Transición larga…
¿La única verdad, es la realidad? Juan D. Perón. Dibujo: Pablo Temes
Para el
peronismo, el cambio llevará su tiempo. Lo que preocupa a Cambiemos.
El desconcierto condena al peronismo a pensar en recetas de mediano y largo plazo. En el marco electoral, finalmente se confirma la victoria de Cristina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires por un margen que oscilará entre 0,5 y un punto y medio. El Gobierno, que salió a reconocer su derrota sobre la mitad de la semana pasada, tiene la convicción de que revertirá ese resultado en octubre. Los indicadores de confianza lo favorecen ya que –según diferentes estudios de opinión pública– “cerca del 50% de las personas consultadas cree que el Gobierno logrará mejorar su situación actual”.
Esto
contrasta con la baja percepción acerca de su capacidad para “la resolución de
problemas que hasta el momento ostenta el oficialismo” que exhiben esas mismas
encuestas. Sin embargo, el voto de confianza hacia el futuro le juega a
favor. En este marco, hay más posibilidades de que el Gobierno recupere
votos en octubre que sea la ex presidenta quien lo logre.
“El kirchnerismo duro ya definió su techo, incluso dentro de una parte radical del peronismo”, asegura un analista que predijo con bastante precisión lo que sucedió en las PASO. “En cambio, el Gobierno tiene un margen mucho mayor para recuperar el voto de algún adherente blando descontento que haya recurrido en forma de castigo al massismo”. Los PRO puros o de paladar negro se regocijan al recordar que habían advertido que el tigrense estaba inflado en las encuestas. Pero más crudo aún es el análisis que los propios peronistas hacen de la situación. “CFK no es una opción para los que buscan cristalizar y reformular el partido. No lo es para muchos intendentes y no lo es para la mayoría de los gobernadores”, señala una voz de peso dentro del universo del PJ bonaerense.
Una de las particularidades de la campaña por venir es que la ex presidenta abandonará su perfil amical para peronizar su discurso y adoptar una postura más confrontativa frente al Gobierno.
“El kirchnerismo duro ya definió su techo, incluso dentro de una parte radical del peronismo”, asegura un analista que predijo con bastante precisión lo que sucedió en las PASO. “En cambio, el Gobierno tiene un margen mucho mayor para recuperar el voto de algún adherente blando descontento que haya recurrido en forma de castigo al massismo”. Los PRO puros o de paladar negro se regocijan al recordar que habían advertido que el tigrense estaba inflado en las encuestas. Pero más crudo aún es el análisis que los propios peronistas hacen de la situación. “CFK no es una opción para los que buscan cristalizar y reformular el partido. No lo es para muchos intendentes y no lo es para la mayoría de los gobernadores”, señala una voz de peso dentro del universo del PJ bonaerense.
Una de las particularidades de la campaña por venir es que la ex presidenta abandonará su perfil amical para peronizar su discurso y adoptar una postura más confrontativa frente al Gobierno.
Por
su parte, tanto Sergio Massa como Florencio Randazzo son hoy una
incógnita que sólo el tiempo despejará. Massa no logra despertar confianza ni
en propios ni en ajenos. La floja cosecha electoral en las PASO volvió a
colocarlo dentro de las posibilidades de mediano y largo plazo; por su edad y
por su tenacidad, nadie lo da por muerto. Algo de esto reconoció el ex
intendente de Tigre cuando, en una entrevista que hizo ruido, dijo: “Tengo 45
años y mucho para dar”. Florencio Randazzo, que no deslumbró con su performance,
a diferencia de Massa arrancó la contienda desde atrás y se encargó de advertir
que está para correr una carrera larga sin urgencias electoralistas, “al menos
por ahora”, según sostiene uno de sus operadores. Para muchos peronistas, si no
queda otra que esperar, el ex ministro del Interior resulta más confiable que
Massa. En el entorno del hombre de Chivilcoy ya especulan con las primeras
mediciones post PASO, donde reconocen un crecimiento de Cambiemos por encima
de Cristina Kirchner. El desafío de
Cumplir es mantener su propia cosecha, cosa que será difícil. En la semana
que pasó, sufrió deserciones hacia CFK y hacia Massa. De todos modos, todavía
es muy pronto para arriesgar cálculos certeros.
Justicia.
En
este contexto, la nueva citación a indagatoria a CFK y su familia en la causa
Hotesur despertó suspicacias en quienes son críticos de la labor judicial: “Una
ex presidenta vencedora y con gran número de adhesiones era más difícil de
tocar. No tengo dudas de que, si en octubre la gente le da la espalda, el
horizonte judicial se le volverá a poner complicado”, dijo un conocedor de la
compleja trama que se teje en los juzgados federales de la avenida Comodoro Py.
La
pata sindical volvió a mostrar su peor cara. La marcha y el acto del martes que
pasó dejaron –una vez más– la foto que, hay que reconocer, le conviene al
Gobierno: peleas entre bandos de diferentes gremios, discursos flojos, falta de
liderazgo y divisiones internas. Uno de los triunviros sentenció: “Lo que pasó
fue una vergüenza, otra vez hicimos el ridículo. Se notó que hubo mucha segunda
línea; la mayoría eran empleados de la CGT”, se quejó lleno de bronca. Los
nubarrones que se ciñen sobre el peronismo amenazan con quedarse un largo
tiempo. Estamos ante la cristalización de un momento de transición política
donde todo puede suceder.
En
el oficialismo, entretanto, se debaten entre la euforia y la
preocupación. El caso de la desaparición de Santiago Maldonado va
en vías de convertirse en un verdadero dolor de cabeza para el Gobierno, no
sólo por el reclamo de su familia, de los organismos de derechos humanos y la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sino porque, además, ha
puesto sobre la escena la aparición de grupos como RAM (Resistencia Ancestral
Mapuche), que amenazan con el sostenimiento de un plan de lucha violenta que va
más allá de su zona de asentamiento. Respecto de Maldonado, lo grave es que se
repita un caso similar al de Jorge Julio López, el albañil desaparecido el 18
de julio de 2006, tras haber declarado en el juicio contra el represor ex
comisario Miguel Etchecolatz, y de quien hasta el día de hoy nada
se ha sabido.
Por
otra parte, los ataques a la Legislatura bonaerense y al Ministerio de
Seguridad de la Provincia son otra muestra de la tensión que genera el nuevo
mapa político. Según dijo el propio ministro Cristian Ritondo, de
estos dos hechos, el incendio de dos vehículos en el estacionamiento del
ministerio podría tener que ver con el avance sobre las “mafias en
el sistema policial, el narcotráfico, La Salada, las plantas
verificadoras y los pases a retiro de uniformados”. Los números son
contundentes: hay en la fuerza más de 30 mil policías investigados, incluyendo
los casi 6 mil apartados por su participación en distintos delitos de diverso
tipo y gravedad. Esos serán una parte pequeña de los números que el Gobierno
buscará capitalizar a lo largo de la campaña, a la espera de que el incipiente
repunte de la economía se vaya haciendo más firme y llegando a la gente.
“Los buenos
gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores
dicen” (Antonio Maura).
Producción
periodística: Santiago Serra.