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domingo, 26 de septiembre de 2021

La desigual batalla de Cristina Kirchner contra la suma, la resta y la multiplicación… @dealgunamaneraok...

 La desigual batalla de Cristina Kirchner contra la suma, la resta y la multiplicación… 

Cristina Kirchner en Lomas de Zamora 

La Vicepresidenta acusó a Martín Guzmán de haber implementado un plan de ajuste. Pero la respuesta del ministro invalida el principal argumento de la carta que puso en crisis al Gobierno. 

© Escrito por Ernesto Tenembaum el domingo 26/09/2021 y publicado por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

En diciembre del año pasado, Cristina Kirchner humilló a los ministros de Alberto Fernández. “Búsquense otro laburo”, les gritó, durante un acto en la ciudad de La Plata. En ese momento, todos los asistentes la aplaudieron menos uno: Juan Pablo Biondi, vocero y hombre de confianza del Presidente. Alguien fotografió la imagen televisiva donde se veía a Biondi de brazos cruzados. Inmediatamente Alicia Castro, la ex embajadora de CFK ante el régimen venezolano, marcó con un fibrón rojo al desobediente, difundió la foto marcada en sus redes y reclamó escarmiento. Meses después, como se sabe, Kirchner pidió la renuncia de Biondi: era a ella, en realidad, a quien le había parecido una insolencia que no la aplaudiera. Biondi, en estos días, se está buscando otro laburo. 

Esta semana dio comienzo otra historia similar. El jueves 16, la poderosa vicepresidenta emitió una carta donde acusaba al gobierno de Alberto Fernández de haber implementado un programa de ajuste. El ministro de Economía, Martín Guzmán explicó que estaba equivocada. Un ajuste implica que el Estado gaste menos que un año antes. Eso no ocurrió en la Argentina. La política fiscal ha sido muy expansiva. En agosto de 2021, por ejemplo, se gastó 66 por ciento más que el mismo mes del año anterior, una diferencia que supera con creces a la inflación. Al mismo tiempo, se redujo el déficit pero no por un ajuste del gasto sino por el crecimiento de los ingresos fiscales. Eso mismo hacía Néstor Kirchner en los buenos años de su mandato presidencial: achicaba el déficit por medio de la suba de ingresos. 

Dos días después de la aclaración de Guzmán, la cuenta de Twitter de Alicia Castro volvió a vibrar. “Estimado Martín Guzmán. Durante los 8 años que Cristina Kirchner gobernó exitosamente la Argentina, los que acompañó a Néstor Kirchner, los que fue diputada de la Nación y senadora; calculo que usted habrá estado haciendo el secundario y su master en EEUU. Si ella dice ajuste, ajústese”. Hay muchas evidencias de que el mecanismo de desgaste y castigo se ha puesto en marcha, desde hace mucho tiempo, contra Guzmán. Horacio Verbitsky empezó con ese proceso unos días antes de que conmoviera al país con el relato de su vacunación: lo acusaba de haber estudiado en la misma universidad que Ricardo López Murphy (sic). Esta semana, Andrés Larroque le reclamó a Guzmán que no sea amarrete. Larroque fue el mismo que pidió cambios de Gabinete pocas horas después de la derrota electoral. Máximo Kirchner justificó que no aprobaría el presupuesto de Guzmán con otra reflexión fascinante: “Una cosa son los números y otra el bolsillo de la gente”.

 

Martín Guzmán y Cristina Kirchner (Franco Fafasuli) 

El atrevimiento de Guzmán es muy contracultural. Nunca nadie, en un gobierno donde estuviera Cristina, se animó a sostener que la vicepresidenta estuviera equivocada en algo, aunque fuera tan evidente que estaba equivocada. Castro se ocupó de recordarle cómo son las cosas. “Si ella dice ajuste, ajústese”, escribió. En este esquema, todo lo que dice Cristina es correcto, por la mera razón de que lo dice ella, aun cuando diga que dos más dos es cinco, que es más o menos lo que dijo en este caso. Un militante -o un ministro- no está autorizado para tener ideas propias: sus ideas deben ser, siempre, las de la Jefa. Una semana atrás, la diputada cristinista Fernanda Vallejos lo dijo de otra manera: “Por la boca de Cristina se escucha la voz del pueblo”. Hay una leve reminiscencia a Jim Jones en algunas culturas políticas. 

El debate entre CFK y Guzmán generó, sin embargo, muchas reacciones dentro del esquema kirchnerista. El ministro no es el único preocupado por semejantes imprecisiones. El mismo día de la carta, el ex viceministro de Economía de Axel Kicillof, Emmanuel Álvarez Agis, emitió un informe donde explicaba que el gasto creció fuertemente en la Argentina durante el último año. Cristina en su carta había dicho que este Gobierno tiene más reservas que el suyo para enfrentar la presión cambiaria. Álvarez Agis explicó que en 2009 Cristina disponía de 45 mil millones de dólares de reservas que podía gastar para enfrentar la demanda creciente de dólares. Ahora, hay solo 9 mil millones. ¡Cinco veces menos! De esa magnitud son los errores de la Vicepresidenta. En el año 2016 CFK había elogiado a Álvarez Agis por sus informes críticos de distintas medidas del macrismo. Alfredo Zaiat, jefe de Economía de Página 12, tal vez el periodista más citado por Cristina, fue categórico: “Tiene razón Guzmán. No hubo ajuste”, declaró. No fueron los únicos. 

La relación de Cristina Kirchner con los números siempre fue complicada. Esa fue su principal diferencia con la gestión del fallecido Néstor Kirchner y, tal vez, explica por qué recibió una Argentina con indicadores pujantes en 2007 y la entregó exhausta en 2015. El ejemplo que mejor permite entender este problema es lo que ocurrió con la resolución 125. Esa medida reestructuró el esquema de relaciones políticas y humanas en la Argentina. Muchas familias y amistades se rompieron en ese momento. El peronismo se dividió. Cristina aplicó la terquedad que, hace pocos días, les reclamó a todos los funcionarios. 

En el año 2015, siete años después, durante la campaña electoral por la jefatura de Gobierno porteño, Cristina admitió que la resolución 125 tenía un problema de cálculos. En esa campaña, Martín Lousteau encabezaba una lista opositora. “Ahí está el que nos hacía mal los números de la 125, dijo Cristina. Durante sus ocho años de mandato, además, el gobierno manipuló las estadísticas oficiales, otro desprecio por los números, y por la realidad, que la Vicepresidenta nunca ha aclarado. 

Los problemas de Cristina con las matemáticas podrían ser un tema personal. Se trata, al fin y al cabo, de una limitación habitual en muchas personas. Pero resulta que la Vicepresidenta es la personalidad con mayor poder político dentro del Gobierno. Ni Fernández, ni Guzmán, ni nadie puede imponer su voluntad, en ningún sentido, si ella se opone. Entonces, esos errores se transforman en un problema para el país. Guzmán suma, resta y multiplica según los criterios tradicionales y, en base a eso, propone un plan. Cristina hace sus propios cálculos y le quiere imponer otro. La economía argentina se desplaza en un angosto desfiladero rodeado de abismos. ¿Qué le sucede a un auto que anda en zigzag, y por momentos a ciegas? En ese auto van subidos millones de argentinos. 

La situación de Guzmán, luego de su insolencia, es muy delicada. En parte, porque fue muy certero. Si no hubo ajuste, los argumentos de Cristina en su carta se desmoronan y pierde todo sentido el ataque más tremendo que sufrió un presidente democrático, desde 1983, por parte de su propio vicepresidente y del sector más poderoso del Gobierno, estaba mal fundamentado.

Hasta ahora, todas las peleas que dio Cristina desde el 10 de diciembre de 2019, terminaron igual: tarde o temprano impuso su voluntad. Si ella dice ajuste, al final, todos se ajustan. 

Cuando alguien poderoso se equivoca, es mejor no tener razón. 

E pur si muove.



  

domingo, 10 de junio de 2018

"Es antidemocrático invocar a la patria para querer destruir al que piensa distinto"… @dealgunamanera...

Norma Morandini: "Es antidemocrático invocar a la patria para querer destruir al que piensa distinto"…


La periodista y ex senadora habló con Infobae sobre la necesidad del diálogo político en nuestro país, el ejemplo del acuerdo de paz en Colombia y critica el "patrullaje ideológico" en las redes sociales

© Escrito por Luis Novaresio el domingo 10/06/2018 y publicado en el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Jamás ha perdido su cadencia cordobesa y su parsimonia para hablar. Desde que deslumbró a la Argentina denunciando las atrocidades en la última dictadura firmando en la mítica revista española Cambio 16, Norma Morandini se instaló en el lugar de la reflexión.  Piensa, comparte, usa siempre el "me parece" o el "quizá sería bueno reflexionar". Dice que le gusta provocar con sus ideas para escuchar al otro. Y eso, hoy, la transforma en una rara avis en el debate de la cosa pública.

Rechaza el concepto de patria, en peligro para muchos, por antidemocrático. "Impresiona mucho que entrando en la cuarta década democrática vuelven a sonar palabras que son antidemocráticas como 'patria'. La patria tiene una connotación no democrática precisamente, siempre me llama la atención que los que invocan la patria son los que quieren terminar con el compatriota, ¿no?", le dice a Infobae. Compara nuestra ausencia de debate con el gran diálogo de Colombia que permitió la firma de acuerdos de paz y convoca a mirar a esa nación latinoamericana.

En esta entrevista en los estudios de Infobae, la ex senadora y actual Directora del Observatorio de Derechos Humanos del Senado habla de la coyuntura política, la intolerancia en las redes sociales, y explica por qué el debate sobre la despenalización del aborto es "un gran avance democrático".

— ¿Cómo estás viviendo este momento a la hora del diálogo, el encuentro, la posibilidad de pensar el país a futuro?
— Bueno, me impresiona mucho que entrando en la cuarta década democrática vuelven a sonar palabras que son antidemocráticas como "patria". La patria tiene una connotación no democrática precisamente, siempre me llama la atención que los que invocan la patria son los que quieren terminar con el compatriota, ¿no? "Éste es compatriota, éste otro no". Entonces me parece que hay mucho ruido en el discurso público. Me parece que estamos perdiendo la oportunidad de otro tipo de debates. Decir "bueno, ¿quién genera riqueza en un país? ¿Cómo vamos a generar riquezas para salir?". Que todo el mundo habla de la macroeconomía y yo provoco y digo, ¿quién vive en la macroeconomía? Entonces tenemos números, números, números, y esa es la deshumanización. Porque detrás de un número hay una persona. Y cómo si uno no ve la persona va a poder identificarse con esa persona, ¿no? Eso me impresiona, que estamos como lastimados. Y me sigo preguntando qué tiene herida el alma de este país para que tengamos tanto enojo, para que nos haya aparecido lo peor, para que la deliberación pública no pueda ser respetuosa. Y no para ser unánimes, porque la riqueza de la democracia es que seamos plurales. Es decir, una democracia de un solo color político es antidemocrática hasta por definición.

— ¿Y encontraste algún perfil de respuesta a qué es lo que tenemos herido como patria para hacer aflorar lo peor de nosotros?
— Yo creo que estamos teniendo conciencia, ¿no? Te confieso que yo siempre me he sentido un poco ridícula porque hablaba de paz, de amor, que no son palabras del decir público y del decir político. Sí lo son en la autoayuda, en la neurociencia. Es decir, es como una esquizofrenia, todo lo que nos sirve en la vida personal no lo llevamos a la vida pública, a la vida con el otro. Me parece que todos sentimos lo mismo pero tenemos miedo de decir porque hay mucho patrullaje ideológico. Entonces me llama la atención la gente que escribe, que habla, que aparece en televisión, académicos, periodistas, siempre te dicen "uy, por esto me matan". Y yo digo, ¿quién te mata?. Es decir qué nos mata hoy. Y nos mata ese ojo de juicio fuerte, de descalificación en las redes, del insulto anónimo. Entonces ahí yo provoco y digo, el que es anónimo, ¿es un ciudadano? La libertad de expresión es un valor que hay que defender por sobre todo, pero ya me parece que estamos en la hora de empezar a hablar del límite de esa libertad que es la responsabilidad. No la censura, no el control, pero sí la responsabilidad.
Entonces me parece que eso hay que construirlo en la deliberación pública. Empezar a hablar de cosas de las que no hablamos. Es decir, cómo nos duele a todos ser ofendidos. Por qué la plaza pública está llena de dolor. Yo siempre digo: siempre son las madres en duelo las que ponen, es el dolor, es el sufrimiento lo que ha ido tomando conciencia de derecho para trabajar sobre eso. Ni Una Menos, es decir el sacrificio de mujeres que son golpeadas a manos de aquellos que dicen amarlas. Para no hablar de las madres en duelo porque pierden a sus hijos. Entonces me parece que ya está en la hora de una construcción alegre, democrática.

—Me gustó mucho eso que dijiste al principio, "y amorosa". Porque la ira es muy vendedora en la televisión. Un discurso amoroso sería menospreciado como poco vendedor.
— Nos parece eso. Yo como navego a dos aguas en los medios hace ya mucho tiempo siempre me decían "Norma, ¿a quién le interesa?". Y yo digo  cuidado, que entre el interés y la importancia la función del periodista es elegir lo que importa. Porque si nosotros dos gritamos, nos peleamos, nos insultamos por supuesto que vamos a estar en todas las pantallas y la gente se va a parar a mirar qué pasó con estos dos que se insultan, se pelean y demás. Eso interesa porque llama la atención. Ahora, alguien nos tiene que decir, "muchachos eso no importa, ustedes tienen una función pública, tienen responsabilidad con formar la opinión pública", porque esa es la fortaleza de la democracia.
Entonces en la medida que no tomamos conciencia de que tenemos un plus por el privilegio de hablar por los otros vamos a seguir con el minuto a minuto, que nos miren, pero sin contribuir a que el que mira entienda qué importa y qué no importa.

— Leía ayer una nota tuya en el diario La Nación donde vos ponías al diálogo, y en el caso particular de Colombia, como un ejemplo de una salida dialogada y de respeto. 
— He seguido mucho el proceso de paz. Estuve en la firma de los acuerdos. Quedé fascinada de lo que veía en la televisión durante una semana, sobre todo en los canales públicos, y eran todos mensajes amorosos, todos mensajes de paz, todos videítos de construcción, de reconocimiento al otro. Después, por suerte, conocí a una periodista que se llama María Alejandra Villamizar, que es como periodista conoció todo el proceso de la guerrilla, como joven periodista tenía naturalizadas las bombas, los secuestros, las muertes y todo lo que es el horror de la guerra. Y eso la fue increpando en el sentido de "bueno, ¿cómo salimos de esto? ¿Cómo dejamos de ver como destino histórico la violencia?" Y el presidente Santos le encomendó diseñar un programa, que por supuesto tuvo el auspicio de Naciones Unidas, de Suecia, de Noruega, y han armado algo tan interesante que se llama la conversación más grande del mundo. Es empezar a conversar, es invitar a todos a la gran mesa de la conversación. De manera digital, de manera un día en esta redacción se conversa, en este sindicato se conversa, con decálogos, es decir, "bueno, escuche, no juzgue, sea honesto". Que parecen cosas tontas pero realmente como una autoayuda colectiva, ¿no? 

El presidente colombiano Juan Manuel Santos recibiendo el Premio Nobel de la Paz por impulsar el acuerdo de paz con las FARC (AFP)

Entonces siempre me pregunto cómo puede ser que, entrando en la cuarta década democrática, nuestras palabras estén tan contaminadas. Con guerra, con confrontación, con descalificación. Cómo hablamos de las personas y no de los temas. Cómo, yo digo hablemos de los males, no de los malos. Tengo nuera española y ella siempre dice, "solo di palabras dulces, no vaya a ser que te las tengas que tragar."
Entonces son pequeños y grandes comportamientos que nos hacen sentir mejor. Yo soy de una generación que tenía la piedra en la mano. Hasta hace, por lo menos entrada la década de los 90, yo era "en contra", criticaba como periodista, y me doy cuenta que cuando hice el cambio de trabajar "a favor de", vivo mejor, soy más productiva. Es decir puedo ayudar más. Y yo creo que esto que me pasa a mí nos pasa a todos. Cuando uno cierra el corazón y empieza a desconfiar, que es lo que nos ha dejado el autoritarismo, "qué quiere, qué viene a buscar, qué hay atrás", yo creo que impide esto que estamos intentando hacer que me escuchas y que te detonará preguntas, sentimientos, emociones, pero seguramente no me vas a pegar un palo ahora estando en desacuerdo.

— Lo que siento es que para que haya, como vos planteabas, en Colombia, la posibilidad del diálogo es el reconocimiento de no ser el dueño de toda la verdad. O sea, el diálogo supone tengo ganas de escucharla a Norma porque muy probablemente voy a aprender algo, voy a desaprender algo mío. ¿Te parece que hay marco en este momento en la política argentina como para un diálogo de ese tenor?
— Bueno, el debate por la despenalización ha sido un gran avance democrático, no importan los resultados. Creo que se haya podido debatir, ha habido poca chicana, algunas, pero personas que en otras situaciones no se sentaban a dialogar me parece que han encontrado un espacio de diálogo. Y si pudiéramos trabajar con todo en el mismo sentido… El tema de la pobreza, por ejemplo. Cuando hace 24 años atrás empezó la primera Marcha Federal, yo fui simpática a ese peregrinar, porque veía dirigentes honestos, porque me parecía que estaban contrapuestos a lo que veíamos como los gordos, a la burocracia sindical, y sobre todo porque empezaba a aparecer algo que no teníamos en nuestro país que era la pobreza. Nos increpaban esos niños en la calle, lo que fueron los años 90 cuando empezamos a ver indicios de lo que hoy padecemos. Ahora, si 24 años seguís haciendo lo mismo, te uniste a los que eran diferentes a vos y la pobreza creció, fracasamos todos. Y si fracasamos todos, ¿no será que tenemos que estar todos juntos a ver cómo hacemos para que en nuestro país no haya 3 de cada 10 personas en la pobreza? Es decir, no se trata de estar acuerdo sino saber cómo podemos encarar temas de los que decimos estar preocupados, afectados. Hablamos de pobreza, hablamos de economía. Pero, ¿cómo? ¿Conversamos o hablamos?

— ¿Te parece que la experiencia colombiana de este diálogo, de esta gran conversación, podría ser aplicada en la Argentina?
— Sí, sí. Por supuesto que uno dice "bueno, no es la guerra como ellos la han tenido". No es una negociación con guerrilleros que tienen que dejar las armas, que tienen que ingresar en la vida política, una sociedad que todavía tiene mucho miedo… La prueba ha sido el plebiscito que se opuso a la paz. Bueno, pero es un proceso que ellos han iniciado.
Sin embargo nosotros, que estamos alejados del tiempo de la violencia, me parece que tenemos muy contaminada la forma de hablar, el discurso público, y me parece que lo que ellos han hecho es inspirador. Es decir, por qué no hacerlo. Por qué si otros países pueden reconocer a Mandela. Por qué como pasa acá la gente que más ha sufrido es la que menos grita, es la que menos odio tiene. Y yo confío que el corazón late igual, que vos hable de pobreza no te hace poner en una situación superior, o que hables de derechos humanos o de los desaparecidos. Eso no te da un status diferenciado. Puede darte autoridad de testigo, o puede lo que sea. Pero me parece que tenemos que construir esa conversación democrática.

— Me gusta mucho eso que estás diciendo porque me parece que es una gran formulación, el sufrimiento, el padecimiento de una situación, no te da ni siquiera inmunidad para decir cualquier cosa. Al menos autoridad de testigo para relatar tu experiencia y aportar, pero nada más que eso.
— Sí, eso es lo que a mí me impresionó siempre en el caso de Colombia -para no hablar de una situación extraordinaria como la de Mandela, que es una persona extraordinaria. Hago un paréntesis y te cuento que la hija de Mandela fue embajadora en la Argentina y la llevamos un día al Senado con María Eugenia Estenssoro y fue hermoso, ella dijo "yo no puedo ponerme en los zapatos de mi padre, pero puedo intentar caminar como mi padre". Entonces eso, posiblemente uno no puede ponerse en los zapatos de aquel que ha sufrido, que ha estado preso, que tiene desaparecidos, pero por qué no intentar una caminata juntos para que no haya más desaparecidos, para que no haya más violencia, para que no haya generaciones que se inmolen de buena fe como fue mi generación. Pero cuántos años después yo tengo que reconocer, ahora que se celebra el Mayo francés, "muchachos, ustedes hicieron la fiesta, nosotros pusimos los muertos".
Entonces algo tenemos que mirar hacia atrás, ver qué hicimos mal. Digo, hay muchos que dicen "¿por qué no hacen autocrítica? Hemos dejado eso en la Justicia, y por suerte la Justicia nos ha impedido… nos ha protegido de la venganza. Pero sigue este "ustedes y nosotros" y la verdad que la democracia no es unánime, no es para ser todos iguales, al contrario, para fortalecer las diferencias, pero tiene que haber respeto de las diferencias.

— Dijiste algo al comienzo que me pareció muy interesante sobre el concepto de patria. Digo, cuando hoy se menea esta idea de la patria está en peligro, ¿cómo reaccionás cuando escuchás eso?
— Lo que está en peligro es la democracia con esa concepción de patria. Porque la democracia es lo plural. Mi generación no era democrática. Yo siempre cuento que en la universidad cuando yo estudié periodismo estudiaba para hacer la revolución social, yo aprendí a ejercer el periodismo paradójicamente en el exilio, en España que empezaba su transición que sus empresas periodísticas nacieron con la democracia, que me hicieron firmar un compromiso con los valores de la democracia. Tenemos todos los derechos humanos incorporados en nuestra Constitución como jerarquía constitucional, es decir que estamos obligados a cumplirlos. Y sin embargo la palabra democracia no forma parte del discurso público. Entonces la patria es una concepción, "yo invoco mi patria, si vos no estás dentro no sos compatriota".

— Sos un apátrida, claro.
— Entonces me parece que esa concepción de poder, de porque yo tengo la sensibilidad social, porque yo invoco a los desaparecidos, que nos ha hecho tanto daño, que ha sido el tiempo pasado del gobierno anterior que hemos hablado mucho pero que todavía no hemos encarnado los derechos humanos. Porque a mí siempre me impresionaba, ¿cómo se pueden invocar los derechos humanos y no reconocer que soy tu igual? Esa es la riqueza de la filosofía de derechos humanos, su universalidad, que tenemos derechos solo por ser personas, que no son los gobernantes que van con una canastita distribuyendo derechos.

— Pensaba también que hoy parece que la construcción política, y no importa quién es más responsable, se basa en esto, en el "nosotros y ellos", en esta cosa de la aburridísima descripción de la grieta y demás, pero parece que construir política es azuzar el fantasma del otro, del que está enfrente.
— Cuando la política es exactamente lo opuesto, ¿no? Yo lo digo dramáticamente, aun cuando quiera huir del drama, yo creo que el cadáver que nos deja la Dictadura es la política. Y que no la hemos rehabilitado, porque a juzgar por la rabia que tiene la ciudadanía con los políticos, porque si no hay política, no hay democracia. La política es lo que hago con vos, la política es esa aventura que es vivir con el otro porque nacimos bajo el mismo cielo y estamos destinados a vivir en este territorio que se llama Argentina. Y de eso no podés huir. Hay un espacio de la aventura colectiva que tiene que tener reglas y por eso las reglas de la democracia me parece que es lo que hemos elegido en un país donde tenemos en nuestras espaldas históricas casi 60, cuántos años de autoritarismo. Entonces no asustarnos por no ser democráticos. ¿Cómo íbamos a ser democráticos con semejante historia, con semejante concepción de poder?
Ahora, resta que la ciudadanía sea responsable, que participe. Es decir, esto que cuando uno dice te dicen "ah, sos idealista". Bueno, pero si la democracia no tiene principios, ideales, es un pragmatismo brutal que nos ha llevado a donde estamos. Entonces la crisis, el fracaso, el atraso, como quieras llamarlo, yo creo que no hay ningún sector que pueda decir yo los llevo por acá. Hemos fracasado todos. Y si reconocemos el fracaso de un país que había estado entre los primeros lugares en el siglo pasado y hoy estamos en el lugar en el que estamos, ¿queremos salir de ahí? ¿Estamos dispuestos a salir de ahí? Si intentamos pequeñas acciones de reconocimiento. El insultar anónimamente en las redes, el opinar sin nombre y apellido, o sea sin responsabilidad ciudadana, ¿es participación? Fijate lo que ha pasado con los indignados en Turquía, en Egipto, desembocó en dictaduras, o en autoritarismos o en gobiernos autoritarios. Entonces hay tanto para debatir, tanto para intercambiar, que me parece que la conversación tiene que ir por ese lado, ¿no?

lunes, 5 de marzo de 2018

Sara Facio. Perón, en el Malba a partir del 8 de marzo... @dealgunamanera...

Sara Facio: “No quise exponer antes mis fotos sobre Perón porque sabía que se iban a utilizar de forma política”…

La gran fotógrafa argentina recorrió su carrera y dialogó sobre sus próximos proyectos (Martín Rosenzveig)

La gran fotógrafa argentina inaugura una mega muestra en el Malba sobre el período que comprendió el regreso de Juan Domingo Perón del exilio hasta su muerte, a través de 115 imágenes. Además, dialogó con Infobae Cultura sobre la apertura de la Fundación María Elena Walsh y recorrió los hitos de su carrera artística y profesional.

© Escrito por Juan Batalla  por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fotografías: Sara Facio.

Fueron 591 días desde el 17 de noviembre de 1972, el día del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina tras su exilio en Madrid, hasta el 1 de julio de 1974, fecha de su muerte. 591 días que se traducen en 115 fotografías en Sara Facio. Perón, la muestra que abrirá sus puertas en el Malba a partir del 8 de marzo.

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Aquel día de noviembre, se había levantado con la esperanza de vivir un momento histórico y lo fue. Aunque no como ella -o como la gran mayoría- lo esperaba. Los dramáticos hechos de Ezeiza convirtieron aquel retorno en una fecha aciaga.

(Crédito: Sara Facio)

"A mí me interesaba más que nada todo lo que estaba pasando porque yo lo veía como un acontecimiento histórico. Para Europa era la cosa del momento, a mí me parecía que era algo muy importante en nuestro país que un personaje después de 18 años de exilio volviera, que había una multitud, que más de un millón de personas fueron a recibirlo", explica Sara Facio a Infobae Cultura en su estudio, allí donde durante años funcionó La Azotea Editorial Fotográfica, única en su tiempo en América latina, dedicada exclusivamente a la especialidad.

(Crédito: Sara Facio)

Cuando Facio partió junto a un grupo de colegas en un Fiat 600 a cubrir la vuelta de Perón al país, tras 18 años de exilio, ya se había hecho un nombre en el mundo de la fotografía, pero a la fotografía todavía le faltaba tiempo para ser considerada un arte, por lo menos en esta parte del mundo.

"Fue un trabajo encargado por una agencia de Francia, Sipa press, que mandó a una colaboradora, Cristina Orive, para que cubriera toda la parte de América de Sur, Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile, en 1972. En Montevideo había un movimiento muy fuerte con los tupamaros, en Buenos Aires estaban todas las organizaciones guerrilleras y en Chile estaba por producirse lo que después fue el triunfo de Salvador Allende".

Muerte de Perón (Crédito: Sara Facio)

"Cristina tuvo que bifurcarse y como no le alcanzó el físico trabó conocimiento conmigo, a través de Tomás Eloy Martínez, que era compañero de ella en París. Con Alicia D'amico creamos como una pequeña agencia junto a dos o tres reporteros gráficos", recordó.

"Me interesaba tomar todo lo que se producía alrededor, la gente, el contexto, el merchandising, los afiches, Buenos Aires se llenó de arte gráfico, unas cosas muy originales, divertidas. Sacaba a todo eso porque me gustaba".

Ezeiza (Crédito: Sara Facio)

La gran muestra, además, posee imágenes de otros eventos sociales y políticos muy importantes de aquellos primeros años de los '70: "Después fue la asunción de Cámpora, que fue muy importante, cuando liberaron a los presos políticos y luego cuando asumió Perón, cuando echó a los montoneros de la plaza, y cuando finalmente murió en el 74".

Hasta la fecha, Sara Facio solo había mostrado unas pocas fotos de aquellos años: "Tenía registrado todo eso pero nunca lo había exhibido. A mí me interesó mucho la muerte de Perón, hice alguna que otra exposición en Buenos Aires, una retrospectiva en OSDE y la Fundación Klemm, fueron en total 10 ó 12 fotos. Fueron las únicas veces que se vieron".

Asunción de Cámpora. (Crédito: Sara Facio)

"Ahora, Ataúlfo Pérez Aznar, un fotógrafo amigo, se interesó hace dos o tres años. Yo no quería que se hiciera nada por el contexto que estábamos viviendo: sabía que se iba a utilizar de una forma política. Y a mí lo que me interesaba en el momento de la producción es que era un registro histórico. No solo documental, también testimonial. Hay una mirada mía que fue puntual, las figuras principales tipo retrato y después sacar a la gente y al entorno", explicó la reportera gráfica.

Muerte de Perón. (Crédito: Sara Facio)

Sobre la Fundación María Elena Walsh

La Fundación María Elena Walsh es ya casi una realidad. La sede será en Paraguay al 1400, pegado al estudio de Sara y si bien la preparación de la sala principal está todavía atravesando reparaciones, ni bien se ingresa al espacio puede sentirse la presencia de la compositora, poeta, música y dramaturga argentina a través de cientos y cientos de libros que formaron su biblioteca personal, prolijamente ordenados en tantas bibliotecas que se encuentran distribuidas aquí y allá. "Varias veces me quisieron comprar su biblioteca, pero mientras yo esté viva, de acá no se mueven", confesó con determinación a Infobae Cultura.

Sara Facio y María Elena Walsh fueron conocidas, amigas y pareja, pero fueron sobre todos grandes compañeras. Convivieron alrededor de 30 años, compartieron arte, humanidad y miles de historias, aunque no se las solía ver en público. Cada una entendía su vida profesional como un tesoro personal, como ese espacio que les pertenecía, y por eso se mostraban juntas cuando querían, sin dar explicaciones al resto. Mujeres independientes, tanto con sus carreras como con sus amigos. Mujeres de hoy, ayer. 

(Martín Rosenzveig)

Cuando María Elena escribió en su autobiografía Fantasmas en el parque que Sara era "ese amor que no se desgasta, sino que se transforma en perfecta compañía" fue la primera vez que abrieron su amor al público. Sara también dio su respuesta en papel, en su libro María Elena Waslh: Retrato(s) de una artista libre, cuando aseguró: "Ella es más que una parte de mi vida. Todo en ella es poesía, hasta cuando habla es poesía, es de una ocurrencia sin parangón. Como artista creo que es un ser único".

En uno de los espacios ya habilitados de la Fundación pueden verse una pintura que Guillermo Roux le regaló a María Elena. "Es una historia muy linda. -relata Facio-  A ella le encantaba festejar el 25 de Mayo, venían a casa amigos, escritores, pintores, muchísima gente. Era un momento que disfrutábamos, comíamos, reíamos. Un día llegó Guillermo con un cuadro envuelto, ella no sabía nada y cuando lo abrió se le iluminaron los ojos".

El regalo de Roux para María Elena Walsh será una de las piezas de la Fundación (Martín Rosenzveig)

Sobre la proximidad de la apertura del espacio, Facio, comentó: "Es un proceso bastante largo porque hay muchas barreras legales. Hace como dos años que estamos luchando con la burocracia. Estamos trabajando internamente muchísimo. Haciendo todos los archivos: vamos a digitalizar toda su obra, los discos, los libros, toda la producción, incluso desde el periodismo. Desde que empezó a los 15 años en la revista El hogar hasta que murió, siempre había notas de María Elena".

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El objetivo no es solo exponer la obra enorme de María Elena, sino también hacerla accesible para todos aquellos que se interesen. "Mi idea es que una vez que esté digitalizado todo eso, donarlo a la Biblioteca Nacional y al Congreso de la Nación para que tenga una difusión absolutamente pública. Para que la gente no tenga que 'morir' en la Fundación, sino en ámbitos mucho más abiertos. Hoy día con la proliferación digital es mucho más fácil acceder".
Otro de los fines de la Fundación es el de convertirse en un puente para aquellas personas que están interesadas en realizar bienes culturales, pero que -por diferentes razones- no pueden hacerlo: "Queremos ayudar a la gente creativa, en tres facetas. En la parte literaria, en la parte musical y hacer tipo becas, una ayuda para que puedan hacer un curso, o si alguien necesita comprarse un instrumento. Tanto María Elena como yo pudimos de muy jóvenes acceder a cierta cultura por ayuda de la gente que nos dio becas".

Una vida plena de clicks

Hay situaciones que se definen por un click. Una idea, estar en el momento y lugar adecuado, un giro fortuito del destino que produce un cambio radical. La vida de Sara Facio está repleta de clicks, pero no solo de los que disparó con su cámara Leica a lo largo de su carrera. De hecho, el encuentro con aquella cámara, que se convertiría en su aliada para siempre, fue una cuestión azarosa.

Sara, graduada en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1953, recibió una beca del Gobierno de Francia en 1955. Viajó a Europa junto a Alicia D'Amico "para tener material y ver museos y obras en vivo", para producir un libro de la historia del arte. El destino tenía otro objetivo para su vocación artística.

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"Allá nos encontramos con la posguerra de los años 50, que empezaban a funcionar nuevamente las cámaras, la Leica, la Voigtländer, todas las máquinas alemanas tradicionalmente eran importantes. Las vendían como hoy lo hacen con un celular, a precios irrisorios para que la gente joven, como nosotros, pudiéramos comprarlas", recordó.

"En principio fue como un hobby, como un juego, pero cuando volvimos a Buenos Aires, el padre de Alicia, que era fotógrafo profesional, vio que teníamos mucha habilidad para sacar fotos, nos comenzó a dar trabajo. En ese momento estaban muy de moda las "fotos a domicilio", entonces empezamos a hacer eso y con esas fotos empezamos a agarrar dinero, entonces nos dimos cuentas que era una profesión, no solamente era un gusto. Al año nos compramos un coche, estábamos muy embaladas".

Las primeras postales de la editorial La Azotea dan la bienvenida a los visitantes del atelier fotográfico de Sara Facio (Martín Rosenzveig)

-¿Cómo fue el cambio al fotoperiodismo?
– Tuvimos la suerte de conocer a Annemarie Heinrich, y ella estaba muy entusiasmada de ver a dos chicas jóvenes con tanta vocación, tantas ganas y se convirtió en nuestra maestra. Lo primero que hizo fue aconsejarnos que nos uniéramos a un fotoclub, que estaban de moda. En los fotoclubes se hacían fotos que tenían que ser muy perfectas técnicamente y con mucha composición, con mucho sentido. Se hacían concursos mensuales y se ganaban premios, empezamos a competir en eso, y a ganar premios que ya no sabíamos donde ponerlos. A raíz de eso empezamos a salir en los diarios, en La Nación y La Prensa: tenían suplementos de domingo con fotos y empezó a llamarnos otro tipo de agente, como artistas, sobre todos pintores, como veníamos del Bellas Artes. Hacíamos fotos de las obras de Antonio Berni o Gyula Kosice, estaban todos felices, lo hacíamos con gusto y bien.

Autorretrato de Annemarie Heinrich

-¿Cómo era en ese momento el espacio que se les daba a las mujeres?, ¿había que ganárselo a fuerza de talento o ya había una apertura?
-No había ninguna apertura. Nosotras entramos porque llevábamos las fotos que nos pedían para publicarlas. No las pagaban, porque eran premios. De entrada había un poquito de respeto, no era que ibas a ofrecer trabajo de la nada, sino que ya era una cosa que estaba aceptada. A raíz de eso logramos, conversando de fotografía con escritores y periodistas, que nos ofrecieran una página para escribir en La Nación los días martes que fue pionera.

En 1979, Facio fue miembro fundadora del Consejo Argentino de Fotografía. Aunque para ella el momento en que las fotos comenzaron a ser más consideradas como una expresión artística fue cuando dirigió la Fotogalería del Teatro San Martín de Buenos Aires – entre 1985 y 1998 -, donde presentó incontables exposiciones de maestros del mundo y principiantes que hoy son referentes: "Primero fue la fotogalería del teatro San Martín, que creó toda una corriente de interés del público por la foto. Ahí presenté más de 200 exposiciones durante 15 años".

(Martín Rosenzveig)

Luego, Sara estuvo al frente de la primera colección fotográfica, la fundacional, del Museo Nacional de Bellas Artes: "Después, cuando Jorge Glusberg estaba en el Museo Nacional de Bellas Artes, y en la entonces Secretaría de Cultura estaba Pacho O'Donell. Eran gente de cultura y sabían de qué se trataba. Hay mucha gente que está en el mundo de la cultura, pero no considera que la fotografía tenga esa jerarquía". El proceso culminó con la creación de la Colección Fotográfica del Museo Nacional de Bellas Artes, Patrimonio Nacional, que comenzó con una donación de su propio archivo, con instantáneas de ellas como de otros grandes fotógrafos. Allí dirigió y curó exposiciones entre 1995 y 2010.

Aquellos famosos retratos de escritores 

Hace algunos años, relata Sara, caminaba por Alemania, cuando en la vidriera de una librería observó una foto gigante de Julio Cortázar, una foto que ella conocía mejor que nadie. Ingresó al negocio, el dueño nada sabía del origen de la captura, solo le dijo que la colocaba en ese tamaño allí porque la "expresión de Cortázar era una invitación a la lectura".

Aquella foto, sacada en un encuentro en París, en la sede de la Unesco, donde el autor de Rayuela trabajaba como traductor, se convirtió en icónica, algo que Cortázar supo reconocer rápido cuando la eligió como "foto oficial" y traspasó fronteras apenas salió publicada en Retratos y autorretratos.

Sara junto a la “foto oficial” de Julio Cortázar en su estudio (Martín Rosenzveig)

-Los escritores ponen mucho de sí en sus obras, pero ellos eligen qué exponer y qué no. En este caso, en el que eran abordados por una artista, ¿cómo reaccionaban ante la situación de ser 'expuestos' sin tener posibilidad de intervención?
-Justamente a partir de eso comenzamos a hacer lo que hoy se llama "ensayo fotográfico", en ese momento no tenía nombre. Una serie de retratos de escritores, con la idea de que Alicia y yo les tomábamos las fotos, les dábamos una serie de 8, 10, no más, y los escritores escribieran un autorretrato a partir de esas imágenes. El resultado fue un libro, "Retratos y autorretratos". Por un lado, cómo lo veíamos nosotras después de haberlo leído. Esos escritores estaban elegidos por nosotras, no nos mandó un diario o una editorial, ni una revista. Los elegimos porque nos gustaban.

Gabriel García Márquez

Tuvieron un ojo excelente, varios premios Nobel y otros autores que si bien no lo ganaron, podrían haberlo hecho.
-Como lectora fue un ojo muy bueno tanto Vargas Llosa, como García MárquezMiguel Ángel AsturiasPablo Neruda, que después de las fotos obtuvieron el Nobel, no antes.

Sara Facio y las selfies

-Hoy en día, a través de los celulares y de las redes sociales cualquiera tiene acceso a la fotografía. ¿Cree que el interés por la fotografía actual tiene que ver con una cuestión de accesibilidad o con una necesidad artística, de expresarse y quizá a través de la industria, de estas cámaras, es la manera más sencilla de hacerlo?
– No creo para nada que tengan una intención artística, ni pensar que son fotógrafos. Creo que es una cuestión de relación humana, una forma de conectarse, participar con el otro, de hermanarse de alguna forma. Eso me parece maravilloso, sacar algo interno y siempre va a haber alguna foto que va a ser muy buena.

-¿Alguna vez se sacó una selfie?
– Todo el tiempo. No tanto por verme, sino porque cuando tomaba fotos había rollos y cuando me quedaban fotos sin tomar después de un trabajo me daba pena desperdiciarlas, entonces me ponía delante de un espejo y me sacaba fotos a mí misma. Tengo miles de fotos, autorretratos.

Una selfie de Sara Facio, cuando aún no se llamaban así…

Sara Facio. Perón, en el Malba a partir del 8 de marzo. Av. Figueroa Alcorta 3415, Buenos Aires.