El país de la ciclovía financiera…
El salto devaluatorio fue el gran protagonista de estas
jornadas. Pero detrás de esa gran noticia que les va cambiar la vida a los
argentinos –a una gran mayoría, negativamente– pasaron desapercibidos otros
anuncios, que hubieran merecido otra trascendencia o debate de no haber sido
eclipsados por la novedad mayor. Estos son: la puesta en marcha de los
mecanismos para volver al endeudamiento financiero y de corto plazo, la
liberación de las tasas de interés en pesos y la del movimiento de entrada y
salida de capitales financieros.
© Escrito por
Raúl Dellatorre el vienes 18/12/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Los anuncios que vino a dar “con alegría” el ministro Prat-Gay el miércoles
incluían, entre otros, la eliminación, para los capitales provenientes del
exterior, de la obligación de constituir un depósito no remunerado por un año de
plazo, por un monto equivalente al 30 por ciento de los fondos ingresados al
país. Además, se comunicó que todo nuevo ingreso de fondos del exterior podría
volver a salir libremente por un monto equivalente, con un requisito de
permanencia de sólo 120 días.
Estas medidas fueron presentadas como un aliento a la inversión extranjera.
En su enunciado, Prat-Gay se refirió a dicha facultad como una facilidad para
“empresarios que adelantarían el ingreso de fondos previstos para inversiones”.
Ese flujo que se espera está inserto en la estimación de ingresos de dólares
por 15 mil a 25 mil millones de dólares “en las próximas cuatro semanas”.
Pero esas facilidades a la entrada y salida de capitales puede generar un
atractivo distinto para los inversores especulativos. Ello puede ocurrir una
vez que se entienda que el dólar “libre unificado” haya alcanzado un valor
estable, quizás más cercano a los 15 pesos, que deje conformes a los
exportadores cerealeros, que seguirán siendo los grandes proveedores de divisas
del mercado. En ese horizonte, un ingreso de capitales del exterior que se
convierta en pesos a esa paridad, se coloque –supongamos, por seis meses– en un
activo financiero local (bonos públicos o bancarios a plazo fijo) a tasas que
superen el 40 por ciento anual, podrían retirarse al vencimiento, cambiándose
al dólar a una partida bastante similar a la vigente al ingreso. o levemente
superior. Ello le permitiría, a quien ingresó y retiró los fondos, obtener un
rendimiento en dólares que, seguramente, sería la mitad o más de la ofrecida en
pesos (del 20 al 30 por ciento anual). Esta operación es la que, en diferentes
ciclos económicos, se conoció como “la bicicleta financiera”.
Este mecanismo suele ser muy eficiente como “financiamiento de corto
plazo”, constituido por capitales golondrina (denominados así por sus prácticas
migratorias) que suelen entrar masivamente para aprovechar la oportunidad de
ganancias en dólares difíciles de encontrar en el resto del mundo. Pero también
es probable –en la historia argentina es recurrente– que estos capitales huyan
tan masivamente como ingresaron, en bandada, al avizorar alguna dificultad. Por
ejemplo, frente a la perspectiva de un alza del tipo de cambio que le reduzca
el rendimiento esperado en divisas al salir.
El predominio del capital financiero especulativo en el mundo se alimenta
de este tipo de políticas a favor de la libre movilidad de los capitales.
También, de la acumulación de deuda por parte de los países dependientes. Otro
de los mecanismos de “capitalización” de las reservas dispuesto en los anuncios
es el acuerdo con un grupo de bancos extranjeros para obtener un préstamo de
5000 millones de dólares que pagará una tasa del 7 por ciento. Lo más llamativo
es que el Banco Central se comprometió a dar, en garantía, letras del Tesoro
Nacional. Es decir, deuda del Ejecutivo nacional con el BCRA, que hasta ahora
era una deuda intra-Estado, no exigible sino negociable entre organismos
públicos, pero que ahora podría pasar a ser parte de un reclamo privado extranjero.
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