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jueves, 1 de enero de 2015

"La Mona es Dios" con Wanchope Ábila... De Alguna Manera...

"A la Mona lo hice un poquito hincha de Huracán"…

Ramón Abila, goleador del 2014, cuenta que el rey del cuarteto simpatiza con el Globo y que "sufrió con la Copa Argentina". La historia de dos cordobeses que la pelearon de abajo. "La Mona es Dios", dice el 9. Bien ahí.
Corría el año 1972, Belgrano y Talleres se veían otra vez las caras. El clásico más importante de Córdoba sería testigo de un partido que quedaría marcado por siempre en la historia. Pero no tanto del fútbol, si no más bien de la música, ya que ése fue el último encuentro que presenció Carlos La Mona Jiménez. El joven cuartetero de 21 años, que por aquellos días se disfrazaba y popularizaba el “bien ahí” como también ese movimiento característico con sus manos que lo vio crecer en los escenarios, gracias al envión de su tío Coco Ramaló, vinculado con el Cuarteto Leo, ideólogo del Cuarteto de Oro, y que ya había formado parte de Cuarteto Berna, recibió un botellazo en la cabeza y estuvo internado cuatro meses.

¿¡Quién se ha tomado todo el vino!? Sin embargo, y si bien ya no se lo ve por las canchas, el fútbol le dio muchos amigos a La Mona, tal como sucede con Carlos Tevez, quizá uno de los más famosos. Pero a la vez hay otro al que le está yendo bien, que es campeón, que ascendió a Primera, que fue el máximo anotador de la B Nacional y que es el goleador de 2014 (ver aparte). “A La Mona lo hice un poquito hincha de Huracán. Le tomó aprecio al equipo y hace fuerza para que me vaya bien porque me quiere mucho. El vio todos nuestros partidos y sufrió muchísimo en la Copa Argentina y el final del torneo”, cuenta Ramón Abila, 9 del Globo, que desborda amor y pasión por el rey del cuarteto.
-¿Qué significa la Mona para vos?
-¡Es Dios! Para nosotros, los cordobeses, es Dios. Yo lo voy a ver a los bailes desde siempre, pero tuve la suerte de conocerlo mediante un amigo cuando ya jugaba en Instituto. Para mí fue un honor. Y de ahí pasamos a hablarnos cada tanto, y a comer asados y compartir ensayos.
-¿Le gusta el fútbol?
-Es muy futbolero, y sabe mucho. Además ve todos los partidos porque tiene que estar al tanto de cómo les va a los equipos cordobeses porque a él lo siguen hinchas de los clubes de la provincia y por eso tiene que saber si uno ganó, si perdió, si ascendió... Es un apasionado.
-¿Lo pudiste ver después de ser campeón y del ascenso con el Globo?
-El domingo pasado estuve con él, en Margarita, cuando dio el último recital de fin de año. Me felicitó por todo lo que logramos y me dijo que nunca bajara los brazos. Siguió a Huracán en todo este tiempo. Sufrió muchísimo con la final de la Copa Argentina.
-¿Cantaste?
-¡Noooo, jaja! Una sola vez lo hice con él. Me llamó cuando salimos campeones y ascendimos con Sarmiento, que también fui goleador, y me invitó al show que hizo por sus 45 años. Imaginate lo que fue eso para mí, ¡Me estaba llamando mi ídolo! Fue increíble porque además estaban Carlitos Tevez, que había sido campeón con el Manchester City, y el Hachita Ludueña, campeón con el Santos Laguna.
-¿Y cómo fue eso?
-Soy mejor picándosela a los arqueros que cantando, ja. Canto porque me gusta mucho su música, pero sinceramente no tengo chances. Aunque le pongo muchas ganas, eh.
Wanchope, apodado así por Paulo César Wanchope, delantero de Costa Rica que el mismo día que le hizo dos goles a Alemania en el Mundial de 2006, Abila también mojó en Instituto, nació hace 25 años en Remedios de Escalada, un pueblo de Córdoba Capital.

“Empecé en Unión Florida a los seis años. ¡Era arquero! Pero después me aburrí porque yo quería correr con la pelota, así que me fui arriba”, dice el punta al que el Globo le compró el pase en algo así como tres millones de pesos. “Ya a los 15 años arranqué a jugar en la Liga local y ahí sí que me mataban a patadas. Eran todos tipos de 35, 40 años y yo apenas de 15. Pero me destacaba igual”, avisa.
-Tenés una forma particular de definir, ¿te sirvió ser arquero de chico?
-Era muy pibe, pero creo que sí. Pasa que también miro mucho fútbol y observo a los delanteros y a los arqueros: dónde se la juegan más, qué mano les queda más lejos, etc.
-Si te digo “los cagones no hacen historia...”
-Ja, es una de mis frases, la dije después de ganar la Copa Argentina. Esa y “Plata y miedo nunca tuve”, son mis maneras de manejarme en la vida.Siempre digo que prefiero estar al límite a pasar desapercibido. Me gusta mi manera de definir, me gusta inventar cosas, chilenas, tijeras y eso.
-Kudelka dijo, riéndose, que el mejor jugador del Globo no fuiste vos porque “las metió todas después de que me fui”.
-¡Y tiene razón! No se me dio antes. Me dolió mucho la manera en la que se fue Frank porque sé qué clase de persona es. Es una lástima que no la metiéramos antes. Por suerte, en el último tramo sí. El equipo es como que se acomodó y nos empezaron a salir las cosas. Pero Kudelka no merecía irse así.
No todas son buenas en la vida de Abila, lamentablemente. Agustín tiene un año y ocho meses, es el hijo de su hermana, y sufre fibrosis quística, una enfermedad hereditaria. “Mi sobrino la está peleando como un campeón, pero es una situación delicada la que estamos viviendo en la familia. Hay que ayudarlo a él y a los nenitos”, cuenta y ya mismo se puso en campaña debido a que está armando una movida para dar una mano. “Queremos hacer partidos a beneficio y ayudar a los chicos con esta enfermedad, ya que además los tratamientos son caros”, dice. Y cierra: “Con estas cosas te das cuenta de que lo que vale es otra cosa, es la salud de un bebé. Esto sí es de vida o muerte, no el fútbol”.

© Escrito por Nicolás Migliavacca el miércoles 31/12/2014 y publicado por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.