En pelotas…
Cristina capitana de la Fragata y de
todo, para sus admiradores, y en su difícil camino para el humorista Dr.
Lecter.
Una mujer que escribe decenas de tuits en minutos,
miles de caracteres en Facebook y exhibe verborragia en cada discurso irradia
descontrol. Al recibir a la fragata Libertad como si viniera triunfante de una
guerra verdadera, dijo que si quedáramos sin armas pelearíamos en pelotas como
los indios, citando a San Martín, quien sí libró batallas reales y no una
simbólica por el levantamiento de un embargo.
Su “en pelotas” puede
revelar más que una mera evocación patriótica. Además de decir que también la
Presidenta cree estar peleando una guerra de la independencia contra enemigos
externos (buitres) e internos (caranchos), habla de ella misma, de su
psicología, algo aun más fuerte que cualquier ideología.
Dice que, a diferencia de
su marido, ella iniciará batallas aunque no cuente con las armas para ganar.
Que no pactará con el enemigo de su enemigo si le resultara despreciable. Que
no temerá acumular todos los adversarios que se le vayan cruzando. En síntesis:
“Vivos o muertos pero nunca esclavos”, al revés de la mayoría, que prefiere
“libre o esclavo pero nunca muerto”.
El “pelearemos en
pelotas” de Cristina –aunque paradójico en un sentido– es perfectamente
coherente con aquella declaración suya: “Se podrán quedar con la Fragata pero
no con nuestra dignidad”. Ese ánimo de pelear aun desnuda de armas fue lo que
anteriormente a la llegada de la Fragata habrá motivado al ex líder de los
Redonditos de Ricota a agradecerle por su coraje justo cuando la Presidenta no
pasaba un buen momento: “Toda mi vida acepté, a regañadientes, que la valentía
era un recurso temporario de los jóvenes –escribió el Indio Solari–. Mi respeto
por la templanza y su firme determinación juvenil”.
Esa rebeldía sin medir
consecuencias es una característica juvenil. Argentina debe ser uno de los
países donde en mayor proporción esa rebeldía está extendida más allá de los
jóvenes. Y Cristina Kirchner encarna bien esa pulsión nacional.
“País niño” fue una de
las críticas de Darín que enardecieron a la Presidenta. Ella es niña como el
país que critica Darín. Ella se rebela ante “los padres”, que pueden ser los
acreedores, “los generales mediáticos”, los grandes empresarios o los caciques
de corporaciones.
Cuentan que cuando Zulema
Yoma llegó a Olivos con Menem recién electo presidente, preguntó al portero de
la Quinta de Olivos cómo había sido la vida en esa residencia previamente y
quiénes venían antes a reuniones. Y el portero respondió: “Vienen siempre los
mismos; los que cambian son ustedes, los presidentes”. Eso que Cristina llama
“matriz de poder” es ante lo que ella se rebela. Guerra perdida antes de
comenzar, salvo que sus aspiraciones se dirijan a batallas puntuales y acepte
que la matriz de poder vaya cambiando con los diferentes presidentes y el de
ella sea un aporte más en una cadena de emancipaciones.
Pero Cristina desconfía
de la valentía con la que sus sucesores enfrentarán esa matriz de poder.
Imagina que serán tan conformistas como sus predecesores, y eso es lo que más
la irrita de Scioli.
Probablemente su guerra
sea contra su propio fantasma y no contra esa matriz real, porque siguen yendo
a Olivos muchos de los mismos de siempre. Que Bulgheroni sea el aliado para YPF
o “los gordos” la base de la CGT oficialista muestra qué poco real es ese
cambio de matriz de poder.
Y, como en toda lucha
imaginaria, puede lograr lo opuesto. De tanto amenazar a la Justicia, la
predispuso y hasta obligó a sobreactuar sus diferencias con el Gobierno (ya se
habla de un nuevo proyecto de ley de medios en el Congreso si la Cámara y la
Corte consideraran inconstitucional la ley de 2009). Y ladrándole a Macri logra
hacerlo más visible y que suba en las encuestas.
Pelear contra fantasmas
odiados no pocas veces está motivado en la aparición de otros fantasmas: los amados,
y que reclaman venganza. Así como a Hamlet se le aparecía el padre muerto, en
el caso de Cristina sería el de su marido muerto, a quien se refiere todo el
tiempo sin lograr traspasar ese recuerdo a tantos argentinos como querría, por
lo menos de los que van al cine, ya que la película sobre Néstor Kirchner no
fue un éxito de concurrencia siquiera con toda la promoción, y del total de
personas que fueron a verla casi la mitad se concentró la primera semana,
cuando los intendentes tuvieron que comprar entradas.
Ser hijo, buscar la
emancipación del padre, ser rebelde frente a él son posiciones en el orden del
discurso frente a un padre simbólico. Buscar la emancipación en el orden del
discurso es una posición progresista, de izquierda, anticonservadora. En esas
categorías “rebelde versus conservador” es donde Cristina Kirchner construye
mejor que en las clásicas categorías de “derecha versus izquierda”. Y los
atributos joven e izquierda se desplazan y condensan mutuamente. La psicología
es la ideología.
También Darín es niño en
algunos aspectos, y no se equivoca su hermana –al frente del sindicato de
actores– cuando dice que la Presidenta y él están del mismo lado. Los grandes
actores nunca deberían poder dejar de ser niños, rebeldes, inconformistas, libres
hasta el anarquismo.
Por eso le debe haber
molestado especialmente a Cristina Kirchner la crítica de Darín, la de un par,
la de alguien que ella cree que pelearía aun en pelotas porque la rebeldía es
su naturaleza. Aunque su rebeldía fuera de ella misma y de la mayoría de sus
colegas, los actores que aplauden o callan.
© Escrito por Jorge
Fontevecchia el sábado 12/01/2013 y publicado por el Diario Perfíl de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.