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viernes, 13 de marzo de 2020

Pandemia, Conciencia, Solidaridad... @dealgunamanera...


PANDEMIA, CONCIENCIA, SOLIDARIDAD...


A riesgo de ser antipático, una pequeña reflexión a partir de las noticias y varios comentarios que me encuentro por aquí. Es mi opinión, por supuesto, pero es la que va a organizar mis acciones, por la cuestión básica de que en una emergencia sanitaria le tengo que hacer caso a los que saben.
Es decir, tengo que confiar, para que de ese modo confíen en mí. Soy padre, profes. Tengo menores a cargo, que dependen de mí. Y están nuestros pares, y los mayores. ¿Cómo no esforzarme por estar a la altura?

Y estar a la altura, significa cumplir las normas sanitarias que diseñaron personas mucho más preparadas que yo.

Resulta que un virus que aún no conocemos bien vino a recordarnos que somos mortales. También llegó para mostrarnos la importancia del Estado, la educación, las consecuencias de desinversión en esos territorios. Hay que ser tremendamente corto de miras para centrarse en eso ahora.
Que si es desde hace cuatro años, o desde hace más tiempo. Quién sabe si alguno de los que se mete con eso ahora no será un infectado o un fallecido después. Priorizar dónde poner el foco, eso creo. Sobreactuaciones que distraen, y que seguimos como cardumen.

El virus vino para mostrar cómo el poder social traducido en el dinero da impunidad: muchos de los casos de personas que se niegan al aislamiento son personas de recursos, con plata, que acaban de llegar de un viaje por placer o trabajo. Son la materialización del sistema en el que vivimos, sería raro que hubiera sucedido otra cosa. Hasta dónde ese individualismo derrama sí que no es una pregunta menor.

Lo cierto es que no serán los únicos. El egoísmo y la desaprensión son transversales a las clases. Esencializar conductas es fascista. Así de sencillo. Entonces, en cambio, habrá que prestar atención a lo siguiente: a la desinformación se agregará un importante desprecio por las normas, que ya existe socialmente. Las normas preventivas que solo son entendidas como control, como un avance sobre nuestros derechos, cuando también son formas de convivencia legitimadas socialmente y sostenidas por los poderes del Estado. Más aún, son las formas que tenemos para proteger a los más débiles. Eso es el Estado.

Es una pena que esté cerrada la Biblioteca Nacional, que se restrinjan los encuentros públicos, que probablemente estemos un tiempo sin clases. Que no podamos ir al cine, a un recital, vaya a saber a dónde más. ¡Que no nos podamos ir de viaje! ¡Hay que ser tan egoísta para pensar así! Millones de compatriotas no tienen idea de lo que es eso. Y dependen en cambio de que cumplamos unas reglas sencillas, y las que vayan surgiendo...

Las medidas actuales y las que se vayan a agregar no son tomadas para naturalizar el control, la vigilancia. Resulta que a veces los controles, por vía del Estado, son la forma de ser solidarios. La solidaridad se aprende, a veces, de esta manera: cuando un virus te recuerda que sos mortal. Es cómodo, además: ni siquiera te tenés que comprometer, solamente cumplir tu parte.

La actual crisis pandémica nos recuerda la cantidad de palabras, conceptos y políticas que con el rótulo general de autoritarismo y control los “progresistas” le hemos regalado a los “autoritarios”. El enorme individualismo que a veces puede solaparse, como otro virus, en la defensa de las libertades individuales. Seas “progre” o no.

Creo que todo esto es una enorme posibilidad de afilar las armas, eso sí, mientras afrontamos la pandemia y nos cuidamos. Es probable que inconscientemente le tengamos un miedo enorme a la introspección, sea que tengamos que estar aislados, o no.

Tal vez ya lo estábamos.

Del muro de Federico Lorenz. Facebook 13/03/2020