El taper…
Conurbano.
Donde más sufren el cambio de modelo. Fotografía: portalba.com.ar
Cristina y Macri son tomadores de riesgo, no podrían haber llegado a donde
llegaron sin serlo. Pero el futuro reserva lugar para uno solo.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 09/07/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En el conurbano bonaerense (especialmente en la Tercera sección electoral
pero también en parte de la Primera) se escuchan voces alarmantes. Intendentes
que no apoyan a Cristina Kirchner y están preocupados porque en sus municipios
la ex presidenta llega a medir en las encuestas hasta 50% de intención de voto.
Se repite el mismo comentario: cierra un comercio por semana y una pyme por mes
en cada barrio. En diciembre pasado repartieron comida para descomprimir las
repetidas amenazas de desborde de fin de año. Vaticinan que si Cristina ganara
en octubre, las posibilidades de estallido social el próximo diciembre no se sofocarán
con comida.
Con más deseo que pensamiento, sectores del peronismo
bonaerense especulan hasta el delirio con que Cristina o Massa quieren ser
legisladores (el mandato de Massa como diputado vence este año) porque no
descartan una renuncia de Macri y que el Congreso tenga que elegir entre sus
miembros a quien termine el mandato, como sucedió a fines de 2001. Sin
escandalizarse dicen que esa es la apuesta de Cristina: volver a ser presidenta
pero no por elección, eludiendo así la imposibilidad que le impondría un
ballotage, ya que una cosa es el conurbano bonaerense y otra el país completo,
donde su intención de voto es menos de la mitad.
Un amigo de Macri le pidió que fuera a un shopping
para ver cuántos negocios cerraron en un año.
El radialista Baby Etchecopar, muy escuchado por sectores medios bajos,
sintetizó en un editorial de su programa, que luego se viralizó en la web, el
sentimiento de quienes votaron en 2015 por Cambiemos en el Conurbano,
permitiendo que Vidal fuera gobernadora y Macri presidente, y hoy están
desencantados. Dura cuatro minutos y más allá del lenguaje emocionalizado de
Etchecopar, transmite crudamente la opinión de un sector no K que incorpora la acusación sobre que Macri y mucho de su entorno no
comprende el mundo de los que menos tienen.
Vivir en un taper como metáfora del micromundo de Macri
no es solo una carencia de quienes tienen un estilo de vida country, como
define Etchecopar. El filósofo alemán Peter Sloterdijk desarrolló una
fenomenología del espacio (físico o imaginario): la esferología. Para él,
“vivir es crear esferas” en las que anidamos, son nuestra forma de
estar-en-el-mundo, un hábitat de intimidad compartida, que también constituye
un albergue metafísico y un sitio donde las personas podemos existir como
quienes realmente somos.
No es necesariamente un lugar físico: el Conurbano o el
country, sino un lugar relacional. El mejor ejemplo es el de un muy amigo de
Macri quien, en términos de Etchecopar, también podría ser integrante de la
cultura country porque es más rico que el Presidente. Este amigo le rogó a
Macri que sin mucha custodia, cámaras ni avisar, lo acompañara a algunos shoppings,
y no del Conurbano, para que viera con sus propios ojos la cantidad de locales
que fueron cerrando en el último año y medio.
Macri no fue porque la seguridad presidencial crea
escudos de protección cada vez más herméticos no ya por un piedrazo de un
desocupado sino, principalmente, por un atentado del narcotráfico, como sucedió
en Colombia en el pasado, donde asesinaron en plena campaña presidencial a Luis
Carlos Galán y al responsable de combatirlos, el ministro de Justicia Rodrigo
Lara Bonilla.
Pero la acusación de vivir en un taper: “ustedes no
entienden a los pobres” o “ustedes no ven la realidad” de Mirtha Legrand en su
reportaje a Macri de marzo pasado, va haciéndose verosímil cada vez para más
gente. El argumento de Cambiemos sobre que Cristina tiene en la provincia de
Buenos Aires un techo del 35%, como si fuera poco, omite que su techo a
comienzo de año era del 25% y se esperaba que no fuera candidata porque no
querría perder la elección. Ese era el escenario cuando Randazzo no imaginaba
que Cristina fuera a ser candidata para tampoco arriesgarse a perder en una
interna con su ex ministro si suficientes no kirchneristas votaran en las PASO
del peronismo solo para que ella no ganara.
Pero ese techo de enero del 25% para Cristina no era tan
techo y quien posibilitó ese estiramiento fue la economía, que en el conurbano
bonaerense aumentó la desocupación e hizo caer el consumo.
En el Gobierno muestran números diferentes: crecimiento
del 3% del producto bruto para 2017: “El más alto de todos los países fuera de
Asia”, como sostuvo el Jefe de Gabinete, más el aumento de la inversión y de la
recaudación del IVA. Pero al igual que se dice que hay dos Europas, una de
crecimiento rápido como Alemania y otra de crecimiento lento como la de los
países más pobres, también hay dos Argentinas y donde se presenta Cristina
Kirchner como candidata es en la Argentina ya no de lento crecimiento sino de
decrecimiento.
Hay Argentinas que van a diferentes velocidades.
Cristina se presenta no en la que crece lento, sino en la que decrece.
El Gobierno puede estar confiado en el rumbo y en los resultados que
obtendrá en el mediano plazo, pero en el corto plazo si Cristina hiciera una
muy buena elección en octubre, la situación política puede arrastrarlos a un
síndrome donde un hecho negativo desencadene otro y otro más.
Una idea recurrente que produce el mismo efecto del taper
es que Macri sea terco, caprichoso es la palabra que usan quienes no lo
quieren. Que cuanto más lo empujan para torcer el rumbo, más se obsesiona con mantenerlo
fijo. Probablemente no se pueda ser presidente sin ser un poco terco ni sin
pagar el precio de irse encerrando en un taper, porque al haber tantas
Argentinas los reclamos de todos pueden resultar paralizantes en quien puede
decidir un solo rumbo.
Si en octubre el kirchnerismo hiciera una elección
mediocre y entrara en su definitivo ocaso, la estrategia de Macri de taparse
los oídos con cera será juzgada de una manera muy diferente a si Cristina
resurge y se convierte en la principal candidata a disputarle su reelección en
2019. Cristina y Macri son tomadores de riesgo, no podrían haber llegado a
donde llegaron sin serlo. Pero el futuro reserva lugar para uno solo.