Bartolucci, aquel rebelde fundador de La Palomita...
Pablo Bartolucci, crack de los años 20, se destacó en
Huracán y jugó en la Selección. De su modo de cabecear nació una jugada que
forma parte del folclore del fútbol mundial. Por su reivindicación de los
derechos de los futbolistas, la prensa de la época lo señaló como
"anarquista".
La Mutual de Veteranos de Huracán queda en un rincón del Palacio
Ducó, aunque poco se parece a un palacio. Allí, un hombre que mucho vio y
que mucho sabe, evoca una verdad que -de algún modo- resulta una
contradicción: "Quienes más reivindicaron la profesión terminaron siendo los primeros olvidados".
El hombre, elegante al vestir, impecable al hablar, dice que Hugo
Settis, Juan Scursoni y Pablo Bartolucci -pionero también en otras
cuestiones- fueron la versión local y futbolera de los Mártires de Chicago.
Ellos -no por dinero; sino por búsqueda colectiva en nombre de ciertas
libertades individuales- fueron los primeros en cuestionar a un
amateurismo que pagaba sueldos pero que no homologaba a los futbolistas
como profesionales ni como trabajadores.
Por expresarse en nombre de aquella cuestión, a Bartolucci y a sus compañeros de lucha los llamaron "los anarquistas". Ellos no se preocupaban ni cuestionaban los apodos. Se juntaban y tiraban para el mismo lado. En el libro Fútbol: pasión de multitudes y de elites,
de Ariel Scher y Héctor Palomino, el mismo Settis señala: "No estaba en
juego el aspecto económico (...) Aunque lo nuestro era un amateurismo
marrón, lo que queríamos era la libertad como seres humanos. Los señores
dirigentes pretendían mantener de por vida la llamada ´ley candado´, de
su invención, es decir, utilizándonos como una mercancía a los
jugadores de fútbol y convirtiéndose así en los negociadores exclusivos
de nuestras transferencias". La frase había sido publicada en el diario La Opinión en
1976. Unos meses antes había fallecido Bartolucci, el otro gran
buscador de aquellos días de finales de los años 20 y principios de los
30.
Bartolucci es ahora un olvidado, aunque a su recorrido le cabe la condición de celebridad. La memoria del fútbol argentino lo ignora como si no fuera tan inmenso. En
días no tan lejanos, el periodista Oscar Barnade recordó aquellos
tiempos de cambios: "El campeonato de 1930 terminó el 12 de abril de
1931 y al día siguiente los jugadores, agrupados en la Mutualista y
liderados por los jugadores de Huracán Pablo Bartolucci y Hugo Settis,
elevaron un petitorio exigiendo poner fin a la cláusula candado: si se
iban del club por dos años no podían arreglar con otro de la categoría.
Ese día, en plena dictadura militar, los jugadores
marcharon por las calles adoquinadas de la ciudad exigiendo hablar con
el presidente José Uriburu. El líder golpista recibió a los
representantes de los jugadores y derivó el problema a José Guerrico,
intendente de la Ciudad de Buenos Aires. Guerrico convenció a todos de
que el reclamo de los jugadores estaba íntimamente relacionado con la
declaración del profesionalismo. El 18 de ese mes, los jugadores
declararon la huelga". En breve, brotaría el profesionalismo. Aquel
impulso nacido de un puñado de futbolistas que se abrazaban como
trabajadores había sido un éxito de todos.
En el mismo rincón del Ducó donde late la Mutual de Veteranos, otro hombre cuenta: "Bartolucci fue un fundador en todo sentido". Lo
dice por aquello del profesionalismo, claro. Pero también por otro
detalle que el fútbol del mundo le agradece y que incluyó en el folclore
de sus jugadas más atractivas: La Palomita. Bartolucci
se vestía con una venda sobre su frente y, con ella, fue el impulsor de
esa maniobra que terminó siendo parte de la historia del principal de
los deportes para siempre. En su condición de futbolista del
seleccionado, el 15 de agosto de 1929, frente a Bologna de Italia, que
estaba de gira por Argentina, Bartolucci se convirtió en una suerte de
mito. Ese día ganó el equipo albiceleste 3-1. Pero lo más importante fue
un detalle: él quedó en la historia como el creador de esa jugada que
ahora es orgullo en potreros y en estadios. Nadie sabe estrictamente si
fue el primero en realizar esa pirueta. Pero a su repetido rechazo de
cabeza volando hacia adelante -zambulléndose casi al ras del piso- él le
puso un nombre que desde entonces pasó a ser parte del diccionario
futbolero. "Rechacé de palomita", dijo Bartolucci. Y así quedó para siempre. La tapa de El Gráfico, que lo retrató particularmente en esa circunstancia, ayudó a la construcción de su carácter de leyenda.
Alguna
vez Carlos Gardel le puso su voz al recuerdo de esa jugada memorable:
"Guarda con la Canaveri, / Miranda que en lo Canaro, / si de usted bate
un Purcaro / qu'es Cafferata de acción. / Olvide el Carricaberry, /
tírese a la Bartolucci... / ¡que mejor es hacer Bucci / que dársela de
Mathón!" El tango se llamaba Largue a esa Mujica, de
Juan Faustino Sarcione, y era un homenaje -según cuentan los
especialistas, como Marcelo Martínez, del sitio Gardel.es- al Huracán
multicampeón de los años 20; pero también a los grandes futbolistas de
ese tiempo dorado y de refundación para el fútbol argentino. "A la
Bartolucci" significaba, sin más explicaciones, de palomita. Ya con el
tiempo, más de cuatro décadas después, Aldo Pedro Poy la refundó y
hasta luego la paseó por el mundo, ya convertida en leyenda. En 1971,
le hizo de ese modo un gol a Newell's que valió la eliminación del rival
de siempre y más tarde, el título.
No era sólo un militante
por los derechos de sus pares ni un crack en ese territorio del rechazo
novedoso. Bartolucci era también un destacado futbolista. Perteneció a
un tiempo (los años en los que el fútbol del Río de la Plata era,
claramente, el mejor del mundo) y a un equipo (ese Huracán capaz de ser
el más campeón de la década del 20 junto a Boca) que también a él lo
definieron. No estaba en la Selección por casualidad: Bartolucci
pertenecía a la elite de aquellos días. Jugaba de lo que entonces se
mencionaba como half. Era más mediocampista que defensor, de todos
modos. Y aunque está indeleblemente asociado a Huracán, donde disputó
100 partidos y marcó seis goles, vistió otras cuatro camisetas: Sportivo
Buenos Aires, Ferrocarriles del Estado, Sportivo Barracas y Tigre.
Bartolucci
fue parte de, quizá, el mejor Huracán de la historia: aquel que en 1928
sumó su cuarto título de Liga en el campeonato más numeroso del fútbol
argentino (participaron 36 equipos y finalizó en el último día de junio
de 1929). Allí jugaban algunas de las grandes figuras de ese tiempo,
futbolistas de Selección: Juan Pratto (luego transferido al Genoa, de
Italia); Cesáreo Onzari (fundador del Gol Olímpico; paradigma del wing
izquierdo); Angel Chiesa (el diez de esos días) y Guillermo Stábile
(primer Botín de Oro de la FIFA, en el Mundial de 1930). Y también
Bartolucci, ese "anarquista" que creó -casi sin querer- La Palomita.
© Escrito por Waldemar Iglesias el miércoles 14/08/2013 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.