miércoles, 29 de octubre de 2014

Recuperar la gesta de los pañuelos… De Alguna Manera...


Recuperar la gesta de los pañuelos…


Universidad de las Madres. La decisión de estatizar esa casa de estudios y subordinarla a la defensa de un gobierno compromete el legado democrático de la agrupación.

El pañuelo las trasciende. Un símbolo nacido del miedo y la necesidad. Identificarse en la Plaza de Mayo cuando apenas un puñadito de madres que buscaban a sus hijos desaparecidos se instaló en el corazón del poder para increparlo y desnudar su crueldad.

¿Hay algo más perturbador que una madre que perdió a su hijo? Los griegos, que lo sabían, las escondían. Desde que las madres se instalaron en la Plaza de Mayo, allí, como en un gran teatro abierto, ellas escenificaron y recrearon los mitos ancestrales, la Gran Madre, origen de la religión, las Antígonas que desautorizan al tirano para honrar la muerte y a la par exigen justicia. Una insurgencia femenina que dio de lleno en el corazón del régimen militar y, al poner luz pública sobre lo que deliberadamente se intentó ocultar, impulsó el Juicio a las Juntas, el signo más auspicioso de la democracia naciente. Otras madres en duelo se agregaron al repertorio de la violencia del Estado. Siempre seremos deudores de todas esas mujeres que se lanzaron a la plaza de los reclamos para desnudar la mentira y exigir justicia. No la que se elabora en los despachos como estrategia de impunidad si no ese grito por la verdad y la justicia que se escuchó en todos los rincones de nuestro país, en general, mujeres que perdieron a sus hijos y no les preguntaron a las otras si era peronista, radical, comunista o socialista. Unidas por el dolor hicieron de la solidaridad el más fuerte vínculo del amor. El otro como un igual.

¿Hay algo más perturbador que una madre que perdió a su hijo? Los griegos, que lo sabían, las escondían

He pasado buena parte de mi vida adulta como testigo de las vidas individuales que se proyectan sobre lo que las unifica, el despojo de sus hijos. Historias que por respeto y compasión no siempre es posible individualizar con nombre y apellido, pero a las que igualmente cubre el pañuelo blanco. Si hay alguien con autoridad sobre ese símbolo que las trasciende, son aquellas que cumplieron con lo que se propusieron desde el inicio. El compromiso de no partidizar los pañuelos. Menos aún apropiarlo, como sucedió en Córdoba cuando Hebe de Bonafini les prohibió a las madres de los presos desaparecidos que lo usaran, porque en mi provincia la principal organización humanitaria se llamó Familiares de Presos y desaparecidos. No aceptaron la prohibición. Siguieron usando el pañuelo blanco.

Sin embargo, si perturba la madre que perdió al hijo, igualmente turba aquella que impreca, insulta. Un virus de intolerancia que ya existía pero encontró campo propicio cuando algunas madres dejaron la plaza para recibir los favores del palacio. No porque no debieran tener un lugar destacado en el palco de los homenajes de la Casa Rosada, la casa de todos los argentinos cuyo inquilino tiene siempre fecha de vencimiento, sino porque el pañuelo se contaminó con el poder, se tiñó de color partidario, con desprecio de la democracia republicana.

Siempre creí que a las madres, como a las víctimas en general, no se les debe exigir coherencia democrática. No porque el sufrimiento exima de responsabilidades, sino porque el dolor puede empañar la mirada luminosa y verdadera de una auténtica construcción democrática. En cambio, que la mayoría oficialista en el Parlamento haya legitimado como universidad pública un instituto manchado por la corrupción como la Fundación de las Madres de la Plaza de Mayo, proyecta sobre la sociedad el mismo desprecio y concepción autoritaria que descree de la democracia.

La recién estatizada fundación de las Madres de la Plaza de Mayo cargó en la cuenta de todos los argentinos, como una pesadilla compartida, el desfalco cometido en esa organización. Pero lo que es más grave es que -lejos de convertirse en una universidad para todos, democrática en su pluralidad y guiada por los principios éticos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos como base filosófica de su programa universitario- se convertirá en una escuela de adoctrinamiento para formar "militantes de la causa popular", un programa incompatible con la evolución democrática, cuyo motor de desarrollo universitario no es otro que la libertad de pensar y la pluralidad de decir.

Ya antes, durante el debate sobre la ley de medios, Hebe de Bonafini lideró una marcha a los tribunales, en donde manifestó su desprecio a la Justicia. Pero no era la primera vez que la dirigente que hizo de su nombre un sinónimo de una gesta colectiva, escupió a los jueces como expresión de su concepción revolucionaria. Pocos recuerdan la marcha que con máscaras en los rostros, manifestó al frente de los Tribunales para denostar el Juicio a las Juntas porque "era la justicia burguesa". Contrapuesta, claro, a lo que no se decía, la "justicia revolucionaria" porque en aquel momento nadie hubiera osado criticar los fundamentos de la democracia.

La historia está llena de ejemplos revolucionarios que terminaron en pesadillas totalitarias. El comunismo que prometía una humanidad igualitaria quedó reducido a los privilegios de la casta en el poder, preocupada más por la venganza que por promover una cultura de valores nuevos.

Por eso perturba que el mismo Estado que hoy ahoga económicamente y somete políticamente haya otorgado patente de universidad a un instituto que niega su autonomía ya que la subordina a la defensa de un gobierno.

Las universidades libres del control político, cogobernadas, son una herencia del movimiento reformista de Córdoba. "Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan", escribió Deodoro Roca en ese magnífico manifiesto liminar que, como testamento libertario, nos dejó la reforma de 1918.

A poco de conmemorar los cien años del movimiento reformista nacido en Córdoba, que se desplegó como influencia cultural y política por todo el continente, contrasta la subordinación de muchas universidades al kichnerismo, que se sirve de ellas para tercerizar planes de gobierno como fue el de viviendas "Sueños compartidos", sin rendición de cuentas y con cláusulas secretas, incompatibles con la transparencia que, al menos como definición, sustenta la democracia.

Es lo que sucedió con el proyecto museográfico de la ESMA o la creación del Ibope K, un medidor de audiencias del Estado. Pero la contracara de la intolerancia la expresaron también los encapuchados que ingresaron al rectorado de la Universidad de Córdoba para protestar por un convenio de la universidad con la empresa Monsanto y que, entre destrozos y gritos, le enrostraron al rector su condición de paciente oncológico.

Vergüenzas y dolores proporcionales a las libertades que nos faltan, tal la bella ecuación del manifiesto reformista que 100 años atrás ya aconsejaba que a los jóvenes no se los debe ni comprar ni adular y que no hay mejor maestro que aquel que crea belleza, bien y verdad. Aquellos jóvenes universitarios cordobeses que no buscaban "empleos" se levantaron contra una "autoridad tiránica y obcecada" que veía en "cada petición un agravio y en cada pensamiento, una semilla de rebelión".

Como de tradiciones se trata, tal vez no estaría de más preguntarnos cuál debería ser el legado de las Madres. ¿El ejemplo de las que desde el inicio pidieron Justicia sin venganza porque sabían que la patria no puede ser invocada si en su nombre se sacrifica la verdad? ¿O el ejemplo que sustentan los que se escudan detrás de los pañuelos blancos para proclamar la revolución por decreto y que, como estafadores de la legitimidad democrática, utilizan la democracia para acabar con ella?

© Escrito por Norma Morandini el Martes 28/10/2014 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.






sábado, 25 de octubre de 2014

De Tinelli a Hebe y Báez… De Alguna Manera...


De Tinelli a Hebe y Báez…

“Sueño con partido” Hebe De Bonafini. Dibujo: Pablo Temes 

A medida que se aproxima su final constitucional, el camino en zigzag del Gobierno luce más evidente que nunca. Raros voceros.

- “Este gobierno instaló la violencia verbal: si no pensás igual, sos un enemigo a atacar, destruir y si es posible matar.” (Marcelo Tinelli)

- “Los opositores, para mí, son enemigos.” (Hebe de Bonafini)

- “Lázaro no es socio de Cristina, es su empleado, lo maneja por teléfono.” (Eduardo Arnold, ex vicegobernador de Néstor Kirchner)

Detrás de las noticias sobre Marcelo Tinelli, Hebe de Bonafini y Lázaro Báez se pueden descubrir las claves de la decadencia de un gobierno que potencia y multiplica sus peores actitudes a medida que se acerca su final constitucional. Cristina mantiene su iniciativa política mediante volantazos espasmódicos que confunden a su propia tropa, pero sigue firme en su irracionalidad de gestión económica y su vocación de aislamiento autoritario. Es autodestructiva, avanza un paso, pero retrocede dos.

Nada explica cuál es su conveniencia en desatar una guerra contra Marcelo Tinelli. ¿Quién salió herido de estas refriegas? Cristina, sin dudas. Confrontar contra el personaje más popular de la Argentina sólo es necesario si se trata de un opositor acérrimo y golpista. Tinelli nunca lo fue. Todo lo contrario. Además de su militancia histórica en el “tinellismo”, el conductor televisivo tuvo una excelente relación con Néstor Kirchner, al que lloró abrazado a su viuda el día de su muerte. El matrimonio presidencial cerró la campaña de Cristina 2007 en Bolívar jugando a que jugaban al vóley con Tinelli. Hasta hace apenas nueve meses el Gobierno estuvo a punto de cerrar un trato con él para hacer un Fútbol para Todos más profesional y menos panfletario. Máximo Kirchner le bajó el pulgar, y esa fue la señal para la que la jauría injuriadora de Diego Gvirtz se dedicara, junto con el grupo de tareas de los blogueros K, a masacrar al cuervo Tinelli. Menemista, ladrón y cosificador de la mujer fue lo menos que le dijeron a quien hasta media hora antes era el simpático jefe de la televisión popular del entretenimiento. Bonafini lo crucificó. Luis D’Elía lo acusó de ser responsable de la violencia juvenil. La reacción del astro de los 20 puntos de rating (más de 25 estadios como los que llenó La Cámpora) fue contundente. Sacó como conclusión que Cristina está de acuerdo con lo que dicen sus voceros más desprestigiados, que fue elegido como enemigo y aunque descalificó al  piquetero y habitual vocero iraní como “negador del Holocausto” y violento, aprovechó su programa para fustigar a un gobierno con la demoledora frase con la que comienza esta columna.

Con la estatización de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, los Kirchner cierran uno de los círculos más viciosos de su vida política. Jamás movieron un dedo por los organismos de derechos humanos mientras fueron patrones de Santa Cruz. A Hebe Bonafini no la ayudaron nunca ni con un pasaje de avión para que hicieran algún acto en Río Gallegos. Tanto Néstor como Cristina se lavaron las manos y se enriquecieron mientras otros abogados se jugaban la vida presentando habeas corpus durante la dictadura. Pero ni siquiera en democracia, con Néstor como intendente y gobernador, fueron capaces de tener un gesto de ayuda a las Madres cuando las Madres no tenían camiseta partidaria y eran un ícono de la lucha pacífica por la verdad y la justicia, y en contra de la impunidad del terrorismo de Estado.

Después, los Kirchner hicieron todo lo contrario. Se dieron cuenta de que podían utilizar a las Madres y Abuelas como escudos para ocultar su falta de compromiso en esos temas y para tapar la matriz corrupta del Estado que instalaron. Descargaron una lluvia de dinero sobre las Madres y eso ensució sus pañuelos blancos, envileció su lucha titánica y heroica, y la redujo a una fundación que más que Sueños Compartidos se transformó en una pesadilla para los verdaderos luchadores honrados. Con Hebe como autora intelectual y Sergio Schoklender como autor material, se malversaron fondos, se evadieron impuestos de todo tipo y se hicieron estafas que la Justicia castigará más temprano que tarde.

Las Madres de Plaza de Mayo que nunca habían tocado un peso, que no aceptaron ni la indemnización del Estado por la desaparición de sus hijos, de pronto se convirtieron en un lugar oscuro, que interactuaba con cuevas financieras que cambiaban cheques y con un manejo que las hundió en la lógica de los políticos malandras. Como los Kirchner nunca lograron llegar a la estatura moral de lo que fueron las Madres de Plaza de Mayo, de a poco lograron bajarlas a su altura ramplona de usureros del toma y daca, y los negocios oscuros.

Sólo faltaba igualarlas al caso Ciccone. Estatizar la universidad para limpiar las huellas de la vergüenza. Hebe Bonafini cambió los amigos que la ayudaron desinteresadamente por compromisos políticos que la hundieron interesadamente. Abandonó y hasta fustigó a Vicente Zito Lema, Osvaldo Bayer y Magdalena Ruiz Guiñazú, entre otros, y se abrazó a Sergio Schoklender, Amado Boudou y Luis D’Elía. Está todo dicho: cambió la honradez por la mano en la lata.

Liberada de esas buenas relaciones, apeló a su tosudez autoritaria y se convirtió en una máquina de sectarismo. Celebró el genocidio de 5 mil personas en las Torres Gemelas, acusó de turros a los miembros de la Corte Suprema y convocó a tomar por asalto los Tribunales, elogió a la ETA y tuvo conceptos antisemitas. Consultada por una radio amiga, Hebe confirmó lo obvio: para ella, no hay oposición. Son todos enemigos.

La empresa de demolición y profanación de emblemas ecuménicos de los Kirchner cometió el peor de los pecados. Enterró en el barro a los relucientes pañuelos blancos. El sentimiento de culpa por no haber contribuido en nada a construir el edificio ético de las Madres los llevó a dinamitarlo a la vista de todos y con el voto de 132 diputados.

Finalmente, la operación de los fondos buitre para quebrar a Cristina se hace cada vez más compleja e inquietante. La extorsión es un delito repudiable, pero nadie que no tenga nada que ocultar puede ser extorsionado. Ahora las versiones incluyen no sólo las cuentas de la familia Kirchner en complicidad con Lázaro Báez. Hay un fantasma que se agita sobre los tristemente célebres fondos de Santa Cruz. Una fortuna que Néstor fugó al exterior de la que nunca hubo un dato cierto o un papel membretado. Ese dinero que les permitió hacer política y llegar a tres presidencias Kirchner podría convertirse en la llave que cierre para siempre este ciclo histórico.

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 25/10/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.