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martes, 26 de mayo de 2020

Pandemia: "Acá se van a morir los pobres la próxima semana"... @dealgunamanera...

Daniel Menéndez: "Acá se van a morir los pobres la próxima semana"

Daniel Menéndez. Fotografía: Twitter

El dirigente de Barrios de Pie y funcionario de Desarrollo Social se refirió al presente en las villas y la muerte de Agustín Navarro, dentro del barrio 31. "No tienen como aislarse, están condenados", sentenció.

© Escrito por Ramón Indart el martes 26/05/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Daniel Menéndez es uno de los referentes de Barrios de Pie. En diciembre también asumió en Desarrollo Social. El lunes dio a conocer la noticia de la muerte de Agustín Navarro, dirigente social de la agrupación dentro de la Villa 31, infectado de coronavirus. No fue la primera víctima. Y por lo que observa Menéndez, tampoco será la última. Golpeado por la noticia atendió a Perfil para analizar la situación en las villas de emergencia de CABA y el gran Buenos Aires.

-¿Que panorama observas?
- Yo vengo de perder a un compañero, estoy bastante cruzado por eso. Estoy con mucha bronca, me parece que hay una idea que desnuda la desigualdad, un país muy desigual. Está claro que vamos a un escenario donde el corte en término de muertes no pasará por la edad sino por la situación en la escala social. Si tenés determinadas posibilidades materiales tendrás un panorama y en un barrio humilde es más complicado. Dentro de ese último grupo morirán los militantes sociales que están poniendo el pecho. Nos cuesta mucho construir organización popular. Tiene que haber un plan de urbanización.

- ¿Qué va a pasar con los infectados?
- Hay una situación de emergencia. Hay funcionarios que le están poniendo el cuerpo muy fuerte. Recién hablé con él “Cuervo” Larroque (Desarrollo de la Comunidad en Buenos Aires) que está laburando a brazo partido con movimientos sociales. Se hará lo que se pueda hacer. En el esquema de prevención y aislamiento hay que descansar mucho en la organización comunitaria. Son clave para ver si hay que aislar.

- Mencionaste a Agustín Navarro, quien falleció el lunes.
- Todo un dolor. Hace más de 5 años que trabajaba ahí adentro, en la Villa. Estaba entusiasmado para entrar al CBC.

- Cuando se contagió ¿hablaste con él? ¿Cómo lo veías?
- Estuvo internado, luego lo mandaron a un hotel.


- ¿Estaba mejorando?
- Si. Pero luego tuvo una recaída en su problema respiratorio y se murió.

- ¿Cuánta gente tienen infectada de Barrios de Pie?
- No sé el número, pero aparecen por todos lados. Son los que se mueven en el barrio.

- ¿Y qué actitud observas en los barrios?
- Lo que veo es una actitud de cuidado. Nadie quiere morir ni que se mueran sus familiares. Es la misma actitud que uno percibe en los sectores medios pero no tienen las condiciones para cuidarse, para aislarse. Están condenados.

- ¿Cómo lo frenas, ahora que entró?
- Hay que extremar las medidas de cuidado desde la comunidad.

- ¿Llegaron tarde a las villas?
- No sé si tarde ahora. Hace 30 años que se llega tarde a las villas. Es como una persona que no estudia nunca y quiere resolver el examen estudiando dos días antes. No hay ni agua ni cloaca. Son cosas estructurales que vienen desde hace tiempos.

- ¿Va a cambiar algo?
- Yo tengo expectativa en el Presidente. Hay que estar. Hay que pagar el costo del esfuerzo y salir rápido con un fondo que atienda la urbanización de los barrios populares. Sino si será una enorme derrota.


- ¿Te parece que molesta la desigualdad?
- Hoy está expuesta. En Europa se mueren los viejos. En Argentina se van a morir los pobres la próxima semana. Eso se tiene que resolver.

- ¿Hay temor a desborde social?
- Es una agenda de pos emergencia. Ahora hay que aislar rápido y el Estado proveer todos los mecanismos para que se pueda salir de la mejor forma posible. Luego hay que reactivar con obra pública.

RI/MC 




lunes, 18 de mayo de 2020

Le llamaron "Urbanización de la Villa 31" a la llegada de McDonald’s... @dealgunamanera...

Mienten, le llamaron «urbanización de la Villa 31 a la llegada de McDonald’s»


Un comunicado de La Garganta Poderosa advirtió "la que se venía con la pandemia", sin embargo, a 18 días del documento, este lunes en una conferencia de prensa se continúan los reclamos.

© Publicado el lunes 18/05/2020 por el Diario Digital Conclusión de la Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, República de los Argentinos. 

« ¡Ramona no se murió! » A Ramona la mataron los dueños del silencio, los cómplices de la indiferencia, los mudos de la justicia. ¡La mataron! «, fue la expresión de rabia y dolor de los miembros de La Garganta Poderosa. 

El 30 de abril, un comunicado de la Garganta Poderosa tituló que había cuatro casos más en la Villa 31, y que hacía cinco días que estaban sin agua.

En ese contexto, el documento de la organización social advirtió: «Ahora, mientras miles de argentinos eligen qué película mirar en Netflix, mientras la televisión debate sus propias generalizaciones, mientras solemnes intelectuales siguen embebiendo teoría, mientras jueces y procuradores juegan a la politiquería, mientras funcionarios «del palo» miran para otro lado, mientras la indiferencia se hace pandemia, mientras operan sin barbijo los operadores del cinismo, ahora mismo, en la Villa 31, hay otros 50 mil seres humanos que no tienen agua hace 5 días, como si todo el universo de los medios, la política, la Justicia y la ciudadanía no se hubiera enterado todavía».


«Ya circularon los videos, ya circularon las fotos, ya circularon los testimonios, ya circularon los positivos, pero no pasa nada, ¡nada de nada! Vecinas y vecinos desesperados, llorando, rogando, implorando que por favor hagamos algo, que por favor gritemos fuerte, que por favor rompamos todo, ¡que por favor algo!», fue y es el grito desesperado de los vecinos de las barriadas populares porteñas y del conurbano.

No pasa nada.

«Lo que pasa es que», ¡no pasa nada! AySA es la empresa prestataria de servicios de agua y saneamiento más grande de América Latina, pero sus tendidos abordan a las villas como si fueran un PH, o sea, su abastecimiento sólo llega hasta los contornos de los barrios informales y algunas de sus arterias principales, en el mejor de los casos. «Así fue siempre».

Sin embargo, el diálogo entre vecinos, y su organización comunitaria procuró que «al interior, todas las conexiones han sido desarrolladas por autogestión de la propia comunidad o por obras del Gobierno de la Ciudad, que también las paga con dineros públicos, pero las construye sobre «la informalidad».

Sin calles, ni catastros, los mapas de AySA ven a los territorios villeros como cuadrados verdes, como si fueran espacios públicos.

Y por eso, desde siempre, la lucha por la «integración urbana» requería romper la frontera del adentro y el afuera, proyectando la obra desde una inevitable articulación entre la empresa proveedora y la gestión porteña», destacaron.

Y como la letra del tango reza, se trata de «una cruel ironía del destino», no parece, fue la decisión de los funcionarios, los que cultivaron una «resolución» que con pomposidad se anunció con este nombre: “Criterios de Intervención en Construcción de Infraestructura y Operación del Servicio de Agua y Saneamiento en Barrios», más conocida como Apla 26/17, para que AySA pudiera intervenir ocasionalmente, «pero el agua se corta de manera frecuente.

¿Y entonces? Y entonces, como hace 13 años vienen privilegiando el marketing y diciéndole «urbanización» a la llegada del McDonald´s, ahora no tenemos cómo carajo resolver la falta de agua», y Ramona esperó 12 días el agua hasta el día que la internaron. 


«Y sí, AySA puede haber tenido un problema en alguna planta, pero sigue siendo una «empresa prestataria» y el titular sigue siendo el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, responsable absoluto de garantizar el acceso al agua como derecho constitucional, en cualquier contexto y mucho más en plena cuarentena, mientras todo el arco científico y sus propios voceros mediáticos promocionan insólitamente medidas que ninguna familia de la Villa 31 puede tomar».

«Ahora mismo, mientras continúan los desalojos que las autoridades habilitan sin hablar, mientras aumentan los alquileres que no regula ninguna entidad estatal, mientras evitan aislar a contactos estrechos porque no tienen camas para pobres, mientras siguen inyectando enfermedades hídricas en las venas del barrio, mientras ocultan la verdadera dimensión de la circulación, mientras tiemblan los vecinos entre la espada del coronavirus y la pared de la vivienda que temen perder, esos 50.000 seres humanos no tienen descanso, ni paz, ¡nos acaban de confirmar 4 casos más!

Que también se contagiaron en el aglomeramiento de una casa superpoblada de gente, que ningún agente oficial pasó a registrar, porque los viejos del Geriátrico Que No Pueden Pagar, ¡para qué quieren respirar!»

«Tranqui, ¡no pasa nada! Sólo hay una nueva familia entera contagiada, que ahora está internada en el mismo hospital donde hoy a la tarde internaron a otra familia completa, mientras el barrio pierde la cuenta, porque los niveles de hacinamiento son inmensamente mayores a los de cualquier residencia o cualquier hospital.

Ahora, ¿qué pasaría si alguna residencia o algún hospital denunciaran que hace 5 días no tiene agua? ¿No gritaría fuerte toda esa prensa amarilla? ¿No se volvería a indignar? Por suerte, se trata de una villa, lo podemos tolerar.




miércoles, 23 de octubre de 2013

Destituyentes... De Alguna Manera...

Destituyentes...


Habitantes de una villa que se plantan ante las topadoras hasta que les paguen lo que piden. Padres y docentes que secuestran a un director de escuela hasta lograr lo que desean. Activistas de una facultad zapatean sobre la mesa de una deliberación universitaria para impedir la elección de una decana, mientras anuncian que si no se salen con la suya, “se va a armar quilombo”. Un grupo de avejentados setentistas se instala con sus carpas y arcaicas pancartas en la avenida Callao ocupando media calzada a la altura de la Casa de Córdoba para exigir la liberación de “presos políticos”. Azafatas súbitamente cancelan vuelos de una empresa aérea sin preaviso ni explicación, aduciendo incumplimientos contractuales y dejando anclados en tierra a millares de pasajeros. Así funciona hoy la Argentina, sólo basta verlo y escucharlo. El país ha naturalizado su mutación en enorme cuadrilátero de puja bestial y desalmada. Todos quieren todo y ya. 

Es posible porque la Argentina es hoy una ruina de sociedad civil donde de arriba hacia abajo se ha consagrado el imperio de la fuerza, ese derecho de las bestias del que hablaba el señor que murió el 1º de julio de 1974.

En Comodoro Rivadavia, un operativo de ribetes cinematográficos permitió rescatar al ministro de Educación de Chubut, Luis Zaffaroni, cuando la infantería policial lo liberó por el techo de la Escuela 757 Hipólito Yrigoyen. Zaffaroni fue rehén durante 11 horas, encerrado por casi 300 docentes y padres que exigían mejoras salariales y mantienen sin clases a escuelas de la ciudad patagónica hace 45 días. Los alzados le exigían al ministro chubutense que renuncie, les dé un aumento salarial y levante el operativo policial en las escuelas, como condición para ponerlo en libertad. Escuelas tomadas, ministros secuestrados, hechos cotidianos en una Argentina donde el bullying es un recurso permanente y que ya no asombra.

Nada de esto se diferencia mucho del ya consagrado y fulminante sistema de acción directa adoptado por los sindicatos del transporte (ferroviarios, aviación, colectivos). Asambleas repentinas que, por definición, no pueden ser jamás verdaderamente representativas, de la noche a la mañana descerrajan medidas extremas, sin anestesia, acciones que toman al pasajero como cautivo. A quienes toman estas medidas no les interesa divulgar sus razones, ni persuadir con sus argumentos. Eso forma parte del pasado. No reparten volantes explicativos, ni se afanan por hacerse querer. Operan en frío y contra la gente, al igual que las cotidianas brigadas de escrachadores, cortadores de calles, y acampadores profesionales. Maximalistas convencidos, proceden con un método contundente.

Es el mismo modelo aplicado con todo éxito en la ya multitudinaria Villa 31 de la Capital Federal, donde el Gobierno pagó más de 800 mil pesos en “subsidios” para que le permitan demoler 27 casas que obstruían la traza ferroviaria del Belgrano Cargas, donde se expandía un asentamiento. Todo sugiere que el monto sería mucho mayor, según blanquearon los propios ocupantes. La Administración General de Puertos (AGP), dueña de ese predio, confesó que tuvieron que darle un promedio de 30 mil pesos a cada grupo de esas casas, aunque trascendió que algunos cobraron hasta 160 mil pesos. Esas viviendas habían sido armadas hace tres años y medio, junto a las vías e incluso sobre ellas, ocupando un sector de 150 metros de largo; algunas de ellas están bajo la autopista Illia. Hubo “negociación” hasta que los 27 grupos se aseguraron cobrar un subsidio del gobierno nacional, a cambio de permitir la demolición de sus casas.

Cuando los movimientos de demolición y remoción de escombros avanzaban hacia la avenida Castillo, bajo la autopista Illia, la limpieza de las vías debió suspenderse porque unos veinte grupos familiares frenaron a las topadoras. “Nadie se nos acercó a ofrecernos nada”, dijeron los habitantes, plantados ante las máquinas.

Exijo, luego existo, nueva consigna argentina, versión reformateada del siempre eficaz “el que no llora no mama y el que no mama es un gil”. En la Villa 31 y su hermana menor, la 31 bis, viven unas 30 mil personas. Cristina Kirchner reivindicó el auge de la Villa 31 como parte de su política económica. “La transformación que ha experimentado este espacio, que se traduce en ladrillos, en construcción de mampostería, en chapas, implica y expresa la profunda transformación que ha tenido el país en estos años”, dijo el 11 de mayo. “Pasaba todas las semanas por este lugar y esto era un conjunto apenas de cartones y de chapas, de aglomerados” contó. Para ella ese abigarrado núcleo poblacional muestra el progreso del país bajo los gobiernos de ella y su marido.

En todas partes, violencia, asambleísmo tumultuoso y bloqueo a las hoy desacreditadas “formalidades” burguesas. Graciela Morgade, nueva decana electa de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, no pudo asumir el cargo porque no la dejan entrar. Grupos de izquierda consideran que su designación deriva de la “falta de democratización de los órganos de representación”. Por eso, “tomaron” la sede de la calle Puán 480. Morgade no pertenece al equipo de Mauricio Macri. Es kirchnerista, como su predecesor, Hugo Trinchero. La “toma” que mantenía a la decana electa despachando asuntos de la Facultad desde una mesa de bar es la obra de 200 personas, sobre un total de 16 mil alumnos censados. Para mamar, todos lloran. Nadie es un gil aquí.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 20/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.