Bergoglio opositor…
26/5/2006. Clarín y apoteosis K: “La mayor multitud de los últimos
veinte años”, destaca. Chiquito, la queja de Bergoglio.
El principal escollo que tiene el
kirchnerismo para lograr perdurar en el poder por mucho más tiempo es el abuso
que ha hecho de la mentira como herramienta política. Mentir descaradamente
puede ser muy efectivo para conseguir determinados logros cuando se toma por
sorpresa a los demás. Pero sólo funciona mientras quien recibe el mensaje no
sabe que el otro utiliza la mentira como técnica. Cuando el procedimiento se
hace obvio, ya tampoco se le cree cuando dice la verdad.
Las consecuencias actuales de las
mentiras acumuladas sobre la economía son el mejor ejemplo. Ahora suman las que
desmienten que haya existido alguna vez un enfrentamiento entre el Gobierno y
Bergoglio cuando el hoy papa era cardenal. Para el jefe de Gabinete Juan Manuel
Abal Medina, el distanciamiento entre la Iglesia argentina y el kirchnerismo es
un invento de Clarín: “¿Cómo lo de Francisco puede ser algo malo? Uno agarra
Clarín y lo central (...) es cómo eso impactaba, un papa argentino, en el
Gobierno; si el Gobierno sí, el Gobierno no. Inventan que estábamos enojados y
después, como no lo estamos, dicen que cambiamos”, dijo Abal Medina.
Personalmente puedo dar
testimonio de lo opuesto: mientras sólo PERFIL criticaba al kirchnerismo y
Clarín vivía una luna de miel con el Gobierno, Bergoglio era una de las únicas
voces disonantes con el discurso único pro oficialista y me invitó a reunirnos
en la Catedral metropolitana. Lo que nos convocaba era precisamente el
compartir visiones críticas sobre el Gobierno, mientras que en aquellos años
Clarín no sólo no tenía esa perspectiva, sino que la suya era claramente
favorable al Gobierno.
El mejor ejemplo es la tapa de
Clarín que acompaña esta columna, del 26 de mayo de 2006, que tiene como título
principal “Rotunda muestra de poder de Kirchner”; la foto es de una Plaza de
Mayo desbordante, y el copete dice: “Habló ante la mayor multitud reunida en
los últimos veinte años”. Mucho más chico, abajo, se agrega: “El cardenal
Bergoglio criticó ‘la manipulación y la prepotencia’” (encomillando “la
manipulación y la prepotencia”).
Aquella reunión con Bergoglio, en
el contexto de un Clarín afín al kirchnerismo, fue en su angosta sala del anexo
a la Catedral, frente a la Casa Rosada, y el entonces cardenal tenía la radio
prendida para que los servicios de inteligencia del Gobierno no pudieran grabar
el contenido de la conversación.
Esta es una opinión personal:
creo que Bergoglio pudo haber hecho con el kirchnerismo el mismo recorrido que
PERFIL, habiendo sido uno de los primeros y mayores críticos, y con el paso de
los años quedó transformado en un moderado ante la conversión en
antikirchneristas radicalizados de aquellos que comenzaron simpatizando con
Néstor Kirchner.
En este tránsito, otro punto de
coincidencia es que muchos de los actuales críticos de Cristina dejan a salvo
de sus cuestionamientos a Kirchner, posición comprensible porque precisan
autojustificar que antes hayan apoyado, mientras que tanto Bergoglio como
PERFIL –aunque por distintos motivos– coinciden en tener una opinión desfavorable
del ex presidente, y en diferentes campos, en tener una evaluación peor de
Néstor que de Cristina. Por ejemplo, PERFIL considera que Cristina Kirchner es
más honesta que su marido, y es de imaginar que la Iglesia rescate su mayor fe.
Pareciera que para el Gobierno su
relación con Clarín hubiera comenzado recién en 2008, durante el conflicto con
el campo, y hubiera borrado de su mente un pasado que ocupa nada menos que
cinco de los diez años que lleva en el poder. Siguiendo el mismo comportamiento,
eliminará de su mente la relación anterior con el cardenal Bergoglio, dándola
por iniciada a partir del viaje de Cristina Kirchner a Roma a comienzos de esta
semana. Si Clarín puede nunca haber sido aliado, perfectamente Bergoglio puede
nunca haber sido opositor.
No sólo es comprensible, sino que
es sensato que a partir de que Bergoglio fuera electo papa el Gobierno
modificara su relación con él y la adaptara al nuevo marco de poder. Sería una
gran demostración de inteligencia convertir un adversario en aliado. Pero no
precisa mentir descaradamente.
Todos los políticos mienten por
omisión, minimizando e ignorando temas que les restan votos y exagerando la
visibilidad de aquellos que pueden resultarles positivos. Pero la mentira
descarada es un acto de violencia intelectual que no suma electoralmente.
Termina neutralizándose por la repetición de mentiras y aleja a quienes,
pudiendo estar de acuerdo en lo sustancial de ciertas posiciones del Gobierno,
no comparten sus formas.
¿Epílogo? Cristina Kirchner
también tiene una gran oportunidad con el clima que genera un papa argentino.
La de aprovechar la reinstalación de valores ecuménicos para darle una salida
no violenta a su Gobierno –y a ella misma para cuando tenga que dejar la
Presidencia– si es que Francisco realmente lograra influir de manera más o
menos duradera en el ánimo de la sociedad.
Cristina podría cambiar no ya
como resultado de un fracaso de su estilo anterior, sino como gesto de grandeza
ante algo trascendente. No cedería a las corporaciones del mundo material ni a
las limitaciones físicas que impone la economía, sino a una nueva forma de
espiritualidad inspirada por un papa argentino.
© Escrito por Jorge Fontevecchia
el viernes 22/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
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