Cuarentena fase 4…
La soledad de Guzmán…
Luchar contra los molinos de viento, Martín Guzmán. Foto: Pablo Temes
El oficialismo se esmera día a día en profundizar la
grieta política, que tiene un costo económico.
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Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Sin rumbo. El pasado lunes el ministro de
Economía, Martín Guzmán, realizó una serie de anuncios para flexibilizar las
operaciones del contado con liquidación. En el Gobierno esperaban una reacción
positiva del mercado, circunstancia que finalmente no ocurrió.
El dólar blue se
disparó y cerró la semana a $ 195, estirando así la brecha cambiaria que llegó
al 140%. Salvo algunos pocos funcionarios, nadie se sorprendió. “Estamos en el
segundo nivel más alto de la brecha de los últimos 50 años. El primer puesto se
produjo en el año 1975 con Antonio Cafiero de ministro de Economía luego del
rodrigazo. Sin embargo, hoy es más alta que en la época de la Guerra de
Malvinas y de la hiperinflación” –concluyó un prestigioso economista que se
dedicó a estudiar la serie–. Otro dato: en la Argentina, cuando se achica la
diferencia entre los tipos de cambio es porque sube el oficial y no porque baja
el blue –dijo la misma fuente–. Un aporte interesante para el ministro Guzmán
que sigue negando la devaluación del peso y el efecto nocivo del así llamado
“dólar blue”.
Dentro de la
errática serie de decisiones que se vienen adoptando en el Poder Ejecutivo, se
determinó que Guzmán salga a hablar en algunos medios –no en todos– para ganar
la batalla de la comunicación. Menudo problema para una persona desangelada
para esos menesteres. Por lo que se escuchó hasta aquí –sobre todo en el
reportaje que le realizaron Ernesto Tenembaum y Reynaldo Sietecase–, el
ministro, que pasó de ser Messi a un atribulado arquero al que le entran goles
todos los días, se le va a hacer muy difícil remontar la cuesta. “La grieta
política tiene un costo económico”, afirmó. Fue lo más acertado de todo lo que
dijo. El problema es que el oficialismo se esmera todos los días en
profundizarla.
“Al Gobierno le está
saliendo cara la cuarentena. La emisión para cubrir el déficit fiscal está
llenando la calle de pesos que nadie quiere. Pero no van a dar el brazo a
torcer ni modificar el rumbo. Cuando la ideología mete la cola deja anclado el
timón aunque el destino sea el golpe contra el iceberg. El mal clima ya se
palpa en la calle. La gente está muy angustiada. Los precios suben y el salario
no alcanza”, repitió un consultor que tiene vínculos en el poder.
Cuando el río
suena... “Nosotros no sponsoreamos a nadie” –se apresuró a decir una voz del
massismo–. La vuelta de los rumores de cambios en el Gabinete había salpicado
al Frente Renovador, al relacionarlo con algunos economistas de peso que vienen
sonando en los mentideros políticos como eventuales remplazantes de Guzmán. Lo
que hay que decir es que ninguno de esos nombres cuenta con el aval de Cristina
Fernández de Kirchner. “Massa quiere quedarse donde está. Por un lado mantiene
el vínculo con Alberto y cada dos o tres días se junta con Máximo y Wado de
Pedro y, si hace falta, directamente con Cristina”, señaló el referente del FR,
quien, a su vez, reconoció que el vínculo del presidente de la Cámara de
Diputados con la ex presidenta en funciones ha tenido mejores momentos.
En el Instituto
Patria, por su parte, se vive un clima de creciente desasosiego, producto de la
insatisfacción con el desempeño del Gobierno. Los cuestionamientos al equipo de
AF continúan. “A Cristina se le está acabando la paciencia. No solo por la
falta de volumen político de la gestión sino por la falta de resultados
concretos”, indicó una fuente cercana a los líderes de La Cámpora. El reloj de
arena pesa sobre los principales funcionarios del Presidente.
La orden del
Presidente es la de defender al Gabinete en general y al ministro Guzmán en
particular. Hay una regla de la política que es casi axiomática: cuando la
renuncia o el reemplazo de un funcionario debe ser desmentida casi a diario es
porque su permanencia en el cargo tambalea.
“Guzmán no tiene
fecha de vencimiento”, dijo Santiago Cafiero en un reportaje concedido a Canal
9 el viernes pasado. Parece que varios integrantes del Gobierno no lo saben o
no piensan lo mismo. Desde esas entrañas hablan sin vueltas de las dudas que
pesan sobre la estabilidad del ministro.
“Volvimos para
ser mejores”. Los hechos desmienten casi a diario esa promesa del Presidente.
Veamos:
Apoyo por parte
de funcionarios del Gobierno a las tomas ilegales de terrenos. La provincia de
Buenos Aires tiene 4.300 hectáreas de tierras fiscales y privadas ocupadas de
manera ilegal y, de acuerdo con datos del Ministerio de Seguridad, en lo que va
del año se han denunciado 1.800 usurpaciones. “Por la cantidad y extensión de
tierra muchos hablan irónicamente de la creación del municipio número 136”,
reconoció una legisladora del interior provincial que sigue de cerca el tema.
Apoyo a Gildo
Insfrán, el sempiterno gobernador de Formosa, ante el episodio del joven que,
por la imposibilidad de ingresar a la provincia por vía terrestre, murió
ahogado intentando hacerlo a nado por el río Bermejo. De haber ocurrido esto en
una provincia gobernada por Juntos por el Cambio habrían tronado las
voces de condena de los organismos de Derechos Humanos y de miembros del actual
gobierno.
Apoyo a los
regímenes dictatoriales y corruptos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel
Ortega en Nicaragua.
La insólita
decisión de la Oficina Anticorrupción de no presentarse de aquí en adelante
como querellante en las causas por delitos de corrupción cometidos por
funcionarios del Estado. ¿Para qué sirve entonces una Oficina Anticorrupción
que no se involucra en la persecución judicial de la corrupción?
En medio de este
desorden asoma la trama del acto conmemorativo de los diez años del
fallecimiento de Néstor Kirchner.
Navegan en esas
procelosas aguas los esfuerzos del canciller Felipe Solá por recuperar la
estatua del ex presidente que supo estar en el edifico del Unasur en Ecuador
junto a la intriga por saber qué va a hacer CFK luego de su desplante en el
acto del 17 de octubre.
La memoria nos recuerda
que para asistir al velatorio del Dr. Kirchner, AF debió hacerlo en un momento
en que CFK no estaba presente, “para no incomodarla”, según él mismo reconoció,
y que se le puso una guardia de La Cámpora para evitar que se acercara al
féretro. Una historia reminscente del Macondo de Gabriel García Márquez.
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