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miércoles, 13 de febrero de 2019

A tres meses del anuncio del descubrimiento del A.R.A San Juan (S-42)… @dealgunamanera...

Un mar de dudas…

“La oscuridad rodea el caso”, asegura la querella.

Los familiares de las víctimas denuncian que solo se conocen tres imágenes borrosas del submarino, editadas por la Armada, de las 67.000 que dicen tener. La jueza no pudo verlas hasta ahora porque los archivos “están dañados o no tenía el software necesario”.



© Escrito por Carlos Rodríguez el miércoles  13/02/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cuando están por cumplirse tres meses del hallazgo del A.R.A. San Juan (S-42), ni la jueza de Caleta Olivia, Marta Yáñez, ni los familiares de los 44 tripulantes del submarino han podido observar y analizar las 67 mil imágenes que la empresa Ocean Infinity dijo haber tomado de la nave hundida a 903 metros de profundidad. En diálogo con Página/12, Valeria Carreras, quien encabeza una de las tres querellas reconocidas en la causa penal, denunció que “hasta hoy no hemos podido ver las 67 mil imágenes porque los archivos enviados por la Armada al juzgado federal de Caleta Olivia o están dañados o no se ha aportado el software que se necesita” para lograr ese cometido esencial para la marcha de la investigación que permita establecer las causas de la tragedia ocurrida el 15 de noviembre de 2017.

Carreras le dijo a este diario que la imposibilidad de acceder a las fotos forma parte de “la oscuridad que rodea al A.R.A. San Juan (S-42)”. Ante la insólita dificultad, fuentes de la investigación señalaron a Página/12 que “la jueza le ha pedido al Servicio de Hidrografía Naval de la Armada el software con que cuenta el organismo y que lo utilizará muy pronto para acceder a la totalidad de los contenidos”. La abogada, que en esta causa cuenta con el acompañamiento del Estudio Burlando, sostuvo que por ahora “los familiares de los 44 tripulantes y todos los argentinos, hemos tenido que conformarnos con ver tres fotos oscuras, parciales y editadas por la Armada, en las que se ve muy poco” sobre el estado en que se encuentra la nave.

“Cuando observamos las fotos que fueron difundidas por la Armada, nos llamó la atención que en las zonas de fecha y datos se veía un sombreado de color azul y al respecto, se nos informó que fue la Armada la que ‘las editó (con los datos) en castellano’”. Carreras estimó que “otra vez los argentinos nos estamos comiendo un sapo, porque alegan que el problema es que el submarino estaba a 903 metros de profundidad, cuando en las fotos del avión en el que iba (el futbolista argentino) Emiliano Sala, se pueden ver con total claridad cada detalle y lo mismo ocurre con fotos de otros naufragios de barcos que han sido encontrados a tres mil metros de profundidad” (ver aparte).

Como querellante, Carreras hará una presentación ante la jueza Marta Yáñez  “para que podamos acceder a las 67 mil imágenes que nos dijeron que se han tomado” en el lugar del hallazgo porque “lo que está pasando con las fotos hace que los familiares sigan teniendo dudas razonables sobre la información oficial”.

El 10 de diciembre pasado, la jueza de Caleta Olivia envió un oficio a la Armada, para pedir información sobre las razones de la imposibilidad de ver las imágenes tomadas desde el barco Seabed Constructor, de la empresa Ocean Infinity, en la búsqueda de una respuesta para solucionar el problema.


En el escrito se mencionan a varias autoridades de la Armada y del Ministerio de Defensa, que deben tomar cartas en el asunto, como el subsecretario Legal y de Articulación Institucional de la cartera, Juan Manuel Mocoroa; los integrantes de la Comisión Asesora del Ministerio; el director general del Material Naval de la fuerza, Hernán Gerino, y de manera puntual el director general del Material Naval de la Armada, contralmirante David Burden.

La jueza les comunicó que “al momento de certificar el contenido del disco rígido WXNIE877X986 identificado como 13 Target Linstin y 18 Catlix Camera Photomosaic se encontraban vacías (‘O’ Bytes)”. Al mismo tiempo “de la carpeta identificada como 8 Cailix Camera Photomosaic /site  Image stitching not corrected no se pudo visualizar el contenido del archivo individualizado como LR30 LR37 Part-1 modificldtif”. La imposibilidad se dio “tanto en ordenadores como software de base Windows 10 como en Mac Osx 10,13 con características técnicas suficientes para su reproducción”. El problema de este archivo es que “aparece como ‘dañado’”.

La doctora Yáñez pidió también que “se haga saber” al titular de la Dirección General de Material Naval que “conforme acta de protocolo, rubricada con fecha 03/12/18 por el capitán de navío Héctor Alonso (ARA) y el señor Timothy Maise (Ocean Infinity) en Ciudad del Cabo, república de Sudáfrica”, el disco rígido “contendría 156.613 archivos, 1447 carpetas y el espacio de memoria ocupado alcanzaría los 704.126.376.713 Bytes”.

Yáñez apuntó al respecto que de la “certificación realizada por el actuario y personal del Área de Tecnología” de la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia  “se advirtió que el mencionado disco rígido (HDDI) contenía realmente 156.571 archivos, 1446 carpetas y el espacio de memoria ocupado en el disco alcanzaba los 740.090.007.481 Bytes”.

Por lo expuesto, la jueza le solicitó al contralmirante David Burden que “ponga en conocimiento de las autoridades de la empresa Ocean Infinity la totalidad de las novedades advertidas en el disco HDD1 a los fines de que los mismo ratifiquen o rectifiquen el contenido de los datos enviados”. También le pidió que se contacte con “personal del Servicio de Hidrografía Naval a los fines de posibilitar la lectura de los archivos contenidos en los discos HDD2 y HDD3”.




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domingo, 10 de diciembre de 2017

Tragedias. Último eslabón... @dealgunamanera...

Último eslabón… 

Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

Los ‘accidentes’ militares tienen mala historia reciente. Investigación prudente.

© Escrito por Nelson Castro el lunes 27/11/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En la mañana del jueves comenzó a revelarse la noticia más triste, luego de una noche que había dejado preocupados a todos tras conocerse la declaración del vocero de la Armada donde describía la detección de una “anomalía hidroacústica”. La comunicación inicial fue muy dura. El padre de uno de los tripulantes describió el momento de manera escalofriante: “En el último contacto se informó que hubo un avería en las baterías de proa. El llamado final agregó que se detectó una explosión que fue a 30 millas del punto donde fue esa última comunicación. ‘¿Qué significa eso?’, pregunté. ‘Que están todos muertos’, me respondieron”. Entonces, la comunicación se cortó de manera intempestiva.

El duelo llegó de repente y sin información suficiente. Han pasado ya algunos días del momento descripto y aún nadie sabe qué fue lo que sucedió. Cada familia reaccionó como pudo. Hubo bronca, reclamos y desilusión. El principal reproche se centró en el lapso que transcurrió entre la detección de la anomalía hidroacústica y la efectiva comunicación –casi una semana después– tanto a la familia de los 44 tripulantes como a la opinión pública.

Hubo dos momentos bien diferenciados. En una primera instancia el Presidente sintió bronca y enojo por la forma en que la Armada manejó la situación puertas adentro. Luego llegarían las explicaciones sobre pasos y protocolos que, sin embargo, no fueron suficientes.

Mauricio Macri en persona se encargó de producir al menos dos gestos inequívocos. El martes fue al Edificio Libertad y se reunió con el comandante en jefe de la Armada, almirante Marcelo Srur, y otros camaradas, en el encuentro de coordinación de tareas; en todo momento al lado del primer mandatario estuvo el ministro de Defensa, Oscar Aguad. El mensaje y la tensión eran evidentes luego de la mala comunicación que la Armada había tenido con el ministro de Defensa en más de una oportunidad, incluyendo la noticia de la desaparición de la nave. Los rumores sobre el inmediato relevo de Srur comenzaron a circular hasta que el baldazo de agua fría que significó la noticia de la explosión obligó a todos a recalcular. El viernes llegó el segundo gesto de parte del Presidente, nuevamente poniéndose al frente en su rol de comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Al mediodía volvió al Edificio Libertad a interiorizarse de los avances en las tareas de rescate. Puertas adentro estuvo con Srur y, en una suerte de ratificación en el mando, el diálogo fue cordial, de intercambio informativo y colaborativo.

Inmediatamente Macri brindó un mensaje acompañado por el jefe de la Armada de un lado y por Aguad del otro. Ratificó el valor y el compromiso de los 44 tripulantes y de todas las fuerzas. Además subrayó que “hasta que no tengamos la información completa no tenemos que aventurarnos a buscar culpables”. Fuentes que conocen el pensamiento del Presidente sostienen que “no se pueden hacer cambios en medio de un operativo de trascendencia y participación mundial. Los trapitos se lavan en casa. Hay un convencimiento de que no es el momento”.

Ya desde el jueves por la noche el tono general era más reflexivo y de cautela: “Esperemos que ahora no empiece el deporte nacional de echar culpas y armar teorías de café sin saber nada”, dijeron en el entorno del senador y presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. La necesidad de pisar firme y sin cometer errores fue una sana decisión tomada desde lo más alto del poder. “Si empezamos una caza de brujas contra reloj, sólo se logrará que los argumentos o razones caigan de uno u otro lado de la grieta”, reflexionó otra voz del Gobierno.

Dudas.

Sin embargo, hay un manto de dudas sobre el mantenimiento, la capacitación y las últimas tareas realizadas sobre el ARA San Juan. Un ingeniero que estuvo presente en la entrega del submarino en Alemania hace más de 32 años recuerda cada detalle: “Era excelente, estaba entre los mejores de la época. A pesar del paso del tiempo siempre mantuvo su vigencia sin mayores problemas. Se han dicho muchas cosas, pero era una nave que fue orgullo de la Armada. Hasta la marina de los EE.UU. evaluó adquirir uno similar luego de ver el desempeño de su primo hermano, el San Luis, en la guerra de Malvinas, una nave de corte similar pero bastante más chica”.

La anécdota en tiempos de Malvinas sirve para ejemplificar lo difícil que es hallar un submarino y comprender las tareas de búsqueda: la Armada inglesa se destacaba en el mar por ser eminentemente antisubmarinista, patrullaba las profundidades como ninguna otra. Sin embargo el San Luis logró llegar a tropas enemigas, atacar y escabullirse sin ser detectado. El caso del San Luis es también una muestra de que la falta de mantenimiento existía durante la última dictadura militar. La historia habla de que, siendo su misión hundir navíos ingleses a los que tuvo a distancia de tiro, no pudo hacerlo porque la computadora de tiro no funcionaba, y los torpedos, luego de ser disparados, nunca detonaron.  

La reparación de media vida del San Juan se realizó en el astillero de Tandanor y demandó más de siete años, comenzando a fines de 2008. En la tarde del viernes la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yáñez, libró una orden al astillero para que se conserve toda la información relacionada con los trabajos efectuados al submarino. Tandanor realizó la reparación del rompehielos Almirante Irízar fuera de tiempo y con escándalo presupuestario (siete años y unos $ 150 millones). Una fuente del sector náutico aseguró que “no es ninguna garantía de calidad de que la reparación de media vida se haya realizado allí”. Habrá que esperar para no sacar conclusiones apresuradas y rogar para que la Justicia no someta a los familiares de los tripulantes al largo peregrinar de otras tragedias argentinas.

La desaparición del A.R.A. San Juan pone una vez más en la superficie del debate político el espinoso tema de las Fuerzas Armadas, su rol, el mantenimiento de su equipamiento, el entrenamiento de su personal, sus objetivos y sus dimensiones. La revisión de los “accidentes” ocurridos en el ámbito militar durante los últimos treinta años es lapidaria. Barcos que no navegan, aviones que no vuelan, tareas de entrenamiento reducidas o postergadas terminan por configurar un estado de situación letal del cual el drama del submarino argentino que conmueve al mundo es su último eslabón.

Producción periodística: Santiago Serra.