Objetivo Global 5: Promover la igualdad de género…
Se
entiende por igualdad de género ofrecer a hombres y mujeres las mismas
oportunidades. Y para que podamos alcanzar este objetivo, debemos empezar desde
el principio, la educación.
Todas
las personas deben tener acceso a los estudios, sin distinción, para que en el
futuro, disfruten de las mismas oportunidades laborales.
© Escrito por Fernanda Medeiros (España/Brasil) el jueves 01/10/2015 y
publicado por MSD Idiomas Madrid de
la Ciudad de Madrid, España.
Si volvemos
en el tiempo, veremos que no siempre niños y niñas han tenido la misma
formación. No siempre han estado estudiando en colegios mixtos, como hacen
actualmente. Los cambios fueron surgiendo a medida que la sociedad fue
desarrollándose.
Hasta
entonces, la educación de las niñas era direccionada y sesgada a un futuro en
el entorno doméstico, para lo cual debían ser preparadas a fin de contraer
matrimonio, cuidar de la casa, del marido y de los hijos. Los niños, por su
vez, tenían acceso a los estudios para prepararles para encontrar un buen
trabajo y poder mantener la casa, esposa e hijos. En este contexto, niños y
niñas no estaban integrados en colegios mixtos, dado que la formación de ambos
era distinta.
El modelo
educativo separatista tuvo origen en el siglo XVIII y estaba estrechamente
relacionado a los principios religiosos y sociales, cuyas interpretaciones eran
que hombres y mujeres nacieron para desempeñar funciones distintas en la
sociedad y por esta razón, debían tener una educación diferenciada. En ese
momento, unas pocas mujeres pertenecientes a las altas clases sociales
(aristócratas) defendían la idea de que las mujeres debían tener una educación
superior porque desempeñaban el papel de primeras educadoras de sus hijos.
La
educación de niños y niños por separado se mantiene hasta finales del siglo
XIX, cuando empezaron a surgir propuestas más sólidas a favor de la igualdad en
el ámbito educacional para hombres y mujeres paralelamente al origen de
colegios mixtos, lo que afloraba muchas opiniones.
Al
principio del siglo XX fueron implantados los primeros centros escolares mixtos
públicos y privados. En aquel momento, estos colegios se clasificaban como
progresistas y opuestos a los valores religiosos de la época. Si bien hubo poca
adhesión a este nuevo sistema, las niñas que formaron parte de ello pudieron
incrementar su nivel de estudios y por consecuencia, ampliar su nivel de
actuación.
Años más
tarde las instituciones de ensino mixtas ganaron fuerza y se expandieron, no
por consecuencia de un debate pedagógico o acción reivindicativa por parte de
las mujeres, sino por la necesidad de legitimar un sistema educativo homogéneo
a todos los individuos, independiente del sexo.
El debate
que gira en nuestros días hace referencia a la calidad de esta igualdad.
Suponemos que hemos logrado ofrecer la misma educación a hombres y mujeres,
pero hay dos evidencias que ponen en manifiesto que todavía no hemos logrado
ofrecer las mismas oportunidades para ambos.
La primera
de ellas es que pocas mujeres acceden a los estudios técnicos, en los cuales se
concentran las mejores posibilidades profesionales y salarios más elevados. La
segunda es que el mercado ofrece una remuneración superior a los hombres que a
las mujeres que tienen la misma formación.
Son inúmeras
las interpretaciones que se pueden dar a estas evidencias pero de manera
general, se considera que las diferencias entre hombres y mujeres están
relacionadas al contexto social. Cada sociedad establece sus patrones y el
papel de la mujer varía de acuerdo con los principios sociales en los cuales
ella está inserida.
Estas
diferencias generaron nuevas líneas de pensamiento con nuevas reflexiones, como
es caso del sexismo, que defiende la idea de que sí hemos logrado la igualdad
entre hombres y mujeres a nivel educacional pero no a nivel social. Otra
reflexión es que la educación mixta no cumple la función de promover la
igualdad de género a la hora de actuar ya que hace prevalecer el androcentrismo
(educación para los niños) y disuelve la identidad de las niñas.
Para
alcanzar una educación igualitaria entre hombres y mujeres, las instituciones
de ensino deben ir más allá de ofrecer un ambiente común para chicos y chicas.
Hay que promover la integración de modelos educativos genéricos que posibiliten
a ellas actuar donde la presencia masculina es predominante. De mismo modo,
introducir en el currículo conocimientos que estuvieron inaccesibles a ellos
durante todo ese tiempo, para que puedan ser convertidas en formas de conducta
para ambos en un futuro.
Las
propuestas de cambios que afectan la población a nivel social y cultural
caminan despacio. La percepción y la conciencia llegan de forma gradual a
nuestros días. Saber el camino que debe ser recorrido ya es un gran avance
hacia a las transformaciones de la sociedad. Pero hay que tener en cuenta otros
aspectos asociados al grado de capacidad y nivel de desarrollo de los países (a
nivel general) y a los esfuerzos de los individuos (a nivel específico).
Al margen de las reflexiones de igualdad de
género, debemos saber que las instituciones solo son el camino por donde
debemos tener el derecho y la conciencia de seguir. Entretanto, para actuar en
el mercado laboral es necesario tener algo más que conocimiento; es necesario
tener práctica. Eso es lo que nos hace más o menos aptos para ejercer una
profesión.
La opción de adquirir conocimientos y posteriormente
ponerlos en práctica dentro o fuera de la institución de ensino es criterio de
cada uno. Los centros de estudios deben posibilitar y promover estas
actividades a todos, indistintamente.
El acceso y el contacto con diferentes áreas de ensino
generan curiosidad. El estímulo al aprendizaje impulsa nuevas descubiertas. Las
innovaciones destacan profesionales altamente capacitados. Las personas
conscientes y preparadas pueden transformar el mundo.
Hombres y mujeres son capaces de desempeñar este papel.
Referencias Bibliográficas:
SUBIRATS, Marina. (1994). Conquistar la igualdad: la
coeducación hoy. Revista Iberoamericana de Educación, Nº 6, Septiembre –
Diciembre.
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