Detrás
de la muerte…
Jorge
R. Videla. Dibujo: Pablo Temes.
Investigación Videla. Tras lo revelado por Perfil
sobre la salud del dictador, hubo traslados de presos. Los otros casos.
El miércoles pasado a las 12.30, el director
del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, se apersonó en las
instalaciones de la Unidad de Detención de Ezeiza. No bien llegó, procedió a
ordenar el corte de la línea directa de la sala de videoconferencias y mediante
la Disposición 1244 –un “traslado con efecto”– dispuso que los internos de
mayor edad y riesgo que estaban detenidos en el penal de Marcos Paz fueran
llevados a Ezeiza. Ellos fueron Marcelo Barberis, Juan Manuel Bayón, Lucas
Billich, Eduardo De Lío, Hugo Delme, Hugo Fantoni, Vicente Forchetti, Horacio
Luján, José Madrid, Emilio Felipe Picabea, Luis Alberto Rodríguez Vázquez,
Julio Héctor Simón –represor conocido como el “Turco” Julián, personaje
temible– Julio Alberto Tommassi, Mario Torres, Martín Zuñiga. Entre los que
fueron llevados de Ezeiza a Marcos Paz estaban los tristemente célebres el
Jorge “Tigre” Acosta y Adolfo Miguel Donda, junto con Carlos Capdevila y Víctor
Olivera.
Estas son algunas de las consecuencias de la
nota sobre la muerte del genocida Jorge Rafael Videla publicada en PERFIL el
domingo pasado. Sobre el caso en particular, se han conocido otros detalles.
Uno de ellos es que, diez días antes de su fallecimiento, uno de sus defensores
había solicitado al tribunal evitar los traslados debido a su avanzada edad y
al deterioro que ya exhibía su salud. Un punto clave que está bajo
investigación del Dr. Juan Pablo Salas, magistrado subrogante de los juzgados
federales N° 1 y 3 de Morón, es el referido al conocimiento o no que el
tribunal que lo juzgaba tenía de la caída que el dictador había sufrido el
viernes 10 de mayo mientras se duchaba. Al respecto, algunos detenidos señalan
que el día antes de su muerte – jueves 16– un médico examinó al paciente que se
quejaba de dolores. Recién ahí se le diagnosticaron las fracturas que se
encontraron en la autopsia. Videla debió haber sido internado en el Hospital
Militar Central o en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Era un paciente de
alto riesgo. En la actualidad hay otros en esta misma situación. He aquí
algunos de esos casos:
El Teniente primero Antonio Orlando Vargas
tiene en la actualidad 73 años. Sufre una Enfermedad Pulmonar Obstructiva
Crónica (EPOC) severa, cáncer de próstata e hipertensión arterial. Debe usar
mascarilla de oxígeno 17 horas por día. De sólo hablar se agita. En septiembre
pasado sufrió una neumonía severa. Una junta médica que lo evaluó desaconsejó
tanto sus traslados –estaba detenido en Córdoba y se debía presentar ante un
tribunal en Jujuy– como su permanencia en una unidad penal, pedido que no fue
atendido hasta aquí. En la actualidad, Vargas se encuentra detenido en Ezeiza.
Roberto Luis Pertusio sufrió un accidente
cerebrovascular (ACV) en septiembre de 2012, y como consecuencia del cual quedó
con una hemiparesia en el hemicuerpo derecho y con trastornos del habla. Padece
además hipertensión arterial y diabetes tipo II. A pesar de este cuadro, se le
quitó el arresto domiciliario y en los últimos días de marzo de este año se lo
trasladó primero a la Unidad Penal de Ezeiza y luego a la de Marcos Paz.
Héctor Luis Selaya fue operado de un
neurinoma del acústico. Las secuelas de la intervención fueron la pérdida de la
audición del oído derecho y de la visión del ojo del mismo lado. Además, es
hipertenso y se le diagnosticó una poliquistosis renal. Tanto en estos casos
como en otros –la casuística es más extensa–, el médico legista que los ha
evaluado aconsejó la prisión domiciliaria.
Todos aquellos que tuvieron responsabilidades
en el plan de exterminio que llevó adelante la última dictadura militar, crimen
de lesa humanidad, deben ser juzgados y condenados. Eso es indiscutible. El
tema es el tratamiento que se les dispensa. Erich Priebke es un criminal de
guerra responsable de uno de las tantas masacres producidas por el nazismo en
la Segunda Guerra Mundial: la Matanza de las Fosas Ardeatinas. Tras haber
escapado a la Argentina, en la que vivió durante 50 años, fue descubierto y
extraditado a Italia, en donde fue juzgado y condenado. Hoy día Priebke cumple
esa condena bajo arresto domiciliario.
Los casos aquí descriptos –con el de Videla a
la cabeza– dejan expuestas situaciones de crueldad y mala atención médica. Tal
situación comporta violaciones a derechos humanos elementales de todas las
personas, sean ellas las mejores o las peores. Y ello es inadmisible en el
Estado de Derecho, en el que la vida es sagrada.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
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Escrito por Nelson Castro el domingo 02/06/2013 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.