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domingo, 5 de noviembre de 2023

Conmebol Libertadores. Fluminense 2 (BR) vs. Boca Juniors (AR) 1… @dealgunamaneraok...

Fluminense venció a Boca y ganó por primera vez la Copa Libertadores…


El "Flu" se impuso por 2 a 1, en la final que se definió en tiempo suplementario. Cano adelantó al local en el primer tiempo y el Xeneize lo igualó en el complemento con un golazo de Advíncula. En el tiempo extra Kennedy adelantó al elenco brasileño pero se fue expulsado en el festejo, al igual que Fabra por un "cachetazo" en Boca, en la final que se disputada en el mítico estadio Maracaná.   

© Escrito por Eduardo Martínez, enviado especial y publicado el sábado 04/11/2023 por el Diario Jornada de la Ciudad de Trelew, Provincia del Chubut, República Argentina.



Boca Juniors fracasó por tercera vez en su intento de atrapar la séptima Copa Libertadores de su historia, al perder este sábado sin atenuantes con Fluminense de Brasil por 2 a 1 en el tiempo extra de una dramática final disputada ante una multitud en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.

El delantero Kennedy, ingresado desde el banco, hizo el gol decisivo para el bautismo internacional de Fluminense con una volea a los 100 minutos y luego vio la segunda tarjeta amarilla e inmediatamente la roja con la que fue expulsado por excederse en los festejos.

Al finalizar el primer tiempo agregado, el colombiano Frank Fabra también fue expulsado por aplicarle irresponsablemente una cachetada a un rival, lo que impidió al equipo argentino jugar con superioridad numérica en el tramo final del partido.

El "Xeneize" forzó la prórroga gracias a un tanto del defensor peruano Luis Advíncula, su goleador en la competencia (4), con un remate desde afuera del área a los 28 minutos del segundo tiempo.

Fluminense estaba en ventaja desde los 36 minutos del primero por un tiro rasante del argentino Germán Cano, luego de una jugada colectiva bien elaborada por el sector derecho del ataque brasileño.

El equipo carioca fue un justo y claro vencedor ante un rival que volvió a mostrar la mala imagen de juego, como a lo largo de toda la temporada.

En los 90 minutos ya el nuevo campeón había sido superior pero un remate de lejos del peruano Advincula le dio a Boca una vida más para el delirio de los más de 30.000 hinchas que lo acompañaron en el mítico estadio de Río de Janeiro.

El mediocampista André, la figura de la cancha, fue el conductor del "Tricolor", luego en orden de mérito lo siguió Keno, Kennedy y Cano, máximo anotador de la Libertadores 2023 con 13 goles.

En Boca sólo Nicolás Valentini, que jugó en lugar del suspendido Marcos Rojo, y Advincula, autor del gol del empate parcial, fueron los únicos destacados.

Los cariocas salieron a imponer condiciones desde el comienzo y Boca decidió esperar, como generalmente lo hacen los visitantes, dejando la pelota y el territorio a su adversario.

Los primeros 15 minutos fueron de Flu con el manejo de André y Ganso en el medio y los permanentes desbordes de Keno, quien tenía a maltraer a Advincula.

A los 13 minutos un cabezazo de Cano fue bien contenido por Romero en la primera señal de peligro. La respuesta de Boca fue un remate de Miguel Merentiel que fue al cuerpo de Fabio.

El problema de los dirigidos por Almirón estaba como otras veces en la mitad de la cancha, donde ninguno de los dos Fernández pudo hacer pie. Faltaba un volante central fijo y tanto Medina como Barco podían entrar en juego.

Sin embargo al dominio del Flu le faltaba más precisión en la ofensiva, ya que no tuvo tanta situaciones como el tiempo que fue el dominador de la posesión del balón.


Hasta que a los 35 minutos una buena jugada que comenzó el colombiano Arias por el sector derecho del ataque terminó en un pase para Keno, quien desbordó a Fabra y mandó un centro atrás para la aparición de Cano que con su remate abrió el marcador.

En el segundo tiempo Boca tuvo otra actitud ante un rival que empezaba a sentir el cansancio de varios de sus jugadores más experimentados como Felipe Melo, Ganso y Marcelo, todos reemplazados. El partido transitaba entre la falta de claridad de uno y la tranquilidad del otro para salir jugando y mantener su ventaja.

Pero a los 27 minutos el peruano Advincula hizo su clásica diagonal de la derecha hacia el centro para conectar un remate cruzado y fuerte desde 25 metros que se convirtió en el 1-1.

Fue un renacer inesperado para el equipo argentino que apoyado por su gente trató de darle el golpe de gracia al "Tricolor".

Sobre la hora Barbosa por izquierda tuvo el triunfo pero remató cruzado y desviado cara a cara con "Chiquito" Romero.

En el suplementario, el golazo de Kennedy puso justicia y le dio a la final una tendencia definitiva, pese a los intentos de Boca en los últimos 15 minutos, ya 10 contra 10 por la irresponsabilidad de Fabra.

Con su rival completamente replegado, Boca buscó con vergüenza llegar a los penales pero no encontró resquicio para rematar al arco y la historia terminó con la misma frustración de 2012 ante Corinthians y 2018 frente a River en Madrid.


El silencio de sus más de 30.000 mil hinchas presentes en el Maracaná quizás haya sido el mejor resumen de lo que transmitió Boca en la final.

SÍNTESIS:

FLUMINENSE: 2

Fabio; Samuel Xavier, Nino, Felipe Melo y Marcelo; Matheus Martinelli y André; John Arias, Paulo Henrique Ganso y Keno; Germán Cano. DT: Fernando Diniz. 

BOCA: 1

Sergio "Chiquito" Romero; Luis Advíncula, Nicolás Figal, Nahuel Valentini y Frank Fabra; Cristian Medina, Ezequiel Fernández, Guillermo "Pol" Fernández Valentín Barco; Miguel Merentiel y Edinson Cavani. DT: Jorge Almirón.  

GOLES. PT:36m. Cano (F). ST:27m. Advíncula (B). 

PT EXTRA: 10m. Kennedy (B). 

CAMBIOS. ST:
 6m. Marlon Santos por Felipe Melo (F); 32m. Darío Benedetto por Cavani y Luca Langoni por Barco (B); 34m. Diogo Barbosa por Marcelo y John Kennedy por Ganso (F); 34m. Guga por Samuel Xavier (F); 45m. Lucas Janson por Merentiel (B). 

PT EXTRA:
12m. David Braz por Keno; 15m. Marcelo Saracchi por Ezequiel Fernández y Vicente Taborda por Medina (B); 13m. Bruno Valdez por Figal (B). 

INCIDENCIAS:
 En el primer extra, expulsados, 10m. Kennedy (F) y 15m. Fabra (B). 

AMONESTADOS: 
Nino, Keno y Cano (F). Figal, Cavani, Saracchi y Langoni (B). 

ÁRBITRO: 
Wilmar Roldán (Colombia).

VAR
: Juan Ignacio Lara (Chile). 

ESTADIO: Maracaná de Río de Janeiro.

  


domingo, 12 de abril de 2015

“Tenemos muchas diferencias pero vamos a avanzar”... @dealgunamanera

“Tenemos muchas diferencias pero vamos a avanzar”...


Histórico acercamiento de Cuba y Estados Unidos después de medio siglo de enfrentamientos. La frase de Raúl Castro resumió la actitud de amistad de su reunión con Barack Obama en la Cumbre de las Américas, la primera a la que asiste Cuba. Los dos mantuvieron que “hay diferencias”, pero que los países pueden hablar. El embargo y la inclusión de Cuba en la lista del terrorismo.

La palabra “histórico” fue de las más escuchadas durante estos días de Cumbre de las Américas, en Panamá. Pero es difícil encontrar una mejor manera de considerar el encuentro que Barack Obama y Raúl Castro mantuvieron ayer aquí, el primero en más de medio siglo entre un presidente de Estados Unidos y otro de Cuba, que sirvió para ratificar la normalización encarada en el vínculo bilateral. Con todo, ambos se encargaron de subrayar que eso no quiere decir que no sigan manteniendo diferencias en varios campos. “Hemos concluido que podemos concertar en un espíritu de respeto y civilidad.

Y, a lo largo del tiempo, juntos podremos dar vuelta la página e iniciar una nueva relación”, sostuvo Obama, con Castro sentado a su lado. “Es lo mismo que pensamos nosotros. Creo que todo se puede discutir y se hace con mutuo respeto a las ideas del otro”, avaló el presidente cubano.

El escenario del encuentro no tuvo nada de especial. Se hizo en uno de los austeros docks previstos por la organización de la cumbre para los encuentros bilaterales. Una silla de cada lado y una mesita redonda en el medio, con un florero con flores blancas como mudo testigo. El último encuentro por el estilo databa de 1958. Al otro año ganaba la revolución en Cuba, que en 1961 anunciaba su adhesión al socialismo y en 1962 era expulsada de la OEA.

“Obviamente hay profundas diferencias entre ambos gobiernos. Hablaremos sobre nuestras preocupaciones sobre democracia y derechos humanos, y ellos también hablarán de sus preocupaciones con respecto a la política estadounidense”, indicó ayer Obama. Con los traductores a un costado y sus colaboradores sentados a unos metros, los presidentes hablaron brevemente con la prensa. “No hay que hacerse ilusiones, tenemos muchas diferencias. La historia de nuestros países es complicada, pero estamos dispuestos a avanzar en la amistad de nuestros pueblos, en las reuniones que estamos llevando a cabo, abrir nuestras embajadas, visitarnos mutuamente”, consideró Raúl Castro.

El encuentro fue el corolario de un proceso que se inició en diciembre pasado cuando se anunció la reanudación del vínculo bilateral. Pocos días después, Panamá invitaba a Cuba a participar de la Cumbre de las Américas por primera vez en su historia. En la edición anterior, realizada tres años atrás en Cartagena de Indias, varios países habían advertido que no volverían a participar si no asistía Cuba. Desde diciembre, hubo tres reuniones de negociadores para avanzar en la normalización de la relación. Todavía falta mucho. Obama consideró ayer que espera que en algún momento puedan anunciar la apertura de la embajada estadounidense en La Habana y la cubana en Washington.

En los últimos días se trabajó en el bordado diplomático para llegar con éxito a la cumbre. Obama y Castro mantuvieron un diálogo telefónico el miércoles y sus encargados de Relaciones Exteriores, John Kerry y Bruno Rodríguez, se encontraron a la medianoche del jueves en Panamá, en un encuentro que ya de por sí era un hito. El cuidado continuó durante la sesión de ayer, donde ambos se refirieron muy respetuosamente al otro.

Sesión

Obama estuvo entre los primeros en hablar en la sesión de presidentes de la cumbre, realizada en el centro de convenciones Atlapa. Raúl Castro lo hizo inmediatamente después. El presidente norteamericano incluyó la normalización del vínculo con la isla como parte del “nuevo período” que prometió iniciar en su primera participación en estas cumbres a sólo tres meses de asumido, en 2009. “La idea es que Estados Unidos no será prisionero del pasado. Más que nada, miramos al futuro”, explicó. Esa intención de pasar por alto la pesada historia de intervenciones norteamericanas en la región fue criticada por varios presidentes, incluyendo Cristina Kirchner. Con todo, no podía ser de otra manera, la reanudación del vínculo de los dos países fue celebrada de manera unánime.

“Las nuevas relaciones entre Estados Unidos y Cuba crearán nuevas oportunidades en la región para la seguridad, prosperidad, salud y dignidad de nuestros pueblos”, evaluó Obama en su mensaje, en el que también mencionó las diferencias “significativas” (un término que el presidente norteamericano usa todo el tiempo) entre los dos países. “Nosotros seguiremos hablando de valores universales que para nosotros son importantes”, subrayó.

“Ya era hora”, dijo Raúl Castro cuando le dieron la palabra. Contó que le habían dicho que los presidentes tenían ocho minutos para hablar. “Pero me deben seis cumbres, así que seis por ocho cuarenta y ocho”, dijo. Lo dijo en broma pero lo cierto fue que habló 48 minutos. Hizo un repaso por la historia de Cuba, inseparable del hostigamiento norteamericano, que contó con varios detalles. Por ejemplo, reveló que a John Kennedy lo mataron el mismo día que había llamado a Fidel Castro para iniciar conversaciones. Colocó como un hito la Cumbre de las Américas de 2005 que rechazó el ALCA y consideró “una nueva etapa” en el continente la aparición de la Celac, en 2011, un organismo continental que, a diferencia de la OEA, no integran ni Estados Unidos ni Canadá.

En el racconto de la dura historia de agresiones norteamericanas, el presidente cubano se preocupó siempre de dejar a salvo a Obama. “Le pido disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna injerencia en todo esto. Hubo diez presidentes antes que él, todos tienen deudas con nosotros menos el presidente Obama”, lo rescató. Por momentos, el tono de Castro recordó al del uruguayo José “Pepe” Mujica. Contó que había leído dos libros biográficos sobre el jefe de la Casa Blanca. “No completos, eso lo haré con más calma”, comentó, generando la risas de sus pares. Dijo que consideraba a Obama “un hombre honesto” y que creía que eso se debía a su origen humilde, que era algo que siempre comentaba con los presidentes con quienes se reunía en La Habana. “Estas palabras las medité mucho para decirlas. Incluso las tuve escritas, las quité, las volví a poner y las volví a quitar. Y al final las dije, y estoy satisfecho”, concluyó. Obama miraba hacia abajo en ese momento.

Castro planteó los dos principales reclamos que mantienen contra Washington. Uno, que se elimine a Cuba de la lista de países que patrocinan al terrorismo. Se sabe que el Departamento de Estado ya emitió un informe al respecto y la decisión está en manos de Obama, aunque todavía espera el resultado de una ronda de consultas. El otro, “el bloqueo económico, comercial y financiero que se aplica con toda intensidad contra la isla”, definió. Pero no sólo le quitó responsabilidad a Obama por esto, sino que instó a “seguir luchando y apoyando” al presidente norteamericano en su intención, cuya decisión final está en manos de su Parlamento.

En un saloncito apartado de un centro de convenciones en Panamá, Barack Obama y Raúl Castro dieron ayer un primer paso. En ese rumbo, puede marcar un antes y un después en la historia del continente. Sí, repetirlo una vez más, “histórico”.

© Escrito por Fernando Cibeira el sábado 11/04/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 18 de agosto de 2013

Síndrome de Hubris... De Alguna Manera...


Alerta médica por la salud emocional de la Presidenta…


Noche de furia en el centro de operaciones electoral K. Encierro en Olivos. Reacción en Tecnópolis. Los efectos de la derrota electoral en Cristina: preocupación de sus médicos y de varios funcionarios. Hubris, la enfermedad del poder.



Ya se sabe que la noche del domingo 11 no fue fácil para la Presidenta. A la hora que llegó al hotel Intercontinental, el olor a derrota se extendía por cada uno de los salones y las habitaciones tomadas por el Frente para la Victoria. Con el paso de las horas, la irreversibilidad de los datos adversos ahondó el agobio de la penuria. En un momento, pues, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner dio rienda suelta a su enojo. Se escucharon entonces gritos y reproches a varios de sus funcionarios. En el final apareció el llanto. Fiel al estilo del relato del kirchnerismo, hubo una orden tajante: nada de esto debía trascender.

Llevó algún tiempo recobrar la calma. Una maquilladora debió trabajar sobre el rostro de la Presidenta para tapar los efectos de las lágrimas y del enojo. El mandato era claro: todos los que acompañaran a la jefa de Estado en su discurso debían lucir alegres. El clima tenía que ser de festejo. Cada uno intentó hacer lo suyo de la mejor manera posible. El único que no lo logró fue Daniel Scioli: la expresión de su cara fue el retrato de una amarga –muy amarga– derrota. Las cámaras, sin embargo, fueron implacables, y, por lo tanto, las secuelas del llanto presidencial lleno de furia quedaron a la vista de todos.

Alerta médica. Los médicos de la Unidad Presidencial estuvieron en alerta durante todos estos días. Anida en ellos un sentimiento de preocupación. No es para menos: la labilidad emocional de Fernández de Kirchner, circunstancia que acontece de consueto, se ha acrecentado en estas horas de pena y enojo.

“Trato de no cruzármela porque cuando me ve me grita”, reconoce un funcionario que celebra el hecho de que, debido a sus nuevas tareas, debe pasar ahora mucho menos tiempo que antes en la Casa Rosada.

A la “aparente” felicidad y alegría que la Presidenta exhibió en la noche del domingo, le siguieron dos días de encierro en Olivos en los que no se la vio. El impacto de la derrota en la provincia de Buenos Aires la afectó fuertemente. A ese estado de abatimiento le siguió otro de furia. Fue eso lo que se vio durante el crescendo de su discurso en Tecnópolis y en su catarata de tuits, hechos que dejaron muy preocupados a varios miembros del Gobierno. “Con discursos como éste, Sergio (Massa) no necesita hacer campaña”, sentenció uno de los gobernadores que la escuchó con azoro.

Los altibajos anímicos se ven exacerbados por el entorno de soledad que rodea a la jefa de Estado. La ausencia de Néstor Kirchner se hace cada vez más presente. El ex presidente no sólo era su esposo sino también la única persona que le podía ofrecer protección y contención ante la adversidad. “No le traigan malas noticias a Cristina”, era lo que no se cansaba de repetirles a los miembros de su Gabinete. En la derrota de 2009, el que dio la cara por todo el Gobierno fue él. Uno de los grandes problemas que enfrenta hoy la Presidenta es la soledad que el poder ahonda. Y eso no se resuelve con ningún medicamento.

Efectos políticos. Claro que la labilidad emocional de Fernández de Kirchner tiene también consecuencias políticas. Su enojo y su ira no son inocuos. Muchos de los que ganaron el domingo están preparados para sufrir la eventualidad de castigos que afecten sus respectivas gestiones.

El mencionado discurso de Tecnópolis tuvo, además, un mensaje alarmante: el menosprecio de la voluntad popular y la profundización de la confrontación y la división. La ira no es sólo un pecado capital sino también un estado emocional bajo el cual se pueden llegar a tomar decisiones o decir cosas de consecuencias imprevisibles. Un ejemplo de ello fue el famoso discurso del general Perón del “por cada uno de los nuestros que caigan, caerán cinco de ellos”, frase de la que se arrepintió toda su vida.

Enfermedad del poder. Al estado de labilidad emocional de la Presidenta hay que agregarle la del síndrome de Hubris, una de las manifestaciones más claras de la enfermedad del poder. En la antigua Grecia ya se hablaba de actos o conductas hubrísticas, que eran definidas como acciones en las que una persona poderosa hacía alarde de gran orgullo y autosuficiencia y trataba a los otros con desdén. Al mencionar estas posturas, Aristóteles señalaba que el placer producido por esa conducta radicaba en satisfacer el deseo de superioridad que la persona tenía sobre los otros.

En el año 2009, la prestigiosísima revista científica Brain publicó un artículo señero sobre el tema, firmado por los doctores David Owen y Jonathan Davidson. Owen es neurólogo y psiquiatra inglés y Davidson es psiquiatra de la Universidad de Duke, en los Estados Unidos. El artículo se titula: “Síndrome de Hubris: ¿Un trastorno de la personalidad adquirido? Estudio de los presidentes de los Estados Unidos y de los primeros ministros británicos en los últimos cien años”.

Al definir el síndrome, los autores enumeraron los siguientes síntomas:

  • Tendencia narcisística del líder a ver el mundo primariamente como una arena en la cual ejercer el poder y buscar la gloria.
  • Una predisposición a adoptar decisiones que, en apariencia, le dan al líder una gran imagen.
  • Una desproporcionada preocupación del líder en su imagen.
  • Una manera mesiánica de hablar acerca de hechos cotidianos y una constante exaltación de sí mismo.
  • Una identificación del líder con la nación, o la organización al extremo de considerar sus apetencias y las necesidades del país como idénticas.
  • Una tendencia a hablar en tercera persona.
  • Una excesiva confianza de la persona en su propio juicio y poco aprecio por el consejo o la crítica del otro.
  • Un exagerado autoconvencimiento del líder, rayano con la omnipotencia, en lo que puede llegar a lograr.
  • Una actitud de creer de que antes que responder a la ciudadanía, el líder está destinado a hacerlo ante la historia.
  • El convencimiento del líder de que la historia lo reivindicará.
  • Una progresiva pérdida de contacto con la realidad acompañada de un creciente aislamiento.
  • Desasosiego e inquietud.
  • Una tendencia a dar curso a una visión autocomplaciente de la rectitud moral de un determinado curso de acción, para obviar la necesidad de considerar otros aspectos del mismo, como su practicidad, sus costos y la posibilidad de un resultado diferente al deseado.
  • Una incompetencia hubrística, es decir, que las malas decisiones del líder no se corrigen debido a su autosuficiencia que lo lleva a menospreciar los posibles efectos adversos de una determinada medida política.

Asociaciones. Algunos de estos rasgos son compartidos con el trastorno narcisístico de la personalidad. En otros casos, se observa una asociación con el trastorno bipolar.

Se considera que el síndrome de Hubris es un mal producido por el poder cuyos síntomas remiten una vez que la persona lo ha dejado. El elemento clave es que el Hubris es un trastorno causado por la posesión del poder, particularmente cuando su ejercicio se ha mantenido por años bajo condiciones de mínimo control y ha estado asociado a algunas decisiones que fueron consideradas exitosas por la población.

Las subsecuentes vicisitudes electorales parecen incrementar la probabilidad de una crisis hubrística y de un síndrome de Hubris. El enfrentar una situación contradictoria también. La lista de hombres y mujeres que ejercieron el poder y que padecieron el síndrome de Hubris es relevante. Entre los presidentes de los Estados Unidos están: Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson, Franklin Delano Roosevelt, John Fitzgerald Kennedy, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon y George Walker Bush. Entre los primeros ministros británicos están: David Lloyd George, Neville Chamberlain, Winston Churchill, Anthony Eden, Margaret Thatcher y Tony Blair.

En silencio. No hay que abundar en detalle para determinar que en la conducta de la Presidenta se evidencian varios de los síntomas del síndrome de Hubris. El problema es que ella no se da cuenta de ello y los que se dan cuenta no se atreven a decírselo. Esa es la dimensión que existe entre los funcionarios del Gobierno.

¿Tiene tratamiento el síndrome de Hubris? El artículo de Owen y Davidson acomete la cuestión y da la respuesta:

* “A medida que crece la efectividad de los tratamientos psicológicos de los trastornos de la personalidad, es concebible que los individuos que padecen síndrome de Hubris, trastornos narcisísticos de la personalidad y otras afecciones afines se muestren más receptivos a recibir ayuda, sabiendo que pueden tener mayor alivio que en el pasado.”

* “Los beneficios más probables que derivan de una mayor conciencia social del Hubris son que, en la medida que las expectativas cambien, los líderes en todos los órdenes de la vida sientan una obligación mucho mayor a aceptar y no resistir los mecanismos de control social prescriptos en los regímenes democráticos, como el límite de un máximo de ocho años establecido para los presidentes de los Estados Unidos y la renuncia a buscar re-reelecciones.(…). Debido a que un líder político intoxicado de poder puede tener efectos devastadores sobre mucha gente, hay una especial necesidad de crear un clima de opinión pública por la que se haga a esos líderes más responsables de sus acciones.”

Esta es la compleja situación por la que atraviesa hoy la Presidenta. Como tantas otras circunstancias de la vida política, esto plantea un dilema de cuya resolución depende el futuro de su gobierno y del país. Es imprescindible que Fernández de Kirchner recobre el equilibrio emocional, por su salud y por el bien de todos. La necedad, de la que lamentablemente suele jactarse, la dejará atrapada en las redes del síndrome de Hubris, una enfermedad del poder cuyas consecuencias negativas siempre padece la sociedad.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 18/08/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.