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domingo, 16 de septiembre de 2012

Los medios y las cacerolas... De Alguna Manera...


Los medios y las cacerolas...


Al analizar el funcionamiento del sistema de medios actual sugerimos que la redundancia y el acotamiento geográfico explicaban el impacto escaso de los temas que se han generado desde los aparatos mediáticos opositores en el último tiempo, desde el caso Schoklender hasta la ley antiterrorista, la megaminería, el Proyecto X y el más reciente affaire Ciccone, el “cepo al dólar” y el impuesto al uso de tarjetas para viajes al exterior y la famosa “cadena nacional”.

Ciertamente, algunos han generado algún ruido entre los adherentes y electores progresistas no peronistas del kirchnerismo, que representan el 8 por ciento del total del universo oficialista en general, pero ni en ese universo ni en el general de votantes al FpV en octubre de 2011 se observan cambios estadísticamente significativos en la arquitectura de preferencias nacionales.

El impacto metropolitano de los medios opositores, que son los que llevan la delantera en la instalación de estos temas –aunque sin mayores réplicas nacionales importantes en los medios, incluso los opositores del resto del país–, no parece alterar en nada la arquitectura de audiencias de octubre, y lo que logran es redundar sobre aquellos que ya estaban convencidos. Algo así como cazar en el zoológico.

Así las cosas, las recientes movilizaciones de las clases medias y medias altas porteñas residentes en el centro norte de la CABA con muy limitadas réplicas en el primer cordón del GBA, Mar del Plata, Rosario, Córdoba capital y Mendoza capital son la materialización en otra dimensión del fenómeno de la redundancia.

Se trata de segmentos relativamente acomodados que ya adversaron al oficialismo en 2011 y vuelven a expresar su descontento esta vez más exacerbados por la escalada en la agenda de medios opositores, en franca disputa con el Gobierno desde el año 2007 con aceleración a partir del año 2009.

La presencia de la agenda mediática replicando sobre las demandas de los porteños de medio y alto nivel económico social era nítida en el caceroleo del jueves, con consignas que pintadas en prolijos carteles de fondos claros parecían extraídas de los editoriales de analistas políticos opositores, algunas de ellas altivas y honorables como “Libertad, libertad, libertad”.

Pero no sólo de libertad vive el hombre, y muchas otras consignas de los caceroleros estuvieron orientadas a recrear el imaginario de convivencia armoniosa y fino humor que caracteriza a los sectores acomodados que se empeñan en sostener sus risibles privilegios: “Puta, chorra y montonera”, “Morite, yegua, morite” o, ya en un tono más latinoamericanista, “Andate a Cuba, la puta que te parió”.

En síntesis, entonces, desde el punto de vista político-electoral, nada nuevo bajo el sol.

Al igual que las audiencias de los medios opositores, las caceroleadas televisadas de los segmentos medios y altos porteños resultan hoy una práctica típica del fenómeno de audiencias redundantes, con epicentro en el centro-norte de la Capital, y bastante poco productiva al momento de inducir cambios en el estado de opinión pública nacional, que sigue teniendo al oficialismo como mayoría nacional sólida de preferencias y a la gestión del Gobierno nacional en general, y la coyuntura socioeconómica favorable en particular, como el eje de esta mayoría electoral.

Finalmente, cabe señalar que la fortaleza relativa del oficialismo es también el resultado de la estructura fragmentada de la oposición, que no logra resolver su formato de archipiélago patentizado en las elecciones de octubre de 2011 y aún lo profundiza con las nuevas eventuales candidaturas de Mauricio Macri y José Manuel de la Sota. Ambas ofertas opositoras, ausentes en octubre, impactan sobre el 45,89% que no votó por el FpV en 2011 y consolidan aún más la arquitectura de archipiélago opositor.

En efecto, al igual que Mauricio Macri, que acumula 9% de intención de voto nacional y para eso plancha en 13% al FAP, que obtuviera 17% en 2011, De la Sota, que proyecta 5% nacional de intención de voto , seguirá redistribuyendo los votos opositores bajo la lógica de suma cero. Todo lo que obtenga (y no será mucho más que este 5% probablemente) lo obtendrá a costa de otros candidatos opositores.

Hay pues una paradoja en este escenario construido en octubre de unidad oficialista y fragmentación opositora y que sólo una fuerte caída en el empleo y el consumo alterará: el oficialismo y la oposición han constituido electorados estancos que no se comunican.

Cada nueva alternativa opositor, y aquí la paradoja, redunda sobre el mismo electorado y cobra volumen sobre idéntico 45,89% de ciudadanos que adversaron al oficialismo en 2011, debilitando aún más la unidad de la oposición, estirando la distancia (ya récord por su magnitud en 2011) existente entre el oficialismo y la segunda alternativa electoral, y no hay cacerolazo porteño de poco volumen pero gran visibilidad mediática que logre modificar esta circunstancia.

© Escrito por Artemio López, Director consultora Equis y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo16  de Septiembre de 2012.