Candidato imbatible...
Totus Tuus Papa Francisco. Dibujo:
Pablo Temes
Por qué Francisco reúne
características de próceres que hoy podrían cautivar a cualquier votante.
Le quiero hacer una
confesión muy personal. Ya tengo elegido mi candidato a presidente para el
2015. Ya me convenció. Creo que no hay un argentino mejor que él para que
conduzca los destinos del país. ¿No me cree? Mi voto de confianza es para un
compatriota extraordinario que es lo mejor que se produjo en estas tierras, tal
vez, en toda su historia. ¿Sabe por qué lo quiero votar? Porque tiene las
virtudes, los valores y las ideas de los dirigentes políticos fundacionales de
nuestro país y porque por su capacidad revolucionaria debería estudiarse en los
colegios como muchos próceres de la argentinidad. ¿No me cree? ¿Le parece que
exagero? Lea y después me cuenta. Yo se lo describo, le doy unas pistas para
que entienda porqué siento tanta admiración por ese hermano nuestro que está
protagonizando una epopeya.
De José de San Martín
tiene el coraje para pelear por la libertad de los pueblos y para enfrentar las
más grandes dificultades, incluso las que tienen el tamaño de la Cordillera de
los Andes. Se siente un hombre libre y quiere que todos los hombres sean
libres.
De Manuel Belgrano tiene
la obsesión por la educación, la excelencia intelectual y la flexibilidad para
moverse en todos los terrenos. También es creador de una nueva bandera de la
fe.
De Mariano Moreno tiene
la voluntad revolucionaria. La pasión por romper las burocracias del atraso y
la apuesta al cambio de las viejas estructuras. Por algo los conservadores ya
lo pusieron en la mira.
De Hipólito Yrigoyen
tiene su amor por los más humildes, su lucha eterna para que la tortilla se
vuelva, su profunda fe democrática. Su segunda Biblia, su plataforma electoral,
el documento más importante que redactó, que sostiene que el Estado debe
intervenir para suturar las heridas que produce el mercado, es un producto
colectivo. Se realizó en la conferencia de Aparecida, con el aporte de
pastores, peregrinos y obispos, pero tiene la síntesis de un sabio. De un sumo
sacerdote. De un pontífice que piensa con ecumenismo y que no conoce lo que es
el odio. Todo lo contrario, ayer proclamó la cultura del encuentro y llamó a
“rehabilitar la política como una de las formas más altas de la caridad”. Dijo
que “entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta hay una opción de los
oprimidos: el diálogo, el humanismo integral”.
De Juan Domingo Perón
tiene su habilidad para conducir, ese liderazgo carismático necesario para
guiar la organización humana más grande del planeta con 1.200 millones de
fieles. Tiene una sensibilidad especial y sabiduría popular que sólo se cosecha
con mucho pavimento recorrido. La picardía argentina en el mejor de los
sentidos y no la viveza criolla. Tiene humor. Se podría cantar una marchita que
diga: “Por ese gran argentino/ que se supo conquistar/ a la gran masa del
pueblo/ con astucia clerical.
De Evita tiene su amor
por los grasitas y la mirada en la periferia. Su opción por los pobres, por los
cabecitas negras de La Matanza a Lampedusa. Ese abrazo que se dio con los qom
que Cristina no recibió o con el indio Pataxo que le regaló su cocar y no se
arrodilló porque el Papa se lo impidió. La arenga para que nadie acepte la
humillación de nadie, para que se pongan de pie y se rebelen. Por eso dice que
quiere que los jóvenes hagan lío y salgan de la Iglesia. Para que ocupen las
calles con alegría y peleen por un mundo más justo, más solidario y fraterno.
Quiere que sean callejeros de la fe.
Siembra amor y esperanza
y lucha a muerte contra los asesinos que utilizan la droga para matar pibes y
los que utilizan la trata para esclavizar mujeres pobres. De aquellos que
rezan: “Papa nuestro que estás en el Vaticano, santificado sea tu nombre”.
De Arturo Illia tiene la
austeridad republicana y franciscana. Los votos de pobreza, el despojo de todo
tipo de vanidad o riqueza frívola. No vive rodeado de millonarios ni de
estrellas mediáticas. Se siente a gusto en las favelas del mundo porque conoce
profundamente nuestras villas miserias. Pinta su aldea y por eso es universal.
No miente, predica con el ejemplo. Tiene las manos limpias, no hace falta que
presente su declaración jurada porque vive como piensa. Por eso tiene autoridad
moral para decir que se puede perdonar a los pecadores pero no a los corruptos.
No roba pero hace.
Es argentino como pocos y
no solo porque nació en Flores en una típica familia de tanos inmigrantes. Por
el mate, el tango, su San Lorenzo de Almagro y el culto a la amistad. Convoca
multitudes apasionadas. Tiene olor a oveja, pero no acepta el verticalismo ni
la obsecuencia. Llama a que cada uno construya su propio destino junto a sus hermanos
más frágiles. Propone cooperativas para recuperar la paz, el pan y el trabajo y
combatir la inflación y la inseguridad. Y si no me creen, lean el documento de
Aparecida que es la génesis de su papado. Reparte estampitas cargadas de
futuro. Es emocionante ver como emociona. Ya produjo su primer milagro: que
todo el mundo quiera a un argentino. Y que la juventud recupere su lucha por
las utopías a su imagen y semejanza. Francisco fue forjado por dos matrices que
atravesaron la historia de nuestro país. Por el catolicismo y el peronismo. En
esas fraguas se formó. En esas convicciones e ilusiones. Muchas veces me
pregunto qué me despierta tanta admiración el Papa si yo no soy católico ni
peronista, aunque a veces me gustaría serlo. Para tomar lo mejor de ambos. Para
tener un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio o en la doctrina, como
decía Monseñor Angelelli.
Ya sé que no lo puedo
votar. Ya sé que no es candidato. Pero es el espejo que refleja lo mejor de
este país. Es el argentino que nos transmite esperanza y capacidad
transformadora. Es el Papa. Tranquilamente puede ser un presidente y un prócer.
Podrán imitarlo, pero igualarlo jamás. Porque el país no está temblando. Esta
latiendo patriotismo, solidaridad y emoción. “Se siente, se siente, Francisco
presidente”, podrían cantar las tribunas, como si el país fuera el viejo
Gasómetro Y si él no puede ser, que sea algún argentino que se atreva a recoger
su nombre y lo lleve como bandera a la victoria.
Aclaración: Tenía pensado
escribir sobre la política doméstica. Pero hubo dos motivos que me “obligaron”
a repetir con módicos cambios, esta columna que leí el viernes en Radio
Continental. Primero, que tuvo una repercusión inédita por las redes sociales
que superó cualquiera de las más de cuatro mil editoriales que escribí en 15
años. Eso me hizo sospechar que el texto tenía algún valor o representaba algún
sentimiento. Y segundo, la osadía que tuvo Cristina de comparar a Néstor
Kirchner con el Papa sin que se le cayera la cara de vergüenza. Confundir el
día con la noche, me pareció too much.
© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 28/07/2013
y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.