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domingo, 22 de diciembre de 2019
sábado, 29 de octubre de 2016
Entrevista a Chango Spasiuk... @dealgunamanera...
Chango Spasiuk: “Es un momento del mundo sumamente
particular, de una gran degradación”…
En una entrevista, el acordeonista -que presenta su nuevo disco “Otras
Músicas” el 28 de octubre- reflexiona sobre la situación que vive la sociedad y
habla de su formación, su presente y sus proyectos.
© Escrito por Florencia
de Sousa y Silvina Palumbo el jueves
27/10/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Chango Spasiuk presenta su nuevo disco Otras Músicas el viernes 28 en el ND
Teatro (Paraguay 918. C.A.B.A.)
Hace más de treinta años que toca el acordeón, instrumento que forma parte
de él y que lo “transporta” cada vez que pisa un escenario. Sólo o acompañado
por una orquesta, Spasiuk le otorga vigencia al chamamé, esa música
característica de su Misiones natal. Con la tierra colorada en su ADN y la
pasión por lo que hace, decidió recopilar en un álbum temas que compuso para
cine y televisión. Admiración por Spinetta, el uso del piano para componer y
una visión sobre el momento que se vive en país en cuanto a la violencia, que
invita a la reflexión.
-¿De qué trata “Otras Músicas”?
-Se trata de música que nunca había tocado en vivo. Hicimos tres conciertos
antes de llegar a Buenos Aires, uno en Córdoba otro en Neuquén y otro en
Rosario que han sido maravillosos, estamos mucho más relajados y sabemos cómo
suena y cómo funciona y me da alegría tocar en el teatro. Se llama así no
porque esté saliendo de la tradición del chamamé pero, de alguna manera es
música asociada a lo que he compuesto durante los últimos años para cine,
teatro, documentales y televisión. Si no hubiese hecho el disco la música
hubiera quedado en el olvido, hubiera sido difícil buscarla. Invito a todos a
que lo escuchen y lo busquen en las plataformas digitales (editado por Sony
Music este año)
Es música que nunca se había tocado en vivo, que nunca se había editado en
mis discos. De alguna manera tenía miedo de que quede un poco en el olvido. El
hecho de ponerlas en un disco es una manera de compartirlas con la gente y
decir ‘también hago esto’. El disco tiene una estética y un sonido que se corre
un poquito de lo que más se me ha asociado a mí en los últimos años, a mis
discos conceptuales y es una música donde no todo el tiempo está el acordeón en
frente de todo, sino que esa responsabilidad se distribuye en otros
instrumentos, como el piano. Yo compongo ahí aunque no lo toco.
-¿Tenés pensado incluir un piano en los shows?
-Para mí el piano es puertas adentro, pero el hecho de sacar este disco es
el disparador de buscar muchos escenarios que tengan pianos acústicos para
invitar a pianistas y tocar en vivo. Es algo que se va a hacer cada vez más
habitual, por suerte los conciertos se dan de una manera hermosa y Matías
Martino que es un gran pianista forma parte de ellos. No sé si me voy a sentar
a tocar al piano para la gente, mi relación con el instrumento va a seguir más
en la composición, por ahí algún día en un concierto toco, pero prefiero seguir
compartiendo desde el acordeón con los artistas que invito.
-Incluís una versión de Seguir viviendo sin tu amor
de Luis Alberto Spinetta…
-Me quedó pérdida en un disco tributo. El último tema de la presentación
del disco es de Spinetta. No me canso nunca de pasar por su música, aunque fue
grabado para un disco tributo que nunca lo incluyó, estoy muy agradecido de que
se haya logrado grabar la música de él y que lo pueda incluir en este trabajo.
-Cuando estás sobre un escenario la imagen que das
es que te abstraes de todo, algo expresas con tus gestos y tu postura. ¿En qué
pensás en ese momento?
-Sinceramente se me cruzan un montón de cosas, por ejemplo: si está sonando
todo bien o no, presto atención de que todo lo que me rodea de alguna manera
funcione. Presto más atención a encajar y que todo lo demás encaje, inclusive
en los detalles, como en percibir en el ambiente. Todo eso ocurre en simultáneo
cuando estoy tocando pero, cuando me puedo abstraer de todo eso, el mejor lugar
es uno en donde no hay pensamientos, donde desaparece todo tipo de imagen y de
ensayo intelectual por decirlo de alguna manera, pero no es algo constante sino
que son momentos. Aquellos de mayor plenitud son cuando no hay pensamientos ni
imágenes, que es como cuando sos un niño, que es feliz y estás en paz, con una
plenitud gracias a ese momento que la construcción de la música te permite.
-¿Cómo fue tu acercamiento con el acordeón durante
tu infancia en Misiones?
-Fue muy espontáneo. Cuando era niño, el acordeón y la música en vivo eran
algo muy habitual, ya sea en un cumpleaños o un casamiento había música en
vivo, y cuando hablo de casamiento hablo de que se casaba el almacenero de la
esquina y en el fondo de su casa lo celebraba y había música en vivo, entonces
había niños corriendo por allí y yo era uno de ellos. Veía el acordeón todo el
tiempo, era un sonido muy cotidiano, muy habitual. Un día le dije a mi papá que
quería tocar un instrumento y a los 11 años me consiguió un acordeón y ahí
empecé. Con la música en sí empecé antes porque mi papá además de ser
carpintero tocaba el violín. Con él y con mi tío tocábamos en vivo, de hecho
fueron mi primer grupo. Después pasaron los años, los escenarios, las
situaciones y las circunstancias pero mi relación con el acordeón es
exactamente la misma.
-¿Te sentís un “abanderado” de tu provincia por
poder llevar tu música por el mundo?
-No, porque nadie me lo pidió que sea. En realidad yo hago mi propia
búsqueda, es un camino personal y mi propia búsqueda estética y del sonido, de
la belleza, es un camino absolutamente individual y personal. Hacer un camino
personal, individual y motivado por mis propias necesidades me pone en un
camino, y allí soy consciente de que tengo que ser responsable de explicar de
la mejor manera posible la tradición de donde yo nací, y es la tradición de la región, del chamamé,
entonces tengo que ser responsable de explicar todo eso de la mejor manera
posible. De alguna manera cuido, protejo y difundo pero no porque alguien me lo
haya pedido, sino porque creo que cuanto mejor explico la tradición donde nací,
mejor se va a entender la música que hago yo. Cuando estás buscando tu propio
sonido, tu voz, tu música, lo haces porque sos un enamorado de tu tradición.
Soy un enamorado de la tradición y del lugar donde nací y eso está de una
manera muy fresca y muy espontánea en lo que yo hago.
-¿Vas seguido a Misiones?
-Cuando voy a tocar. Cuando vivían mis padres iba más seguido por
cuestiones personales. Ahora aprovecho cuando voy a tocar para ver a mis
hermanos y familia, pero mi relación no es la típica relación provinciana que
está con el corazón roto porque no vuelvo. Trato de no alimentar ese aspecto
porque sino sería difícil estar en donde estoy. No estoy en Buenos Aires sólo
por razones del desarrollo musical de mi música sino que por laguna razón mi
vida giró y terminé aquí y todo lo que hay aquí tiene mucho valor para mí,
entonces trato de no tener una nostalgia que me tenga fragmentado
interiormente. Es decir, estoy acá porque quiero estar acá.
-¿Dé que otras cosas disfrutas que no sea estar
sobre el escenario?
-De mi casa, de mi familia que es lo más importante que tengo. Me encanta
viajar y hacer mi trabajo pero me encanta más regresar. Acá está mi casa, mi
mujer mis hijos. Disfruto arrancar el día y tomar un mate en silencio con la
radio escuchando algún programa de folclore, eso disfruto mucho. Son muy
simples las cosas que me dan mucho placer. Trato de disfrutar todo lo que hago
y de ver belleza en todas las cosas que se me presentan.
-¿Practicas algún deporte?
-Me gusta mucho el surf pero hace mucho no lo práctico, por eso trato de
nadar todo lo que puedo en una pileta cerca de casa. De alguna manera, cuando
tenés algún tipo de instrumento que te genera mucho desgaste físico como el
acordeón, no es algo que recuperas solamente descansando, por eso la natación
me ha ayudado. El cuerpo hay que cuidarlo porque sino no tengo resto para los
próximos años.
-¿Sos una persona feliz?
-Soy una persona que está en paz, no busco la felicidad sino que
medianamente en lo que cotidianamente hago sentir que es constructivo para mí y
para los demás y eso me acerca a un saboreo que se parece a un estado de paz.
No proyecto tanto porque tampoco uno no tiene tanto control sobre las cosas,
uno puede creer que maneja absolutamente todo y no es tan así, entonces aprendo
a aceptar las cosas como se van presentando. Eso no significa que no haga mi
parte, como suelen decir en algunas tradiciones ‘ruega a Dios pero ata tu
camello’, entonces mi pequeña parte trato de hacerla peor no sé muy bien hacia
donde van a ir las cosas, trato de estar atento a hacer mis cosas lo mejor
posible.
-¿Sos una persona creyente?
-Sí, totalmente.
#NiUnaMenos.
Consultado por el paro nacional de mujeres
realizado por el aumento en la cantidad de casos de femicidio y los casos de
violencia de género, el músico opinó:
“Todo lo que nos sucede, nos sucede como comodidad, y de alguna manera es
un espejo en el cual mirarnos, y deberíamos
hacernos responsable de lo que estamos mirando porque eso nos está
mostrando algo en lo que deberíamos reflexionar colectivamente. Más que una
postura, tengo que ver de qué manera puedo yo accionar en esa acción colectiva
de vivir en comunidad. Es un momento de muchísima degradación de nuestra manera
de vivir en comunidad, no queremos violencia y todo lo que hacemos es
absolutamente violento, con los niños, con el prójimo y en los foros, de una
manera alevosa y después nos choca una situación de violencia en la calle pero
no medidos nuestro nivel de agresividad en lo que nos rodea. Todo eso es un
lugar para ver y reflexionar y no para decir ‘qué bárbaro todo lo que sucede’,
sino ‘todo lo que sucede, yo formo parte’. De alguna manera todo esto lo hemos
construido cotidianamente”
“A mí me invita a ver de qué manera yo puedo mejorar mi mundo y eso es
mejorar mi casa, de qué manera me relaciono con mi pequeña sociedad, de qué
manera yo me comporto ante todas esas situaciones. Me invita a pensar y a estar
muy atento a todo eso, pero siento que es muy pobre e infantil el debate que
hacen los medios de comunicación, porque decimos una cosa y después todo lo que
vemos en los medios y en la calle es contradictorio”, agrega.
“Es un momento del mundo sumamente particular, de una gran degradación y
que nos está invitando a ver de qué manera yo podría accionar dentro de un
contexto pero no a través de un discurso o una foto en redes sociales, sino
cotidianamente en lo que yo hago. Es un momento que genera tristeza, angustia
de ver todo eso. ¿Qué pasó con las mujeres en Rosario que hubo una movilización?
¿Cuál fue la lectura de las instituciones ante la represión de las fuerzas ante
todas esas mujeres? ¿Cuál fue la autocrítica en los medios? Es bastante pobre
este momento de la Argentina, y que te invita todo el tiempo a pensar pero no
de una manera River o Boca, banco o negro, sino ¿hay algún punto medio? tiene
que haber una tercera mirada de cómo yo puedo aprender del otro y darle algo al
otro. Es un momento que te invita a comportarte de na manera no tan mecánica y
habitual pero que requiere muchísimo esfuerzo. Lo mío más que una postura es
una reflexión, ojalá que sirva”, concluye el acordeonista.
Chango Spasiuk presenta su nuevo disco Otras Músicas el viernes 28 en el ND
Teatro (Paraguay 918). El espectáculo contará con la participación de Matías Martino
(piano), Lorena Astudillo (canto), Marcelo De llamea (guitarra).
Por localidades agotadas, el artista agregó una nueva función el próximo 9
de diciembre.
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Luis Alberto Spinetta,
Marcelo De llamea,
Matías Martino,
Prof. Luis A. Capomasi,
Provincia de Misiones
viernes, 11 de diciembre de 2015
Chango Spasiuk. Chamamé, tradición.... @dealgunamanera...
“Es
un lenguaje sonoro donde convergen años de historia”...
“Estéticamente la polca paraguaya siguió por su
lado y el chamamé se definió por otro, pero quedó una lengua compartida.”
Imagen: Sandra Cartasso.
Para
el Chango, el género que lo hizo célebre abarca mucho más que los sonidos del
acordeón. Para este concierto unirá esfuerzos con Las Hermanas Vera de
Corrientes, Los Hermanos Núñez de Misiones y Emiliano López, un pequeño
virtuoso del instrumento.
© Escrito por Karina Micheletto el viernes
11/12/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Chamamé, tradición. El nombre,
concreto y certero, define el nuevo gesto que Chango Spasiuk ha dado en una
prolífica, brillante carrera, que lo ha llevado a expandirse hasta abarcar los
más disímiles públicos y escenarios del mundo. Siempre con un punto de partida,
que es este al cual ahora regresa: aquel en el que todo empezó, la raíz de este
sonido que tiene nombres fundadores como los de Tránsito Cocomarola, Ernesto
Montiel, Tarragó Ros, Isaco Abitbol, entre otros. Para apuntar a ese Chamamé,
tradición, el acordeonista y compositor se rodeó de los sonidos y colores que
admira dentro de esa raíz primera, puestos a sonar hoy: Las Hermanas Vera de
Corrientes, Los Hermanos Núñez de Misiones, el pequeño Emiliano López de Buenos
Aires pero de herencia provinciana. Y junto a su septeto –un seleccionado de
talentosos en el que forman Marcos Villalba en cajón, percusión, guitarra y
voz, Diego Arolfo y Sebastián Villalba en guitarra y voz, Pablo Farhat en
violín, Alfredo Bogarín en guitarra, Heleng de Jong en cello y Juan Pablo
Navarro en contrabajo– mostrará este Chamamé y esta Tradición hoy a las 21.30
en el teatro Opera (Corrientes 860).
“El chamamé no es solamente
una música folclórica que se toca y baila en el nordeste de la Argentina, es un
lenguaje sonoro donde convergen trescientos años de historia”, advierte Spasiuk
en la presentación. “Un mundo sonoro sumamente complejo y misterioso en donde
se funden muchos elementos, desde el encuentro de los jesuitas con el pueblo
originario de los guaraníes, región de mestizos, criollos, afros, inmigrantes
de Europa y su acordeón”, define. Este es, dice, “el lenguaje sobre el cual estamos
parados, que amamos, respetamos, nos expresamos a través de él y nos expresa.
Lenguaje de infinitos rostros que tiene una vigencia contundente y una
inagotable transmisión oral, generación tras generación”.
Este gesto de Spasiuk parece a
priori el opuesto a aquel que quedó registrado en un disco y DVD en vivo
grabado en el Colón, explorando los bordes entre lo popular y lo académico,
junto a su sexteto, Rafael Gíntoli, Popi Spatocco y el Ensamble Estación Buenos
Aires. Fue precisamente ahí, dice ahora Spasiuk, en el final de esa
exploración, donde surgió este retorno hacia el inicio: “Cuando termina el DVD
del Colón yo digo: ¿por dónde tendría que seguir con todo esto? ¿Qué podría
hacer yo después de esto? Como una reflexión en voz alta. Y casi premonitoriamente
estaba diciéndome: bueno, tal vez debería volver al principio, al inicio, al
ABC”, evoca ahora el músico.
Así que, cuando fue invitado a
dar un concierto en la Ballena Azul, la sala más importante del Centro Cultural
Kirchner –una presentación que se concretó en septiembre pasado– lo primero que
apareció fue aquello que sonó como una premonición. “Entonces uní un montón de
piezas sueltas, acontecimientos que había vivido a lo largo de estos últimos
tres años: que me había cruzado con las Hermanas Vera en el Festival del
Chamamé, con Emilianito López en la fiesta del Taninero, en Puerto Tirol,
Chaco, que de vez en cuando me venía encontrando con los Hermanos Núñez y
hacíamos un toque, porque habíamos trabajado mucho juntos cuando hice Tarefero
de mis pagos”, enumera el misionero.
“De golpe sentí que se había
cerrado una etapa y que tenía que proponer otra cosa. ¿Qué otra cosa? La
tradición. Y junté a todos estos exponentes que tienen que ver con lo que a mí
me gusta de la tradición”, recuerda. Esa misma juntada que con tanto entusiasmo
se celebró en el CCK, volverá a suceder ahora en el escenario del Opera. Como
en una fiesta de patio de provincia, los sonidos y los clásicos chamameceros
sonarán, esta vez a cargo de grandes intérpretes.
–Dice
que está tocando con artistas que representan diferentes expresiones de la
tradición. ¿Cuáles, en cada caso?
–Los Núñez tienen esa fuerza
de bandoneón y guitarra, que representa una parte importante de la tradición
del chamamé. Las Vera son la voz de chamamé, y además tienen algo muy
particular, cantan en los dos idiomas, en guaraní y castellano. Y Emiliano, la
transmisión ininterrumpida de la tradición oral del chamamé. Él es hijo de
provincianos, pero nacido en el conurbano, y de alguna manera ha recibido todo ese
conocimiento familiar, como si hubiese nacido allá. Tiene que ver con el futuro
del chamamé, que está en esos hijos de provincianos que han nacido en Buenos
Aires y que reciben una tradición, la tienen totalmente incorporada, pero
tienen una visión y una búsqueda de conocimiento que hace al futuro, ese rol
estético del chamamé. Me parece importante que en el rompecabezas de mi mirada
de la tradición del chamamé, estén todos estos elementos. Igual no alcanzo a
mostrar todos, ¡necesitás un concierto interminable para pasar por toda la
tradición del chamamé! Es como hacer una comida con los ingredientes que más te
gustan.
–Que
parecen muy pensados. ¿Es también una manera de sentar postura sobre esa
tradición?
–Nada es al azar, todo está
absolutamente pensado. Primero porque son piezas que a mí me parecen
importantes, y por sobre todas las cosas, me gustan. Hay un montón de mujeres
cantando, un montón de dúos, un montón de bandoneonistas, bueno, a mí me gustan
estos colores particularmente. Este es mi concepto, es mi manera de entender la
tradición. No es la única, por supuesto, y la suma de todos esos conceptos
posiblemente llegue a una visión más objetiva. Esta es mi elección estética y
mi elección de repertorio. Me encanta cómo Emiliano toca el acordeón verdulera,
entonces le pedí: toquemos chamamés como “La colonia”, compuestos en acordeón
verdulera diatónica. Inclusive arranco yo tocando con ese acordeón de ocho
bajos, porque es el inicio de las primeras composiciones de chamamé
tradicional. No es mi instrumento más fluido, pero así arranco, después sigue
Emiliano y yo me paso a mi acordeón. Todo está muy pensado y apunta a destacar
la parte de la tradición que a mí me moviliza.
–Sorprende
la capacidad técnica de Emiliano López, siendo tan pequeño. ¿Cómo lo conoció?
–Hace mucho, en Puerto Tirol.
Uno está acostumbrado a ver en YouTube la niña china que toca el violín,
¡pareciera que solamente están en China los niños virtuosos! Y de golpe, en
cualquier festival, ves un niño que te llena la cara de notas y que toca cosas
sumamente complejas, con mucha naturalidad. Eso me pasó con Emilianito, y he
visto a muchos chicos que me sorprendieron con el acordeón, en particular los
alumnos de Tilo Escobar.
–Se
mueve con naturalidad desde la tradición hasta expandirse a otros colores y
sonidos. ¿Es algo buscado?
–Quien busca un desarrollo
estético de algo es alguien que está profundamente enamorado de la tradición.
No es algo antagónico: quien quiere ser contemporáneo y desarrollar su propia
estética no va nunca contra la tradición. Al contrario, está parado sobre esa
tradición, tiene un profundo respeto, está totalmente enamorado, pero no puede
evitar dar su propia voz dentro de esa tradición. Por eso en cualquier
concierto no me genera ningún conflicto volver a Cocomarola o Isaco Abitbol, no
es que digo “ahora tengo que desprogramar mi cabeza y volver a programarme para
tocar lo tradicional”. Porque lo contemporáneo que estoy haciendo, está parado
sobre la tradición. Por eso el pasaje es espontáneo y sin conflictos. Sólo que
hay proyectos, momentos, espacios y en cada uno tratás de elegir lo que creés
que tenés ganas de hacer o sentís que hay que decir.
–Pero
no sólo van a verlo los chamameceros. ¿Qué cree que convoca a los que no son
seguidores de ese folklore?
–Para los que conocemos el
chamamé, es un cóctel poderoso, y para los que no lo conocen, es un buen lugar
para entender todas las variables dentro de la tradición. Inclusive las
influencias, los límites, porque uno no puede negar que la construcción de lo
que llamamos tradición hay muchos elementos, como la hermandad con el Paraguay,
y ahí aparecen las Hermanas Vera cantando “Mocoy Guiraí”. Y uno puede ver cómo
después del 1900, estéticamente la polca paraguaya siguió por su lado y el
chamamé se definió por otro lado, pero quedó una lengua compartida. Cuando
hablás de tradición no es que decís: soy esto y me alejo de lo que me rodea.
Cuando yo hablo de tradición, al revés, busco todos los vasos comunicantes que
hay con las fronteras. Por más que seas chamamecero, cuando escuchás algo como
el canto llorado del Paraguay –el “puraheí jaheó”–, de inmediato te toca
intensamente.
–
¿Tiene idea entonces de cómo se compone su público, más allá del estrictamente
chamamecero?
–Supongo que es muy amplio,
hay gente a la que le gusta el chamamé, a otra le gustará el acordeón, a otros
el folklore, a otros la música, a otros el jazz y la improvisación que se da
dentro de ese tipo de estética... hay de todo. Pero yo no estoy viendo quién es
el que viene y el que no viene, ¡no me da la cabeza para estar escaneando todo!
(risas). Apenas me da para llevar adelante mis proyectos artesanalmente, y
tratar de hacerlos lo mejor posible. El estudio del mercado
me excede.
–
¿Cómo evalúa, con el paso del tiempo, el concierto que dio en el Colón?
–De algún modo me parece
natural haber llegado al Colón, porque desde Tarefero de mis pagos hasta
entonces, mi música se volvió cada vez más camarística. Si me hubiesen invitado
en la época de Chamamé crudo, a fines de los 90, principios del 2000, hubiese sido
más raro, tocando con batería y todo eléctrico. Pero después yo empecé con un
proceso camarístico, las percusiones, el contrabajo, cada vez más acústico,
hasta llegar a Pynandí, Los descalzos. Así que cuando llegamos al Colón, no
modificamos nada. No necesitamos montar sonido, estábamos acostumbrados a tocar
acústico, entonces era natural tocar en ese escenario, no es que tuvimos que
adaptarnos a esa sala. La sala era la caja de resonancia perfecta para el
momento al cual había llegado.
–
¿Y lo vivió como “haber llegado a”, o como un escenario más en el cual su
música y el chamamé pueden expresarse?
–Es que uno no puede negar que
hay algo simbólico, por la histórica marginación sobre el género, y esos
aspectos están a la hora en que subís a tocar. Entonces sentís ese plus, eso
pesa. Decís: qué bello momento, qué lindo que es compartir esta música en este
contexto, que venga gente a este teatro por primera vez, a conocer su propia
sala. Se dan un montón de cosas que, cuando estás ahí, no estás señalando con
el dedo, pero sabés que mientras estás tocando, todo eso está ahí, y lo vuelve
más interesante y más intenso. Por suerte pudimos grabar ese disco.
–
¿Y qué encontró cuando escuchó esa grabación en vivo, después de un concierto
tan especial?
–Me encanta el sonido, el
audio que me devolvió el teatro es increíble. De todos los discos, este es el
que más me gusta mi sonido de acordeón. Las reverb que hay en el disco, es la
sala del teatro. Cuando grabás tenés los micrófonos que están tomando los
instrumentos, y además en el techo, colgados, otro montón de micrófonos, que
toman la sala. Y después cuando volcás todo eso en la mesa de audio, decís:
vamos a escuchar la sala. Abrís esos micrófonos y ahí están todos esos
armónicos, toda esa reverb natural del teatro, es súper linda. Haber vivido ese
concierto y haber podido guardar y mostrar esa grabación es una de las cosas
lindas que puede hacer en la música.
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