No, no se puede…
La dinámica política argentina desde el retorno democrático debería
obligarnos a la deconstrucción del análisis, a la hora de anticipar sucesos o
interpretarlos de manera tajante. Pero, al menos acá, intentamos hacer
periodismo basado en evidencias y no en creencias.
© Escrito por Javier Calvo el domingo
20/10/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Repasemos
antecedentes presidenciales impensados. Alfonsín le quitó el invicto electoral
al peronismo. Menem llegó con promesas de hiperpopulismo y aplicó un
capitalismo salvaje. De la Rúa iba a cambiar la historia, la detonó. Kirchner
era impensable hasta que Duhalde lo bendijo por descarte. Cristina solo era la
escala constitucional para que el matrimonio se sucediera a sí mismo y la
dieron por acabada miles de veces. Macri lideraba un partido vecinal sin
ambiciones de poder. Fernández ni en sueños pensaba que podía sentarse en el
sillón de Rivadavia.
Con el diario del
lunes, como suele decirse, es más sencillo hallar argumentos. En especial
cuando previamente se arman falsas burbujas de paridades electorales, como
desnudaron las PASO tanto en oficialistas como en opositores.
Dos ejes
excluyentes pueden explicar el amplio triunfo del Frente de Todos en las
primarias: la reunificación de casi todo el peronismo y la crisis económica.
Ambas razones no han hecho otra cosa más que acentuarse desde agosto.
Por ello es que
resulta muy improbable que el macrismo la dé vuelta, que sería llegar al
ballottage, pese a la extraordinaria convocatoria en el acto de la 9 de Julio.
No es imposible, en nombre de la deconstrucción mencionada, pero sí una utopía.
De todas maneras
lo obtenido no es poco. Desde ya, que un gobierno no peronista termine un
mandato es un logro. Y con apreciable respaldo en las urnas. Puede no alcanzar
para forzar una segunda vuelta, pero el tercio en las PASO –que podría crecer
algo el domingo 27– coloca a Juntos por el Cambio en la perspectiva de una
fuerza opositora nada desdeñable para los tiempos muy difíciles que vienen.
Este futuro
inmediato tan problemático es el que además amplía la enorme dificultad del
“Sí, se puede” al espacio peronista triunfador. No, no se puede creer basados
en evidencias que Alberto Fernández vaya a cumplir con sus promesas de reactivar, poner
a la Argentina de pie y plata en los bolsillos de la gente, amén de varios
otros compromisos ambiguos llenos de “qué”, pero sin “cómo”. Ni hablar de la
incógnita en torno a que vuelven mejores…
Contra el lugar
común de que la fe mueve montañas, desde lo racional no hay lugar para
milagros. Ni para Macri, ni para Fernández.