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viernes, 2 de febrero de 2018

Alfajores Capitán del Espacio. ¿Un mito?... ©dealgunamanera...

El secreto detrás de los alfajores Capitán del Espacio que se volvieron leyenda en el conurbano bonaerense. 

Los alfajores lograron convertirse en un mito viviente

Su receta es una incógnita y su éxito se basa en el recuerdo de aquellos que crecieron comiéndolo y promocionándolo de boca en boca. Historia de un mito que cumple 55 años.

© Escrito por Mauricio Luna CAPITAN DEL ESPACIO

El hombre tenía 37 años y estaba cansado. Faenaba en un frigorífico de Avellaneda por poca plata, aunque lo suficiente para mantener a la familia y ahorrar el resto. Los años 60 recién comenzaban y vio la posibilidad de cambiar su historia para siempre. Ángel de Pascalis falleció en 2012, pero 50 años antes, junto a su amigo y socio Arturo Amado, compró una fábrica de alfajores de Ezpeleta, expuesta a la venta por una quiebra inminente.

Fue todo un desafío. Comenzó probando 20 alfajores de diferentes marcas para la primera elaboración, en la cual eligió cada producto detalladamente. Desde el dulce de leche hasta el azúcar que iba a utilizar. El 2 de febrero de 1962, Capitán del Espacio se puso en marcha para convertirse, 55 años más tarde, en un alfajor que evitó el marketing y se transformó en leyenda. Que priorizó la calidad por sobre la cantidad. Una pyme perfecta, abasteciendo a miles en el sur del conurbano bonaerense y creando –sin querer–  una lista (larga) de espera en donde –queriendo– se anotaron otros tantos de miles que, en diferentes puntos del país, aún en la actualidad ansían probarlo.

“Angelito”, como lo conocían en la fábrica, fundó la empresa y falleció en 2012.

En la provincia de Buenos Aires, Capitán del Espacio es un alfajor icónico: es rico, es abundante y también difícil de conseguir. "Me lo piden muchos clientes, pero la única forma de conseguirlos es a través de otro kiosquero que los revenda. Para eso hay que volver a subirle el precio y ya deja de ser un alfajor 'barato' en relación al resto. Llamé muchas veces a la fábrica y me dijeron que no abren cuentas nuevas, que no pueden venderme", dice Gastón, dueño de un kiosco de Palermo, a Infobae.

"Primeros en la conquista del buen gusto", reza su slogan. En la Ciudad, son pocos los kioscos que cuentan con esta golosina. En Belgrano, sobre la calle Juramento, un almacén los exhibe con una pizarra en la puerta: "Los conseguimos por un familiar que vive en Lanús y nos los trae. No le agregamos mucho al precio que él los compra, solo queremos que los clientes los prueben y no dejen de venir al kiosco", explica Martín, dueño del lugar.

Los comienzos fueron en Ezpeleta, donde la fábrica estuvo instalada por un año. Luego, se mudó a otra con más espacio, en Bernal Oeste. Durante esa época se priorizó el trabajo artesanal, con pocos trabajadores y una circulación de venta que no se expandía más allá de la zona. 10 años más tarde, Capitán del Espacio volvió a mudarse, esta vez al lugar en donde aún permanece: en la calle Gran Canaria, localidad de Quilmes.

Son cuatro las variantes que ofrece Capitán del Espacio a la venta.

Infobae intentó comunicarse en reiteradas oportunidades con las autoridades actuales de la fábrica. El misterio y el hermetismo son parte de una golosina que juega fuerte en el mercado que se expandió de boca en boca, lejos del marketing y las grandes campañas publicitarias.

"No otorgamos más cuentas porque la empresa es chica y mantiene la misma cantidad de empleados de siempre", explicaron del otro lado del teléfono. Conservar el sabor es parte de la regla número 1 de los actuales dueños, quienes entienden que la calidad debe sostenerse a través del gran secreto: el dulce de leche y el chocolate serán siempre de primera marca, pero la masa, artesanal. 

“No abrimos cuentas nuevas”, informaron desde la empresa.

En 2006, Capitán del Espacio fue distinguido como campeón del Mundial de Alfajores, luego de llegar a la final contra dos conocidos rivales -ambos con presencia en todo el país- como Jorgito y Terrabusi. El evento fue realizado por un blog argentino y coronó a un alfajor que continuamente gana adeptos, como también refuerza el sentimiento de sus acérrimos defensores.

Blanco, chocolate, fruta y triple. Son cuatro variantes para un alfajor que también dejó alimentar, por la falta de información, las diferentes versiones acerca de su nombre.Una era que la marca era un homenaje a la canción "El anillo del capitán Beto", de Luis Alberto Spinetta. Otra, que el nombre estaba inspirado en el astronauta Neil Armstrong, teoría reforzada por el hecho de que el logo del alfajor era un niño astronauta. Sin embargo, tanto la canción de Spinetta (1976) como la llegada del hombre a la Luna (1969) son posteriores al nacimiento de los alfajores.

La empresa continúa funcionando como una pyme, con pocos clientes y la misma elaboración. 

Capitán del Espacio seguirá siendo un caso extraño para estas épocas de grandes multinacionales y marcas que buscan la innovación permanente, a través de la inversión en tecnología y la creación de nuevos productos. 

Continuará siendo el alfajor que acompañó la infancia de miles de habitantes de la zona sur del Gran Buenos Aires. También el mito viviente de quienes aún no lo probaron. 

Alfajor de Chocolate con Dulce de Leche

Alfajor Blanco con Dulce de Leche

Alfajor de Dulce de Fruta

Alfajor Triple de Chocolate con Dulce de Leche

Ángel de Pascalis 











jueves, 11 de enero de 2018

Buenos Aires a Lima por el Dakar con un Honda Elite 125 c.c. ... @dealgunamanera...

Fue de Buenos Aires a Lima por el Dakar en un Scooter…

Mauricio, en Perú disfrutando de su travesía y de la carrera.

El abogado Mauricio Balestrelli contó a Cadena 3 que viajó en su rodado, un Honda Elite de 125 c.c., 1.000 kilómetros por día. "Tiene un tanque que carga 6 litros. No tuve problemas", indicó. Conocé su historia. 

© Escrito por el miércoles 10/01/2017 y publicado por Cadena 3 de la Ciudad de Córdoba, Provincia de Córdoba, República Argentina.

Un abogado argentino decidió correr "su propio Dakar" y fue en una motocicleta Honda 125 cc de Buenos Aires a Lima, lugar donde comenzó el raid más exigente del planeta.

Se trata de Mauricio Balestrelli, quien en diálogo con Cadena 3 explicó que recorrió los más de 4 mil kilómetros entre ambas ciudades "en un scooter, de 125 cc, sin cambios".

"Fue una experiencia satisfactoria. Viví algo que a muchos les cuesta creer, y el scooter se comportó de muy buena manera y llegó a reglamento, haciendo etapas de casi 1000 km diarios para llegar el 6 a Lima", sostuvo.


En ese sentido, el letrado, que reside en la zona de Quilmes, indicó que no tuve ningún problema, lo que describió como "una satisfacción enorme".

"No llevo ropa adecuada para viajar, ni para arreglar pinchaduras; nunca pensé pinchar. Los que me ven en estaciones de servicio me sacan fotos. Mucha gente viaja, no solo por el Dakar, me cruzan con la chapa argentina y me sacan fotos", relató.


"Llegué muy gustoso a mi destino. El viaje salió perfecto", añadió.

Sobre la autonomía de la motocicleta, marcó que "es bajísima, porque fue creada para ir a comprar el pan".


"Con un tanque que carga seis litros, no llega a los 150 kilómetros. Hace alrededor de eso. Debajo del asiento tengo un bidón colorado, de 5 litros, y alrededor le puse bidones de un litro, que los lleno con combustible. Tengo mis tanques suplementarios como la gente del Dakar", enumeró. 


Mauricio, en Perú disfrutando de su travesía y de la carrera.

Mauricio, en Perú disfrutando de su travesía y de la carrera.

Mauricio, en Perú disfrutando de su travesía y de la carrera.

Mauricio, en Perú disfrutando de su travesía y de la carrera.

Mauricio, en Perú disfrutando de su travesía y de la carrera.







jueves, 2 de agosto de 2012

Hasta siempre "Capitán del Espacio"... De Alguna Manera...

Murió el creador del “Capitán del Espacio”…

Fundador. Angel de Pascalis, creador del alfajor Capitán del Espacio.

Ángel Lineo de Pascalis creó el mítico alfajor, una delicia de Quilmes con 50 años en el mercado del conurbano.

El creador de los míticos alfajores “Capitán del Espacio”, Ángel Lineo De Pascalis, falleció el miércoles pasado a los 86 años.

Los alfajores “Capitán del espacio” se convirtieron en una golosina de culto por ser “primeros en la conquista del buen gusto”, según su slogan.

Gracias a su sabor, la marca ganó en 2006 el Mundial de Alfajores por sobre marcas reconocidas a nivel nacional como Jorgito y Terrabusi.

“Capitán del espacio” es un emblema de Quilmes y el conurbano bonaerense. La fábrica está ubicada en esa localidad quilmeña y durante mucho tiempo los productos sólo se conseguían en el sur del GBA. Con el último tiempo, el sistema de distribución mejoró mucho y sus alfajores se venden en los kioscos de Capital.

© Publicado por la Revista Fortuna el jueves 2 de Agosto de 2012.


 Las fotos:




domingo, 24 de junio de 2012

River Plate... Un ascenso sin brillo, pero merecido... De Alguna Manera...

Un ascenso sin brillo, pero merecido...


Ningún equipo fue mejor que River. Como periodista, como testigo imparcial y hasta como hincha de fútbol, soy un convencido de la necesidad de bajar brutalmente el nivel de angustia con el que se habla de un resultado deportivo. Eso de “partidos de vida o muerte”, “jugarse la vida en cada pelota”, “hoy no se puede perder”, “el drama del descenso” me suenan, de movida, a mediocres recursos de cronistas de cuarta que, si se les propone hablar del “cómo” o del “por qué”, lamentan haber tocado un amigo o presentado un currículum para dedicarse a esto.

Sin embargo, en un fin de semana como éste no me animo a ser tan contundente al respecto. Mejor dicho, me mantengo firme en mi convicción –y en mis sentimientos–, pero no aspiraría que ningún hincha cuyo equipo haya estado, esté o vaya a estar involucrado en este sube y baja ridículo del fútbol argentino preste ni la menor atención a estas líneas. Mucho menos que adhiera. Tal vez dentro de algunos días, cuando ese dique de angustia futbolera que, según el resultado, nos hace desesperar por un choripán o nos impide tomar un cafecito sea cosa del pasado, estén en condiciones de entender que los dramas de la vida pasan por otro lado. Y los del fútbol también. Y los de los clubes de fútbol involucrados, más aún. River y San Lorenzo son la muestra más acabada de que aquello que nos desespera, despedaza o alivia está lejísimos de ser lo realmente importante. Aun teniendo muy en cuenta que las administraciones de ambos clubes tienen perfiles abismalmente opuestos –me quedo con la de Núñez, por lejos– sus presentes impregnados de violencia, falsas promesas y descalabros económicos e institucionales no me dejan mentir. Como ascender o no descender pasan a ser las consignas insustituibles, todo lo demás pasa a segundo plano. Y los responsables de ello lo aprovechan. Tengamos en cuenta que la enorme mayoría, sino la totalidad de los desarreglos tiene que ver exclusivamente con las actividades relacionadas con el fútbol profesional. Por eso pongo en planos distintos al club que tiene como conductor deportivo a Sergio Vigil respecto del que acaba de dejar ir –por desidia, por abandono, por falta de todo apoyo– a Elizabeth Soler, flamante campeona panamericana de patinaje artístico, anuncio que la propia Soler le hizo anteayer a mi compañero Guido Bercovich.

De cualquier manera, como venimos hablando de fútbol, o de algo similar, es bueno no perder demasiado el foco. Cuando se habla del ridículo sube y baja de nuestro fútbol no podemos soslayar que estamos a horas de que pueda demostrarse en los hechos la torpeza de los diseñadores de torneos en nuestro medio. Bastaría que Tigre fuese campeón y quedase en zona de Promoción para que lleguemos al éxtasis de la estupidez deportiva. En realidad, tampoco hace falta tanto para llegar a esa conclusión. El sólo hecho de que un equipo viva al mismo tiempo el mejor y el peor momento de su historia es la sublimación del imprevisto.

Pero ya a comienzos de la semana tuvimos la muestra elocuente de que algunas personas, dentro del fútbol argentino, gastan tanto empeño en armar las valijas para viajar al Mundial que no les queda resto para pensar en aquello que los justifica como dirigentes. Y conste que amanecí generoso y no me pongo a hablar de cargos en la FIFA o en la Conmebol ni de asuntos de corruptela.

Nadie podría sostenerse en su cargo si, a cinco días de la definición más intensa y extravagante de la historia de nuestro fútbol, enviara repartir entre los medios –y supongo que entre los representantes de los clubes– dos hojas explicativas con enmiendas a una reglamentación que, 24 horas antes, exponía un importante puñado de vacíos respecto de las cosas “que nunca van a pasar” y que, de golpe pasaron. Entonces, paso a ser una realidad devastadora la posibilidad de que un mismo equipo jugase un triangular de desempate por el título, otro para evitar la promoción y, quizás, jugar la promoción misma, lo que le equivaldría disputar seis partidos más de los previstos. Ser campeón y descender al mismo tiempo. ¿Y en qué orden se jugaría? ¿Quién esté primero? ¿El huevo, la gallina o los impresentables?

No voy a aburrirlos enumerando las otras variables que sólo se contemplaron cuando el agua les llegó al cuello y no antes de empezar el torneo. Si les digo que, así como los problemas de violencia, programación, logística y capacidad de estadios se soluciona con quitar a las barras del camino, hoy quedó en evidencia que los promedios son la gran deformación del fútbol argentino. Por algo los que deciden no se animan a acomodar los libros en la biblioteca si, para lograrlo, alcanzaría con mandar a la papelera de reciclaje dos cuadernos con hojas en blanco.

Tal es la dimensión del mamarracho que se llega al final de una historia en la que la gran mayoría de los involucrados, en el caso de lograr el objetivo, lograría mucho más una señal de alivio que de euforia. Ayer, la excepción fue Quilmes, con su excepcional ascenso, uno más en la impecable carrera de Omar de Felippe como entrenador. La excepción de hoy podría ser Arsenal. Y Tigre, otra vez, esa extravagancia en la que el mismo que puede vivir la euforia necesita sentir el alivio de zafar del descenso.

Sin dudas, la quintaesencia del alivio por encima de la alegría fue River Plate. Estoy convencido de que el equipo de Almeyda logró un ascenso absolutamente merecido. Aun sin haber hecho brillar a un plantel de excepción que, me animo a decir, no volverá a verse en la categoría, ningún otro equipo de la división puede arrogarse el anuncio de haber sido mejor que el conjunto de Núñez. Pudo haberlo hecho Instituto. Pero su campeonato como mejor de todos terminó hace no menos de seis fechas. Y la caída libre del final no permite imaginarlo superando la Promoción, cosa que sólo logrará si vuelve a ser aquel equipo que, por ejemplo, catapultaba a Dybala a las primeras divisiones europeas.

River está de regreso en Primera y eso es una enorme noticia para el fútbol argentino. Para Passarella es haber encontrado en el fútbol un tanque de oxígeno. Es el mismo Passarella que tiene derecho a levantar banderas de cosas bien hechas en otras disciplinas y áreas del club. Lamentablemente, la sociedad futbolera condena a ser una rareza en vías de extinción cualquier cosa que no sea su plantel profesional (y sus deudas enormes, y sus barras bravas, y sus vaivenes deportivos). Esto no es privativo del flamante campeón del ascenso. Es moneda corriente en demasiados clubes del país. En otros, toda actividad que no sea el fútbol profesional es burdamente despreciada.

Ojalá esta vuelta a las fuentes le dé a River nuevos motivos para hablar de su histórica grandeza futbolera. Ojalá sea la base de sustento para potenciar su condición de club integral “con” fútbol y no “de” fútbol. Y ponga arriba de la mesa lo necesario para que los violentos se queden en la calle.

© Escrito por Gonzalo Bonadeo a y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 24 de junio de 2012.