Ganan todos, pierden todos…
Ganan todos,
pierden todos. Foto: Cedoc
Quedarán diez semanas hasta las elecciones de octubre, y allí sí comenzará
otro ciclo de la política argentina.
Hoy a la noche, lo más probable, será
escuchar que todos ganaron: Cambiemos en el país, Cristina en la Provincia. Que
con sólo repetirse estos resultados en octubre (y podrían mejorarlos) Cambiemos
aumentará la cantidad de legisladores y será el partido con más votos a nivel
nacional. Y el kirchnerismo, que con su líder convertida en senadora desde
diciembre comenzará a bombardear a Macri proponiendo medidas como retrotraer el
aumento de tarifas y transformarse en la candidata natural de la oposición para
2019.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 13/08/2017 y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Pero en realidad, es muy probable que todos hayan perdido. Porque en estas
elecciones se plebiscitan esencialmente las primeras consecuencias del cambio
de modelo económico y la actitud frente a la corrupción. Y habrá votado contra
la corrupción que encarna el kirchnerismo más del 80% de la población del país
y descontento con los resultados económicos de los primeros dos años de Macri
el 65% de los argentinos.
También pierde
Massa, que ya sin De la Sota no tendrá la misma cantidad de votos nacionales
que en 2015 (dicen que De la Sota piensa regresar con todo en 2018 para ser el
conductor nacional del panperonismo).
La derrota suele enseñar más que el triunfo. Vale tanto para Cristina
como para Macri.
Lo mismo
Randazzo, que se había imaginado otro resultado sin Cristina candidata o
compitiendo con ella en las PASO dentro del mismo partido. Y los gobernadores
del PJ, a quienes con Cristina en el Senado se les dificultarán las negociaciones
con Macri.
Las encuestas con las que se llega a la elección reflejan
un contexto de interregno político donde Cambiemos aún no terminó de
consolidarse pero tampoco ninguna otra fuerza emerge con claridad. Pero otro
sería el escenario si Cambiemos sorprendiera ganando en la provincia de Buenos
Aires por dos puntos, como indicaría la última encuesta de una importantísima
empresa que trabaja para el Gobierno y no quiere jugarse a hacer públicos sus
pronósticos para las PASO, aunque sí los hará para las de octubre. Después de
los errores en los pronósticos del Brexit, el triunfo de Trump y la derrota de
la “paz” en Colombia, las encuestas son instrumentos cada vez más frágiles. La
decena de encuestadoras que dieron ganadora a Cristina Kirchner en la provincia
de Buenos Aires mantenían un porcentaje de indecisos mayor que la diferencia a
favor de la ex presidenta sobre Cambiemos.
Pero empatando o aun si le ganara a Cristina, en
cualquier caso Macri deberá replantear sus próximos dos años si no quiere vivir
con el corazón en la boca todo el tiempo. En la columna de ayer se mostraba el grado de relación
entre consenso político y bonanza económica, reflejado en los dos picos de
mayor crecimiento económico de nuestra historia contemporánea durante los
cuatro años entre 1991 y 1994, cuando crecimos el 36%, y en los cinco años
entre 2003 y 2008, cuando crecimos el 44%. Antes y después de esos dos
períodos, nunca se había logrado crecer más de dos años seguidos, repitiendo el
stop and go de nuestro clásico frenar y andar.
Lo mismo el panperonismo: aun ganando la provincia a
Cristina Kirchner, no le alcanzará para aspirar a ganar un ballottage en 2019;
si Massa no llegara al 20% en las PASO, correría el riesgo de quedar jibarizado
en octubre por efecto de la polarización, y por lo mismo Randazzo, de caer en
la insignificancia.
Transversalidad 2018. La alianza natural que se podría producir es la de Cambiemos con los
gobernadores del PJ, quienes no tienen una visión de la economía incompatible
con la de Macri.
Si en los próximos meses se confirmaran los pronósticos
de crecimiento económico que tiene el Gobierno en un hipotético plebiscito, ya
no votaría en contra de la economía el 65% de la población y a la natural
coincidencia de intereses entre los poderes ejecutivos provinciales y el
nacional por la necesidad de ambos de gobernabilidad se sumaría la conveniencia
política de acompañar un modelo económico que rinda frutos y sea, progresivamente,
más apoyado por la mayoría de la población.
La transversalidad peronista-radical que llevó adelante
Néstor Kirchner en 2007 podría ser recreada una década después desde Cambiemos,
invirtiendo la ecuación con el peronismo como acompañante. Pero para que sea
posible, tendría que haber un éxito económico palpable por una gran mayoría que
recreara una de las condiciones de posibilidad de un pacto político.
"Cambiemos gana en Argentina y Cristina en Buenos Aires",
triunfo compartido, derrota compartida.
Que pierdan todos no necesariamente tendría que ser malo
para todos. El triunfo no pocas veces estanca a las personas y el fracaso, al
interpelarlas, las empuja a mejorar. Macri, comprendiendo que “riqueza es
diversidad en armonía”, precisa sumar más espesura política en su gobierno. Por
su parte, Cristina Kirchner, comprobando qué lejos quedó su 54% a nivel
nacional y necesita orientarse a buscar una negociación con el peronismo para
pasar su vejez más tranquila, viéndose en el espejo que le devuelve la
situación actual de Menem.
Probablemente estas elecciones sean también el comienzo
del paso a retiro de figuras, partidos o aspiraciones. Por ejemplo, Stolbizer
podría quedar sin una banca.
Lousteau, con su aspiración a suceder a Rodríguez Larreta
en 2019 muy herida. Otros comienzos de retiro serían los de Rodríguez Saá y
Pino Solanas mientras que el caso opuesto será su ex aliada Elisa Carrió, quien
podrá obtener en la Ciudad de Buenos Aires la mayor victoria porcentual de toda
su carrera política. Quizá sea ella la única ganadora que todos descuentan
antes de abrir las urnas a las 18.
Quedarán diez semanas hasta las elecciones de octubre, y
allí sí comenzará otro ciclo de la política argentina. Por entonces, a Macri le
será más útil contar con los consejos de Emilio Monzó que con los de Duran
Barba.
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