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domingo, 30 de diciembre de 2012

Fenómeno de Identidad Barrial... De Alguna Manera...


Vecinos que recuperan clubes, fenómeno de identidad barrial…

Junto al Malvinas Argentinas. El Predio Chivilcoy, un terreno que hinchas y socios de All Boys lograron que la Legislatura les otorgue para más actividades. Foto: Guillermo R. Adami.

Varias asociaciones fueron más allá de los resultados deportivos, para conseguir terrenos y más espacios de pertenencia. Son los casos de All Boys, San Lorenzo, Huracán, Comunicaciones, y otros.

“Nosotros no decimos que son 90 minutos de fútbol por semana, decimos que es toda una vida”. Eso dice que dice Marcelo Reto, hincha y socio de All Boys, en el restaurante All Boys. Está entusiasmado y nada tiene que ver con la campaña de sus jugadores. Hace pocos días que la Legislatura aprobó la concesión del Predio Chivilcoy (frente al estadio Malvinas Argentinas) al club, luego de la movida organizada por él y varias agrupaciones de socios y del barrio. A cambio, All Boys tendrá que construir un jardín maternal. Y luego, lo que quiera. El primer objetivo es una fachada y una cancha de futsal, también útil para practicar patín y handball, actividades que el club no tiene. Para eso, socios e hinchas, están recaudando fondos.

“Fijate, este año la gente se diferenció mucho de las hinchadas; gritó contra los barras . Y de a poco va entendiendo que el club es un lugar para estar y participar”, agrega Fabián Aguirre, tan loco por All Boys y su barrio como Reto.

Durante 2012, hinchas y socios de varias instituciones demostraron que el amor no es solo hacia un equipo de fútbol, sino hacia un club y hacia un barrio . Porque siempre hubo hinchas de cancha, hinchas de la barra brava. Pero este año se notó, y mucho, el trabajo de los hinchas exigiendo, ganando o creando espacios para que los vecinos y chicos se acerquen al club y encuentren allí un lugar de pertenencia . “Cuando a muchos pibes les mostrás que no todo es putear en la cancha, que hay otra movida, ellos se ponen a trabajar por el club y el barrio”, dice Aguirre.

Lo de San Lorenzo y la vuelta a Boedo fue lo más difundido y festejado. Fueron socios, hinchas y vecinos pidiendo por espacios donde se puedan practicar deportes. La restitución del predio de Avenida La Plata, además del polémico estadio que cuestionan otros vecinos, incluye un proyecto de más de cincuenta actividades deportivas y culturales, un centro médico y una escuela. “Nuestro trabajo motivó a los socios de otros clubes”, afirma Adolfo Res, de la Subcomisión del hincha de San Lorenzo. “En nuestro fideicomiso se anotó gente que era de otros equipos . Es todo genuino, y no es nuevo. Lo que ocurre es que siempre son noticia los 50 tipos de la barra antes de las cosas que hace la gente del club”.

Pero en los casos de los demás clubes no hay canchas. El rol es social. “Tené en cuenta que cuando nosotros éramos pibes jugábamos en la esquina. Eso se perdió; a los chicos no los dejan salir a la calle. Los clubes son el único espacio que tienen para hacer amigos fuera de la escuela”, suma Pablo Cribari, presidente de General Lamadrid. El club está esperanzado con la mudanza de la cárcel de Devoto . Se espera que ese día Lamadrid reciba el terreno que da a la calle Bermúdez, hoy ocupado por camiones del Servicio Penitenciario Federal. “Creemos que es la mejor manera de cambiarle la cara al club. Además, nuestros gimnasios nos están quedando chicos de las actividades que hay”, agrega Cribari.

Colegiales se fundó en 1908, milita en la Primera B Metropolitana y tiene su estadio en Munro, Vicente López. Más de 400 chicos de la zona practican deportes a veinte cuadras del estadio. Desde hacía veinte años lo hacían en un Campo Municipal. Cuando comenzó la gestión de Jorge Macri, hubo problemas. “Las infantiles se quedaron sin lugar; por más de tres meses tuvieron que entrenarse en una plaza y en una cancha de Baby. Después de una movida del barrio y del club se firmó un convenio y Colegiales utilizará por un año el Campo”, cuenta Marcelo Oneto, vocero de la subcomisión de fútbol. Y agrega: “Perder el terreno era perder el sentido de pertenencia. Los chicos son casi todos de Munro, y todos hinchas de Colegiales. No querían entrenarse en otro lugar que no fuera su casa”.

Pero All Boys, San Lorenzo, Colegiales y Lamadrid no son los únicos. Este año también lucharon Comunicaciones y sus socios, frente a Hugo Moyano y el gremio Camioneros. Comunicaciones tiene más de 2.900 asociados y está en quiebra desde 2000. La causa pasó por distintas instancias hasta que el juez Fernando D’Alessandro aceptó la oferta de Camioneros para cancelar el pasivo del club con $ 12 millones e invertir otros $ 40 millones en obras para los afiliados de la mutual. Y descartó así el plan que impulsaba el Gobierno de la Ciudad: una inversión de $ 26 millones que incluían la construcción de un microestadio cubierto, y la cesión del establecimiento a los socios por un plazo de 99 años. Pero en agosto la Cámara de Apelaciones dio vuelta el fallo y le permitió al club extender un fideicomiso para levantar la quiebra. Por otro lado, Huracán está peleando con el Gobierno porteño, que quiere dos hectáreas del predio La Quemita. Y Ferro acusa a Nación de querer hacer viviendas sociales donde está su club. “Es que en la mayoría de los clubes que peleamos por predios no tenemos grandes sueños futbolísticos. Nuestras alegrías pasan por compartir ratos con amigos, que nuestros hijos se hagan hinchas y mamen el sentimiento barrial”, resume Aguirre.

La calle de hoy, la nueva esquina, “el barrio”, la contención y la pertenencia hoy está en los clubes. Ya no quedan potreros y cada vez menos chicos juegan la pelota en las plazas. En los espacios culturales tal vez haya más carteles políticos que actividades. Y hasta es posible que el docente lleve una remera de una agrupación. No es así en los clubes: se es de un barrio y de una camiseta, y no de un sector político.

Reto y Aguirre, además de sus trabajos, son profes de Baby en All Boys. Dicen que no buscan sacar jugadores. “Lo que buscamos es sacar hinchas”. Del restaurante All Boys al predio Chivilcoy hay seis cuadras. Las caminamos. Paredes, cordones de vereda, palos de luz, están pintados de blanco y negro. “Los pibes salen a pintar todos los miércoles”, revela Aguirre. El Predio Chivilcoy era una fábrica de zapatillas que se incendió y fue demolida. Hubo gente que usurpó y los socios e hinchas la echó y taparon todo para que nadie pasara. Un día se propusieron reclamárselo al Gobierno porteño. Y en 2012, tras seis años, lograron que el proyecto se incluya en el Presupuesto 2013. “Es que no teníamos predio propio. Si a mí me decías el predio, a cambio de firmar el descenso, yo te firmaba”, admite Reto.

Hoy todos sueñan con más: “Falta una confitería para quedarnos a charlar de la vida entre amigos”, dice Reto. Como si hubiese cosas que sólo los clubes pueden lograr.

© Escrito por Nahuel Gallotta y publicado en el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires el domingo 30 de Diciembre de 2012.


domingo, 13 de mayo de 2012

Samuel Morse... De Alguna Manera...

Samuel Finley Breese Morse...   

De nombre completo Samuel Finley Breese Morse, nació el 27 de abril de 1791 en Charlestown, Massachussets. Dio inicio a sus estudios en la Academia Phillips de Adover, de donde pasó al Yale College.

En sus años de estudiante descubrió en él cierta vocación para la pintura y decidió dedicarse a ella, pero también se atraía por los recientes descubrimientos y experimentos respecto a la electricidad. Por una temporada, trabajó en Boston para un editor y luego viajó a Inglaterra para estudiar pintura en la ciudad de Londres, hasta que se convirtió en pintor de escenas históricas.

Cuando regresó a su país notó que las pinturas de escenas históricas no gustaban entre sus paisanos, por lo que dio un giro hacia la especialización del retrato. Para 1825 en Nueva York, era uno delos retratistas más importantes del país y era parte de los grupos intelectuales más distinguidos. En 1826 fue uno de los fundadores y primer presidente de la Academia Nacional de Dibujo.

Su latente interés por los asuntos de la electricidad se concretó durante el regreso de un viaje por Europa. Cuando estudiaba en Yale aprendió que si se interrumpía un circuito se veía un fulgor y se le ocurrió que esas interrupciones podían llegar a usarse como un medio de comunicación. Esta posibilidad lo obsesionó.

Al llegar a tierra de aquel viaje en 1832 ya había diseñado un incipiente telégrafo y comenzaba a desarrollar la idea de un sistema telegráfico de alambres con un electromagneto incorporado y el 6 de enero de 1833 realiza su primera demostración pública con su telégrafo.


A la edad de cuarenta y un años, se internó en la tarea de construir un telégrafo práctico y despertar el interés del público y del gobierno en el aparato para luego ponerlo en marcha. En 1835 apareció el primer modelo telegráfico que desarrolló Morse. Dos años más tarde abandonó la pintura para dedicarse completamente a sus experimentos, mismos que opacarían rotundamente sus méritos como pintor.

En 1838 había perfeccionado ya su código de señales, que a base de puntos y rayas llegó a conocerse y usarse mundialmente como "Clave Morse". Intentó implantar líneas telefónicas primero en Estados Unidos y luego en Europa pero ambos intentos fracasaron.
Por fin, Morse consiguió que ante el Congreso de su país se presentara un proyecto de ley para proporcionarle 30,000 dólares designados a construir una línea telegráfica de 60 kilómetros de longitud. Varios meses después el proyecto fue aprobado, y la línea se extendería a lo largo de 37 millas entre Baltimore y Boston.

El 24 de mayo de 1844 la línea transmitió el mensaje que se haría tan famoso: "¿Qué nos ha enviado Dios?". A pesar de lo notable de su trabajo, Morse debió enfrentarse a la oposición de supersticiosos que culpaban a su invento de todos los males. Además, el invento estaba siendo desarrollado simultáneamente en otros países y por otros científicos, por lo que Morse se vio envuelto en largos litigios para obtener los derechos de su sistema; mismos que le fueron reconocidos en 1854 por la Suprema Corte de los Estados Unidos.Con su invento, Morse ganó una gran fortuna y compró una extensa propiedad y en sus últimos años se dedicó a hacer obras filantrópicas, aportando sumas considerables a escuelas como Vassar College y la Universidad de Yale además de otras asociaciones misioneras y de caridad.
Samuel Morse murió en la ciudad de Nueva York, el 2 de abril de 1872.

Codigo Morse

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