domingo, 30 de octubre de 2011

Astiz, El retrato del siniestro... De Alguna Manera...

El retrato del siniestro "ángel rubio" que lo mostró ante el mundo…

Inmutable. La misma expresión hierática, tres décadas después. Alfredo Astiz se sentó en el banquillo en 1985, durante el primer juicio a las Juntas; y ahora, cuando fue condenado tras 22 meses de deliberación.

Una semblanza atrapante de Astiz, el militar condenado esta semana a cadena perpetua, escrita hace 30 años por una periodista española. Hace casi treinta años, tras la guerra de Malvinas y antes de la vuelta de la democracia, la periodista española Maruja Torres escribió, para el diario “El País” de Madrid, una minuciosa semblanza del entonces teniente de navío Adolfo Ignacio Astiz. Se valió de los testimonios y descripciones de algunos sobrevivientes entre los 5 mil secuestrados que pasaron por la ESMA, quienes retrataron con detalles los entonces poco conocidos métodos de tortura y desaparición de personas. Esta semana se hizo justicia: Astiz pagará con prisión perpetua su papel protagónico en los años más oscuros. Un texto brillante.

La persona que tengo ante mí y que –como los otros que me nutren para este reportaje– me pide que le respete el anonimato, ya que no los recuerdos, se explica a sabiendas de que me va a costar entenderle: “Cuando digo que Alfredo Astiz no es como le definen los periódicos no quiero significar que sea mejor. Sencillamente, es distinto. No es un torturador, en el sentido de que su misión no era conducir los interrogatorios ni aplicar la picana eléctrica, aunque seguramente alguna vez lo hizo si fue necesario. Pero es un torturador, a lo mejor el que más, porque él era uno de los que suministraban el material humano que luego iba a parar bajo las manos de los verdugos. Desde un punto de vista ético, moral y de responsabilidad histórica, Astiz está metido hasta el cuello. Sin embargo, no quiero ser injusto con él, y si alguna, vez volvemos a encontrarnos cara a cara, pretendo que sepa que nunca le falsifiqué, que expliqué su monstruosidad tal como era, sin simplificarla”.

La persona que tengo ante mí es uno de los pocos supervivientes –unos cien de entre los 5 mil secuestrados que pasaron por la tétrica Escuela de Mecánica de la Armada– que hoy permanecen refugiados en Madrid. Alguien que conocía a Astiz como quizá sólo las víctimas, llegan a calar en sus verdugos.

Otro testimonio –otro superviviente– coincide: “No es un Martín Borman. Eso sería demasiado fácil”.

Y no es un personaje fácil, no, el teniente de navío Alfredo Astiz. No es un hombre a la manera de Pernía, alias el Rata, que antes de hincarle la picana en la carne a una mujer suplicaba: “Permiso, señora”. Ni a la de Acosta, alias el Tigre, un dandy que se cambiaba de atuendo varias veces al día y disponía de distintos relojes marca Rolex para conjugar con el traje, y que entre dos torturas practicaba la navegación a vela, y que descendía a la cámara de los horrores en chándal, con un whisky en una mano y un lanzagranadas en la otra, y que en plena aplicación del suplicio hacía una pausa para explicar, en su gracioso estilo onomatopéyico –“y entonces el destructor, brrrrrrrummmm, en vez de atracar, encalló, plas, plum, y chim, pom”–, ocurrentes chistes mientras sus víctimas gemían de dolor. Tampoco es como Benasi el minucioso, el concienzudo, que aplicaba el martirio tan prolijamente que más adelante fue enviado a Arabia Saudita para asesorar al rey Jaleb. “Astiz era un oficial típico de la Marina argentina. Si su nombre trascendió fue por haberse visto envuelto en asuntos internacionales.”

Intoxicación de titulares. Asuntos internacionales: dos monjas francesas y una súbdita sueca –la suequita, como ellos la llaman– capturadas, torturadas y asesinadas. Pero luego hablaremos de eso. Ahora estamos en que hay que prescindir de la intoxicación de titulares de periódico y notas de agencia, del Astíz pintado como un lobo sediento de sangre humana, para ceñirse a otra realidad mucho más compleja, a otro infierno.

Para entender a quienes se refieren a Alfredo Astiz como a un enemigo distinto –y no por ello menos pavoroso– hay que empezar imaginando, si se puede, ese edificio de cuatro plantas situado en el bonaerense barrio de Núñez, en la Avenida del Libertador, a cuatrocientos metros escasos del estadio de River Plate. La cámara de tortura está en el sótano; en la planta baja se encuentran las oficinas operativas y de inteligencia; en el primer piso hay cuartos vacíos, en el segundo están los dormitorios de los oficiales permanentes, y en el último, la capucha, en donde se hallan, en un ambiente, dividido por tabiques, los detenidos que no están siendo torturados. El mundo comienza y termina ahí, hasta el punto de que los gritos de los hinchas, que llegan amortiguados desde el estadio, parecen sonidos de ultratumba. Es como vivir en el interior de un submarino –es el otro lado del espejo–, la locura, quizá tanto para los verdugos como para sus víctimas. Porque la mayoría de quienes realizan entre esos muros su oficio de muerte tienen detrás una familia destrozada.

Un mundo en el que la lectura favorita de todos es la trilogía de Larteguy, Los centuriones, Los pretorianos y Los mercenarios. Un mundo en el que algunos de los secuestrados sobreviven porque precisamente han tenido alguna vez en sus manos esos libros, y para ellos es como un manual, un catálogo de lo que en la escuela van a encontrarse. Un mundo en el que el prisionero constituye la única familia de su capturador, porque en cuanto uno caía en las redes del Selenio –nombre de batalla del grupo operativo 3.3.3.2, de la Escuela de Mecánica de la Armada–, uno pasaba a pertenecer en cuerpo y alma al oficial que había dirigido la caza.

Tampoco puede entenderse la Escuela sin profundizar antes un poco en el papel de la Marina, cenicienta que ha sido a lo largo de la historia de Argentina, intentando siempre colocar presidentes en lo alto y fracasando siempre, tratando siempre de sobrepasar al Ejército y la Aeronáutica y desbordada siempre.

Ese rosario de frustraciones se vio interrumpido gracias a dos factores: la toma del poder por parte de la Junta Militar en marzo de 1976 y la ambición sin límites del entonces comandante en jefe de la Fuerza Naval, Eduardo Emilio Massera, quien vio la ocasión de hacerse con una importante parcela de poder a cambio de convertir la Escuela, que tradicionalmente servía para impartir enseñanza técnica y formar como suboficiales a muchachos de extracción modesta, en el primer centro de obtención de información enemiga del país; es decir, en el más importante templo de la tortura, el traslado, la desaparición, el exterminio.

Fue inútil que el Servicio de Inteligencia Naval pretendiera que la Escuela y su grupo operativo, Selenio, no se escaparan de su órbita. Massera hizo que ese instrumento de poder dependiera directamente de su voluntad, y a la Junta Militar le pareció muy bien, hasta el punto de que pronto Selenio extendió su radio de acción por todo el país y más allá de los océanos, a pesar de haber nacido con el pretexto de proteger los territorios adyacentes a la Escuela.

(...)

La Marina te llama. En la Escuela se daban tres tipos de represores. Estaban los burócratas, la mayoría, un 70 por ciento, los típicos “hago-lo-que-hago-porque-me-lo-ordenan”, que cumplían al pie de la letra, sin pasarse ni quedarse cortos, y que se llamaban a sí mismos profesionales. Luego estaba un 20 por ciento de psicópatas, de esos que babean, lloriquean y jadean cuando torturan, y que pertenecen al prototipo del verdugo hollywoodense.

Y, finalmente, apenas un 10 por ciento, uno se encontraba con los convencidos, los que actuaban en nombre de una ideología. Eran los peores. Entre ellos se encontraba Alfredo Astiz. Desde muy niño había querido ser oficial de la Marina: por mucho que mire atrás no recuerda haber pretendido otra cosa. Y, de alguna manera, es natural, lo lleva en la sangre. Su abuelo poseía unos astilleros. Su padre fue un marino de los de cuerpo entero, de esos que permanecen en el puente de mando infundiendo valor a sus hombres, capaces de hundirse con el barco, a la manera de un personaje de Conrad o Stevenson. Lástima que tantas virtudes navales tropezaran con la ambición de Massera, que nunca le permitió llegar a contralmirante. En cambio, Massera estuvo encantado de introducir a Astiz hijo en el turbio asunto de la eufemísticamente llamada lucha antirrepresiva: era una forma de pringar a la Marina tradicional hasta el cuello en la más sórdida página que ha conocido la historia argentina.

(…)

Alfredo Astiz tenía 23 años cuando triunfó el golpe y era prácticamente igual que ahora, igual de valiente, igual de seguro, con la sonrisa inocente, el mechón claro acariciándole la frente, el cuerpo de jugador de rugby, el talante caballeroso de oficial de elite frecuentador de niñas bien a las que no presta atención excesiva. La primera operación en la que el joven Astiz participa, antes de pertenecer a Selenio, tiene efecto poco después del golpe, cuando se procede a secuestrar –y podría decirse que es un secuestro hasta cierto punto legal, teniendo en cuenta lo que vendrá después– a políticos y sindicalistas que pueden oponerse al régimen de Videla. La operación se lleva a cabo utilizando microbuses, y Astiz se jacta de su eficacia, de que ha resultado mucho mejor que cuando el golpe de 1966, en el que, según le han dicho, hicieron lo mismo utilizando microbuses de una sola línea y, claro, aquello fue un desmadre.

Más adelante, a principios de 1977, Astiz llega a la Escuela de Mecánica de la Armada como uno de los oficiales rotativos que operan contra los montoneros durante períodos de tres meses y que luego son enviados a otro destino, a descansar y, sobre todo, a olvidar la sucia tarea que estuvieron desempeñando: otro ingenioso invento de Massera para implicar a la oficialidad en la represión.

La suequita. De la desaparición de la ciudadana sueca Dagmar Hagelin –de apenas 16 años–, como de las monjas francesas, los montoneros supervivientes carecen de información directa, y la que tienen les viene de terceros, de médicos o guardianes de la Escuela. Parece bastante seguro, sin embargo, que Alfredo Astiz participó en la operación de captura como uno más entre la treintena de oficiales que sitió la casa a la que ella acudió, aunque resulta bastante probable que la bala que se alojó en su cabeza perteneciera a la escopeta que el joven Astiz –alias el Rubito–solía utilizar en este tipo de operaciones. El disparo rozó el cerebro de Dagmar y la dejo hemipléjica, sin control de esfínteres. Luego la llevaron a la Escuela, la torturaron y, finalmente, la mataron.

En aquel tiempo, la orden de eliminación tenía que proceder de Acosta, el jefe máximo del grupo: Astiz todavía era un recién llegado. Uno y otro habían cometido un dramático error, porque Dagmar no era la montonera que buscaban. Pero cuando pensaron en devolverla, en vista del escándalo internacional que la Embajada sueca estaba organizando, consideraron que la muchacha estaba impresentable. La suprimieron.

“¿Qué han hecho con ‘el Rubito’?” La operación más brillante en que Astiz participó, aquella por la que más tarde se haría, como suele decirse, tristemente famoso, fue su infiltración en el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo. Se le puede imaginar fácilmente: joven, rubio, guapo, simpático, tierno, el hijo con el que todas aquellas mujeres desangradas podían identificarle. Apareció en la Plaza de Mayo fingiendo ser hermano de un estudiante desaparecido.

En esa misma ocasión la policía –una hábil maniobra–carga sobre las madres, él trata de defenderlas a golpes, las madres se conmueven, se arrojan sobre los agresores, le rescatan.

Y a partir de ese momento, Alfredo Astiz se convierte, para ellas, en el Rubito, alguien a quien proteger y adoptar, alguien que les protege a su vez. Le introducen en la comisión, y él y una montonera detenida en la Escuela que más tarde se une a él en la infiltración, fingiendo ser hermana suya –hoy, vive en Madrid y afirma que fue obligada a ejecutar ese trabajo–, consiguen asistir a diversas reuniones. El día en que se produce la recaudación de fondos, cuando las dos monjitas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet, acuden a la modesta colecta que han obtenido por su parte, los de Selenio caen sobre ellas. Son capturadas las dos religiosas y 13 madres, y también el Rubito y la Rubita, pero a éstos se les deja en libertad inmediatamente, aunque sus víctimas lo ignorarán siempre.

“¿Dónde está el Rubito?, ¿Qué han hecho con él?”, dicen que preguntaban las monjas en su celda, encapuchadas y con grilletes en tobillos y muñecas. Y dicen también que nadie se atrevió a contarles la verdad.

(…)

El ocaso del guerrero. Dicen que Alfredo Astiz, a veces, reflexionaba en voz alta sobre el futuro. “Si la Marina me larga por lo que he hecho aquí, ¿a qué me voy a dedicar? Claro que”, se animaba, “tengo una buena capacidad técnica, soy hombre rana, paracaidista, experto en explosivos, sé hacer muchas cosas... Podría irme a un país africano como mercenario.” Luego, de repente, renacía su confianza: “No, el Anna no me abandonará”.

Y no le abandonó. Le dio finalmente, como premio, la guerra con la que había soñado desde que era pequeño. Después de haber combatido en esa otra guerra rastrera contra madres y monjas, después de haber asesinado concienzudamente, el teniente de navío Alfredo Astiz pudo finalmente combatir contra verdaderos destructores, contra cañones auténticos y soldados entrenados como él para la muerte.

Y entonces se rindió. De acuerdo con su lógica marcial, hubiera tenido que pegarse un tiro: pero ahí le falló el personaje. Por eso, ahora, quienes le recuerdan, dicen que es un monstruo con fisuras. Un monstruo con los pies de barro.

© Escrito por Maruja Torres (*) y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 29 de Octubre de 2011.

(*) Publicado en Diario El País de Madrid el 22/05/1982.

Donde Encontrarlos... De Alguna Manera...

Dónde encontrarlos...

La desaparición. Ese mal indecible que nos asoló pretendiendo dejarnos inermes, atrapados por el abismo de lo insondable para siempre. Sin tumba para siempre. Sin nombre, sin edad, sin paradero, sin historia, para siempre. ¿Qué se podía hacer frente a una perversidad atroz que hacía de la incertidumbre lo único pasible de hallar en los años de la oscuridad más cerrada que vivió nuestro país?

Nadie sabía. No había respuestas. ¿Qué hacer frente a tamaña ignominia, frente a aquello que de tan siniestro no tenía ni nombre?

Ellas hicieron. Salieron a buscar. Primero a sus hijos, vivos. Los querían con vida. “Hasta que aparezcan todos.” Si la esperanza es un propósito activo, dice el poeta “el mejor modo de esperar es ir al encuentro”. Y ellas no esperaron, salieron a buscar. No esperaron ni aquellas que desaparecieron buscando a sus hijos, “las de la Santa Cruz”; ni las otras, sus compañeras de camino que hoy todavía giran en torno de una Pirámide que las transportó en su búsqueda más allá de cualquier frontera. Que hizo de esa búsqueda un hallazgo.

Luego la conciencia de la tragedia empezó a embargar esos miles de hogares. La posibilidad de esa realidad negada, de la última, de la que uno nada quería saber, empezó a vislumbrarse como el lugar de la desaparición. Como un destino ineluctable. Pero nunca cejaron. Fue un movimiento que las tuvo y las tiene como símbolos pero que encarnó muchas luchas, otras, innumerables luchas que a veces debieron invisibilizarse, pero que sobrevivieron a la desaparición.

Y cada uno de los logros en esa misión de una posición ética a toda prueba fue derribando trabas, corriendo columnas, atravesando sinsabores y deshaciendo obstáculos. Memoria, verdad y justicia. Justicia pedían. Pero dicen “nunca creímos que iba a llegar...”, y “seguimos porque falta mucho, pero mucho también hemos logrado”.

Decía en un escrito en abril de 2005, dando cuenta de esa búsqueda que genera la desaparición, sobre aquellas diferentes instancias adonde se vuelve recurrentemente para encontrar a los desaparecidos: “Te buscamos, como había que buscar entonces, como se buscaba en esa época funesta de nuestra historia, como ustedes nos buscaban a nosotros. Golpeando puertas, recorriendo, denunciando. Todo era inútil. Fueron cartas, presentaciones, viajes, hábeas corpus. Un gran interrogante sin respuestas. Todo era inútil. Eso era la desaparición. Parecía como si se los hubiese tragado la tierra. Pero no era así. Eran las Fuerzas de Seguridad las que secuestraban, torturaban y asesinaban. Por eso ustedes pasaron a ser, también ustedes, detenidas-desaparecidas, como los hijos que buscaban. Las madres buscaban a sus hijos y los hijos buscaban a sus madres, en el país de lo indecible. Después buscamos la justicia. Tampoco llegó. También estaba desaparecida.

Buscamos como había que buscar, y buscamos también de otras maneras: ¿Cómo? ¿Dónde? (...) En las miradas de otras madres, en sus abrazos.

(...) Te buscamos en una plaza con tu nombre, en un árbol plantado en la avenida San Juan. Te buscamos en el río cuando, en un acto simbólico –la pucha, tan bien intencionado– esparcimos las cenizas de papá, para juntarte, simbólicamente, con él. Y vos ya no estabas. Desencuentro trágico que da cuenta, una vez más, de la desaparición. Un equívoco permanente, un no lugar. El problema no es si la cita es en una plaza, en un árbol, en el río, el problema es cuando uno de los dos no puede asistir a esa cita. El problema no es si la tumba o el epitafio.

El problema es la tumba sin epitafio o el epitafio sin tumba.

Y así estuviste vos recluida en los confines de lo siniestro, de lo innombrable durante 28 años, mientras nosotros te buscábamos a ciegas.

Y así tuvimos que aprender, duramente, muy duramente, a encontrarte.

En abrazos ajenos. En las miradas de nuestros hijos. En sus sonrisas. En las imágenes en las que los hijos que ustedes buscaban, madres de todos, las abrazan con sus miradas eternas”.

Con la esperanza intacta y la voluntad irrompible. La desaparición podía ser una madre, un hijo, un hermano, un sobrino, un tío, un primo, un abuelo, un esposo, una esposa, un amigo. Alguien cuya ausencia se tornaba insoportable, alguien a quien urgía encontrar.

Y se fueron construyendo lugares donde encontrarlos. Espacios tangibles e intangibles en donde pudiera aliviarse el alma.

El 26 de octubre de 2011 tuvo lugar un hecho histórico. Fueron condenados un grupo de integrantes del GT332 que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada en esa larga noche de tinieblas.

En una audiencia colmada de presencias, miles de ausencias se encontraron en la búsqueda de cada uno de los presentes. Y entonces los encontramos. Sí, de nuevo los encontramos. En los aplausos, en las fotos enarboladas como escudos que defienden del olvido y de la desmemoria, en las voces pronunciadas entre todos, en sus ojos que miran desde los nuestros.

Y se convirtió, entonces, ese recinto que a esa sociedad le queda chico, en otro lugar, en un nuevo lugar donde encontrarlos. No hace falta que la sociedad asista a las audiencias para hacerse cargo de un hecho que, a todas luces, la involucra, la atraviesa de punta a punta, la invade por todos los poros.

Allí en ese recinto, con el eco de sus nombres, con la verdad que fue eclipsando sin vuelta atrás la impunidad, la Justicia se convirtió, también ella, en un lugar donde encontrarlos.

© Escrito por Ana María Careaga (*) y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 30 de Octubre de 2011.

* Directora del Instituto Espacio para la Memoria. Sobreviviente del CCD El Atlético. Hija de Esther Ballestrino de Careaga, Madre de Plaza de Mayo secuestrada en la Iglesia de la Santa Cruz el 8 de diciembre de 1977.

Comparaciones Odiosas... De Alguna Manera...

Comparaciones odiosas...

Cristina obtuvo una victoria aplastante, cuya extensión y amplitud le importan menos que no haberle fallado a Kirchner. Los seis puntos de ventaja sobre Scioli no la enorgullecen tanto como el resultado en Santa Cruz, donde se radicó por seguirlo. La quita de la deuda griega es un excelente punto de comparación con el caso argentino. Lo que logró Kirchner fortalece a Cristina para las nuevas pulseadas. El juicio ESMA y la diferencia entre una dictadura sin ley y el estado de derecho.

Después de las elecciones del domingo pasado, CFK viajó a Río Gallegos para trasladar a su destino final los restos de Néstor Kirchner, y esta semana asistirá en Francia a la cumbre del G20. Se encontrará allí con algunos de los gobernantes de la Eurozona que el jueves anunciaron en Bruselas una quita del 50 por ciento sobre la deuda soberana griega en manos privadas o un 33 por ciento sobre el total. El liderazgo político de Francia y Alemania y el Fondo Monetario Internacional impusieron esta solución a los bancos, representados por el Instituto Internacional de Finanzas.

Dejaron en claro que era preferible una reestructuración que pudiera presentarse como voluntaria, pero que si los bancos rehusaban, no recibirían una oferta mejor. El acuerdo implicaría para Grecia un ahorro de cien mil millones de euros (141 mil millones de dólares), según una ingeniería de emergencia, atada con alambre. La deuda griega equivale a más de un producto interno bruto y medio, tal como ocurría con la argentina a comienzos de siglo.

Kirchner y la deuda

Estos datos son útiles para redimensionar la negociación que Kirchner condujo en 2005. El trabajo Haircuts and the cost of sovereign default, publicado hace dos semanas en el portal VoxEU.org, del Centre for Economic Policy Research (http://www.CEPR.org) estudia las reestructuraciones de deuda producidas en el mundo entre 1970 y 2010. Según sus autores, Juan José Cruces, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, y Christoph Trebesch, profesor de la Universidad de Munich, con 43.736 millones de dólares la reestructuración argentina fue la mayor de la última década y la quita, del 76,8 por ciento, sólo fue superada por la de Irak. Pero la deuda iraquí era casi tres veces menor que la argentina y fue condonada bajo la presión de las tropas estadounidenses ocupantes. Los países que declaran la moratoria de sus deudas “no parecen enfrentar serias penalidades en los mercados de crédito a mediano y largo plazo” y sus efectos en los costos del crédito son pequeños o poco duraderos.

Los países que defaultean, a menudo tienen acceso a los mercados de capital “apenas un año después de la crisis”, lo que contradice “la teoría económica que sugiere un castigo en la reputación y la exclusión del mercado”, concluyen. A la luz de este análisis, es más notable que el crecimiento espectacular de la economía se haya realizado sin que el gobierno argentino recurriera a nuevo endeudamiento. Cuando lo haga, cuando las tasas que le ofrezcan sean atractivas, sólo será para financiar obras públicas. Recién ahora, con 141 mil millones de dólares Grecia pasará a encabezar el ranking en valor absoluto, aunque la quita que obtenga será inferior a la que consiguió Kirchner y a cambio de ella Atenas deba admitir una supervisión cotidiana de sus decisiones por parte del Fondo Monetario, el Banco Central Europeo y el Consejo de Europa, que harán añicos lo que queda de su soberanía nacional. Además, Grecia sólo reducirá su ratio de endeudamiento a 120 por ciento del PIB, mientras la Argentina lo hizo al 46,3 por ciento, de las cuales la mitad son deudas con el sector público nacional (ver cuadro 1).

Hablemos de votos

Las comparaciones no son menos odiosas si se habla de votos. Cristina se impuso con el mayor porcentaje de votos y la mayor diferencia con la primera minoría en la historia postdictatorial. Venció en todas las provincias salvo San Luis, en todos los partidos de la provincia de Buenos Aires salvo Rivadavia (cuna del ex dictador Harguindeguy), en todas las grandes ciudades excepto Rosario y en todas las comunas porteñas salvo Recoleta, Palermo, y Núñez-Belgrano- Colegiales. En esas comunas es aún más impactante que en el total del país el trasvasamiento directo de votos de Duhalde a Binner entre las Primarias de agosto y la elección del domingo 23.

En el conjunto del país, Duhalde atrajo a un millón y cuarto menos votantes que en las Primarias, y Binner un millón y medio más. En la provincia de Buenos Aires uno perdió 480 mil votos y el otro sumó 640 mil. En Recoleta, Duhalde perdió 19.775 votos y Binner ganó 17.048; en Palermo, el bañero de Lomas de Zamora retrocedió 24.112 votos y el médico rosarino avanzó 24.596 y en Núñez-Belgrano-Colegiales, el esposo modelo cedió 25.082 votos y la nueva esperanza blanca incrementó su cosecha en 28.525. Esto señala el fuerte carácter antikirchnerista, con especial anclaje en los sectores más acomodados, del Frente Antiinflacionario Progresista, lo cual desmiente la alarmada presunción de que sus votos en el Congreso se sumarían a los del gobierno.

Tal vez ocurra en algún caso, pero nunca como norma. En la provincia de Buenos Aires, CFK obtuvo el 56,28 por ciento de los votos válidos emitidos para la presidencia y Scioli poco más de un punto menos, el 55,06 por ciento para la gobernación. La distancia real es aún mayor, ya que para gobernador hubo 1,1 millón votos en blanco y para presidente apenas 299.000. Cristina fue votada por 4.704.016 bonaerenses, esto es 538.467 más que Scioli, y 48.502 más que la suma de Scioli (4.165.549) y Martín Sabbatella (489.965). Sobre el total de los votos emitidos la diferencia entre la presidente y el gobernador alcanza al 6,17 por ciento. Minimizar su importancia es una clara toma de posición política. Destacarla, también. Cuando habla de las elecciones, Cristina no se detiene en Buenos Aires sino en Santa Cruz y no por razones políticas sino afectivas. “Si Eduardo Costa nos hubiera quitado la gobernación, él se levantaba y nos llamaba inútiles a todos”, bromea muy en serio. Partida de dolor en el aniversario, su consuelo es sentir que no le falló a Kirchner (ver cuadro 2).

La pulseada

La dimensión del triunfo electoral no ha servido como disuasivo para los sectores dominantes, a los que cualquier ocasión les parece propicia para pujar por un cambio de política. Lo plantearon en 2005 luego de la renegociación de la deuda, en 2007 cuando CFK sucedió a Kirchner, en 2008 luego del voto de Cobos a favor de las cámaras patronales agropecuarias, en 2009 al terminar el escrutinio de las elecciones legislativas, en mayo de 2010 ante la masividad de los festejos del Bicentenario y en octubre apenas dos horas después de la muerte de Kirchner. De nuevo después de las primarias del 14 de agosto y otra vez ahora. El propósito invariable es forzar el abandono de las políticas plebiscitadas el domingo 23. El fracaso de la estrategia de demolición intentado por la Sociedad Rural, Techint, el Grupo Clarín y el resto de la oligarquía diversificada dio paso a un acercamiento sinuoso: incidir desde adentro en vez de confrontar, como postula el ex empresario José Mendiguren.

El miércoles comenzó la desilusión, ante la respuesta contundente y una vez más sorpresiva a la escalada contra el peso, que pretende forzar su devaluación, para licuar los salarios, incrementar rentabilidad sin inversión e imponer el ajuste sobre el gasto público y una nueva salida al mercado de capitales. Ese no es el programa del gobierno, sino el de las propuestas electorales derrotadas. Como de costumbre, el kirchnerismo subió la apuesta para que no queden dudas sobre su decisión de ejercer el poder político que, en defensa propia, le confirió la sociedad. El nivel de reservas es más que suficiente para copar la parada y volverá a crecer en 2012, debido a la estacionalidad de las liquidaciones de la cosecha de granos. Cristina, su ministro de Economía y vicepresidente electo, Amado Boudou, la presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray y la ministra de Seguridad, Nilda Garré, son personas poco impresionables por la combinación de amenazas y seducciones y harán todo lo necesario para que quienes se negaron a escuchar el mensaje de las urnas no puedan ignorar los aullidos de lo que Perón llamaba la víscera más sensible del hombre (y de la mujer, como diría si viviera hoy).

Los banqueros deberían saber mejor que nadie que las espaldas del Estado son las más anchas y que si no rectifican su conducta de los últimos meses, serán ellos los que entrarán en dificultades, por más divagaciones sobre presuntas “inconsistencias del modelo” con que intenten encubrir su apuesta perdedora. En el mes que termina mañana los plazos fijos en pesos dieron más rendimiento que el dólar y nada sugiere que esto vaya a cambiar ahora. Todas las medidas adoptadas en estos días son de inobjetable legalidad y perfeccionan la calidad institucional. La obligación a presuntos capitales extranjeros, que en realidad son fondos argentinos fugados, de liquidar divisas por compras de activos en el país es un golpe mortal al circuito en negro en el que se mueven esos capitales especulativos. Desde mañana, además, cuando alguien vaya a un banco a comprar dólares le pedirán el número de su clave única de identificación tributaria o laboral y la base de datos de la AFIP indicará en tiempo real si con sus ingresos puede justificar la operación. La inteligencia financiera que está perfeccionando el gobierno le permite detectar en tiempo real quiénes realizan cada operación con divisas.

Con el pragmatismo habitual, Cristina tiene en preparación nuevas medidas que se aplicarán en el momento menos pensado, de ser necesarias. Algunas podrían coordinarse con Brasil, como ya ocurrió durante los gobiernos de Kirchner y Lula. Los ministros de Economía y de Industria y el secretario de Comercio Interior visitaron en San Nicolás la planta de Techint, que luego de otra pulseada similar debió resignarse a integrar a los directores por la minoría que designó el Estado. El debate prosigue ahora sobre los proyectos de inversión, que el Estado quiere canalizar en función del interés nacional. Los funcionarios discutieron in situ acerca de esas inversiones y saludaron a los trabajadores. La gerencia expuso estadísticas de producción de todo el mundo. Guillermo Moreno los chanceó:

Ah, ustedes cuestionan nuestras estadísticas, pero dan por buenas las de China.

El mensaje es que sólo habrá sonrisas con quienes vayan por las buenas y respeten las decisiones institucionales que procuran garantizar la seguridad jurídica, no para cuarenta empresas sino para cuarenta millones de argentinos.

Tirar el camión

Los históricos socios sindicales del poder económico, cómplices de las privatizaciones del menemismo, procuran aprovechar el momento para recuperar la conducción de la CGT, desplazando a Hugo Moyano, que las resistió entonces junto con la CTA. La exasperación del moyanismo frente al gobierno no es eficiente para la defensa de su posición. La detención del delegado ferroviario Rubén Sobrero y la penosa injerencia del jefe saliente de gabinete, Aníbal Fernández, merecían el firme repudio que cosecharon, pero la afirmación de que sólo los sindicalistas van presos machaca en el mismo clavo corporativo que se puso incandescente cuando llegó la rogatoria judicial suiza.

El anuncio de Pablo Moyano de movilizaciones callejeras para exigir la elevación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias conduce a los camiones a un callejón sin salida. En Estados Unidos y los países más prósperos de Europa el impuesto a los ingresos de las personas oscila entre 8 y 11 por ciento. En la Argentina apenas llega al 1,6 por ciento. Es un impuesto progresivo, porque sólo afecta a los trabajadores de altos ingresos y su tasa se eleva según el nivel de las remuneraciones en un mercado de trabajo formal muy desparejo. El tercio de trabajadores de mayores ingresos recibe casi dos tercios de la masa salarial total, en tanto el tercio que menos gana no llega al 10 por ciento. A esto debe sumarse la persistencia de niveles de informalidad que aún superan un tercio del empleo total y una estructura tributaria volcada sobre el consumo popular.

Es improbable que el gobierno realice concesiones en este tema, en plena pugna por el valor del peso, cuando ha detectado un crecimiento vertical de las compras de dólares en torno de los días de pago. El problema es, una vez más, político, y se centra en la racionalidad de las opciones y alianzas de cada uno. Plantear como tema prioritario el mínimo no imponible es una reivindicación lógica de los bien pagos camioneros, no de la CGT. Si alguna experiencia de la historia debería estudiar Moyano, para no repetirla, es la de la tendencia revolucionaria que intentó disputarle el liderazgo a Perón en 1974. Sin duda, la acción frontal con que amenazó su hijo Pablo incomodaría al gobierno, pero a nadie le haría más daño ni tan rápido como a él mismo. La fortaleza sindical es imprescindible para la defensa de los trabajadores, cuya participación en el ingreso debe seguir en ascenso, pero volverla contra el gobierno popular que lo hace posible, protestar apoyo y atropellar con el camión, sería suicida.

© Escrito Por Horacio Verbitsky y publicado en el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 30 de Octubre de 2011.

sábado, 29 de octubre de 2011

Atlético de Tucumán 2 vs. Huracán 0... De Alguna Manera...

El Imperio de César...

Montiglio, quien se fue mal de Huracán, fue el Emperador de Atlético Tucumán en la victoria frente al Globo. Los de Cocca no hicieron pie y se pincharon en el Norte.

Ya no me importa más nada, ni siquiera el pasado”. César Montiglio le ponía pimienta a la previa frente a Huracán, equipo del que se fue mal. Y vaya que se tomó a pecho su premisa. El tucumano fue la figura del Decano y no solamente eso, sino que además marcó el segundo gol que sirvió para bajar la persiana. ¡Lo gritó como loco! Así, César hizo su propio Imperio del Monumental y le pinchó las ilusiones al Globo.

La estadía del volante en Parque Patricios no había arrancado mal. Al contrario. Montiglio asomaba como una de las revelaciones que Héctor Rivoira había acercado en 2010 al barrio. Es más, en su debut convirtió en el triunfo 2-1 frente a Argentinos Juniors (el otro tanto fue de Mariano Martínez, quien ayer también jugó para el equipo de Llop). Si hasta llegaron a compararlo con Lucho González, ídolo quemero. Luego de eso, disputó 17 encuentros más.

Sin embargo, el Chulo dejó de ser el DT de Huracán y todo se vino a pique. No sólo porque el Globo entró en una meseta que desencadenó en el descenso a la BN, sino porque Montiglio empezó a deambular por La Quemita. Tanto que por falta de pago, el volante terminó enviando una carta documento al club, inhibiendo a la dirigencia que en ese momento encabezaba Carlos Babington, y adiós. Allí apareció otra vez el Decano en su vida. “Donde me hice como jugador”, avisa. Y tiene razón, ya que en 2009 fue uno de los pilares de, justamente, Rivoira cuando Atlético ascendió a la Primera División.

Encima, ayer fue un karma para los de Diego Cocca, aunque es cierto que la defensa de Huracán ayudó. Si no, ¿cómo se explica el 1-0 de Longo tras una confusión entre la última línea? Ni hablar del segundo de Montiglio, donde Monzón hizo vista. ¡Sic, sic! El Emperador pudo más...

© Escrito por Gustavo Rodríguez y publicado por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 30 de Octubre de 2011.









Atlético de Tucumán.

Fue una noche primaveral de los albores de siglo XX cuando en una vieja casona de calle Rivadavia segunda cuadra un grupo de destacados tucumanos entre los que se encontraban Agenor Albornoz, José R. Fierro, Claudio y Cecil Hill, Tomás V. Barber, J. A. Beaumont, Manuel Pérez, Fabio Nizero, Federico Rossi, J. M. Wilcox, A. Jacobs, E. Leach, D. Praut, E. Pinchard, José B. González, Julio García, Federico López y algunos más se reunieron con el anhelo de dejar constituido un club deportivo.

Cuando todos estuvieron de acuerdo con proceder a la fundación de una institución, comenzaron a buscar el nombre más apropiado y, en medio del desbordante entusiasmo de la concurrencia, surgió el de "ATLÉTICO TUCUMÁN" y junto a ese nombre, aclamado con mucho fervor, alguien gritó "ARRIBA LOS CORAZONES" y fue seguido por todos los presentes que lo corearon como una canción.

Desde ese instante, esa frase quedó en la historia como bandera de fe y como himno de esperanza, repetido por generaciones y generaciones de atletiquenses.

Se había escrito la primera página de la apasionante historia de una de las más señeras y distinguidas instituciones deportivas del interior del país.

En Marzo de 1.903 la primera sede social de la novel entidad que era el Gimnasio 24 de Septiembre (ubicado donde hoy se emplaza el Centro de Salud "Zenón Santillán") comenzó a llenarse de gritos, ruidos y risas, era la pujante juventud atletiquense que se lanzaba a practicar fútbol, tenis y criket.

El primer partido y su camiseta

El primer partido oficial que se recuerde en la historia del club fue el 9 de julio de 1.903 en el Gimnasio 24 de Septiembre cuando los tucumanos derrotaron al Club Salteño de la vecina provincia por 3 a 1. Atlético formó con: Robinson; Gauna y Delacroix; Olivera, Fanjul y Villa; Figueredo Iramain, Goya, Montenegro, Paladini y Chevalier.

Para la ocasión, el club que en un comienzo, fiel al estilo inglés había vestido de blanco, utilizó sobre dicha camisa unos bastones celestes intentando emular los colores patrios. De allí en adelante esos serían sus colores oficiales convirtiéndose casi sin darse cuenta en el primer club del país en vestir una camiseta blanca a rayas verticales celestes.

Atlético y sus campeonatos

Pasaron los años y la entidad albiceleste comenzó a cubrirse de gloria convirtiéndose en el primer Campeón de Torneo Oficial en la provincia -Campeón de la Liga de Clubes de 1.911- y alzándose con la mayoría de las más importantes copas en juego en los años de transición en la organización final de lo que hoy es nuestra Liga Tucumana de Fútbol.

La más importante es la Copa Centenario en 1.916, al cumplirse 100 años de la Declaración de la Independencia en Argentina, derrotando en la final nada menos que a quien hoy es su clásico rival.

En 1.918 se proclama Campeón de la Unión Tucumana de Fútbol organismo que solo celebraría 1 campeonato ya que al año siguiente se disolvería convirtiéndose en la Federación.

Fue uno de los fundadores de la FEDERACION TUCUMANA DE FÚTBOL y obtuvo su primer campeonato en ella en 1.920, repitiendo en el año 1.921.

Bajo la tutela de este organismo rector que funcionó desde 1.919 a 1.966, el "decano" fue el club que más laudos cosechó, en Campeonatos Anuales, además de los 2 mencionados obtuvo 19 ediciones más del mismo.

En Torneos Competencia -torneos oficiales también de la Federación (se programaban 3 y hasta 4 torneos por año-), se quedó con no menos de 8 ediciones de este torneo.

Y en los Campeonatos de Honor, con 13 ediciones -también oficiales por la Federación-.

Finalmente por la Liga Tucumana de Fútbol -1.967 hasta el presente-, obtuvo 6 anuales.

Es importante rescatar algunos hechos puntuales en esta cosecha, en principio que es el equipo que más laudos obtuvo, luego, que de 1.957 a 1.964, bajo la dirección técnica de don Roberto Santillán, consiguió nada menos que una seguidilla de 8 torneos consecutivos, cifra record hasta el día de hoy, de laudos conseguidos a nivel local de esa manera.

En el medio de esa serie de coronaciones, fue Campeón de Campeones del Torneo de la República un 30 de enero de 1.960 -su primer título a nivel nacional-.

Aquel equipo formó con: García; Gutiérrez y Ginel; Amaya, Graneros y Albretch, Canseco, Tejerina, Ortega, Ibarra Castillo y Ayunta.

Obtuvo por Regionales a Torneos Nacionales en 10 ocasiones, más el ascenso al Nacional "B" de AFA obtenido un 14 de junio de 1.987 con el siguiente equipo: Albornoz; Rearte, Diamante, Maidana y Cáceres; García, Mónaco, Apud y Aredes; Reartez e Iriarte. Hombres bajo la dirección técnica de don Luis Benito Sosa.

Durante 15 ediciones ininterrumpidas, participó de la categoría.

En 2004 obtuvo otro nuevo laudo a nivel nacional, el Campeonato Clausura 2003/2004 del Torneo Argentino "A".

Un Domingo 17 de Mayo de 2.004 el elenco dirigido por Andrés Rebottaro con gol de Diego Ruiz empató 1 a 1 con Douglas Haig en Pergamino y obtuvo dicho laudo.

Carlos Barrionuevo; Dante Pérez, Pablo Pérez, Federico Martorell y Edgardo Galíndez; Roque Osores, Leandro Fligman, Fabián Lazarte, Héctor López y Walter Rodríguez; Fernando Robles serían protagonistas de aquella gesta.

Un Domingo 15 de Junio de 2.008, es decir 4 años después, bajo las órdenes de Jorge Raúl Solari, Atlético lograba el ascenso nuevamente a la B Nacional, al vencer en la final por penales a Racing de Córdoba.

Los héroes de aquella epopeya serían: Lucas Ischuk; Andrés Bressán, Ezequiel Luna y Martín Martos; César Montiglio, Mauricio Verón, Diego Erroz, Sebastián Longo y Pablo Hernández; Claudio Sarría y Héctor Álvarez.

Al año siguiente, bajo las órdenes de Héctor Rivoira, se lograría el tan esperado ascenso de la Primera División del Fútbol Argentino.

Sucedería en Córdoba, enfrentando a Talleres la mañana del Domingo 7 de Junio de 2.009.

Con goles de Luis Rodríguez, Juan Pablo Pereyra, Juan Manuel Azconzábal y César Montiglio, equipo que alineó a los siguientes once: Lucas Ischuk; Andrés Bressán, Javier Páez y Juan Manuel Azconzábal; César Montiglio, Martín Granero, Damián Musto y Nicolás Demattei; Matías García; Luis Rodríguez y Juan Pablo Pereyra.

Además de los fundadores y los dirigentes de principios de siglo, Atlético contó con grandes hombres en sus casi 100 años de historia a quienes recordaremos en las figuras de Julio A. Monti, Juan V. Pidutti, Alberto Valentie, José H. Peralta, Julio César Ramos, Antonio Rivas, Luis Escribano, Arturo de la Vega, José Dori, Carlos Cabot, Antonio Villalonga, Mario Jaime Freyre, José C. Salmoiraghi, Juan Luccioni y otros destacados directivos.


El Riachuelo... Greenpeace... De Alguna Manera...

Riachuelo...

Nuestro Riachuelo tiene una larga historia de contaminación y desidia. Más de 5 millones de personas se ven directamente perjudicadas y expuestas a la contaminación.

Ricky Sarkany, Grimoldi y Prüne asumieron el compromiso de no comprar cuero proveniente de curtiembres que contaminan el Riachuelo.

Además, como consecuencia de nuestro trabajo, logramos que el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible ordene a la empresa Eternit disponer de manera segura los residuos tóxicos de amianto que se encuentran en un predio en la Cuenca.

Hoy la historia del Riachuelo empezó a cambiar.

Ayudanos a seguir avanzando en nuestra campaña para sanear el Riachuelo.


Hoy la historia del Riachuelo
comenzó a cambiar...

Como sabés, el Riachuelo tiene una historia de contaminación y desidia que ya cumplió 200 años. Más de 5 millones de personas viven en sus márgenes y ven afectada su salud a causa de las condiciones de contaminación extrema de sus aguas. Hoy esta historia empezó a revertirse a partir de dos grandes logros.

Por un lado, Ricky Sarkany, Grimoldi y Prüne, las marcas de calzado más importantes del país, reconocieron que al comprar a curtiembres que vierten sustancias tóxicas al Riachuelo son responsables por el terrible estado de la Cuenca. Por otro, Eternit, la empresa mundial de materiales para la construcción que durante años contaminó con asbesto (amianto) la zona de la Cuenca Matanza- Riachuelo, deberá ocuparse de su basural tóxico.

Son enormes avances, pero aún nos queda mucho por hacer. Por esto te pido una colaboración especial que nos ayude a seguir trabajando en el saneamiento del Riachuelo. Hacé hoy una donación puntual. Hacé click aquí.

Nuestra victoria con los fabricantes de zapatos que se comprometieron a dejar de contaminar el Riachuelo, y más tarde la decisión del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) que ordenó a Eternit a disponer de manera segura sus residuos de asbesto fueron posibles gracias al intenso trabajo de Greenpeace y tu constante apoyo.

Debemos aprovechar el momento para seguir presionando más que nunca a las empresas de la Cuenca para que eliminen definitivamente las sustancias peligrosas y contaminantes de sus procesos productivos. Ayudanos a seguir trabajando para revertir la grave situación ambiental y social del Riachuelo. Hacé tu colaboración puntual haciendo click aquí.

Gracias por todo tu compromiso.

© Escrito por Consuelo Bilbao Publicado por Greenpeace Argentina http://www.greenpeace.org/argentina


Cultivar la confianza... De Alguna Manera...

Cultivar la confianza...

Desde el punto de vista de la ecología emocional la confianza es un espacio a proteger que debe cuidarse, un espacio donde crecer como personas las que han decidido crear en lugar de destruir. Por lo tanto, implica acción. Así entendida, la confianza puede pertenecer al ámbito del territorio. También puede ser una energía que nos mueve a la acción. O podemos verla como la llave para establecer vínculos con otras personas y nuestro entorno y, sin lugar a dudas, si hemos logrado todo nuestro clima emocional será despejado, azul, soleado, con noches estrelladas y librse de contaminación.

La confianza, en cualquier caso, es una elección que implica esfuerzo y voluntad. La palabra “confianza” procede de fiare, que implica dar la palabra y la promesa. Es por tanto, una cuestión de fe, un salto al vacío, la “creencia en la posibilidad de predecir el comportamiento propio (autoconfianza) o el de los demás, que provoca un sentimiento positivo y anticipa el futuro sin amenazas”. La confianza hace nacer en nosotros un sentimiento de seguridad, pero no olvidemos que también implica asumir algunos riesgos.

Tres formas adaptativas de gestionar la confianza

1. Confiar en uno mismo.

Si queremos ser emocionalmente ecológicos, deberemos preguntarnos: ¿tenemos autoconfianza? Si no la tenemos y depositamos la confianza en el exterior estamos cediendo nuestro control. Esta conducta puede resultar peligrosa, irresponsable i destructiva.

2. Buscar lo esencial.

Valorar lo esencial tanto en uno mismo, en los otros como en el mundo, y no dejarse arrastrar por los accidentes de la vida, las crisis, las enfermedades... solo desde la confianza podremos cambiar de paisaje, encontrar la motivación y la energía necesaria y creativa para el cambio.

3. En las relaciones.

Si no hay confianza no podrá existir una relación emocionalmente ecológica. Correremos el riesgo de crear relaciones de dependencia, en las que esperamos que el otro nos solucione la vida.

Cuando no hay confianza aparece la inseguridad y sufrimiento con un elevado coste emocional. Confianza e intimidad van unidas pero esto no significa que no debamos poner límites a nuestros espacios de intimidad.

Como en el caso del bambú japonés la recompensa de la confianza no es el resultado inmediato de ninguna acción. Pide esperar, fe en nosotros y en el otro, pide ser regada durante mucho tiempo sin ver ningún resultado y, de repente, tras siete años de cuidados constantes en los que aún no ha aparecido ni un brote, crece ¡30 metros en 6 semanas! Así actúa la confianza.

Noticia

Este mes dedicado a la confianza queremos utilizar este espacio como un sitio para la reflexión. Revisando las noticias publicadas en diarios y revistas hemos encontrado una gran variedad de hechos y sucesos poniendo, la mayoría de ellos, el acento en la falta de responsabilidad tanto individual como social. Nos preguntamos ¿cómo es posible construir la confianza en un mundo retratado, por los medios de comunicación, como amenazador, donde se relatan hechos catastróficos y salvajes, muchas veces, de luchas de todos contra todos?

Parece que hemos decidido destruir en lugar de construir. No ponemos en duda que los hechos narrados son verídicos y tampoco creemos que se pueda cambiar nada si les damos la espalda o decidimos no verlos. Sin embargo, queremos rescatar la solidaridad, y la generosidad que también existen. Así que os proponemos algo, cultivar ese espacio protegido que es la confianza suministrando vitaminas emocionales tanto a vosotros mismos, como a aquellas personas con las que os relacionáis. Escribir vuestras propias noticias, los gestos de generosidad, que dais y recibís, y redactar vuestro propio diario con “relatos de confianza” y, si queréis compartirlo, aquí estamos.

Un espacio para la creatividad

El visitante entra en el hospital, toma el ascensor, y se dirige a la habitación que le han indicado con una expresión de solemnidad en el rostro. Entra en ella y se acerca al paciente vendado que reposa en la cama.

El paciente lo ve, sonríe:

- ¿Cómo se siente, Mike?

- ¡Oh! Bastante bien.

Pero la mirada doliente y las ojeras del enfermo delatan lo contrario.

Hay una larga pausa. Finalmente, el visitante se inclina y, acercándose al paciente, le dice: - Escúcheme, Mike. En julio lo necesitaré en el terreno deentrenamiento, en la cancha y listo para jugar. Este año tendremos que hacer un esfuerzo supremo.

Algún tiempo después Mike Westhoff, recuperado de un cáncer de huesos y de regreso a su cargo de entrenador de equipos especiales de los Dolphins, diría refiriéndose al entrenador principal Don Shula: - Creí que me daría por perdido, pero no fue así. Me trató como a una persona, no como a un enfermo.

La confianza de Don Shula fue un elemento muy importante en su recuperación. Realmente, la confianza cura.

M. Conangla y J. Soler. La vida viene a cuento. LA CONFIANZA CURA

© http://www.ecologiaemocional.com/boletines/archivo-2009/mayo-2009.html

Cuando el marketing (político) se equivoca... De Alguna Manera...

Cuando el marketing (político) se equivoca...

Tomates, Jabones en Polvo y Votos… Pasadas las elecciones, los políticos argentos deberían sentarse y revisar sus vínculos con el equipo de campaña, especialmente en todo lo relacionado a asesores y agencias.

La lógica marketinera comercial gira alrededor del líder de mercado; es decir, se analiza en detalle cuál es la marca que más vende, y a partir de ahí se desarrollan estrategias de ataque que por lo general evitan choques frontales, tratando de entrar por algún agujero vacío que el “gigante” en cuestión no ocupa, o en el que tiene debilidades que pueden aprovecharse.

Para hacerlo simple, si un producto es muy querido por los argentinos dada su trayectoria, jamás le tires una flecha al corazón porque vas preso. Eso sí, amor de por medio y todo, en una de esas está lejos de ser rendidor o se puso anticuado (nadie es perfecto); sobre semejantes ruinas sí se puede construir una identidad. También podés desafiarlo, demostrar que tenés algo mejor en tu oferta.

Pero ese camino supone admitir de entrada que estás en segundo o tercer lugar. Sirve en el mediano plazo, mientras se trata de penetrar una categoría, al rato comienza a molestar; de hecho son varios los desafiantes, especialmente dentro del rubro limpieza, que no saben cómo salir del entuerto en que se metieron mojándole la oreja al número uno.

Ahora bien, esta manera de encarar la venta es propia de las técnicas que se usan para multiplicar la demanda de latas de tomate o jabones en polvo, que si bien son primas hermanas del marketing político, tienen un ADN diferencial que nunca puede trasplantarse en forma burda.

Después del porrazo de las primarias, cuando quedó bien claro por dónde pasaba el liderazgo, la oposición se dedicó a perforar los huecos del oficialismo; suerte de mendicidad electoral que los dejó gorra en mano, sentados sobre la vereda, y pidiendo por favor que alguien les limosneara un voto, y ni siquiera un claro voto presidencial. “Una banquita de diputado por el amor de Dios”, les faltó decir. El problema es que a diferencia de lo que ocurre en los mercados de consumo, en los procesos electorales el “producto” es el poder, jamás los votos y tampoco el candidato.

Tan así es que Macri debió amurallarse en su ciudadela con el fin de evitar perder esa cualidad intangible que es el motor de los candidatos y se llama construcción de espacios de poder. Se bajó de una elección presidencial, con todos los riesgos que supone, intentando afianzar aquello que sabe podría servirle a futuro.

Comparándolo con una marca sería Arcor en los años previos a lanzarse en Capital, etapa en que desarrollaba su musculatura a lo largo del país.

Claro que una vez en el baile, la idea de ubicarse a un costado resulta suicida y carece de sentido.

La oposición se sentó en el lugar de jurado justo en el momento que la opinión pública deseaba verlos bailar en la pista. Igual que el rey, los aspirantes a cargos importantes deben lucir poderosos. Ustedes se preguntarán de qué disfrazarse si hay uno que arrasó y dejó a los demás con el pincel en la mano, colgando de números miserables. Todas las coartadas disponibles están en la génesis misma de la filosofía política. Los productos ganan espacios, los políticos se imponen en el espacio, y las personas saben que ese movimiento puede ser lento, no necesariamente un fracaso.

Entre uno y otro concepto hay diferencias nada sutiles que deben ser consideradas por los estrategas. El metraje en la góndola del supermercado se puede medir, visualmente el consumidor no puede ser engañado. La imposición de una idea o proyecto es un hoyo cuya profundidad depende de la inteligencia del comunicador.

La convicción es un misterio muy atractivo que tarde o temprano seduce. Se dice que el marketing vende humo. Pues bien, el marketing político materializa intensidades, se asegura una fuente de poder inagotable a la que recurrir; en la antítesis de ganar o perder, lo que debe priorizarse es la voluntad de imponerse alguna vez, voluntad que en las campañas brilló por su ausencia.

© Escrito por Omar Bello Filósofo y Publicista y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 23 de Octubre de 2011.