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sábado, 23 de marzo de 2013

Caza de brujas… De Alguna Manera...


Caza de brujas…


La caza de brujas duró desde la Bula “Summis desiderantes afectivus” en 1484 hasta la Bula c en 1657. Para Jack Holland, en “Una breve historia de la misoginia”, la cantidad de mujeres quemadas por brujas varía de 60.000 a 2 y 5 millones, según las fuentes. Es una paradoja que quien desató la caza de brujas en la historia, la Iglesia católica, sea ahora quien la sufra.

Las brujas se cazan en la niebla y, si no hay, nada mejor que provocarla para que oculte la cacería. La reacción del Gobierno frente al nombramiento de Bergoglio no sólo fue patética por el repentino cambio de posición, que provocó vergüenza ajena: también lo fue porque se basó en datos que fueron desmentidos por sus propios protagonistas. Y, en verdad, resultó ser un boomerang fatal: a los supuestos secuestrados por la delación del Papa le aparecieron decenas de otros a los que el Papa había ayudado.

“Nosotros nos fuimos de Buenos Aires aproximadamente en 1975”, me dijo en la radio el cura Enrique Martínez, de la parroquia Anunciación del Señor de La Rioja, salvado por Bergoglio.

- El era muy amigo de Angelelli, ¿no?

(Obispo local asesinado por la dictadura en 1976) -Eran amigos, sí, inclusive más... ahora que ya está lejos no le va a dar enojo que cuente que Bergoglio nos bancó de su bolsillo los gastos de nuestra estadía mientras estábamos ocultos en Buenos Aires - ¿Y qué pasó cuando te enteraste de las acusaciones?

-Mirá…las tomo como de quien vienen… son totalmente infundadas. No puede ser que un tipo entregue a dos compañeros y proteja a tres extraños como éramos nosotros… El testimonio de Martínez fue ratificado por Miguel La Civita, actualmente párroco en Villa Eloísa, cerca de Rosario en dialogo con Clarín: “Ayudó a mucha gente a salir del país, gente que pasaba por el Colegio Máximo haciendo retiros, aparentemente. Pero se sabía que era porque necesitaban esconderse, era algo normal. Recuerdo que al padre Vicente Ramos, jesuita, le decía que debía irse e incluso nos pidió que lo ayudáramos a convencerlo. Terminó radicándose en Uruguay, en un pueblito cercano a Brasil.

La difundidísima denuncia de Yorio y Jalics hecha por Horacio Verbitsky fue desmentida, durante la semana, por el propio Jalics que dijo: “Estos son los hechos: no fui denunciado por Bergoglio ”.

El domingo 17 de marzo su compañero de Página 12 Santiago O’Donnell, avergonzado por la situación, publicó una nota autocrítica. Pero le cambiaron el título, aunque se trataba de una columna de opinión.

“Mi columna se llamaba “Perdón” y no “Dudas”. Me cambiaron eso sin avisarme. Subiré al blog el original. Disculpen”, twitteó el mismo domingo, “Si uno mete la pata hay que pedir perdón ”. La actitud de Verbitsky fue exactamente la contraria: ratificó la información desmentida por su protagonista, y la amplió: “Otros dos curas, Luis Dourrón, que luego dejó los hábitos, y Enrique Rastrellini, también actuaban en el Bajo Flores. Bergoglio les pidió que se fueran de allí y cuando se negaron hizo saber a los militares que no los protegía más, y con ese guiño los secuestraron”.

Al día siguiente Rastrellini estuvo con Santo Biassati en la pantalla de TN: sólo tuvo palabras de agradecimiento para el Papa.

El problema de subirse al ropero a dictar clases de moral es que somete a uno al espejo.

Horacio Verbitsky fue, a los 23 años, a trabajar con su papá Bernardo a la redacción de la revista Confirmado, dirigida por Jacobo Timerman. En el staff del número del 26 de agosto de 1965 figura como último en la línea de redactores. Y logró allí una carrera ascendente: en el número del 11 de agosto de 1966 ya figura como jefe de Redacción. Lo curioso es que Confirmado fue, como definió Hugo Gambini en 2003 en La Nación, “el buque de guerra que más bombardeaba al gobierno”. La revista de Timerman tenía el único objetivo de derribar el gobierno constitucional de Arturo Illia, y lo cumplió. Confirmado apoyaba con total descaro al general Onganía como única tabla de salvación posible ante la lentitud y la inoperancia de los radicales. Fueron justamente Confirmado y Primera Plana quienes bautizaron a Illia como “la tortuga” y destacaban el papel político de las Fuerzas Armadas.

Verbitsky hijo era su jefe de Redacción.

Por confesiones públicas del propio Verbitsky sabemos que dejó de pertenecer a los Montoneros en 1977. Varios trabajos que analizaron la guerrilla en Argentina lo muestran como el segundo hombre en Inteligencia de la organización, después de Rodolfo Walsh. Curiosamente, Walsh fue asesinado y Verbitsky ni siquiera salió del país: se mantuvo con su nombre y documento real durante toda la dictadura en Buenos Aires. Hace un tiempo este dato trascendió en medio de una polémica con Marcos Aguinis, que incluyó un cruce de cartas acusatorias con Pedro Güiraldes, hijo del comodoro Juan José Güiraldes, (a) “El cadete”.

“Mi padre y Verbitsky se apreciaban y respetaban, coincidían en algunas cosas –dijo Güiraldes a Clarín– y pensaban distinto en otras. Sus contactos eran la continuidad de la amistad de mi padre con Bernardo, padre de Horacio, y su relación profesional comenzó a mediados de los años sesenta. Me consta que Horacio colaboró con mi padre en el libro “El poder aéreo de los argentinos”, y también en la corrección de discursos del jefe de la Fuerza e integrante, claro de la Junta Militar, porque mi padre me lo comentó específicamente”.

“Mostremos también que nuestras almas no se han contaminado con la pestilencia de lo que debimos limpiar ”, dijo el brigadier Agosti al transmitir el cargo de jefe de la Fuerza al brigadier Graffigna, en un discurso”.

¿Lo habrá escrito Horacio o El Cadete, o ambos?

En plena dictadura y en horario de oficina, Verbitsky concurría a la oficina de Güiraldes frente al parking de la Fuerza Aérea.

“En la oficina de mi viejo funcionaba el lobby militar ”, recuerda Pedro, el hijo de Güiraldes.

La oficina quedaba en Paraguay 727, quinto piso A y el teléfono era 31-3503.

La participación de Verbitsky en el libro “El poder aéreo de los argentinos” es pública, y el libro puede consultarse al día de hoy en la Biblioteca del Círculo Aeronáutico. Está editado el 31 de mayo de 1979, y allí dice el Comodoro: “Este libro no hubiera podido llegar a las prensas de no haber recibido permanente aliento y la eficaz colaboración de Horacio Verbitsky ”. Está editado por la Dirección de Publicaciones de la Fuerza Aérea.

El papa Francisco fue elegido el 13 de marzo. Al día siguiente, si uno buscaba “Horacio Verbitsky” en Wikipedia, decía: “Hacia marzo de 2013 se convirtió en el periodista más consultado del mundo respecto del nuevo Papa, Jorge Bergoglio”. ¿Lo habrá actualizado él mismo tan rápido? ¿Será todo esto una cuestión de vanidad?

© Investigación: Jorge Lanata, María Eugenia Duffard y Amelia Cole publicado en viernes 21/03/2012 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 17 de marzo de 2013

Hablan los que saben... De Alguna Manera...


"No me lo contaron, lo viví: Bergoglio ayudó a mucha gente en la dictadura"…


El sacerdote Miguel La Civita, colaborador de Angelelli, aseguró que el hoy Papa facilitó la salida del país a varias personas perseguidas por los militares en la época de la dictadura. El sacerdote Miguel La Civita fue un fiel colaborador del obispo Enrique Angelelli, cuya trágica desaparición es investigada por la Justicia bajo la sospecha de que fue asesinado por un grupo de tareas. Fue también uno de los que prestó declaración en el juicio por los asesinatos de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville durante el proceso militar. Pero tiene otra historia que contar, porque no se la contaron, la vivió: "Bergoglio ayudó y sacó a mucha gente del país en la época de la dictadura".

La Civita habló ayer con La Capital en momentos en que festejaba junto a su familia sus 62 años de vida. El actual cura párroco de Villa Eloísa (pequeña localidad de 4 mil habitantes ubicada a 90 kilómetros de Rosario) estuvo radicado en la provincia de La Rioja hasta hace unos ocho años, cuando tuvo que volver a su pueblo natal para cuidar a su familia.

La Civita aseguró ayer que Bergoglio está lejos de haber colaborado con la dictadura militar del 76, y acotó que "todas sus acciones fueron al revés". Es más, dijo que hasta tenía montada una especie de organización con colaboradores "para ayudar a la gente que era perseguida por los militares".

"Esto nadie me lo contó, yo lo viví. Después del asesinato de Angelelli, fue Bergoglio quien ocupó ese lugar de padre que teníamos los jóvenes que veíamos a la Iglesia como un compromiso por los pobres. Nos tomó bajo su cobijo y protección hasta nuestra ordenación, en momentos en que también nosotros éramos muy observados", relató el cura.

La Civita estuvo en San Miguel, provincia de Buenos Aires, durante los últimos años de estudio, antes de consagrarse sacerdote y allí conoció a Jorge Bergoglio, con quien convivió dos años cuando el actual Papa estaba a cargo de la misión jesuita.

Dijo además que la ayuda de Bergoglio a perseguidos tuvo lugar durante 1975 y 1976 desde el Colegio Máximo de San Miguel, donde La Civita estuvo alojado un tiempo mientras cursaba la carrera de teología. "La curia jesuita representada por Bergoglio también ocupaba las mismas dependencias", contó.

"Yo tengo respeto por todas las personas, pero disiento con algunas publicaciones que hablan de cierta colaboración con los militares. Lo que pasa es que Bergoglio nunca se dio el tiempo para responder esas críticas", dijo.

La Civita hizo después gran parte de su carrera sacerdotal como párroco en Chepes, Chamical, entre otras localidades, y también en la capital riojana. "Nuestro compromiso fue siempre con los pobres. Formamos parte de la corriente que algunos llaman Tercermundista", resaltó.

"Signo de esperanza". 

Respecto de la designación de Bergoglio como Papa, dijo que es un signo de esperanza debido al criterio renovador y a la visión "diferente" de la curia de Europa, y añadió que "es un hombre de diálogo, pero a su vez firme. Es un gran acontecimiento su designación", dijo.

Lo definió también como "un sacerdote muy afectivo, cariñoso, protector", tras recordar que fue precisamente Angelelli quien lo ordenó como sacerdote. "Bergoglio tenía un gran afecto por La Rioja, adonde viajó varias veces. En la dictadura, yo vi su compromiso con la gente".

Es más. "Mucha gente dice que él sabía cosas en ese entonces, pero hay que haber vivido esos momentos para saber cuál era la situación. El, al igual que nosotros, es un sobreviviente de una situación extrema", reflexionó.

En La Rioja, La Civita fue, más que perseguido, "seguido y controlado por un auto que vigilaba adonde iba. Mucho peor fue la persecución a Angelelli. Iban adónde él estaba", consignó.

Juicio a militares. 

El sacerdote de Villa Eloísa tuvo protagonismo tiempo atrás por haber prestado declaración en el juicio por los asesinatos de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville durante la dictadura cívico militar. Dijo en ese entonces que esos crímenes "fueron un tiro por elevación" para el por entonces obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, quien luego también fue asesinado.

"Me enteré del asesinato de Carlos y Gabriel a través de un telegrama del Obispado que presidía Angelelli, ya que en esos momentos era seminarista y estaba terminando mis estudios de teología", explicó, no sin recordar que "en esa época los perseguían en forma permanente".

En ese sentido, señaló que la persecución aumentaba "cuando sabían de la presencia de Angelelli. Conocí a ambos sacerdotes, quienes también eran perseguidos por las fuerzas de seguridad, y hasta supe que a Carlos lo tuvieron toda una noche en la base aérea para tomarle declaración y después, en la madrugada, lo dejaron ir", agregó.

Iglesia y dictadura. 

Acerca del rol que tuvo la Iglesia durante la dictadura militar, el sacerdote precisó que "Angelelli decía siempre que estaba solo y un día, cuando llegó de Buenos Aires de una reunión general de obispos, se le preguntó cómo le había ido y qué le habían preguntado sobre la pastoral riojana. Y contestó: «Absolutamente nada me preguntaron»".

El 4 de agosto de 1976, Angelelli fue asesinado en un accidente automovilístico provocado, según la carátula de la justicia represiva, pero días antes, en El Chamical, el párroco francés Gabriel Longueville y el sacerdote Carlos de Dios Murias fueron secuestrados y sus cuerpos fusilados aparecieron en un descampado de la ciudad.

© Escrito por Walter Gasparetti y publicado el viernes 15/03/2013 por el Diario La Capital de la Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe.

"Yo vi que Bergoglio escondía gente en el Colegio Máximo para ayudarla a salir del país"...




La plana mayor jesuita en 1976. De izquierda a derecha, Víctor Zorzín, Rector del Colegio Máximo; Andrés Swinnen, Maestro de Novicios; Jorge Bergoglio, Prepósito Provincial; Carlos Cravena, Ministro del Colegio Máximo o vice superior, e Hipólito Salvo, ex Provincial en la Argentina. Foto Página/12.

El sacerdote Miguel La Civita prestó declaración en el juicio por los asesinatos de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville durante la dictadura cívico-militar, oportunidad en la que sostuvo que esos crímenes fueron "un tiro por elevación" para el por entonces obispo de La Rioja, Enrique Angelleli, quien luego también fue asesinado. En su oportunidad, la agencia estatal de noticias Telam difundió ampliamente su testimonio ante los magistrados. Es de esperar que también difundan las siguientes declaraciones de La Civita acerca de cómo él descubrió que Jorge Bergoglio ayudaba a escapar a perseguidos por los militares.  

Cuando fue llamado a prestar testimonio ante el Tribunal Oral Federal  de La Rioja, Miguel La Civita declaró acerca del asesinato de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville, ocurridos cuando él estaba terminando sus estudios de teología, recordó que en esa época los perseguían "en forma permanente", en especial "cuando sabían de la presencia de (Enrique) Angelelli". La Civita reveló que, luego de su ordenación, y ya estando en la ciudad de Chepes, fue amenazado por teléfono y en las afueras de la parroquia siempre había un Ford Falcon verde "parado en la puerta todo el día" que los seguía "a todos lados". En esos días, La Civita conoció a Jorge Bergoglio.

Acerca de su vínculo con el hoy papa Francisco, habló con Raúl Acosta, por LT3, de Rosario:

-Tu relato con el padre Bergoglio es realmente interesante. ¿Cómo lo conociste?

-Lo conocí cuando yo era estudiante. Lo conocí cuando era seminarista de la diócesis de La Rioja y fuimos con dos compañeros más a terminar los estudios en Buenos Aires y paramos en el Colegio Máximo de San Miguel, que es el colegio de los jesuitas. Fuimos a terminar lo que nos faltaba de teología y ahí lo conocimos a él cuando era provincial de los jesuitas y residía ahí.

-¿Eso que año era?

-Debe haber sido año el año del golpe.

 -En el '76.

-Sí, por ahí. 75 debe haber sido.

-¿Cuándo lo volvés a encontrar?

-Después siempre mantuvimos una relación, salvo en el tiempo en que dejó de ser provincial (N. de la R.: en la jerga de los jesuitas, el provincial es el responsable  de la Provincia Argentino-Uruguaya de la Compañía de Jesús), desapareció un poco de la vida normal digamos. Creo que estuvo en Córdoba. Pero, después, siempre mantuvimos una relación cercana, a veces a través de otros sacerdotes.

-Él creo que participa contigo en un hecho duro, difícil.

-En una oportunidad, yo viajaba a La Rioja para la celebración de un Aniversario de monseñor (Enrique) Angelelli (porque yo soy sacerdote  en La Rioja) y ahí me encuentro con monseñor (Fernando Carlos) Maletti, obispo de Bariloche, fortuitamente en el colectivo, Allí conversamos de mil cosas, en torno a la vida y muerte de monseñor Angelelli. En ese intercambio de ideas -por supuesto que él también lo conoce a Bergoglio-, salió el tema de los comentarios que había…

-Que lo acusaban de ayudar a los militares.

-Eso mismo. Yo en ese momento le trasmití mi experiencia, yo había vivido con él porque vivíamos en el mismo edificio, y que había tenido una experiencia muy linda con él, porque nosotros éramos seminaristas y nos sentimos muy desamparados, y él no tomó bajo su protección, nos cuidó y nos ayudó a seguir adelante. Que a pesar de tantos comentarios, que siempre estuvieron de alguna manera presentes, en cuanto a su participación en la dictadura, mi experiencia era otra, yo había visto que había ayudado a mucha gente a salir del país en un momento que había tanta gente desaparecida. Había visto personalmente cómo en el Colegio Máximo se escondía gente para preparar la documentación y todo lo necesario para hacerla salir del país. Eso lo había visto yo, había sido mi experiencia.

-Monseñor aceptó tus dichos.

-Monseñor Maletti le dice a Bergoglio "Me parece bueno que hagas público esto que me contaron, que te defiendas, porque es bueno que se sepa la otra cara de la moneda". Por eso, en un librito de Perfil, lo cuenta como una anécdota. Y bueno, cuenta que habíamos estado en el Colegio y que, de pronto, él se convierte en alguien que nos acompaña en ese proceso.

-Concretamente, después del asesinato de Angelelli, él los protege del posible secuestro.

 -En aquel momento yo era seminarista, pertenecía a la diócesis de La Rioja, una que fue muy golpeada.

-Sí, conozco. Estuve por el '73 con el padre Ramos.

-¿Vicente Ramos?

-Sí.

-Sí, lo conocí. Yo era seminarista, al poco tiempo que llegamos a La Rioja estuvimos viviendo con Vicente Ramos.

-Él recibía muchos chicos de Buenos Aires. Pero volvamos: Bergoglio es prácticamente quien, permitime decirlo a mí, les salvó la vida.

-No sé si nos salvó la vida porque no estuvimos en una situación tan tan difícil, la situación en general era difícil. Él asumió la paternidad sobre nosotros, en el sentido de cubrir ese espacio de soledad que había quedado con la muerte de monseñor Angelelli. Digamos, nosotros éramos sus seminaristas, él personalmente nos había llevado a vivir allí.

-Pero vos me estás dando constancia que él a mucha otra gente la ayudó.

-Te estoy dando constancia de lo que yo vi. Los jesuitas en ese momento tenían toda una organización para ayudar a gente a salir del país.

-¿Te seguís viendo con Monseñor?

-Sí, por teléfono seguimos charlando. Lo vi en La Rioja unos años atrás donde él estuvo en una visita precisamente para una fecha de monseñor Angelelli, que fue una de los aniversarios, y ahí fue una de las últimas veces que lo vi personalmente pero sí seguimos charlando por teléfono. Él fue a predicarnos cuando yo me ordené sacerdote.

-¿En qué año te ordenaste?

-En el año '78.

-¿Allá en qué lugar ejercés?

-Ya hace como 7 años que estoy acá. Pero estuve en Chepes, después en Chamical. Y después los últimos 2 años, hasta que me vine, estuve en la Capital, en la parroquia de Fátima.

-Y ahora está en los pagos de tu madre.

-Ahora estoy Villa Eloísa. Cuidando a mi vieja y de paso, pueblo chiquito, atiendo como sacerdote.

-¿Cómo está tu corazón al saber que el Papa es una persona que fue tu padre espiritual en el seminario?

-Es una alegría, porque creo que él le puede aportar a la Iglesia todo un cambio que uno espera. No quizás el cambio que muchos esperan, pero sí un cambio desde una visión distinta, desde la cercanía, siempre fue muy pastor, un obispo muy allegado a sus sacerdotes en Buenos Aires. Una persona muy simple, creo que el nombre que eligió tiene que ver con eso. Ojalá sea un Francisco, que reformó la Iglesia, poner toda esa cuota de credibilidad y de cercanía a Dios. Es una alegría poder vivir este acontecimiento y esta experiencia. Y también la oportunidad de decir lo que me pasó a mí. Yo no estoy en contra de nadie, veo comentarios a veces muy negativos, pero también digo, en aquellos momentos tan difíciles los que los vivimos sabemos que no era fácil pararse y vivir o sobrevivir, las circunstancias que vivía el país en aquellos  momentos. Me parece que es bueno rescatar este aspecto de la vida de él a partir de la experiencia que yo tuve.

© Publicado el viernes 15/03/2013 por http://www.urgente24.com