Cuentas que no cierran…
Algo ha fallado
para que, de la inflación anual del 25% pronosticada por el ministro de
Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, se pase a una que va a estar cercana al
40%. Foto: Cedoc
Los millones de la hija de
Cristina en el banco y el ajuste del gas indignan, aunque son muy diferentes.
© Escrito por Nelson Castro el domingo
17/07/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Una imagen vale, muchas veces, más que mil palabras. El
hijo mayor de Lázaro Báez –Martín–
y compañía contando dólares en La Rosadita y la valija con millones de dólares
del ex secretario de Obras Públicas, José
Francisco López, en
el convento de las hermanas –que, ahora se sabe, no son monjas– penitentes y
orantes de Nuestra Señora de Fátima en General Rodríguez son prueba de la
validez de la remanida frase. A ese universo acaba de incorporarse la foto
mostrando los más de 4.600.000 dólares encontrados
en las cajas de seguridad que Florencia Kirchner posee en la casa central del Banco Galicia –embargados
por disposición del juez federal Julián Ercolini– a los que deben sumarse US$
1.032.144 y $ 53.280,24 depositados en otras dos cuentas bancarias de su
propiedad. El embargo había sido solicitado por el fiscal Gerardo
Pollicita en el marco
de la causa Hotesur, que tiene –y tendrá– a maltraer a la familia Kirchner. El
fiscal sospecha que, al depositar ese dinero de dudoso origen en las cajas de
seguridad de su hija, la ex presidenta intentó evitar las medidas restrictivas
dispuestas sobre su patrimonio por el juez federal Claudio Bonadio.
En su dictamen hay una pieza clave: se
habla en ese escrito de una “matriz
de corrupción” montada por la familia Kirchner y empresarios
allegados como Lázaro Báez y Cristóbal López. Y señala que “el detalle de movimientos de las cuentas
en dólares registradas por las nombradas en el Banco Galicia revelan cómo entre
los días 3 y 4 de marzo se extraen en efectivo un total de US$ 4.664.000 y los
mismos son depositados por la propia Florencia en las cajas de seguridad a su
nombre con una intención que no habría sido otra que la de evitar que sean
cautelados”.
En tanto, Margarita Stolbizer, sometida a una fuerte ofensiva legal por parte de la ex
presidenta que tiene aires de actos de amedrentamiento, aseguró que no hay
animosidad en su accionar ya que desde fines del año pasado había “denunciado
las diferencias e inconsistencias de los depósitos a plazo fijo de la ex
mandataria”. Una de sus investigaciones en las que basa estas afirmaciones
sostiene que en el año 2011 CFK declaró ante la Oficina Anticorrupción que,
luego de la liquidación de la sociedad conyugal por el fallecimiento de Néstor
Kirchner, recibió la suma de $ 31.637.916 (incluyendo propiedades, empresas y
dinero en efectivo y en cuentas/plazos fijos). En 2012, declaró $ 19.481.783.
En 2013, declaró $ 22.467.693 en plazos fijos. En 2014, $31.035.620. En el año
2015, $ 39.878.273. Y al día de hoy en las cajas de seguridad de su hija
Florencia hay en dólares más que el equivalente al
total de la herencia recibida en 2011, tomando en cuenta la
parte que le correspondería en su condición de hija. Para la diputada por el
Gen Margarita Stolbizer, las cuentas no cierran. Más allá de lo que determine
la Justicia, estas imágenes de millones de dólares acumulados en bolsas,
valijas y cajas de seguridad han terminado de demoler la épica del “relato K”.
El otro hecho resonante de la semana fue el cacerolazo en protesta por los aumentos
tarifarios. En rigor de verdad, el resultado parecería algo así como la crónica
de una reacción anunciada. Producto del relativismo moral que la atraviesa, fue
curioso observar las posturas de buena parte de la dirigencia política
vernácula. Así, pues, se vio fogonear la protesta a kirchneristas furiosos que
hasta el 10 de diciembre pasado lapidaban a los que salían a la calle a batir
cacerolas y otros utensilios de cocina con el descalificativo de “golpistas” y/o
“destituyentes”. En el otro extremo hubo en el Gobierno quienes, habiendo
participado de esas manifestaciones, se empeñaron en minimizar lo ocurrido el
jueves pasado.
Más allá de los reproches contra el
ministro de Energía, Juan José Aranguren, la decisión acerca de la forma en que se llevaría a
cabo el aumento de las tarifas de los servicios públicos –esto es, el mayor o
menor gradualismo a aplicar– costó muchas discusiones internas y más de un
momento de tensión entre el Presidente y varios integrantes de su gabinete.
Ante los hechos consumados, nuevas voces han comenzado a aparecer para revelar
su verdadera trama. “Venimos discutiendo esto desde marzo. Es cierto que las primeras
propuestas del ministro eran más gradualistas, pero muchos nos venimos a
enterar de eso ahora, cuando cedió a la presión y terminó pasando al otro
extremo con aumentos siderales”. El que habla es un hombre que conoce bien las
internas en el gabinete y sostiene que “ahora parece que todos avisaron pero
nadie tuvo el peso suficiente para encarrilar la situación. Ni siquiera los
discursos moderados de Rogelio Frigerio que puertas afuera tuvo que salir a
poner la cara para salvar la ropa”.
¿Cómo es posible que nadie advirtiera el shock que producirían semejantes aumentos?
Quizás la respuesta la encontremos en la siguiente confesión de una persona muy
cercana al entorno ministerial: en los últimos días al menos dos ministros –uno
del riñón macrista que acompañó al Presidente cuando era jefe de Gobierno
porteño, y otro que no proviene de su entorno más cercano– le pidieron que le
diera una solución definitiva al tema tarifario luego de expresar sus críticas
hacia el ministro Aranguren. Según relata la fuente, la respuesta de Mauricio
Macri fue tajante: “Dejen de operar contra sus compañeros. Aranguren soy yo”.
En estos términos era imposible que la postura gradualista se impusiera por
sobre la política de shock.
En este marco, las novedades y estimaciones
económicas no ayudan. Los analistas y las consultoras nacionales e
internacionales sostienen que este año la inflación llegará al 38%, la recesión
será del 1% con un repunte cercano al 4% para el año próximo. Con estas
estimaciones quien no la pasó bien fue el titular del INDEC, Jorge Todesca. La inflación para el mes de junio arrojó
un 3,1% que, si bien fue bastante menor a la de mayo, resultó mayor a la
esperada por el Gobierno. Hubo toda clase de “sugerencias” y presiones para que
el número se “acomode” por debajo del 3%. “Un 2,9 hubiera sido del agrado del
Presidente, pero la realidad marcó otra cosa”, admitieron fuentes que estaban
al tanto de esos pedidos. Ha habido en el Gobierno una subestimación
de la profundidad de la crisis económica generada por la bomba de tiempo que dejó la administración de
Cristina Fernández de Kirchner. Tal subestimación ha dejado en evidencia la
falta de un plan económico articulado. Algo ha fallado para que, de la inflación
anual del 25% pronosticada por el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso
Prat-Gay, se pase a una que va a estar cercana al 40%. “Gobernar no es más que
prever”, es una célebre frase de José Martí que el presidente Macri debería
tener en cuenta.
Producción
periodística: Santiago Serra
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