Veto cantado.
Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes
La inflación se desacelera pero la inversión fuerte
llegaría con demoras. Veto, gremios y oposición.
© Escrito por
Nelson Castro el domingo 22/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La pregunta del millón es una: ¿cuánto tiempo más se
demorarán en comenzar la reactivación
económica y el ingreso de capitales destinados a la inversión?
Un prestigioso economista con vínculos en todo el
espectro de la política –que conoce el pensamiento del Gobierno– reconoce que
ya hay una leve baja en la inflación sustancial, que es aquella que mide prácticamente todo a
excepción de los servicios públicos.
¿Por qué no se nota aún en las góndolas?
Porque los precios han quedado establecidos en torno a un
dólar de $ 16. En el Gobierno hay dudas, pero algunos creen que sería un buen
momento para dejar ir la moneda norteamericana en torno a los $ 15,50 sin
riesgo de que se produzca un nuevo impacto en los precios, ya que un alza en el
valor de los productos repercutiría negativamente en el volumen de venta. Un
dólar algo más elevado podría ser un buen atractivo para los inversores y la
consecuente puesta en marcha de la rueda productiva.
Coinciden –en voz baja– economistas y
funcionarios del Gobierno con otros especialistas de distinto color político en
que los capitales ya están ingresando pero a
paso más lento del esperado. No hay un aluvión; los grandes
capitales difícilmente lleguen antes de 2017.
Por eso, una primera solución es el
nuevo blanqueo que el Gobierno enviará para su tratamiento al Congreso. Entre los antecedentes
más cercanos resuena la triste experiencia que dejó Guillermo Moreno, cuya
iniciativa, que más que un blanqueo parecía una invitación al lavado de dinero
mal habido, logró captar sólo US$ 2.500 millones.
A
aquel gobierno nadie le creía. El actual equipo económico se
ilusiona con repatriar una cifra cercana a los US$ 50 mil millones. En el
Gobierno cuentan los días, urgidos por la necesidad de alcanzar los primeros
resultados. Los especialistas coinciden en que, entre agosto y septiembre,
podrían aparecer los primeros signos de reactivación, que tendrá una parada
intermedia entre fines de mayo y comienzos de julio, cuando aparezca la plata
de las paritarias sumada a la del aguinaldo.
El veto presidencial a la ley antidespidos se vivió
como un triunfo dentro del PRO. Varios de sus rivales políticos admitieron que
Mauricio Macri pudo completar la jugada con éxito. A pesar de ser una
herramienta siempre controversial, el veto es una atribución constitucional que
puede utilizar el Presidente.
La historia reciente muestra que los ex presidentes
democráticos no dudaron en usar esa facultad según el siguiente ranking: Carlos
Menem en 195 oportunidades; Raúl Alfonsín en 49; Fernando de la Rúa en 46;
Eduardo Duhalde en 37; Néstor Kirchner en 36 y Cristina Fernández en 18. Para
el kirchnerismo, el episodio significó otra derrota política:
el video en el que se ve y escucha a CFK criticar el proyecto de ley antidespidos
que quisieron presentarle en 2010 fue demoledor al exponer, una vez más, sus
contradicciones y las de sus acólitos.
Mauricio Macri debutó con un veto
cantado que dejó
algunos heridos en el camino. Hay dos versiones sobre los posibles
daños colaterales en
la relación con sus aliados y rivales políticos. La primera, más visceral y
algo infantil, sostiene que se les ha dado una cachetada a Sergio Massa y a parte del PJ. “Hace sólo cinco meses que estamos en el Gobierno y ya
ponen palos en la rueda”, les reprochan desde el oficialismo. Quienes reparan
en este enfoque subrayan que la grieta que se abrió con el líder del
Frente Renovador es porque “está bastante agrandado, queriendo agarrar todo el
protagonismo y llevando agua para su molino”.
Una parte importante del PRO quisiera no
tener que depender del ex intendente de Tigre para los acuerdos
parlamentarios, cosa absolutamente improbable. A Massa se le critican algunas
de sus conductas por considerarlas pedantes. Algo de eso hay, aun cuando, si de
soberbia se trata, el macrismo también tiene lo suyo.
La segunda versión es más realista y descriptiva del
presente político: “Es todo pour la galerie, a Massa no le importa nada y a Macri
tampoco, ambos van a seguir avanzando. En cuanto al PJ Renovador o más joven,
tiene bien aprendidos los vicios de sus caciques; van
a salir a negociar todo minuto a minuto”, reflexionó una fuente
de trato frecuente con los dos sectores.
Roces.
La dureza del momento ahonda las internas dentro del Gobierno. La falta de
cintura política en muchos de sus funcionarios hace las cosas más difíciles. Lo
que está pasando con las tarifas del gas es un ejemplo. Quien más padece esto
es el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que debe salir a corregir algunos de estos
desaguisados.
En lo que va de esta corta gestión, Frigerio
ha ganado estatura y se ha transformado en un interlocutor muy valorado por los gobernadores de todos los
signos políticos.
En el PRO comprendieron una lección básica: conviene
siempre construir poder territorial,
empezando desde abajo. Por eso el interés del oficialismo en la elección de la
Federación Argentina de Municipios (FAM).
A mitad de semana, Frigerio y el subsecretario de Asuntos
Municipales de esa cartera, Lucas Delfino, se reunieron con más de sesenta
intendentes de
diferente color político con la idea de devolverle a la FAM su espíritu federal
y, de paso, hacer buenas migas con los jefes comunales para picar con
ventaja sobre Julio Pereyra –su actual titular– y otros barones del Conurbano.
Como contrapartida, toma cuerpo una movida de Florencio Randazzo, que, junto
con Guido Lorenzino (ex legislador provincial por el FpV), trabaja en las
sombras para construir su propia liga de intendentes. La semilla de un proyecto
que va mucho más allá del ámbito estrictamente municipal.
El gremialismo no atraviesa su mejor momento. El
común de la gente no quiere ni escuchar hablar de ellos. Antonio Caló no logra
despegarse de su rol en épocas del kirchnerismo; el clan Moyano sigue trabajando para sí mismo, generando el rechazo de
la mayoría; Andrés Rodríguez,
secretario general de UPCN, ya salió a gritar a los cuatro vientos que no está
pensando en una medida de protesta; Juan Carlos Schmid no habla de paros pero
estudia el panorama, y Pablo Micheli junto a Hugo Yasky, hasta hace poco
rivales irreconciliables desde la fractura de la CTA, gritan juntos amenazando
con movilizaciones y conflictividad. En medio de estas aguas revueltas, Macri
ha tomado la decisión de avanzar.
Producción
periodística: Santiago Serra.
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