CFK no clasifica…
Cuesta Arriba.
Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes
Está abajo en las encuestas y los peronistas quieren prescindir de ella en
la reconstrucción.
Es una campaña polarizada y bastante aburrida. No hay casi
disputa de encuestas. Todas las consultoras coinciden en la ventaja
que Cambiemos tiene sobre Unidad Ciudadana en la provincia de Buenos Aires.
Por ende, gran parte de la atención se encuentra centrada en la situación
interna que atraviesa cada una de las fuerzas políticas a la búsqueda de su
sostenimiento y su reconstrucción futura. La tensión y el enigma acorralan al
peronismo y sus variantes.
Encuestas.
El repaso de los números respecto de la intención de voto tanto en Capital
Federal como en territorio bonaerense muestra que los tres primeros puestos en
CABA no sorprenden, de acuerdo con la última encuesta de Poliarquía. Carrió podría superar la
abultada ventaja de más de treinta puntos sobre Filmus; por su parte, Martín Lousteau se sostiene con una cosecha muy similar a la obtenida en las PASO. La
única sorpresa sería el crecimiento del Frente de Izquierda y de los
Trabajadores (FIT), que, con Marcelo Ramal como candidato, podría arrebatarle
el cuarto puesto a Matías Tombolini, de 1País.
Para la provincia de Buenos Aires, la mayoría de los
encuestadores sostiene que la ventaja del oficialismo estará entre cuatro y
siete puntos. Los votos que suma Cambiemos provienen de 1País y les restan
caudal a Sergio Massa y Margarita Stolbizer. La explicación más razonable radica en la mejora de los índices y el
crecimiento de la economía, que, ahora de manera más visible, llegaron justo a
tiempo para darle aire al Gobierno.
Mientras tanto, el peronismo continúa en estado
deliberativo, y la CGT –debilitada en su conducción– trata de hacer pie poniendo en discusión los puntos ásperos de la reforma laboral que
propone el macrismo y buscando soluciones y apoyo peronista, donde
probablemente no lo haya. Es que el peronismo es hoy una masa heterogénea de
dirigentes que van y vienen. Ahora, la palabra de moda es “unidad”. La propia Cristina Fernández de Kirchner quiso
apostar a ello luego de haber dividido el movimiento con saña. Sergio Massa
trabaja en el mismo sentido, y los gobernadores justicialistas y la CGT
intentan –sin visos de lograrlo hasta ahora– darle forma. La tarea será
difícil, las aguas están agitadas.
CFK es el límite.
Una fuente de primera línea dentro de las filas de Randazzo aseguró: “El peronismo tiene que ser
capaz de construir una opción que exprese futuro y sea competitiva para ganar
las elecciones de 2019. Las cosas no están para cerrarle las puertas a nadie,
pero no hay que contar a CFK en esa reconstrucción, porque ella expresa un
pasado de división y desacuerdos”.
En esa visión coinciden los gobernadores peronistas de la nueva camada y la
cúpula de la CGT. Uno de los triunviros expresó:
“Buscamos encontrarnos y no parece posible que las opciones de desencuentro
tengan lugar en un movimiento que ya no quiere la discordia como forma de
construir”. El tiro por elevación a la ex presidenta es claro.
En el massismo se quejan de la polarización y cimientan por lo bajo el
acercamiento al peronismo y el encuentro opositor como la mejor forma de poner
límites al oficialismo. Parecen haber caído en la cuenta de que los componentes
personales hoy no le juegan a favor al ex intendente de Tigre.
En ese sentido Sergio Massa cosecha críticas, aunque sin
llegar a ser una divisoria de aguas: “Sergio se fue del peronismo y tiene,
además, un gran problema de credibilidad producto de las decisiones políticas
oportunistas que ha venido mostrando. No podemos dejarlo afuera porque
necesitamos a todos los actores, pero inteligencia no es lo mismo que
ventajismo”, asestó un peronista que apuesta por la reconstrucción.
El gran problema del movimiento es la ausencia de un
conductor o jefe. Nadie cosechó la cantidad suficiente de votos como para
mostrar una espalda capaz de generar conducción en la provincia de Buenos
Aires. “Hay un voluntarismo para
encontrar en los gobernadores ese eje de conducción, pero si vamos al terreno
real, Urtubey o Uñac son opciones interesantes que expresan futuro, pero sin
nivel de conocimiento y liderazgo alguno al día de hoy”, reflexionó
un analista.
Este desagregado de figuras lleva directamente, a nivel nacional, a pensar
en un peronismo representado por dos figuras: Florencio Randazzo y Sergio
Massa. El dilema peronista es la falta de simpatía que existe entre ambos: “No
tenemos relación. No hay diálogo ni puentes; el tiempo dirá”, dijo un
randazzista que tomó distancia del tigrense.
Intentos.
Cristina parece esforzarse por mantener su folklore. Esa misma conjunción
en la que abundan la reiteración de frases hechas, sus contradicciones, su no
hacerse cargo de ninguna de las cosas malas acaecidas durante su gobierno y su
personalidad les ha ganado a los cambios de forma implementados en las PASO,
circunstancia que le cierra las puertas a su proyecto presidencial de 2019.
“Es ella, con o sin maquillaje. Punto. Es cierto
que mantiene un núcleo duro de votantes, pero está más aislada en su círculo
que nunca. Wado de Pedro, Andrés ‘Cuervo’ Larroque, Oscar Parrilli, la juventud
camporista y no mucho más”, asegura un ex cristinista que supo correrse a
tiempo. La novedad es la entrada en esa pequeña logia de Vinicio Alvarado, a
quien llaman “el Duran Barba de Cristina”. “Es el único jugador nuevo al que
escucha, y le hace bastante caso. Pero te diría que le divierte, lo toma como
un juego y no deja de someter su estrategia al tamiz de su pensamiento propio.
Es como si ella validara las ideas del especialista y las hiciera suyas”,
indica la misma fuente.
Mientras tanto, los desafíos de la Argentina siguen en
pie. Son retos que requieren acuerdos políticos como condición sine qua non. Lo
saben el Gobierno y buena parte de la oposición. Es lo que espera la mayoría de
la ciudadanía después del 22 de octubre.
“No preguntemos si estamos plenamente
de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino” (Johann Wolfgang
von Goethe).
Producción periodística: Santiago
Serra.