Internas y demandas…
A boxes… Jorge Triaca. Dibujo: Pablo Temes
Deserciones y unidad en el PJ; renuncia y
grieta en Cambiemos. La economía sigue estando en deuda.
© Escrito por Nelson Castro el domingo
18/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
La campaña electoral por la presidencia ha comenzado. El
punto de partida fue el debate en el Senado por el proyecto –finalmente
convertido en ley– del Presupuesto 2019. Como en toda campaña, el primer paso
es la interna. Y esta no es la excepción. La de la oposición es ruidosa y
visible. La del oficialismo, en cambio, silenciosa y subterránea.
Las divisiones en el Partido Justicialista tuvieron esta
semana una vuelta de tuerca más con el abandono que los senadores
tucumanos José Alperovich y Beatriz Mirkin hicieron del
Justicialismo Federal que encabeza Miguel Angel Pichetto. Cristina
Fernández de Kirchner festejó esta movida. Se ve que hay poco por
festejar. Fue, sin embargo, un festejo a medias. “Ella estaba
convencida de que a Pichetto se le irían seis y no dos como finalmente
ocurrió”, cuenta alguien que sabe de lo que se habla en las oficinas del
Instituto Patria.
En verdad, Alperovich no se fue tanto por algún problema
con el senador rionegrino sino por su enfrentamiento a “matar o morir”con
el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, quien supo ser su delfín y
al que ahora considera un traidor. Ocurre que Manzur, alineado hasta aquí con
Pichetto, pretende acceder a la reelección y dejar sin futuro político
a Alperovich. En la ecuación binaria del presente peronismo, el que no está
con Pichetto no tiene otra alternativa que estar con Cristina. Las
encuestas muestran que Sergio Massa sigue sin futuro.
Nada
que celebrar.
El Gobierno festejó tanto el recrudecimiento de esa
interna como su victoria política en la Cámara alta. Es que el Presupuesto fue
aprobado por 45 votos contra 25 y una abstención. Fue un triunfo
sólido. Sin embargo, al Gobierno el festejo también le duró poco.
Primero porque el senador que se abstuvo fue nada menos que Eduardo
Costa, la carta que tiene Cambiemos para buscar ganar la gobernación de
Santa Cruz. Lo de Costa es la punta del iceberg de las tensiones con el
radicalismo en donde las voces críticas crecen en volumen y cuantía.
El segundo hecho que atemperó la euforia del
Gobierno fue la pérdida de la mayoría en el Consejo de la Magistratura.
Pero no fue solo eso sino que se produjo allí una
novedad: la alianza entre el Frente Renovador y Unidad Ciudadana. “Eso es
Cristina y Sergio Massa”, señala un “peronólogo” de rancia estirpe.
“Queremos frenar los carpetazos (contra los
jueces)”,
señaló el presidente del bloque de Unidad Ciudadana, Agustín Rossi.
Curiosa queja si se recuerda que el kirchnerismo hizo del carpetazo un
instrumento clave de la persecución política que ejerció contra quienes osaran
criticarlos. El Gobierno –una vez más– se durmió. Cuando a Mauricio Macri le
advirtieron el significado y las implicancias de la maniobra, ya era tarde. En
su premura por evitar lo inevitable, el Presidente levantó el teléfono y lo
llamó al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti para que no
votara en contra. ¿Cómo querés que vote a favor de Negri si me vive
insultando por todos lados? –dijo el gobernador. Tenés razón –fue la
respuesta escueta de Macri, que se quedó sin argumentos.
Jorge Triaca ya no forma parte del
Gobierno. La suya fue la crónica de una renuncia anunciada. El ex ministro
venía muy golpeado tanto en lo personal –las denuncias en enero por las
contrataciones de su hermana en el directorio del Banco Nación y de su cuñado Sergio
Borsalino en el ministerio, como también su relación con la CGT a
causa de lo que fue la frustrada reforma laboral–. Ese desgaste se ahondó
cuando el ex secretario de Coordinación de Políticas Públicas de la Jefatura de
Gabinete, Mario Quintana, se inmiscuyó en el asunto, cosa que no hizo más que
complicar esa ya de por sí difícil relación.
La fusión de la cartera de Trabajo y su rebaja a
secretaría dentro del Ministerio de Producción fue quitándole espacio, ya que
algunas de sus funciones fueron asumidas por el ministro, Dante Sica, un hombre
del peronismo con muy buenos vínculos empresariales y curtido en el manejo de
las relaciones con la dirigencia sindical. Triaca tuvo un ofrecimiento
para ocupar la embajada ante el Vaticano. Lo rechazó. Su idea es participar
activamente en la campaña electoral del año que viene.
Todo esto pasa muy lejos de las necesidades de la vida
cotidiana de la gente, angustiada por la economía.
El problema es que se está atacando el problema
inflacionario y tratando de evitar un traslado a precios a un costo de tasas
altísimas y encajes bancarios por las nubes. El apretón monetario es salvaje y
produce un efecto muy dañino en las finanzas de las empresas. Las que se salvan
son aquellas que tienen su economía dolarizada. Estas tasas estratosféricas no
solo no generan competitividad sino que complican a aquellas empresas que se
han endeudado para invertir en la mejora de sus procesos productivos.
Varias compañías líderes del rubro alimentario que han
tomado deuda en dólares para aumentar su producción hoy están
fuertemente afectadas por la devaluación, las altas de interés y la caída del
consumo interno. A esta altura, hay que preguntarse también cómo quedarán las
cosas cuando las tasas de interés bajen. Las tasas altas son como una gran
inundación que, cuando se retira, deja a todas las empresas destrozadas
–grafica un economista de consulta de muchas empresas y de cercanía con el
Gobierno.
Por eso, los empresarios están pidiendo de manera muy
particular un programa de mejoramiento productivo. Sin embargo, nada de ello ha
ocurrido hasta ahora. Por el contrario, tras las altas tasas, el Gobierno
implementó aumentos de impuestos para cubrir el 70% de los 3 puntos que va a
bajar el déficit fiscal para lograr el déficit cero. Esto va a
significar retracción de la economía de los privados, lo que, en lugar de
mejorar la competitividad, la desmejorará.
Lo que están pidiendo los empresarios vinculados al
consumo local (alimentos, bebidas, indumentaria, calzado, etc.) son soluciones
para mejorar el consumo, todo lo contrario de lo que habrá de producir el
programa de restricción monetaria impuesto por el Fondo Monetario
Internacional. “La inflación es la demostración de tu incapacidad para
gobernar”, dijo Macri durante la campaña electoral de 2015.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.
(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional
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