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jueves, 3 de abril de 2014

Sexo, "Mi pareja mira porno"... De Alguna Manera…


"Mi pareja mira porno": una escena repetida...


¿Secretos masculinos?... A más de una nos pasó: encontrar en la computadora un historial recargado de páginas sexuales o encontrar a nuestro novio o marido muy entusiasmado mirando sitios de alto voltaje. Un especialista nos ayuda a pensar sobre el tema y a entender por dónde viene.

Y un día ella quiso saber por qué su marido se quedaba un rato frente a la computadora mientras ella leía cómoda en la cama. Supuso que era por su obsesión al trabajo, hasta que descubrió que el motivo eran las páginas porno...

Que los hombres se estimulen más con el porno que las mujeres no es novedad. Las películas "triple X" están pensadas para ser vistas por los varones: mucho coito, poca erótica, una o más mujeres exuberantes desafiando la prodigiosa potencia viril, algunos accesorios fetiches, todo musicalizado con gemidos y frases pidiendo más y más.

A la hora usar estímulos visuales las mujeres prefieren películas con más despliegue erótico que sexo explícito. Se aburren de ver siempre la misma secuencia de hechos aunque las 
historias de encuentros sexuales sean diferentes.

A puertas cerradas

Las primeras experiencias en relación al descubrimiento del cuerpo y la sexualidad son determinantes para el futuro. Muchos hombres que gustan de ver porno reproducen un hábito que se ha fijado en la adolescencia, cuando se encerraban en el baño o en el cuarto para masturbarse.

La vida en pareja no excluye necesariamente estas conductas tan arraigadas, ya que por medio de ellas se accede a un nivel de excitación que es exclusivamente personal. No olvidemos que la sexualidad se construye en la intimidad del mundo propio, quedando fijada a la subjetividad como un aspecto más de la singularidad.

También hay hombres que necesitan masturbarse para bajar la tensión o las preocupaciones y para tal fin se conectan con el porno. Cuando se les pregunta por qué no lo hacen con la pareja responden que el fin es la descarga y no el encuentro erótico, lo cual llevaría más tiempo y una disposición diferente.

En estos casos lo recomendable es no dar lugar a que la pareja cree conjeturas o se disparen conflictos que dañen la relación. En aquellos vínculos que suponen que todo se debe saber y compartir, la aceptación de una conducta íntima, personal, suele ser difícil. 

Comunicar las necesidades propias ayuda a terminar con los supuestos y, si están dadas las condiciones afectivas, a desarrollar una sexualidad con otras variantes.

Deseo hipersexual

En algunos hombres, el deseo sexual puede incrementarse (por lo menos en los últimos seis meses) llevando al sujeto a tener necesidad de masturbarse (más probable) o a encuentros sexuales (menos probable) y a tener como mínimo 7 orgasmos semanales. Esta condición de aumento del deseo sexual, que puede aparecer desde la adolescencia y persistir durante toda la vida, o puede ser transitoria, se denomina Hipersexualidad, y está mediada por el deseo alto y no por el impulso a la descarga de tensión sexual como ocurre en las Compulsiones Sexuales (o adicción al sexo).

No obstante se ha demostrado que la presencia de ansiedad así como la vivencia de frustración y vacío que aparecen en las depresiones podrían incrementar el deseo sexual como una forma de conseguir refuerzos placenteros o algún grado de gratificación. El incremento del deseo sexual de tipo hipersexual es más frecuente en hombres (aproximadamente un 10% de los varones encuestados). 

Las hipótesis causales apuntan a la testosterona y al circuito de recompensa mediado por el transmisor dopamina (circuitos de inhibición del control del deseo o de incremento de la excitación). Las mujeres han sido menos estudiadas aunque hay referencias de hipersexualidad femenina con trastornos de ansiedad, depresiones y trastorno bipolar.

Porno en la adicción al sexo

En el extremo patológico se encuentran aquellos hombres (y con menos frecuencia mujeres) que necesitan imperiosamente mirar porno, masturbarse y/o tener encuentros sexuales urgentes. La fuerza impulsiva orienta al sujeto a conseguir un estímulo sexual que le permita bajar los altos niveles de tensión psíquica. En las llamadas "adicciones sexuales" o "compulsiones sexuales", el sujeto no puede controlar las ganas, con los problemas que esto acarrea: de pareja, laborales, familiares, económicos, etc. 

La masturbación compulsiva, el "sexo express", la búsqueda imperiosa de material pornográfico, líneas calientes, sitios web, etc., son algunas de las conductas más frecuentes.

El conflicto entre el impulso y las reglas morales pasa a ser una preocupación que debilita la estima del sujeto provocando más culpa y frustración, realimentando el circuito de la ansiedad. En muchos casos hay Trastornos de la Personalidad subyacentes: Obsesivos, evitativos (sujetos miedosos), o depresiones encubiertas.

La adicción sexual "pura" o primaria debe diferenciarse de los estados de alta excitación sexual provocados por drogas como la cocaína (y derivados), anfetaminas u otros estimulantes, en estos casos el incremento del deseo erótico se debe a la acción de la sustancia. 

Según el National Council of Sexual Addiction de EEUU, un 40% de los pacientes compulsivos sexuales pierden su pareja, un 72% tienen ideas suicidas, un 17% ha intentado quitarse la vida, un 27% tiene problemas laborales, un 68% tiene probabilidades de contraer VIH, un 40% tiene embarazos no deseados y un 36% aborta.

© Escrito por Doctor Walter Ghedin, Médico psiquiatra y Sexólogo el Martes 1º/04/2014 y publicado por http://entremujeres.clarin.com

viernes, 10 de agosto de 2012

Sexo anal... La idea fija de los hombres... De Alguna Manera...

Sexo anal, la idea fija de los hombres...

 Pareja. Foto: Getty

¿Por qué siempre piden lo mismo? ¿A las mujeres no nos gusta? ¿O no nos animamos a intentarlo? Mitos o ideas preconcebidas que privan a la pareja de beneficios eróticos.

Si el sexo genital tuvo que liberarse de la carga de la procreación para encontrar lugar en el placer por el placer mismo, el sexo anal está luchando por el suyo, sin prejuicios ni censuras. Y bien que vale la pena.

“Mi novio quiere y yo no quiero, tiene la idea fija”, escucho decir a una joven. Este comentario aparenta ser una diferencia de gustos sexuales, pero encubre preconceptos ligados a pautas de género. El hombre gozará más del acto cuando se ofrece con alguna resistencia, y esto es lo que ocurre. Vencer la intransigencia de su compañera primero y del esfínter después es una doble ganancia para su virilidad. La elección de esta práctica se convierte entonces en un refuerzo para el macho. Un logro para la fuerza, la jactancia y el vigor, todos atributos de dominación.

En la mujer ocurre lo contrario, despierta sentimientos de humillación, de ser sometida por el hombre. Teme ser el objeto sumiso, pasible de ser dominada. Muchas se reprochan haberlo entregado sin convencimiento. Se sienten avergonzadas, “sucias”, que no tienen pudor ni amor propio.

El placer del sexo se convierte entonces en un referente de dominación y sumisión, como si aún las antiguas pautas de género, aquellas que sumían a las parejas a roles fijos, siguieran en plena vigencia.

Estamos hablando de una zona erógena, que tiene la inervación suficiente para provocar infinidad de sensaciones placenteras. En el hombre, la región prostática que linda con el recto es una fuente de un placer intenso. Las parejas deberían dejar de lado los preconceptos y entregarse al goce que este tipo de sexo ofrece.

Algunos consejos:

* Los juegos previos son fundamentales, se debe conseguir un buen nivel de excitación.

* La higiene previa ayuda a despejar ideas de “suciedad” o de “inconvenientes “en el encuentro.

* Conseguir una buena relajación y usar lubricantes al agua.

* Llegar a la zona gradualmente. Jamás se debe abordar con fuerza o a “lo bruto”. Hay que ser cuidadosos.

* La estimulación en la parte inferior favorece la relajación.

* Alternar las poses. Las de espaldas al hombre pueden disgustar a algunas mujeres. Una recomendable es “de costado”, como haciendo “cucharita”. Ayuda a relajarse, despierta ternura y favorece la estimulación.

© Escrito por el Doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, el viernes publicado por Entre Mujeres el 20 de Abril de 2012.