Chauchas y palitos…
Es indiscutible que la cultura
organiza de un modo concreto el mundo que nos rodea y a partir del cual se
articulan formas de relación social. Es así que la cultura, no sólo se
corresponde con el acondicionamiento estructural de esa socio-espacialidad que nos
habita, sino que también interviene en su producción.
© Escrito por Mariana Mansilla (*) el jueves 17/12/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Por lo que, este proceso, no está ajeno al
trabajo permanente del sentido. De acuerdo a ello, el lenguaje, las
prácticas políticas tanto como las instituciones se desacoplan de cualquier
determinación esencialista - de un contenido adjudicado a priori- para lanzarse
a la arena de las luchas por el significado en donde su especificidad es solo
relativa y por lo que, todo análisis de lo particular, debe hacerse tomando
como referencia un horizonte contextual.
Esta perspectiva parece adecuada para
advertir el modo en que, este nuevo gobierno, liderado por Mauricio
Macri, a través de los discursos, de las estrategias, de
los modos en que articula y objetiva la toma de decisiones,
organiza la puesta en forma de lo político también como una puesta en
sentido.
Así es que, durante estas horas, una de las
primeras disputas, ha girado en torno a la interpretación del marco
legal que regula el procedimiento elegido por el nuevo
gobierno para designar a dos de los cinco jueces que integran la Corte Suprema.
Esto, mientras permanece candente en la memoria colectiva el aluvión de jueces - en total sesenta y nueve- que
fueron nombrados por Decreto - según el procedimiento - por la ex-presidente
Cristina Kirchner, a poco de finalizar su mandato.
Sin embargo, este escenario resulta
paradójico pues, las disputas en torno al proceso de designación de los
supremos nos remite a la historia reciente. A la experiencia vivida durante más
de una década en la cual se hubo organizado una cultura política signada por la
exclusión de la disidencia.
Claro está, que en el último balotaje
presidencial, se otorgó a "Cambiemos", la posibilidad de reinventar
un significado a partir del cual inaugurar una cultura política novedosa
y se rechazó la continuidad del proyecto kirchnerista como forma de habitar lo
social.
Por otra parte, si bien es cierto que el
orden de las transformaciones exige un trabajo sobre el sentido y que, en la
mayoría de los casos va en rezago de las urgencias políticas, es necesario, al
menos, trazar un orden de rupturas.
Si hay algo indiscutible en torno al último
balotaje es que las preferencias ciudadanas por el cambio fueron mayores a las
que optaron por la continuidad, pero en ajustada diferencia.
Esto implica pues, que en ningún caso, el
gobierno de Mauricio Macri debe hacer uso de los signos
habitados por la continuidad que fue derrotada en las elecciones pasadas; pero
menos aún, reducir la lectura del resultado a una mera cuestión de
chauchas y palitos.
En este orden, pero en una dimensión más
operativa; tal como el proceso de designación de los postulantes para integrar
la Corte Suprema es que pueden identificarse, por ejemplo, cuáles son los
aspectos concretos que se involucran así como el sentido que socialmente
organiza el significado del cambio.
(*) Socióloga (UBA). Profesora
ordinaria e Investigadora tiempo completo en la Universidad Nacional de la
Patagonia “San Juan Bosco” (UNPSJB).
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