libro de José Pablo Feinmann, El tiro del final, y finalmente volví a la Argentina para hacer El mismo amor, la misma lluvia; El hijo de la novia; Luna de Avellaneda; Vientos de agua (que no considero una miniserie sino parte de mi filmografía).
 
—Además, con el aporte de la maravillosa Aída Bortnik...
—Exactamente. Hicimos Vientos de agua con Aída y luego vinieron El secreto de sus ojos y El hombre de tu vida, y ahora Metegol.
 
—Es un recorrido notable. Si uno mira tus películas no puede dejar de emocionarse por la profundidad que alcanzan. Pero, en este caso, ¿cómo se inventa y se llega a un muñeco?
—Sí, es increíble. A tal punto que, cuando estábamos terminando la película, la mirábamos y nos olvidábamos de que eran dibujos, muñecos... creo que éste es uno de los logros de la película. Te hace creer que sus protagonistas son seres humanos. En la animación tienen un estilo de actuación muy realista y que transmite muchas cosas. Mirá, se empieza con el dibujo en 2D.
 
—¿Qué quiere decir “en 2D”?
—Papel y lápiz. No con relieve. Altura y ancho. No profundidad. Son dos dimensiones. En este caso, Mariano Epelbaum fue el diseñador de todos los personajes y Nelson Luty el de todos los fondos y decorados. Nelson empieza dibujando a lápiz sobre papel. Mariano ya en las tabletas electrónicas, pero como si fuera un lápiz, y de esto se hace un dibujo plano, se decide el personaje después de mil pruebas en las que vas cambiándole la cara, los ojos, el color... Son decisiones que nunca había tomado en mi vida. No sé... Ricardo Darín, por ejemplo, ya viene con color de ojos. Aquí hemos tenido reuniones de seis horas para decidir si los ojos eran azules verdosos o verdes azulados. Fue tremendo, y esto después lo toma otra persona y comienza, con distintos dibujos de poses y perfiles, casi a esculpir. A darle volumen pero en una computadora.
 
—Sin embargo, por lo que estás explicando, los dibujos de la animación también deben abrir claves y puertitas para el espectador.
—Sí, hay muchas cosas que están plantadas en la película y que luego se convierten en pistas para el espectador. Esas son todas técnicas de narración.
 
—El cine es un deleite visual... Quizás el dibujo animado te exija más que el cine.
— Desde la realización, sí. La realización es un esfuerzo tecnológico muchísimo más grande. Insume también más tiempo porque una película, de punta a punta, se hace en seis meses, y Metegol se hizo en cinco años. Así que la exigencia es mucho mayor. Yo diría que equivale a diez películas... Mirá, una película, por ejemplo, se hace con sesenta personas, y para Metegol necesitamos a 487.
 
—¿En serio?
—Sí, sí. Contando músicos, etc., pero 400 trabajando en la película, lo que puede darte una idea de que es mucho más difícil. Ahora, el cuentito que se relata y el corazón de la película... bueno, esto es igual en todas.
 
—Pero, por ejemplo, ¿la banda de sonido... ? Cuando vos mencionabas recién a los músicos me preguntaba si al compositor que hace la banda le vas marcando las secuencias. ¿Cómo es el trabajo?
—Sí. El compositor fue Emilio Kauderer. La música es impresionante y se grabó con la Orquesta Sinfónica de Londres. Emilio también compuso la música de Un lugar en el mundo y El secreto de sus ojos. En fin, varias películas. Es un capo y ha hecho una muy buena música. Aquí, claro, es algo sinfónico mucho más grande de lo que hemos tenido posibilidad de hacer en nuestra historia... En realidad, al comienzo se trabaja siempre en todas las películas con una banda temporaria que es básicamente música de otros lados. Música clásica o de otras películas que te va dando un clima y un ejemplo. Una referencia. Y uno va armando la película con esto, y luego, el compositor lo tomará como leve inspiración, aunque a veces también puede irse para otro lado.
 
—Y con la música ¿vas a editar un CD aparte?
—La música de la película creo que, aquí en Argentina, sale con Warner. No lo sé exactamente porque ésos son derechos de Kauderer.
 
—A propósito de derechos y auspicios, aquí, en Argentina, se ha comentado que la Disney no te habría brindado la promoción que te correspondía. Que te había dado poca promoción.
—¿Poca? No, Ninguna. No encontró lugar en su pauta para Metegol en ninguno de los tres canales que tiene para niños. No sé, no sé... yo creo que tendrías que preguntárselo a ellos. Dan promoción a otras películas de otras productoras. Esto no es por un tema como sería entre Telefe y Canal 13. No, no. En los canales de Disney dan rutinariamente promociones de películas que no son de Disney pero no encontraron lugar para Metegol.
 
—Es increíble que, con una trayectoria como la tuya, ocurran estas cosas.
—Qué sé yo. Por ahí son cosas de un ejecutivo local. La verdad es que no quiero hacer un escándalo sobre esto, ¿viste? Ya he mandado un par de chicanitas hace 15 días –se ríe–, y la verdad es que creció mucho más de lo esperado. Lo que se habló benefició a la película más que si hubiera pagado toda la pauta y ellos hubieran puesto todos los comerciales en pantalla. La película no necesita un escándalo para sobrevivir. En una palabra: esto ya fue.
 
—“Metegol” es un viejo sueño tuyo. Desde hace dos años venimos hablando de esto.
—Nosotros venimos hablando de esto desde hace dos años, pero yo desde hace cinco estoy trabajando.
 
—Vos no parás nunca. A un paso del estreno de “Metegol”, estás preparando algo en teatro, ¿es así?
—Absolutamente. Es la primera vez que dirijo teatro y estoy ensayando con Beto Brandoni y Eduardo Blanco. Es una obra que me encanta: Parque Lezama, y pensamos estrenarla en agosto. Es una adaptación que he hecho de una obra americana, I’m Not Rappaport, de Herb Gardner. Yo creo que es la mejor obra que he presenciado en mi vida, y desde que la vi, hace 25 años, advertí que es un texto más argentino que norteamericano. Está escrita, obviamente, por un judío neoyorquino (que es lo más parecido a un porteño). Mirá: un romano, un judío neoyorquino y un porteño son las tres cosas más parecidas que conozco. Ahora puedo cumplir el sueño de hacerla realidad, y la verdad es que la obra está quedando muy, muy bien.
 
—No parás nunca, Campanella. Recuerdo la repercusión que tuvo “El mismo amor, la misma lluvia”, lo que se habló de aquel nuevo director. ¿Han pasado acaso tantos años?
—Catorce.
 
—¿Cómo fue tu evolución?
—En realidad, no te das cuenta porque el nivel de trabajo ha sido el mismo que cuando no pasaba nada. Uno trabaja igual siempre. A veces conecta, y a veces no. La verdad es que es la magia de esto: cuando las cosas se dan, decimos que es la belleza del momento, y cuando no es así, decimos... –entre carcajadas utiliza un término que no me deja reproducir–. La cosa es inmanejable y depende mucho no sólo de lo que uno hace sino también de aquello en lo que está la sociedad. En qué está la gente. Uno empieza los proyectos dos o tres años antes de que se realicen y es imposible anticipar en qué estará la sociedad, cuáles serán sus temas, sus intereses. Así es como ha habido grandes películas en la historia que han fracasado. Por ejemplo, la mejor película que he visto en mi vida, ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra, fue un fracaso cuando se estrenó. Casi se arruina el estudio que la producía. La película se estrenó en 1946 y los Estados Unidos de posguerra no querían oír hablar de angelitos. El gran éxito fue, en cambio, Lo mejor de nuestras vidas, la historia de tres veteranos que volvían de la guerra y que se llevó todos los Oscar. El éxito depende mucho de lo que se está hablando.
 
—Conociendo tu trayectoria, cabe suponer que, después de “Metegol”, tenés dos o tres proyectos en marcha.
—Como te decía, estoy muy dedicado a dirigir teatro. Desde hace un año estamos con este proyecto y en Estados Unidos hice un poco de televisión. Fue en marzo y abril: un piloto para una serie que sería la reemplazante de Breaking bad, que ha tenido mucho éxito, una serie de culto. Mi piloto sería para la serie que la reemplazará. En el segundo semestre voy a intentar escribir un nuevo guión para una película normal, y el año que viene quiero empezar a cursar una maestría en Ciencia Política.
 
—Pero, si me permitís, ¿cuál sería la relación entre el cine y la Ciencia Política? Salvo que estés preparando la biografía de Cristina Kirchner...
—No, no... Es más por una inquietud de conocer un poco más un tema que me interesa y no por participar. Tengo un hijo de seis años y jamás le haría eso.
 
—Entonces, después de varios capítulos de “Dr. House”, “La ley y el orden” y algunos especiales...
—... en realidad, de eso vivo. Son un promedio de dos capítulos por año.
 
—Sigo pensando en tu proyecto de estudiar Ciencia Política. Es una idea inteligente porque, indudablemente, 2015 no está tan lejos y aquí, si estrenás una película dentro de dos años, vas a tener público para comentarla a favor o en contra.
—No. La película no es sobre política. Tiene más que ver con la muerte. Y esto responde a una inquietud personal.
 
—Te creo, pero éste es un momento del país muy particular.
—Hace cinco años escribí el guión de Metegol; sin embargo, tiene que ver con darnos cuenta de que estamos jugando todos en la misma cancha. Yo trato de no vivir en una burbuja, estoy conectado con la gente. Tengo pocos amigos dentro de la industria. La mayoría de mis amigos no están relacionados con el cine, y yo dirijo cine hasta las 5 de la tarde o sin horarios (él mismo se ríe cuando advierte que no se detiene frente al reloj)... pero soy un ciudadano durante las 24 horas del día.
 
—Aparte de los guiones que te mandan, ¿tenés tiempo para leer?
—No leo los guiones pero leo muchos ensayos (no ficción), y ahora, como te dije, estoy con el tema de Ciencia Política. Me interesa mucho, y hace poco leí algo muy recomendable: Inteligencia emocional, de Goleman. Te aseguro que se lo recomendaría a mucha gente conocida. Me parece que, últimamente, esta lectura está haciendo falta... –se ríe con ganas–. Y, en cuanto a novelas, acabo de terminar El puente de San Luis Rey. Toca el tema de la muerte que, como te decía, estoy tratando. También estoy leyendo Algo pasó, de Joseph Heller, uno de mis autores favoritos.
 
—Disculpame la indiscreción, pero un tipo tan vital y exitoso como vos, ¿por qué se asocia al tema de la muerte?
—Bueno... es un tema que un día llega. En los últimos años fallecieron mis padres, nació mi hijo... O sea que, en un año, pasé de ser hijo durante toda una vida a ser padre. Y esto te hace pensar un poco en que todo se acaba... pero no quiero que se haga un bajón con eso. Todo lo contrario. Creo que hay que reconciliarse con esa idea. Hacerse amigo de ella.
 
—Lo terrible no es siempre un bajón. Es simplemente terrible, ¿no?
—Bueno, sí. A veces puede ser hasta liberador. Estoy trabado con esto. En este momento, más que hablando y escribiendo, te diría que estoy leyendo.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guiñazú el domingo 07/07/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


No hay década ganada para la Educación Pública… De Alguna Manera...


No hay década ganada para la Educación Pública…


A mayor pobreza, en estos momentos, le corresponde menor escolarización y menor calidad educativa, cuando debiera ser absolutamente lo contrario.

La Ley Nacional de Educación (N º 26.206/2006) fue un paso adelante con respecto a la Ley Federal (Nº 24.521), sancionada en 1994 de acuerdo a las necesidades de la economía de la época, el neoliberalismo o ”capitalismo salvaje”, que profundizó el retroceso de la educación pública que había comenzado en 1976 con la dictadura militar.

La Ley Federal basada en las recomendaciones emanadas del FMI y del BM para América Latina tuvo como verdadera intención desinvertir en los sectores populares, que resultaban “inviables” para el nuevo orden mundial y destinar la mayor cantidad de recursos al pago de la deuda externa (contraída con los organismos de crédito mencionados)

Esta norma considera a la educación con criterio mercantilista, es decir como un servicio y no como un derecho abriendo la puerta para subsidios del tipo voucher o chárter, encuadrados dentro del concepto de “equidad”.

Por medio de la Ley de Transferencia, de 1992, por la cual se transfirieron las escuelas de todas las ramas a las provincias se dio el primer paso.

Esta descentralización fue una de las herramientas para la reducción de gastos ya que las provincias debieron hacerse cargo de los mismos sin recibir los fondos correspondientes.

Aquellas cuyos recursos no lograban cubrirlos tuvieron largos conflictos gremiales por no poder pagar los sueldos además del colapso de la infraestructura.

Se produjo así una migración de los sectores más pudientes hacia la enseñanza privada.

Otra consecuencia nefasta fue la desestructuración del sistema a nivel nacional ya que cada jurisdicción organizó los ciclos de acuerdo a su criterio, desarticulándose en 24 subsistemas.

Es bueno recordar que este engendro fue votado por unanimidad en el Congreso Nacional y que casi todos los que ahora dicen preocuparse tanto por el pueblo la sostuvieron y aplicaron en sus provincias con todo rigor, por ej. en Santa Cruz, Córdoba, Río Negro, Buenos Aires, etc.

Entonces, bienvenida resultó la Ley Nacional que, si bien no fue la solución integral al desastre producido por las políticas de los 90, representó, al menos en la letra, un avance.

Pero muy poco se ha cumplido de esta Ley, aún con las limitaciones que presenta ya que mantiene el núcleo duro de la transferencia y propone dos estructuras vigentes, además de obviar la palabra “laica”, lo que permite que, por ej., en Salta se de educación católica en el contra turno de las escuelas estatales, y muchas otras perlitas más que resultaría muy tedioso analizarlas en esta nota.

En lo positivo la Ley en el Título 1 Disposiciones Generales Art. 2 reconoce a la educación como un derecho social y en el 10 el Estado se compromete a no suscribir tratados que impliquen concebirla como un servicio lucrativo o alienten cualquier forma de mercantilización de la misma.

En su artículo 28 establece la jornada completa o extendida en todo el territorio nacional pero a 6 años y medio de su promulgación según el Ministerio de Educación de la Nación, en 2012 sólo el 8,4% de los alumnos de primaria asisten a escuelas de jornada completa o extendida.

¿Cuál es el motivo de este incumplimiento del art. 28? Muy simple es necesaria una inversión importante en refacción y construcción de edificios y su correspondiente equipamiento y en sueldos docentes.

La importancia de que la población escolar primaria pueda concurrir a estas escuelas es fundamental, sobre todo, para los sectores más desfavorecidos ya que aumenta el tiempo que los/as niños/as están en contacto con el aprendizaje, los aleja de conflictos y violencia familiar (muchas veces estos problemas son detectados porque hay una vínculo más estrecho con los docentes), reciben tres comidas en el colegio y tienen más estímulos al contar con más horas de materias como plástica, música, tecnología, idioma y educación física.

Otra dificultad encontramos en el cumplimiento de la universalización de las salas de cuatro años, consagrada en los artículos 19, 20 y 21 (recordemos que la sala de 5 años es obligatoria).

En este caso, tomando datos de la Fundación Arcor y Siteal, en su informe “La situación de la primera infancia en Argentina”, del corriente año, podemos observar que entre 0 y 2 años concurren al Jardín de Infantes 10% de los niños, de 3 años concurre el 40%, de 4 años el 75% y de 5 años la concurrencia es mayor al 80%.

El problema principal es que la no inclusión se incrementa en los estratos sociales más bajos y una de las razones es la falta de establecimientos.

Quedarían así, según el propio M.E.N 1.000.000 de chicos fuera del sistema de educación inicial.

Que, en los casos de sectores postergados es de gran importancia porque, además de todo lo expuesto para el nivel primario, permite un desarrollo cognitivo superior y previene el fracaso escolar.

Ninguna jurisdicción del país cumple con las necesidades del nivel inicial, por lo cual todos los años vemos quedarse sin vacante a una enorme cantidad de pequeñitos desde 45 días a 5 años.

Podemos afirmar que a mayor pobreza, en estos momentos, le corresponde menor escolarización y menor calidad educativa, cuando debiera ser absolutamente lo contrario.

En cuanto a la cantidad de docentes por alumnos, un dato fundamental ya que depende de esta variable la posibilidad de una buena llegada de los maestros a sus clases, en primaria tenemos un promedio nacional de 25,2 alumnos por docente, pero debemos tener en cuenta que se consideran a todos los docentes, aún aquellos que están en tareas pasivas, comisiones de servicio o cargos directivos o sea que no atienden cursos. Por lo tanto es muy común que nos encontremos con aulas superpobladas, lo que redunda en una baja calidad de la enseñanza.

En cuanto a las políticas para promover la igualdad de oportunidades, éstas no dejan de ser asistencialistas ya que no vemos por lo expuesto, que se refuerce la calidad educativa en los lugares donde es más necesario.

Aunque podría seguir analizando mucho más me interesa señalar que de la mentada inversión educativa del 6,47% la Nación aportó, en 2012, el 2,2% y el resto las provincias, cuando la Ley prevé que el Estado Nacional aporte el 40% y las provincias el 60%.Además el 30% de esta inversión está destinada a las escuelas privadas (Eduardo Lucita 10/ 05/ 2013).

Con respecto a las propuestas para encarar una verdadera instrumentación de la educación igualadora, inclusiva de verdad, y no para figurar en las estadísticas internacionales como un país que cumple con las metas cuando en realidad miente con un discurso que va quedando cada vez más al descubierto me he explayado muy largamente en mis notas anteriores.

Lo que hemos visto es apenas un recorte de todo lo que no se ha hecho y no se hace en materia educativa, por eso puedo asegurar que, como en muchos otros aspectos salud, energía, bienestar, la década está muy lejos de ser “ganada” para la educación pública.

© Escrito por Maria Elena Benso, Directora del Área de Educación del ISEPCi, el miércoles 03/07/2013 y publicado por http://www.isepci.org.ar

 
 

El único congelamiento es el de la pobreza… De Alguna Manera...


El único congelamiento es el de la pobreza…


En los últimos meses, los niveles de pobreza han mantenido la tendencia del año 2012, llegando a 1 de cada 4 habitantes del Conurbano Bonaerense. A pesar del crecimiento sostenido durante la última década, que se refleja en el aumento en un 100% del Producto Bruto Interno, los niveles de pobreza e indigencia aún persisten en cifras alarmantes en nuestro país, alcanzando a casi un tercio de la población, y equiparándose con los valores de la década del 90.

Estas cifras, obtenidas a partir de los valores de las Canastas Básicas Alimentaria y Total del Indice Barrial de Precios, son considerablemente mayores a las presentadas por el INDEC, que busca ocultar los verdaderos índices, para sostener el relato de que el gobierno encabezado por Cristina Fernández de Kirchner es progresista. Nuestros datos muestran con total claridad que los alcances del modelo económico kirchnerista mantienen por fuera a una inmensa porción de la población. No hay progresismo verdadero que se sostenga con estos niveles de pobreza e indigencia. 

En los últimos meses, los niveles de pobreza han mantenido la tendencia del año 2012, llegando a 1 de cada 4 habitantes del Conurbano Bonaerense. 

El nivel de pobreza para el Conurbano Bonaerense, según el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, para el cuarto trimestre de 2012 es de 24,05% y el nivel de indigencia de 5,6%. Ello significa que hay 2.470.349 personas que viven bajo la línea de pobreza y 574.553 que lo hacen bajo la línea de indigencia, y que no alcanzan a alimentarse correctamente. La variación de los índices de pobreza e indigencia del 4to. trimestre 2012 con respecto igual trimestre del año 2011 es de 0,54% y de casi el 22%, respectivamente.

Estas cifras se repiten a lo largo y ancho del país, según los datos que mostramos a continuación:


El ocultamiento de estos valores por parte del Instituto oficial, deja como consecuencia la imposibilidad de pensar políticas públicas efectivas que apunten a disminuir considerablemente estos valores. La única verdad, es la realidad.

© Escrito por Isaac Rudnik, Director del ISEPCi, el lunes 1º/07/2013 y publicado por www.isepci.org.ar