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sábado, 6 de junio de 2015

Los muchachos feministas… "Ni Una Menos"... Parte II @dealgunamanera...

Los muchachos feministas…


Los muchachos feministas pensamos que las mujeres deben ganar lo mismo que los varones cuando realizan igual trabajo o tarea. Y que no es una excusa o argumento válido que a un padre de familia haya que pagarle más que a una mujer sola, pues para eso existen las asignaciones familiares.

Los muchachos feministas pensamos que los ascensos deben otorgarse a las personas que están más preparadas para un determinado puesto, sin importar si se trata de un varón o una mujer, como también ambos tienen el mismo derecho a capacitarse.

A los muchachos feministas no nos parece bien que sean siempre las mujeres las que tengan que faltar al trabajo cuando los chicos se enferman, porque siempre el nuestro es más importante que el de ellas.

Los muchachos feministas que somos padres pensamos que tenemos la misma obligación que las mujeres de llevar a nuestros hijos al médico, de revisar sus cuadernos o de asistir a las reuniones de padres del colegio. Aunque por razones culturales o de conveniencia, muchas veces no lo hacemos.

Los muchachos feministas sabemos que tenemos que compartir las tareas domésticas con nuestras mujeres que también trabajan, y que no es suficiente con que simplemente las “ayudemos” o “colaboremos”.

Los muchachos feministas pensamos que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su salud sexual y reproductiva, y que el Estado y las leyes deben adecuarse para respetar sus puntos de vista individuales.

Los muchachos feministas no toleramos que, bajo el argumento de los celos o de una supuesta moral victoriana, haya varones que ejerzan de manera cotidiana una tortura psicológica sistemática sobre las mujeres, coartando su libertad para maquillarse, vestirse o arreglarse como les plazca. Por lo tanto no aceptamos argumentos tales como “esa pollera es demasiado corta”, “ese escote es demasiado pronunciado”, o “ese maquillaje es muy provocativo”.

Los muchachos feministas desconfiamos de los hombres que porque dicen “amar demasiado a sus mujeres”, las someten permanentemente a escenas de celos violentas, las acusan de cometer infidelidades que solo están en su fantasía, y las persiguen sin pausa con el fin de comprobar el producto de su afiebrada imaginación.

Los muchachos feministas no creemos en las disculpas recurrentes de los violentos, que para dejar atrás una golpiza o una sarta de insultos llegan a casa con un ramo de flores, renovadas declaraciones de amor infinito y eterno, y la enésima promesa de un cambio de actitud definitivo.

Los muchachos feministas detestamos que haya varones que a través del desprecio y la violencia diaria minan o destruyen la autoestima de sus mujeres, hasta convencerlas de que solamente permaneciendo al lado de ellos lograrán escapar de un destino de desgracia y miseria.

Los muchachos feministas aborrecemos a los hombres que amenazan a sus mujeres con lastimar a sus hijos si no aceptan las condiciones de convivencia que ellos les imponen, o si osan denunciarlos ante la justicia, o intentar separarse o divorciarse de ellos.

Los muchachos feministas no soportamos que se le ponga la mano encima a una mujer, aprovechando de manera cobarde la fuerza de machos, y por lo tanto ejerciendo sobre ella violencia de género.

A los muchachos feministas nos desespera que casi todo los días en algún rincón del país una mujer muera a manos de la locura asesina de un hombre, y que todavía algunos medios de comunicación se refieran a estos femicidios como “crímenes pasionales”.

A los muchachos feministas nos complace el apoyo generalizado que ha recibido la marcha del 3 de junio bajo la consigna #NiUnaMenos por parte de casi todos los sectores y personalidades políticas, pero nos preocupa que en muchos casos pueda tratarse solamente de un reflejo oportunista en el contexto de un año electoral.

Los muchachos feministas pretendemos que tanto los políticos como los medios de comunicación se preocupen por los femicidios y la violencia de género los 365 días del año, y que eso se traduzca en el apoyo a políticas concretas para evitar tanta tragedia, y con presupuestos acordes para cumplir con los objetivos trazados.

Los muchachos feministas estamos convencidos de que la violencia de género y el femicidio son temas demasiado graves para dejárselos solo a las mujeres.

Por todo esto y seguramente mucho más, los muchachos feministas marchamos junto a nuestras madres, hermanas, hijas, amigas y compañeras de trabajo el 3 de junio a la Plaza del Congreso y a todas las plazas del país en donde hubo una convocatoria, donde dijimos muy fuerte: Basta de Femicidios. Ni una menos.

© Escrito por Pablo Perelman, Economista especializado en temas demográficos y de familia, el sábado 06/05/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ni patriarcados ni paternalismos... "Ni Una Menos"... Parte I. @dealgunamanera...

Ni patriarcados ni paternalismos... 


La consigna que nos convocó a la movilización del 3 de junio es fuerte y directa: “Ni una menos”. No toleramos una muerta más, no queremos más víctimas de la violencia machista. La enorme y diversa participación en la movilización nos conmueve y conmociona, pero además nos compromete. ¿Qué hacer, además de movilizarnos y decir que estamos hartas?

Tenemos la constitución, los tratados, las leyes. Hay políticas que se despliegan desde el gobierno nacional, pero evidentemente también hay mucho trabajo pendiente.

Una de las tareas, que excede la coyuntura y los hechos puntuales, es generar conciencia y cuestionar profundamente a la sociedad para promover los cambios necesarios.

Los femicidios están insertos en la sociedad en la que vivimos, en la que persisten relaciones injustas como son las de género, que pueden conducir al asesinato de mujeres en manos de sus parejas o ex parejas.

Para producir transformaciones debemos reflexionar sobre todas las formas de violencia machista. Las violencias simbólica, sexual, económica, institucional. En todas estas manifestaciones violentas que padecemos las mujeres se pone de manifiesto la injusticia en las relaciones sociales de género.

Las distintas expresiones de violencia dan cuenta de la subordinación de las mujeres, de su menor consideración social, del hecho de que aún hoy no seamos consideradas sujetos dignos con derechos plenos.

Por eso, entiendo que la construcción de la justicia social también pasa por construir la justicia de género.

Además de movilizarnos tenemos el deber de generar conciencia y promover todas las medidas a nuestro alcance para cambiar esta realidad social acuciante, para desbaratar las relaciones de género injustas y seguir transformando la sociedad. La educación, los medios, el trabajo, el mercado, la cultura, todos los ámbitos son terreno para impulsar este cambio esencial.

Desde hace años venimos impulsando el acceso a los derechos reproductivos para las mujeres, niñas y adolescentes, la eliminación de los estereotipos de género en los medios, el cuidado compartido de los hijos/as a través de los regímenes de licencias laborales que también contemplen a los varones como cuidadores, la jubilación para las amas de casas, el reconocimiento de las trabajadoras domésticas como trabajadoras con plenos derechos.

Todas estas medidas están encaminadas a obtener relaciones de género más justas; ese es su efecto concreto, pero debemos redoblar el esfuerzo.

En particular, creo que es necesario pensar un poco más en los varones. Hacer foco en ellos, no en ellos individualmente sino como sujeto colectivo privilegiado y en la forma en que se construye esta concepción de masculinidad que tanto daño causa.

Y me parece que tiene sentido porque ante la injusticia y la violencia extrema, que llega al acto de matar, no se trata sólo de cambiar o fortalecer a las mujeres –las mujeres ya cambiamos y nos fortalecimos muchísimo, aunque siempre parezca poco–, sino principalmente, de cuestionar los estereotipos que seguimos perpetuando.

La fuerza física, la determinación, ganar, poseer, todo eso que seguimos trasmitiendo irreflexivamente a los varones tiene que ver con lo que nos pasa. Los seguimos alentando a dominar. Inclusive persiste el miedo a trasmitirles otros valores por temor a que se “feminicen”. Los censuramos duramente si flaquean, si no se ajustan al molde. ¿Qué esperamos como resultado?

Por otra parte, y cuando el tema que nos convoca es la violencia de género, creo que es importante no caer en simplificaciones. Muchas mujeres, casi todas en algún u otro sentido, sufrimos violencia de distintos tipos y en distintos ámbitos. Pero no podemos permitir que desde concepciones paternalistas nos coloquen, por eso, en el lugar del sujeto débil que debe ser protegido.

Ante la violencia necesitamos medidas estatales concretas, decisiones, presupuesto público afectado a esta problemática. Necesitamos visibilización del asunto y atención decidida, no beneficencia.

Si caemos en la trampa del paternalismo, dejamos de ser agentes activos de la construcción social, actuales y potenciales protagonistas de nuestra propia historia, y nos transformamos, nuevamente en objetos. No de la violencia, sino de la protección, pero objetos al fin y al cabo.

No queremos ni una menos. Queremos la transformación social con todas y con todos.

© Escrito por Gabriela Alegre, Presidenta del bloque del Frente para la Victoria de la Legislatura porteña, el sábado 06/05/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


viernes, 22 de febrero de 2013

La Argentina y los Derechos Humanos en la ONU... De Alguna Manera...


Argentina debe responder en la ONU a 118 recomendaciones por DDHH…

Presidente Cristina Fernández de Kirchner.

Violencia de género, legalización del aborto y libertad de expresión son algunos de los temas cuestionados.

Desde Ginebra. La comparecencia de Argentina está agendada para el próximo 13 de marzo, en la tercera semana de la primera sesión anual del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que comienza sus deliberaciones el próximo lunes en Ginebra. Ese  día está prevista la intervención del Canciller Héctor Timerman, en la cual es posible que revele las prioridades del gobierno para 2013 en la materia. Una quincena más tarde, el Secretario de Estado para Derechos Humanos, Martín Fresneda, encabezaría la delegación encargada de aceptar, rechazar o considerar que ya está implementando las 118 recomendaciones formuladas por 56 países el 29 de octubre pasado.

 Estas recomendaciones son el resultado del Examen Periódico Universal (EPU) que Naciones Unidas somete de forma escalonada una vez cada 4 años a todos sus 193 Estados miembros, en reuniones abiertas donde los países que así lo estimen formulan alabanzas, críticas, y sacan conclusiones en un “dialogo interactivo” con el país examinado, que luego se refleja en un informe. El documento oficial respecto a lo debatido en torno a la Argentina debe aprobarse el 13 de marzo venidero, cuya versión en castellano acaba de ser publicada por la ONU en Ginebra.

 Compuesto por 47 países elegidos por el voto secreto de la Asamblea General de la ONU, que se van rotando anualmente según una distribución por regiones del planeta, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU integra este año a 8 países latinoamericanos, entre ellos la Argentina, además de Brasil, Perú, Guatemala, Chile, Costa Rica, Ecuador y Venezuela. La presente sesión finalizara el 22 de marzo 2013.

 Máximo órgano en los temas de derechos individuales y libertades publicas, la jurispriudencia del Consejo consagra que los derechos humanos son indivisibles, interdependientes y están interconectados. Estipula que carecen de jerarquía, y el presunto respeto de unos no puede llevarse a cabo habilitando la supuesta transgresión o en detrimento de otros.

 Al margen del orden cronológico del informe, por su volumen destaca una larga serie de recomendaciones planteadas por 30 países  las cuales significan peticiones para garantizar los derechos de la mujer, contra la violencia que padecen -en particular doméstica- no violar sus derechos sexuales y reproductivos, erradicar la trata y discriminación de las que suelen ser objeto, endurecer la penas y avanzar por la emancipación de la mujer y “la incorporación del delito de feminicidio en el Código Penal” (Moldova, Indonesia, Ecuador, Libia, Malasia, Singapur, Belarús, Iraq, Sri Lanka y Perú).

 Costa Rica reclama para las mujeres “servicios amplios y gratuitos de asistencia jurídica, atención sicológica y refugios”. Grecia y Marruecos piden “responder mejor al problema de la violencia doméstica”. Países Bajos sugiere “analizar las causas de la impunidad … y asignar fondos y personal para atacar esas causas”. Noruega espera la creación de “un corpus integral de datos estadísticos sobre violencia de genero en todo el país”. Gran Bretaña insta a publicar los datos “fiables” que recoja un órgano con “mandato”. Palestina aguarda “la aplicación efectiva de la legislación de prevención y sanción” de esa violencia. Portugal reivindica “sanciones de los agresores” y “un plan de acción nacional para la prevención”.

 En tal sentido España llama a un “compromiso de todas las instancias del Estado en la lucha contra la violencia de género, con el fin de reducir el número de muertes”. Venezuela insta a continuar “avanzando en el ámbito de (esa) lucha y prevenir la trata de personas”, Argelia apela a consolidar aquella lucha y “contra todas las formas de discriminación”, mientras que Canadá precisa la necesidad de “seguir adoptando medidas”, Trinidad y Tobago propone facilitar “el acceso de las víctimas a la justicia y a un amplia gama de servicios gratuitos”, a lo que se suma Australia. Eslovaquia subraya el imperativo de prevención y castigo de la violencia contra las mujeres y la trata. Francia adhiere y amplia a la lucha “contra los estereotipos misóginos”

 A su vez, seis países europeos abundan por un “pleno reconocimiento de los derechos reproductivos” (Francia), por el “respeto a la decisión de la Corte Suprema del 12 de marzo de 2012 que las mujeres y niñas víctimas de una violación tengan posibilidad efectiva de abortar en condiciones de seguridad y legalidad” (Alemania y Noruega), en tanto que Países Bajos y Noruega invitan a tomar “medidas” para reducir la mortalidad y morbilidad maternas e infantil, “consecuencia de lo abortos practicados en condiciones peligrosas”. Para Eslovenia debe haber un pleno “acceso a productos y servicios de salud reproductiva, y Suiza demanda “la aplicación efectiva de la guía técnica para la atención de los abortos no punibles à nivel nacional”. Uruguay puntualiza que se refuercen “disposiciones jurídicas y administrativas existentes que garanticen la salud sexual y reproductiva”.

 Al mismo tiempo, once recomendaciones encomiendan mejorar “las condiciones de detención en las prisiones” (Alemania). Invitan al “cumplimiento de las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos” (Hungría”). Alientan a “continuar los esfuerzos destinados a reducir el hacinamiento y violencia en las” cárceles (India, Marruecos, Eslovenia, España y Argelia), en favor de un sistema penitenciario acorde con “normas internacionales” (México, Eslovaquia, Suiza y Austria), y agentes de policía y fuerzas del orden debidamente educadas y formadas en derechos humanos (Costa Rica) .

 Paralelamente, ocho países occidentales se refieren a la libertad de expresión. Bélgica a favor de « aprobar legislación exhaustiva sobre acceso a la información pública y promulgar una ley que abarque las tres ramas del poder », Canadá para que se legisle en cuanto « al acceso a la información y establecer mecanismos que faciliten el acceso del público a la información, con arreglo a practicas optimas”, Suiza por la promulgación de “una nueva ley de acceso a la información pública que se ajuste a las normas internacionales”, a lo que Noruega agrega la creación “de un órgano independiente y autónomo” que lo garantice.

 Alemania le solicita a la Argentina que vele por la libertad de expresión y de prensa “en todo momento”. España aboga por la “pluralidad de los medios de comunicación”. Australia por la “protección de los periodistas” y Estados Unidos sostiene que se debe “observar y aplicar las decisiones de la Corte Suprema relativas a los artículos de la Ley de servicios de comunicación audiovisual que todavía son objeto de debate”.

 Desafios en los derechos de los discapacitados son señalados por Malasia, Omán, Eslovaquia, España, Jordania, Armenia, Venezuela, Estados Unidos y Tailandia. Rusia, Honduras, Iraq y Trinidad y Tobago requirieron un Defensor para los derechos de los Niños, Niñas y Adolecentes. Merecen peticiones específicas los derechos de los migrantes, extendiendo los beneficios de la Asignación Universal por Hijo (Austria, Pakistan, Venezuela, Omán, Bolivia, Armenia y Belarús), de los afrodescendientes (Nicaragua y Tunez), de los ancianos (Brasil) y de los refugiados (Belarús). Por una profundización del derecho a la educación se pronuncian China y Cuba. Falencias para con los pueblos indígenas son evocadas por Grecia, Perú, España, México y Omán. Sudáfrica llega incluso a plantearle a la Argentina que se proclame “Estado multiétnico” y que reconozca la “memoria histórica” de los “afroargentinos”.

 Los mecanismos de control para combatir la tortura, en línea con los instrumentos internacionales ratificados por Argentina, figuran en las observaciones de Brasil, Estados Unidos, Honduras, Túnez y Reino Unido, y que sus “víctimas obtengan reparación”, (Belarús, Eslovaquia, Túnez y Austria). Armenia instó a “proseguir los esfuerzos para enjuiciar los autores de delitos de lesa humanidad”, y Perú a “continuar desarrollando una política de Estado basada en los pilares históricos del movimiento de derechos humanos de la Argentina: memoria, verdad y justicia”.

© Escrito por Juan Gasparini el jueves 21/02/2013 y publicado por plazademayo.com





martes, 21 de agosto de 2012

Los números del femicidio... De Alguna Manera...

Los números del femicidio…

Cada tres días, dos mujeres son asesinadas en el país como consecuencia de la violencia de género.

En los primeros seis meses del año se registraron 119 homicidios de mujeres por violencia de género. En siete de cada diez casos, el agresor fue la pareja o la ex pareja de la víctima. Como consecuencia de estos crímenes, 161 niños perdieron a su madre.

Gilda Mariana González tenía 33 años y vivía en Río Cuarto, Córdoba. El 1º de febrero fue baleada y agonizó varias horas hasta morir en un hospital. Su ex marido se entregó por el hecho a las 24 horas del ataque. Sobre él pesaba una orden de captura desde un par de días antes por una golpiza brutal que le había dado a la mujer. El de Gilda es uno de los 119 homicidios de mujeres por violencia de género que se registraron en los primeros seis meses del año, de acuerdo con el relevamiento que lleva adelante el Observatorio de Femicidios en la Argentina, coordinado por La Casa del Encuentro. La cifra significa que cada tres días dos mujeres fueron asesinadas en el país por el hecho de ser mujeres. En siete de cada diez casos, el presunto agresor resultó el marido o ex pareja de la víctima. 

Uno de los daños colaterales más dramáticos de los femicidios es la cantidad de chicos y chicas que quedan huérfanos brutalmente: 161 hijas e hijos perdieron a su madre como consecuencia de la violencia de género, de los cuales al menos casi un centenar son menores de edad. “Es necesario considerar a la violencia sexista como una cuestión política, social, cultural y de derechos humanos, de esta forma se podrá ver la grave situación que viven las mujeres, niñas y niños en la Argentina como una realidad colectiva por la que se debe actuar de manera inmediata”, señaló a Página/12 Fabiana Tuñez, coordinadora de La Casa del Encuentro, al evaluar las estadísticas.

Si se compara con el mismo período de los últimos dos años, se nota un descenso de los femicidios: 152, en 2011 y 126, en 2010, frente a 119, en 2012. Sin embargo, Ada Beatriz Rico, directora del Observatorio, aclaró a este diario que al sumar los casos que ya se han registrado en julio y lo que va de agosto, se diluye la diferencia y la cantidad se equipara. El año pasado hubo al menos 260 femicidios, según el relevamiento de la ONG.

En los últimos días, la grabación del video que hizo Natalia Riquelme, la joven de Bahía Blanca, en el que registra la golpiza que le propina su ex marido, frente a su casa y delante de la hija pequeña de ambos, como recurso desesperado ante la inacción judicial tras 15 denuncias en contra del agresor, puso en primer plano la impunidad con la que pueden actuar perpetradores de violencia machista. Los femicidios son la expresión más extrema de ese problema social y la muestra más dramática de cómo el Estado no llega a proteger a tiempo a muchas de las víctimas. 

Al menos en 16 de los femicidios del primer semestre de este año, las mujeres habían hecho denuncias, de acuerdo con los datos recabados por La Casa del Encuentro. Es decir, estaban intentando salir del llamado “círculo de la violencia”. En seis, los agresores tenían una orden de exclusión del hogar o prohibición de acercarse a la víctima, dictada por la Justicia, pero la medida –quedó en evidencia– no fue suficiente para evitar que las volvieran a agredir hasta matarlas.

De los 119 femicidios que contabilizó el Observatorio –sobre la base de los casos publicados en más de un centenar de medios–, en 59 hechos el presunto asesino fue el esposo o el novio, en 24, una ex pareja. Es decir, el grueso de los homicidios fue ejecutado por el marido o el ex. En los demás casos, las muertes fueron perpetradas aparentemente por otros familiares, vecinos o desconocidos.

En cuanto al modo en que fueron ultimadas, el Observatorio registró 13 mujeres que murieron como consecuencias de graves quemaduras, como Wanda Taddei, la esposa del ex baterista de Callejeros, Eduardo Vásquez, condenado en junio a 18 años de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo, con atenuantes. Pero no fueron las únicas mujeres a las que les prendieron fuego: otras 23 también fueron quemadas en el marco de situaciones de violencia de género, pero lograron sobrevivir a los ataques.

La estadística muestra que de los 119 femicidios, 34 ocurrieron en la vivienda compartida con el femicida y 25 en la de la víctima, lo que significa que la propia casa puede resultar más peligrosa que la vía pública para muchas mujeres que se enfrentan al drama de la violencia doméstica. Otros 40 femicidios tuvieron lugar en la calle. La mayor parte de las mujeres muertas como consecuencia de la violencia machista tenían entre 19 y 50 años.

La Casa del Encuentro empezó hace cinco años a relevar los femicidios publicados en los medios, ante la ausencia de registros oficiales y como una forma de llamar la atención de las autoridades y la opinión pública sobre la gravedad de la violencia hacia las mujeres. “Llevamos adelante el informe de los femicidios, pero al mismo tiempo recibimos a las mujeres que vienen a La Casa del Encuentro en busca de orientación y ahí tomamos dimensión de todo lo que no hay y falta para enfrentar el problema; por ejemplo, en las comisarías no les toman las denuncias por violencia psicológica, o los recursos no llegan a aquellas mujeres de los sectores más pobres. 

Hacer este informe para nosotras no es ver si el número sube o baja: son vidas, rostros, historias. Familias de las víctimas vienen a nuestra sede y piden justicia por ellas, las que tendrían que estar, por ellas, las que se podría haber evitado que fueran asesinadas”, comentó Rico. La directora del Observatorio cuestionó el hecho de que en la mayoría de las provincias no se destinen recursos para dar respuestas efectivas para proteger a las mujeres. “De la violencia se puede salir y eso lo sabemos y lo saben quienes pudieron salir, pero mientras sigan matando mujeres seguiremos reclamando hasta que el Estado y los estados provinciales decidan que este tema es una prioridad en política pública, sabiendo que por estas horas otra mujer ya no estará, y otra intentará que le crean y le tomen la denuncia”.

© Escrito por Mariana Carbajal y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 21 de Agosto de 2012.


 “Problema de todos”...

 Las cifras de femicidios se difunden para llamar la atención sobre la gravedad de la violencia.

La abogada Natalia Gherardi manifiesta que: “La violencia contra las mujeres es un problema que involucra a toda la sociedad. Erradicarla requiere ni más ni menos que transformar la cultura, una cultura patriarcal que considera a la mujer como objeto o como persona moralmente inferior a los varones, que debe su-bordinar sus intereses a los de otra persona –pareja, hijos, padre–. En ese cambio, debemos estar involucradas todas las personas. Esto necesita no sólo campañas, sino también colocar el tema en el centro de la agenda de las más altas esferas de decisión política”, evaluó la abogada Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, una de las referentes del país en la temática.

–¿Qué falló en el sistema de protección de una mujer víctima de violencia doméstica para que la joven de Bahía Blanca tuviera que llegar a filmar su propia golpiza y difundirla después de hacer 15 denuncias sin eco?

–No conozco los detalles particulares del caso, pero creo que es posible lograr algún aprendizaje general a partir de estas situaciones que toman trascendencia pública y de alguna manera nos permiten ver la punta de un iceberg que sigue siendo desconocido: el alcance real de los casos de violencia contra las mujeres. En estos casos, sin duda debe haber fallado el Poder Judicial en donde se hayan planteado los pedidos por medidas de protección (orden de no acercamiento), y también parecen haber fallado los mecanismos de investigación de las denuncias presentadas por amenazas, lesiones. Todas las instancias del Poder Judicial, en todos los fueros, tienen la obligación de tomarse en serio las denuncias de las mujeres y de tomar todas las medidas necesarias para la investigación y sanción de las conductas que constituyan delitos. Pero además, más allá del sistema judicial, en estos casos muchas veces falla la coordinación entre las respuestas que deben dar los tribunales y el apoyo que corresponde a las políticas públicas, al Poder Ejecutivo, nacional, provincial y municipal.

–¿Es un tema de la Justicia penal o civil?

–Si la conducta que se denuncia constituye un delito, entonces interviene la Justicia penal. Pero antes del delito (antes del golpe, antes del intento de homicidio) puede y debe actuar también la Justicia civil dictando las órdenes de protección como la exclusión del hogar del agresor o la reinserción de la mujer al hogar que debió abandonar (previa exclusión del agresor) o la orden de no acercamiento (por ningún medio, a cualquier lugar donde la mujer se encuentre). Sin embargo, estaríamos mirando una parte del problema si nos quedamos solamente en lo que puede y debe hacer la Justicia. Para las mujeres puede ser muy difícil sostener las denuncias y sostenerse en los procesos judiciales –que llevan muchas veces más tiempo del razonable y sin duda, más tiempo del que demanda la urgencia del caso– sin otro tipo de sostén: asistencia y patrocinio jurídico gratuito, contención psicológica, subvenciones económicas, preferencias de vivienda, servicios para asegurar el cuidado para sus hijos/as y personas dependientes, oportunidades de inserción laboral. Todas o algunas de estas cosas son también necesidades concretas de las mujeres que necesitan volver a armar sus vidas en diversos aspectos. Esto no es responsabilidad del Poder Judicial, sino del Poder Ejecutivo. Lo fundamental, también, será asegurar las respuestas coordinadas no sólo entre los distintos fueros de la Justicia, sino también entre los distintos poderes del Estado.

–¿Qué pasa cuando se dictan exclusiones del hogar y el perpetrador no las cumple?

–La policía debe actuar como un auxiliar indispensable de la Justicia. Si el Poder Judicial dicta una orden de exclusión o de no acercamiento, la policía deberá prestar toda su colaboración para que esta orden se cumpla. También la policía debe tomar con seriedad estos casos, con toda la seriedad que se merecen.

© Publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 21 de Agosto de 2012.