Tono
conciliatorio…
Según
quien vea a la Patria. Dibujo: Pablo Temes.
Cristina
lució más componedora, aunque –como siempre– planteó un país idílico, que no
existe. El
largo discurso de la Presidenta tuvo una característica principal: su tono
conciliatorio. Y eso fue muy importante. A la luz de los tiempos que se viven,
la actitud de Cristina Fernández de Kirchner fue clave para que la Asamblea
Legislativa se desarrollara normalmente, en un ámbito que fue copado totalmente
por el oficialismo.
Fue
también conciliatoria la breve alocución que le dedicó a la militancia K,
movilizada principalmente por los intendentes del conurbano bonaerense, desde
la explanada del Congreso. ¿Marcará esto el comienzo de un tiempo mejor para la
convivencia política en la Argentina?
Por
lo demás, del análisis de los aspectos concretos del discurso presidencial,
surge la semblanza de un país idealizado y,
por ende, alejado de muchas de las circunstancias que componen su realidad:
◆ No se habló de la
inflación, ni de sus causas, ni de qué se va hacer para enfrentarla.
◆ No se habló de la
devaluación.
◆ No de habló del cepo
cambiario.
◆ No se habló de la
caída de la actividad económica que se verifica en estos últimos meses.
◆ No se habló de la
crisis energética.
◆ No se habló de la
inseguridad.
◆ No se habló del
creciente problema del narcotráfico.
◆ Se habló de
negociaciones paritarias libres a las que, en los hechos, el Gobierno trata de
ponerles un límite, tal como reconocen los dirigentes gremiales que se han
reunido con la Presidenta.
◆ Se insistió en que
por YPF se pagarán 5 mil millones de dólares, cuando en realidad, sumando los
intereses, el pago será el doble.
◆ Se habló mucho del
pasado.
◆ Se repitió la
estrategia de referir todos los índices socioeconómicos al año 2003, índices
con los que cualquier comparación es infinitamente mejor.
◆ Se criticó
fuertemente a los empresarios.
◆ No se habló de
calidad educativa.
◆ La televisión
oficial casi no mostró al vicepresidente, Amado Boudou, signo inequívoco de su
ostracismo político.
◆ Se invocó la
designación al frente de la presidencia provisional del Senado del radical K
Gerardo Zamora como un gesto de convergencia política con la Unión Cívica
Radical, de cuyas filas el ex gobernador de Santiago del Estero fue expulsado
en 2010.
◆ Se fustigó a los
piquetes, a los que, cuando estaban a favor del Gobierno, no sólo se toleró
sino que también se alentó.
◆ Se puso en duda el
acuerdo con Irán, que tanto se había defendido.
◆ Se defendió la
estabilidad institucional de Venezuela –lo cual está muy bien– pero no hubo una
sola palabra de condena para la persecución política que, con su secuela de
muertes, lleva adelante el presidente Nicolás Maduro.
El
discurso de la Presidenta duró dos horas y cuarenta y cinco minutos, a lo largo
de las que habló de un país distinto al que la mayoría de la ciudadanía padece
día tras día.
En
el final, al mencionar la designación de Zamora como presidente provisional del
Senado, Cristina Fernández de Kirchner hizo una convocatoria a construir una
sociedad más tolerante y plural, ideal que representa todo lo contrario de lo
hasta ahora hecho desde su gobierno.
¿Cambiará?
¿Cambiará?
Producción
periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito
por Nelson Castro el Sábado 01/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.