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sábado, 23 de junio de 2018

Tres cosas que los buenos jefes nunca dicen a sus empleados… @dealgunamanera...

Tres cosas que los buenos jefes nunca dicen a sus empleados…


Los matices que se producen en función de quién emite un mensaje y a quién lo dirige pueden ser muy grandes, dependiendo de si quien lo emite en un buen o mal jefe. Las situaciones que se crean a raíz de estas buenas o malas maneras van a definir el tipo de relación que se va a establecer entre los jefes de equipo y sus subordinados. Dentro de estas cuestiones entra en juego las diferencias que hay entre lo que supone ser un líder y un mero gerente.


© Publicado el martes 24/01/2017 por el Blog El Mejor Equipo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Varios estudios han demostrado que la confianza bidireccional entre un equipo y su director es fundamental a la hora de afrontar los retos que, en la actualidad, el mundo de los negocios está imponiendo a las empresas. Los desafíos ligados a una alta competitividad en el mercado, la aparición de nuevos modelos de producción y negocio y la transformación digital está obligando a las compañías a mejorar sus procesos de comunicación interna.

Estas conversaciones entre directivos y empleados, sin embargo, se ven a menudo condicionadas por las posiciones jerárquicas que tienen los interlocutores en la organización. De hecho, un artículo publicado en INC ha identificado las 3 situaciones que los jefes de equipo deben evitar y que los grandes líderes no desarrollan en favor de la superación de los objetivos marcados por su empresa:

1. Las humillaciones

Ya sea con motivo o sin él, humillar a una persona nunca es buena idea, ya que no va a producir ningún cambio que no sea la creación de un sentimiento de rechazo, frustración o resentimiento por parte de la persona que la recibe. Si a esto le añadimos que se trata de un empleado, las consecuencias de una humillación, pública o privada, pueden derivar a una bajada de la motivación y productividad, al mismo tiempo que se intoxica el ambiente laboral.

Es cierto que la presión que se ha creado en el mundo empresarial, sumado a los posibles errores que haya podido cometer el trabajador, generan un nivel de estrés para los jefes de equipo que puede conllevar un estadio de irritación. Sin embargo, el sarcasmo o las respuestas pasivo-agresivas impiden que la comunicación de ideas, plazos y soluciones no favorezca esa relación laboral con el empleado en cuestión y acabe siendo pero “el remedio que la enfermedad”.

2. Las bromas

Un ambiente distendido dentro del trabajo genera unas dinámicas mucho más positivas que si se desarrollan en ambientes demasiado estrictos y serios. Sin embargo, hay que tener cuidado a la hora de medir el tono de jocosidad en la oficina, ya que no todo el mundo va a reaccionar de la misma forma ante un hecho u otro. El margen de humor de cada trabajador puede tener, hace que se creen situaciones que impidan reforzar las relaciones en la oficina, creándose situaciones incómodas que deriven en un sentimiento de humillación.

3. Decir "No"

Aprender a rechazar las propuestas, proyectos o ideas que nos ofrecen en fundamental a la hora de no meterse en “jardines” de los que luego nos va a costar salir. Sin embargo, como líderes, tenemos que tener cuidado a la hora de rechazar rápidamente una propuesta que provenga de nuestros empleados. Aprender a evaluar y transmitir la sensación de que se está tomando en cuenta el valor del trabajo de nuestro equipo es fundamental a la hora de generar relaciones laborales estables y duraderas. Por ello, es importante argumentar antes de negarte a hacerte algo.



miércoles, 9 de junio de 2010

La declaración del "NO"... De Alguna Manera...

La declaración del "NO"...


No es no, y hay una sola manera de decirlo.

No.


Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.


"No" se dice de una sola manera.


Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.


No.

Se dice una sola vez, No.

Con la misma entonación, No.

Como un disco rayado, No.

Un no que necesita de una larga caminata u una reflexión el jardín, no es No.

Un no que no necesita explicaciones y justificaciones.

No, tiene la brevedad de un segundo.

Es un no, para el otro porque ya fue para uno mismo.

"No" es No, aquí y muy lejos de aquí.

"No", no deja las puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas para arriba.

"No", es el último acto de dignidad.

"No", es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.

"No", no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena y menos aún con satisfacción.

"No", es No, porque No.

Cuando el no es No, se mira a los ojos y el no se descuelga naturalmente de los labios.

La voz del No, no es trémula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.

Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.

Y sólo quien sabe decir No puede decir .

© Hugo Finkelstein