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lunes, 17 de octubre de 2022

Liga Profesional de Fútbol. Huracan 2 vs. Platense 0... @dealgunamaneraok...

 Huracán derrotó a Platense con un insólito penal de Zárate...


El Globo superó al Calamar por 2 a 0 en el Ducó. Mauro le cometió una falta a Cóccaro en el área, pena máxima y Cristaldo puso en ventaja al local. El uruguayo selló el resultado en el complemento, en el partido que cerró la penúltima fecha.
 

Huracán tuvo una noche redonda en Parque de los Patricios, donde al vencer por 2 a 0 a Platense no solamente alcanzó el tercer puesto en el campeonato de la Liga Profesional a una fecha del final, a tres unidades del líder Racing, sino que además alcanzó la posición de Gimnasia, el último equipo que se está clasificando para la Copa Libertadores 2023.

 

© Publicado por el Diario Jornada de la Ciudad de Trelew, Provincia del Chubut, República Argentina.


Claro que no todo fue tan sencillo para los dirigidos por Diego Dabove en el primer tiempo, porque Platense le respondió a cada ataque con la misma ambición, por lo que en ese ida y vuelta los riesgos estaban tan latentes como los beneficios.

 

Pero lo que no podía el "Globo" ante su ululante e ilusionada parcialidad lo consiguió un jugador visitante, curiosamente el más experimentado y de mayor trayectoria, Mauro Zárate.

 

El ex Vélez y Boca tuvo justamente una acción de juego impropia de esas condiciones mencionadas al tomar el balón unos 10 metros fuera de su propia área y extrañamente empezó a gambetear hacia el medio y para atrás, de izquierda a derecha, hasta terminar al borde del área chica donde perdió la pelota ante Matías Cóccaro y no le quedó otra que cometerle falta penal al uruguayo.

 

De la sanción se hizo cargo otro ex Boca Juniors como Franco Cristaldo, que clavó el balón en el ángulo superior izquierdo del arco defendido por Marcos Ledesma, que se lanzó hacia el otro lado.

 

Ese tanto de Cristaldo no solamente lo afirmó en el segundo lugar de la tabla de goleadores con 14 tantos, cinco por debajo de Mateo Retegui que hoy hizo los dos de la victoria de Tigre sobre Central Córdoba, en Santiago del Estero, por 2 a 1, y tres por encima de Enzo Copetti, que señaló el del triunfo por 1 a 0 de Racing en Lanús, sino que además es el primer jugador en 22 años en anotar ocho penales en un campeonato.

 

El anterior futbolista en registrar esa marca fue el defensor de Gimnasia y Esgrima La Plata, Ariel Pereyra, en el torneo Apertura de 2000.

 

Esa felicidad de Cristaldo al finalizar la primera etapa contrastó con la desazón mezclada con enojo de Zárate, quien recibió los reproches de sus compañeros, especialmente de los marcadores centrales Ramiro González Hernández y Gastón Suso, lo que llevó al director técnico Omar De Felippe a reemplazarlo por otro experimentado como Gonzalo Bergessio en ese mismo entretiempo.

 

Ese mazazo pareció afectar en grado sumo a Platense, que se mostró sin reacción en la segunda etapa, incapaz de generarle inquietudes a Huracán en pos de aspirar a un empate con el que había merecido irse al descanso.

 

La ubicuidad de Federico Fattori y la prodigalidad de Benjamín Garré por el costado derecho del ataque huracanense generaron las mayores ovaciones de la noche de Parque de los Patricios.

 

La otra oportunidad llegó sobre la media hora cuando Diego Dabove ya había decidido el cambio de Cóccaro por Enzo Luna y cuando este iba a ingresar justo con un tiro de esquina a favor, el técnico lo frenó hasta que se efectuara ese lanzamiento.

 

Se nota que el entrenador ex San Lorenzo está angelado, porque de ese tiro de esquina llegó el cabezazo goleador del uruguayo para sentenciar la historia y desatar definitivamente la euforia de los hinchas del "Globo", que terminaron pidiendo por un triunfo en el próximo fin de semana en Paraná ante el descendido Patronato, "cueste lo que cueste".

 

Es que con chances matemáticas de pelear por el título al menos en un desempate con Racing, la pelea final es con Gimnasia por ese último espacio en Libertadores, aunque los platenses tienen que jugar seis puntos (el pendiente con Boca del jueves y el último con Talleres, en Córdoba) y Huracán solamente ese con los entrerrianos.

 

Para Platense, con el objetivo alcanzado de conservar la categoría, quedará la despedida ante su público en Vicente López frente al peor equipo del año, Lanús.


 

Síntesis:

 

Huracán: 2

 

Lucas Chaves; Guillermo Soto, Fernando Tobio, Patricio Pizarro y Walter Pérez; Franco Cristaldo, Federico Fattori y Santiago Hezze; Benjamín Garré, Matías Cóccaro y Nicolás Cordero. DT: Diego Dabove.

 

Platense: 0

 

Marcos Ledesma; Nicolás Morgantini, Franco Camargo, Ramiro González Hernández, Gastón Suso y Ayrton Costa; Vicente Taborda, Iván Gómez y Franco Baldassarra; Mauro Zárate y Jorge Benítez. DT: Omar De Felippe.

 

Gol en el primer tiempo: 45m. Cristaldo (H), de tiro penal.

Gol en el segundo tiempo: 31m. Cóccaro (H).

Cambios en el segundo tiempo: Al comenzar Gonzalo Bergessio por Zárate (P); 19m. Alexis Sabella por Benitez (P), Juan Cruz Esquivel por Taborda (P) y Rodrigo Cabral por Garré (H); 32m. Sebastián Guerrero por Camargo (P), 33m. Enzo Luna por Cóccaro (H), 42m. Maicol Cabrera por Cristaldo (H) y Matías Gómez por Cordero (H)

 

Amonestados: Cóccaro (H). Camargo, Suso, Taborda y Zárate (P).

 

Árbitro: Nazareno Arasa.

 





   


domingo, 24 de junio de 2012

River Plate... Un ascenso sin brillo, pero merecido... De Alguna Manera...

Un ascenso sin brillo, pero merecido...


Ningún equipo fue mejor que River. Como periodista, como testigo imparcial y hasta como hincha de fútbol, soy un convencido de la necesidad de bajar brutalmente el nivel de angustia con el que se habla de un resultado deportivo. Eso de “partidos de vida o muerte”, “jugarse la vida en cada pelota”, “hoy no se puede perder”, “el drama del descenso” me suenan, de movida, a mediocres recursos de cronistas de cuarta que, si se les propone hablar del “cómo” o del “por qué”, lamentan haber tocado un amigo o presentado un currículum para dedicarse a esto.

Sin embargo, en un fin de semana como éste no me animo a ser tan contundente al respecto. Mejor dicho, me mantengo firme en mi convicción –y en mis sentimientos–, pero no aspiraría que ningún hincha cuyo equipo haya estado, esté o vaya a estar involucrado en este sube y baja ridículo del fútbol argentino preste ni la menor atención a estas líneas. Mucho menos que adhiera. Tal vez dentro de algunos días, cuando ese dique de angustia futbolera que, según el resultado, nos hace desesperar por un choripán o nos impide tomar un cafecito sea cosa del pasado, estén en condiciones de entender que los dramas de la vida pasan por otro lado. Y los del fútbol también. Y los de los clubes de fútbol involucrados, más aún. River y San Lorenzo son la muestra más acabada de que aquello que nos desespera, despedaza o alivia está lejísimos de ser lo realmente importante. Aun teniendo muy en cuenta que las administraciones de ambos clubes tienen perfiles abismalmente opuestos –me quedo con la de Núñez, por lejos– sus presentes impregnados de violencia, falsas promesas y descalabros económicos e institucionales no me dejan mentir. Como ascender o no descender pasan a ser las consignas insustituibles, todo lo demás pasa a segundo plano. Y los responsables de ello lo aprovechan. Tengamos en cuenta que la enorme mayoría, sino la totalidad de los desarreglos tiene que ver exclusivamente con las actividades relacionadas con el fútbol profesional. Por eso pongo en planos distintos al club que tiene como conductor deportivo a Sergio Vigil respecto del que acaba de dejar ir –por desidia, por abandono, por falta de todo apoyo– a Elizabeth Soler, flamante campeona panamericana de patinaje artístico, anuncio que la propia Soler le hizo anteayer a mi compañero Guido Bercovich.

De cualquier manera, como venimos hablando de fútbol, o de algo similar, es bueno no perder demasiado el foco. Cuando se habla del ridículo sube y baja de nuestro fútbol no podemos soslayar que estamos a horas de que pueda demostrarse en los hechos la torpeza de los diseñadores de torneos en nuestro medio. Bastaría que Tigre fuese campeón y quedase en zona de Promoción para que lleguemos al éxtasis de la estupidez deportiva. En realidad, tampoco hace falta tanto para llegar a esa conclusión. El sólo hecho de que un equipo viva al mismo tiempo el mejor y el peor momento de su historia es la sublimación del imprevisto.

Pero ya a comienzos de la semana tuvimos la muestra elocuente de que algunas personas, dentro del fútbol argentino, gastan tanto empeño en armar las valijas para viajar al Mundial que no les queda resto para pensar en aquello que los justifica como dirigentes. Y conste que amanecí generoso y no me pongo a hablar de cargos en la FIFA o en la Conmebol ni de asuntos de corruptela.

Nadie podría sostenerse en su cargo si, a cinco días de la definición más intensa y extravagante de la historia de nuestro fútbol, enviara repartir entre los medios –y supongo que entre los representantes de los clubes– dos hojas explicativas con enmiendas a una reglamentación que, 24 horas antes, exponía un importante puñado de vacíos respecto de las cosas “que nunca van a pasar” y que, de golpe pasaron. Entonces, paso a ser una realidad devastadora la posibilidad de que un mismo equipo jugase un triangular de desempate por el título, otro para evitar la promoción y, quizás, jugar la promoción misma, lo que le equivaldría disputar seis partidos más de los previstos. Ser campeón y descender al mismo tiempo. ¿Y en qué orden se jugaría? ¿Quién esté primero? ¿El huevo, la gallina o los impresentables?

No voy a aburrirlos enumerando las otras variables que sólo se contemplaron cuando el agua les llegó al cuello y no antes de empezar el torneo. Si les digo que, así como los problemas de violencia, programación, logística y capacidad de estadios se soluciona con quitar a las barras del camino, hoy quedó en evidencia que los promedios son la gran deformación del fútbol argentino. Por algo los que deciden no se animan a acomodar los libros en la biblioteca si, para lograrlo, alcanzaría con mandar a la papelera de reciclaje dos cuadernos con hojas en blanco.

Tal es la dimensión del mamarracho que se llega al final de una historia en la que la gran mayoría de los involucrados, en el caso de lograr el objetivo, lograría mucho más una señal de alivio que de euforia. Ayer, la excepción fue Quilmes, con su excepcional ascenso, uno más en la impecable carrera de Omar de Felippe como entrenador. La excepción de hoy podría ser Arsenal. Y Tigre, otra vez, esa extravagancia en la que el mismo que puede vivir la euforia necesita sentir el alivio de zafar del descenso.

Sin dudas, la quintaesencia del alivio por encima de la alegría fue River Plate. Estoy convencido de que el equipo de Almeyda logró un ascenso absolutamente merecido. Aun sin haber hecho brillar a un plantel de excepción que, me animo a decir, no volverá a verse en la categoría, ningún otro equipo de la división puede arrogarse el anuncio de haber sido mejor que el conjunto de Núñez. Pudo haberlo hecho Instituto. Pero su campeonato como mejor de todos terminó hace no menos de seis fechas. Y la caída libre del final no permite imaginarlo superando la Promoción, cosa que sólo logrará si vuelve a ser aquel equipo que, por ejemplo, catapultaba a Dybala a las primeras divisiones europeas.

River está de regreso en Primera y eso es una enorme noticia para el fútbol argentino. Para Passarella es haber encontrado en el fútbol un tanque de oxígeno. Es el mismo Passarella que tiene derecho a levantar banderas de cosas bien hechas en otras disciplinas y áreas del club. Lamentablemente, la sociedad futbolera condena a ser una rareza en vías de extinción cualquier cosa que no sea su plantel profesional (y sus deudas enormes, y sus barras bravas, y sus vaivenes deportivos). Esto no es privativo del flamante campeón del ascenso. Es moneda corriente en demasiados clubes del país. En otros, toda actividad que no sea el fútbol profesional es burdamente despreciada.

Ojalá esta vuelta a las fuentes le dé a River nuevos motivos para hablar de su histórica grandeza futbolera. Ojalá sea la base de sustento para potenciar su condición de club integral “con” fútbol y no “de” fútbol. Y ponga arriba de la mesa lo necesario para que los violentos se queden en la calle.

© Escrito por Gonzalo Bonadeo a y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 24 de junio de 2012.