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viernes, 27 de junio de 2008

Ignacio Copani... Por algo será... @dealgunamanera...

Carta Abierta...


Queridos Amigos.

En los últimos días y a raíz de haber escrito una canción, que debe ser la número mil doscientos y tantas de mi repertorio, he recibido infinidad de comunicaciones. La mayoría con elogios, caricias y aliento, que desde ya agradezco infinitamente.

Pero he recibido también otro tipo de contactos llenos de reproches, cargados de odio, regados de violencia, intolerancia, agresión y con un espíritu inquisidor que no creí que anidara todavía en gente de mi comunidad.

He sido amenazado, agraviado, insultado, difamado, calumniado y, peor aún, han sufrido ese tipo de atropello miembros de mi familia.

No me refiero a los impunes foros de internet sino a e mails, cartas y llamados recibidos.

Simplemente desde estas líneas aviso a quienes todavía tengan intención de lastimarme, que lo logren o no, yo no cambiaré ni una coma a las estrofas de mis canciones.

Aquellos que piensan que la Sra. Presidenta de mi país me paga por verso, recital u opinión, simplemente están expresando su propia escala de valores y asumiendo que ellos mismos podrían torcer sus convicciones a un precio determinado. Yo no.

Hace más de veinte años que en cada escenario y en cada grabación me comprometo con nuestra historia y siempre se me han cerrado puertas por hacerlo de manera honesta, clara y sin esperar más recompensa que el abrazo compañero de quien desea que un cantautor se exprese libremente, como los viejos trovadores que anunciaban las bodas, los bautizos y también los entierros.

En algunos medios de comunicación se han referido a mí de manera descalificadora y/o despectiva. A esos mismos medios, durante años, hemos mandado nuestro material artístico y la información de nuestras actividades, sin lograr que se nos diera ni un segundo para comunicarlo al público. Ni siquiera para difundir eventos solidarios, benéficos o canciones tan o más comprometidas con la realidad que el tema ¨Cacerola de Teflón¨.

Lamentablemente en algunos de esos medios se ha mostrado la canción en cuestión, sometiéndola a una especie de ¨inspección¨ de ideas o cortes marciales - musicales y al comentar alguna crítica agresiva, en lugar de defender la libertad del artista para manifestarse, se han escuchado de parte de los comunicadores, tristes y recordadas frases como ¨él se la busca… ¨ o ¨por algo será…¨

Nunca discuto una crítica, sea como sea y venga de quien venga. Pero en este caso no recibí opiniones sobre la conformación estética del tema, de su métrica, de sus rimas, de sus sonidos, de la destreza para ejecutarla, sino una violenta y censuradora mirada hacia el contenido de mis ideas y mi conducta, bien típico de tiempos de inquisición y dictaduras.

Pablo Milanés cantó ¨Pobre del cantor de nuestros días que no arriesgue su cuerda por no arriesgar su vida¨…

Yo no creo haber arriesgado mi vida, sencillamente describí, como hago siempre, un episodio de este tiempo con total sinceridad.

Ni siquiera he pretendido mostrar una valentía destacable por la simple acción de manifestar mi pensamiento. Valientes fueron mis compañeros y familiares que hoy están desaparecidos. Valientes fueron Víctor Jara y Rodolfo Walsh. Yo soy solamente un cantor.

No creo que a esta altura de mi carrera, deba dar cuentas de los escenarios que pueda habitar. Estuve en Plaza de Mayo, cobrando Cero Pesos, respondiendo a la convocatoria de apoyar nuestra democracia, al igual que estuve el 25 de mayo de hace unos años, cuando decenas de artistas hacían fila para subir a la escena triunfal.

Estuve en esa plaza que transité como ciudadano desde que tengo uso de razón, como estuve en Semana Santa, como estuve con las Madres, con las Abuelas, con los ex combatientes, con los maestros, con los pibes de la calle y como pienso estar en cada evento al que me cite mi conciencia.

Si esta acción espontánea se convierte en un acto de riesgo, pobres de todos nosotros.

Si crear y expresarse es un acto de arrojo merecedor de insultos y censuras, ha triunfado para siempre la cultura del ¨no te metas¨ y la incultura sembrada durante el sanguinario proceso militar y la inolvidable década del noventa.

Juro por mis hijas que yo no especulo con estas cuestiones. Que si de momento, por mi decisión de ser coherente, pierdo trabajos y gano enemigos, es un precio que debo pagar como tantas veces pagué.

Nada más espero, que no sea nuevamente con el exilio.

© Ignacio Copani

¨ Para escribir una simple canción,
no sólo empeño y oficio se emplea,
hay que embarrarse con la inspiración,
hay que mirarse por dentro y no hacer lo que todos desean.

Mucho más cómoda es la posición
de dar la crítica sorda y pedante,
despedazando con rabia y rencor al autor y al cantante.

Sólo mi historia me obliga,
Usted no me diga qué frase hay que usar…
Haga su cuadro y elija
el color de la tinta que quiera mezclar.

Pero nunca se arrogue el derecho
de andar por mi techo
espiándome la libertad,
que ni una coma le voy a cambiar
ni a lo dicho ni al hecho.
Y hasta el final del olvido… maltrecho…
diré mi verdad.¨


© Video "Cacerolas de Teflón" Intérprete Ignacio Copani


No te oí… En los días del silencio atronador. No te oí junto a las madres del dolor, no sonaste ni de lejos, por los chicos, por los viejos… olvidados.

No te oí… Puede ser que ya no estoy oyendo bien, pero al borde de las rutas de Neuquén, no te oí mientras mataban por la espalda a mi maestro.

Y entre nuestros cantos desaparecidos yo jamás oí el sonido de tu tapa resistente, que resiste comprender que hay tanta gente que en sus pobres recipientes solo guarda una ilusión.

Cacerola de teflón, volvé al estante, que la calle es de las ollas militantes… Con valiente aroma de olla popular.

Cacerola de teflón, a los bazares, o a sonar con los tambores militares… Como tantas veces te escuché sonar.

No te oí… Cuando el ruido de las fábricas paró, cuando abril su mar de lágrimas llenó. No te oí con los parientes del diciembre adolescente… asfixiado.

No te oí… Puede ser que mis oídos oigan mal, pero no escuché en la exposición rural, reclamar por el jornal de los peones yerbateros, por la rentabilidad de los obreros, por el tiempo venidero, por que venga para todos.

No te oí ni te oiré porque no hay modo de juntar tu avaro codo, con mi abierto corazón.

Cacerola de teflón, volvé al estante… De los muebles de las casas elegantes, que las cocineras te van a extrañar.

Cacerola de teflón, a los bazares... O a sonar en los conciertos liberales... Como tantas veces te escuché sonar.

No te oí… En el puente de Kosteki y Santillán, no te oí por el ingenio en Tucumán, no te oí en los desalojos, ni en los barrios inundados… de este lado.

No te oí… En la esquina de Rosario que estalló cuando el ángel de la bici se cayó… Y sus ángeles pequeños se quedaron sin comida.

Y jamás te oí en la vida repicar desde acá abajo, por un joven sin trabajo, a la deriva. Debe ser que desde arriba, desde los pisos más altos no se ve nunca el espanto y las heridas.

Cacerola de teflón, volvé al estante… Yo me quedo en una marcha de estudiantes, donde vos nunca supiste resonar.

Cacerola de teflón, a los bazares o a llenarte de los más ricos manjares que en la calle no se suelen encontrar… Cacerola de teflón... a cocinar.

Nota del editor:

Querido Nacho,

Sin duda cualquiera opina cualquier cosa... los que te conocemos sabemos quién sos y es suficiente...

Leyendo de la Historia Antigua, rescaté esto de Marco Tulio que dice más o menos así...

Existen dos clases de hombres:
Los que pasan la vida soñando
y los que dan vida a sus sueños
Los que sueñan con logros
y los que logran sus sueños
Los que siguen las huellas
y los que las dejaron
Los que ven para poder creer
y los que creen antes de ver
Los que te pisan al subir
y los que suben a ayudar
Los que te dan confianza
y los que te la quitan
Los que dan sin pedir a cambio
y los que te piden el cambio
Los que escogen una de dos
y los que toman las dos
Los que se asoman por la ventana
y los que se salen por ella
Los que hacen, se reproducen y mueren
y los que nacen, producen y nunca mueren...

Marco Tulio